Las Hermanitas Gutiérrez (2)

Las Gutiérrez comienzan a servir a su amo. Sus agujeros son usados sin miramientos.

Las Hermanitas Gutiérrez (2)

Miguel había observado las bocas de ambas esclavas. La de Pilar le parecía más sensual y deseaba una mamada por esa boca, pero Pilar era un poco rebelde y por lo tanto algo arriesgado meterle la verga en la boca con el riesgo que la esclava decidiera mordérsela. Entonces concibió un plan.

Buen en busca de Julieta y luego de atarle firmemente los brazos en la espalda le colocó una pequeña esponja en la boca que selló con una gruesa cinta de embalar. De esa manera la joven no podía emitir palabras y apenas sonidos casi inaudibles.

La condujo a la sala de castigos y la hizo subir a una pequeña banqueta. Luego hizo bajar una cuerda del techo que terminaba en un lazo y lo ajustó al cuello de la joven. Si retiraba la banqueta de los pies de Julieta, ésta quedaría suspendida de su cuello.

Colocó una cuerda en una de las patas de la banqueta y corriendo una cortina, ocultó el cuerpo de la joven. Entonces fue en busca de Pilar a quién, luego de atarle los brazos en la espalda, también condujo a la sala de castigos. La hizo arrodillar

-Ahora abrirás tu boca y me harás la mejor mamada del mundo.-

-Me niego a hacerlo. No se la chuparé.-

-Te obligaré a hacerlo, pero como además se te puede ocurrir morderla, puedo tirar de esta cuerda y verás lo que pasa.-

En ese momento descorrió la cortina quedando ante la vista de Pilar a su hermana con la cuerda alrededor de su cuello, haciendo equilibrio sobre la banqueta y con una clara expresión de horror.-

-Si tú no te portas bien, o no me haces la mejor mamada del mundo, entonces jalo la cuerda y tu hermana quedará sostenida de ese lazo que se ajustará sobre su cuello. Como verás conmigo no se juega. O me haces una buena mamada o tendrás luego que hacer una fosa para enterrar a tu hermana.-

La sorpresa y el horror se reflejaron en la cara de Pilar.

-¡No le haga nada a mi hermana! ¡Bájela de allí que es peligroso!-

-Después de que me hagas una buena mamada y te tragues toda la leche, bajo a tu hermana de allí. Sé que es peligroso, por eso debes portarte bien y hacerlo de inmediato.-

Pilar abrió la boca sin dudar y acercó sus labios a la polla de Miguel. Se la introdujo parcialmente, ajustó los labios y comenzó a moverse. Temía por su hermana. Su lengua pasaba una y otra vez por la punta de la pija, succionaba. Chupaba, hacía cualquier cosa de manera que Miguel se corriera lo antes posible y bajara a su hermana Poco después un abundante chorro de semen inundó la boca de Pilar que se apresuró a tragar.

-La mamada estuvo bien. Bajaré a tu hermana del lugar en que está.-

Luego de quitarle la cuerda alrededor del cuello de Julieta la bajó de la banqueta y la amarró a una columna.

-Ahora te toca a ti- dijo dirigiéndose a Pilar.

Le ató los brazos en alto y sus tobillos y con un látigo en su mano le dijo:

-Estarás de acuerdo que no te portaste del todo bien cuando te negaste a mamármela. Eso merece un castigo y unos azotes sobre tu cuerpo será lo adecuado.-

Julieta que continuaba amordazada quiso protestar pero le fue imposible. Pilar comenzó a quejarse pero un latigazo certero en su culo hizo transformar la queja en un prolongado gemido de dolor. Le siguieron otros azotes, también muy fuertes, sobre la delicada piel del culo de Pilar que gemía sin cesar. Cuando tuvo siete marcas que cruzaban ambos glúteos detuvo el castigo.

-Es hora que las encierre encadenadas en las celdas. Ya han estado bastante aquí. Julieta tiene su coño penetrado y mi pequeña Pilar ha sido penetrada el culo y la boca. Me parece que mañana primero será el turno de Julieta.-

Efectivamente la mañana siguiente luego que ambas esclavas desayunaron, Miguel condujo a Julieta hasta la Sala.

-Tú también tienes un lindo culito para penetrar. Relájate mientras te pongo vaselina. Te la quiero meter bien adentro.-

-No merezco ser tratada así. Ya mi concha ha sido penetrada, ¿por qué ahora por el culo? ¿No le alcanzó cogerme, desvirgarme y castigarme?-

-No, no me alcanzó Quiero humillarte y que sientas que eres nada más que una esclava obediente, que pone su culo para complacerme.-

-¡No dejaré que me la meta por el culo!-

Miguel no se inmutó. Simplemente la condujo al cepo y amarró su cuelo y sus muñecas, dejando su culo expuesto.

-¿Te dejarás penetrar o no?-

-No.-

-Bien, cuando decidas dejarte coger por el culo, vas a repetir: "Por favor señor Miguel, mi culo está esperando recibir su magnífica verga bien dentro. Concédame la posibilidad de recibirla por allí."-

-¡De ninguna manera diré semejante cosa!-

-Ya verás que sí.-

Miguel tomó el látigo y descargó un fuerte azote sobre la espalda de Julieta. La punta del látigo golpeó a la altura del ombligo. Julieta no pudo contener el grito de terror.

-Te azotaré la espalda hasta que repitas lo que te he indicado para cogerte por el culo o la piel caiga desgarrada en pedazos.-

-¡No! ¡Por Favor! ¡Esos azotes son insoportables!-

-Ya lo creo que son insoportables. Debes decir: "Por favor señor Miguel, mi culo está esperando recibir su magnífica verga bien dentro. Concédame la posibilidad de gozarla por allí."

Julieta, balbuceante, comenzó a repetir la fatídica frase. Una vez que concluyó, Escuchó a Miguel:

-Muy bien, me has pedido que te la ponga por el culo. Será un esfuerzo para mí cogerte por allí, pero no me negaré a ese pedido. ¿Puedes repetirlo? Julieta nuevamente repitió: "Por favor señor Miguel, mi culo está esperando recibir su magnífica verga bien dentro. Concédame la posibilidad de gozarla por allí."

-¿Te sientes humillada por pedir que te penetre por el culo?-

-Sí. Nunca creí que podía decir semejante cosa.-

-Me gusta que te sientas humillada, vejada y degradada. Así deben sentirse las esclavas de verdad.-

A Julieta no le quedó otra posibilidad que relajar el esfínter para que la vaselina penetrara un poco para hacer menos dolorosa la violación anal. Poco después comenzó a empujar para meterla adentro. Julieta imploraba, chillaba, gemía pero la pija seguía adelante metiéndose en sus entrañas. Poco después Miguel descargaba el semen en el recto de la joven.

-Tu hermanita coge mejor por el culo que tú. Ella debería enseñarte cómo hacerlo mejor. Eso te evitará castigos.-

La joven permaneció callada mientras gruesas lágrimas corrían por sus mejillas. Miguel ya había usado su concha, tan cuidada, y ahora su virgen culo. ¿Debería soportar más? Recordó a su hermanita metiéndose la verga de Miguel hasta la garganta. Sí, iba a tener que soportar más.

A primera hora de la tarde decidió gozar con Pilar. Todavía tenía su vagina intacta pero era mejor dejarla para su uso por la noche. Ahora quería darle algunos azotes en las tetas. Eran duras, bien formadas y fáciles de azotar con una vara. La llevó a la Sala, la ató a una columna con sus brazos cruzados por detrás de la misma.

Primero acarició los pezones que se comenzaron a poner más duros. Luego bajó su mano al coño para comprobar su humedad. Estaba apenas mojado.

-Recibirás diez azotes en las tetas. Puedes gemir todo lo que quieras pero debes contarlos y decir "Gracias Señor". Si no lo haces, de daré dos más por cada uno que omitas contar y agradecer.-

-No señor, no me castigue en las tetas. Me van a doler mucho.-

-Precisamente por eso, porque va a dolerte cada azote es que quiero hacerlo. Una esclava está para eso.-

-Por favor….-

-Silencio. Solamente los cuentas y lo agradeces.-

Miguel levantó la vara y la descargó en la parte superior de las tetas. Luego de un corto gemido se escuchó: "Uno. Gracias Señor". El siguiente cayó muy cerca del primero. Nuevamente "Dos. Gracias Señor".

El tercero lo dirigió directamente a los pezones. Miguel sabía que sería muy doloroso y esperó el gemido, que fue prolongado, pero además del "Tres. Gracias Señor" Pilar no pudo contener su vejiga le salió un pequeño chorro de orina. Al dolor se sumaba su vergüenza de haberse orinado.

Así siguió hasta completar los diez. Las tetas de Pilar estaban cruzadas por diez marcas rojas. La condujo nuevamente a la celda. Estaba excitado y usaría la boca de Julieta para satisfacerse.

Antes de usarla decidió escribir una esquela que ambas esclavas debería aprender de memoria y recitarla con frecuencia. El escrito decía así:

" Yo, Julieta Gutiérrez/Pilar Gutiérrez, puta y esclava propiedad en cuerpo y alma de Miguel Saviola, pongo todo mi cuerpo a disposición de mi Amo y Señor para que lo use y goce de la manera que considere conveniente, siendo un honor para mí ser penetrada por su polla u otros objetos, en mi vagina, culo o boca en el momento y la forma en que mi Amo y Señor lo disponga.

Agradezco ser castigada por mis faltas o comportamientos no adecuados que mi Amo y Señor así lo considere, a fin se ser una esclava sumisa y sometida totalmente a la voluntad de mi Amo y Señor. El tipo, cantidad e intensidad de castigo, será fijado por Él a su entero arbitrio y yo lo recibiré con alegría y sumisión."

Ese sería el texto que ambas deberían tener aprendido. Lo fijaría en la pared de las celdas para que lo tuvieran presente y pudieran recordarlo.

Ya estaba bastante excitado. Era el momento de usar a Julieta. Se dirigió a su celda.

-Esclava, quiero usar tu boca para que descargues mi leche. Traeré a tu hermana y le pasaré una cuerda a su cuello como has estado tú, por si quieres morderme.-

-No hace falta. Estoy dispuesta a obedecer sus órdenes. He comprendido que no me queda otra alternativa. Se la chuparé y tragaré su semen si eso es lo que quiere.-

-Efectivamente. Quiero una buena mamada y que te alimentes de mi leche. Recuerda que si no lo haces bien te castigaré-

-Nunca he mamado una polla, pero pondré mi mejor esfuerzo por hacerlo bien. Mi boca está a su disposición-

Miguel se bajó la cremallera del pantalón y una polla erecta y dura se presentó frente a los ojos de Julieta, quién no dudó en abrir su boca para comenzar a chuparla. La joven rodeó con sus labios la verga mientras con su lengua acariciaba la glande. Era casi inimaginable para ella estar haciendo una felatio, pero las circunstancias se daban así.

Continuó con la mamada unos diez minutos hasta que sintió que la polla se endurecía más, vibraba y comenzaba a dejar escapar un chorro de semen de inundó su garganta. De inmediato lo tragó y con la lengua repasó la glande para sacar los restos de corrida.

-Lo has hecho muy bien. Ya has sido penetrada por todos tus agujeros. Creo que puedo consagrarte como mi puta y esclava... En virtud de lo dicho quiero que aprendas esto para que lo repitas cada vez que te lo indique.-

Julieta tomó el papel y comenzó a leerlo. A medida que avanzaba sus lágrimas se hacían cada vez más visibles.

-Estúdialo de memoria que luego de la cena quiero que me lo recites. Debes aceptar de una vez por todas que esta será tu vida: ser mi esclava, servirme, hacerme gozar y recibir los castigos que te imponga. Debes olvidarte de tu vida anterior. Ahora eres sólo una puta y esclava sin derecho alguno. ¿Qué opinas?-

-¿Qué puedo opinar? No tengo opción. Estoy en sus manos, me han secuestrado para someterme a su voluntad y no tengo modo alguno de revelarme. Acepto que soy su esclava.-

-¡Así habla una sumisa! ¡Acepta su condición sin oponerse! Me gusta tu comportamiento.-

Miguel se retiró de la celda mientras Julieta comenzó a leer y releer el texto que debía aprender de memoria. No quería ser castigada. El látigo ya había hecho bastante sobre su cuerpo para tentarlo a continuar.

Al finalizar la cena, Julieta Pilar y Miguel estaban sentados a la mesa, con las dos jóvenes desnudas, Miguel le comunicó a Pilar que sería desvirgada.

-Me has dicho que nunca has sido penetrada por el coño. Creo que es hora que sea penetrado para que no lleves la pesada carga de tu virginidad.-

-Señor, por favor, déjeme la concha sin penetrar. Métamela por el culo si quiere pero deje mi conchita.-

-Estás equivocada. Te he traído aquí para gozarte y tenerte a mi disposición. No pensarás que me privaré de cogerte todas las veces que quiera.-

-Tiene mi culo y mi boca.-

-Pero yo quiero además tu coño. Ya tu hermana ha aceptado que su cuerpo está a mi disposición, incluyendo su coño, su culo y su boca. La mamada no la hace del todo bien, pero ya aprenderá y para que aprenda más rápido unos azotes que dejen marcas acelerarán su aprendizaje.-

Ya me ha azotado en las tetas. ¡Mire las marcas que tengo! ¿Quiere más?-

-Ya te he dicho, ahora quiero tu conchita y no solamente eso quiero que lo hagas con verdadera dedicación. Si no lo haces, enviaré algunas fotos tuyas a tu familia, especialmente esas en que apareces mamando mi polla. Creo que no te gustará a ti ni a ellos.-

-No, las fotos no. Fólleme si quiere pero que esas fotos no las vea nadie.-

-Entonces, ¿aceptas ser desvirgada? Tu hermana presenciará cuando te rompo el himen.-

-No me torture más ni torture más a mi hermana. Si quiere cójame, rómpame el himen, pero solos, ella ya ha tenido bastante.-

-Julieta, ¿quieres presenciar cuando desvirgo a tu hermana? ¿Quieres observar cuando mi polla se pierde en las profundidades de la concha de tu hermanita y desgarro el himen?-

-Amo y señor. Haré lo que disponga. Como esclava debo obedecer. Mi cuerpo y mi voluntad le pertenecen.-

-No perdamos más tiempo. Pilar, quiero cogerte ya. Tu hermana nos acompañará.-

Los tres se encaminaron a la Sala. Allí Pilar se recostó en la camilla mientras Julieta, luego de ser esposada se ubicó a un costado de la camilla. Miguel comenzó acariciando las tetas de Pilar para luego seguir lentamente con el vientre y llegar a la entrepierna.

Allí comenzó a acariciar el clítoris. Pilar, casi sin quererlo, separó sus piernas para facilitar el acceso de los dedos de Miguel, que continuó con las caricias de tan sensible parte. Cuando la joven entrecerró los ojos, Miguel se quitó los pantalones y se colocó encima de ella y lentamente la fue penetrando.

Una ligera expresión de dolor se dibujó en la cara de Pilar, claro indicio de la ruptura de su himen. Miguel la penetró hasta el fondo y comenzó lentamente el movimiento de vaivén. Julieta observaba con desinterés cómo se hermanita era violada. Por su parte Miguel, sin apuro alguno, continuaba cogiéndola mientras con sus manos magreaba las tetas todavía marcadas por los azotes con la vara.

Unos veinte minutos más tarde se corría dentro de la vagina de la joven quien también se corrió con una serie de gemidos y suspiros que indicaban su satisfacción, pero al mismo tiempo con una mirada de odio hacia Miguel que había usado su cuerpo de esa manera.

-Bien, mis dos esclavas has sido penetradas no quedando ninguno de sus agujeros vírgenes. Vamos a festejar este acontecimiento permitiéndoles dormir esta noche con las bragas puestas-

-¿Ese es el festejo? ¿Permitirnos solamente cubrir nuestros culos y coños?- preguntó Julieta.

Sí, y eso es bastante. A partir de mañana se inicia una nueva etapa. Y tú Pilar, debes aprender el escrito que dejaré en tu celda. A partir de ahora me llamarán Amo y Señor.-

Capítulo IV

Tanto Pilar como Julieta pasaron gran parte de la noche estudiando el escrito para recordarlo de memoria. Miguel les había anunciado que la mañana siguiente deberían repetirlo sin errores o… alguna parte de sus cuerpos sufriría las consecuencias.

Cuando Miguel fue en busca de las jóvenes en la mañana siguiente pidió que repitieran el escrito. Lo hicieron sin errores.

-¿Ambas aceptan que son mis esclavas y que me deben obediencia y respeto?-

Al unísono repitieron afirmativamente

-¿Ambas consideran que las esclavas no tienen derechos y que son meros objetos al servicio de su Amo?

-Sí.-

-¿Ambas consideran que los castigos que se le apliquen son para mejorar y templar sus espíritus?-

-Sí.-

-Bien, ahora podemos comenzar esta nueva etapa. Se quitarán las bragas y de ahora en más permanecerán desnudas a menos que les indique lo contrario. No me resulta especialmente grato penetrarlas por el culo, pero lo haré con alguna frecuencia para humillarlas. Nos concentraremos en las corridas con la boca y la vagina. Comenzaré con Pilar que la chupa muy bien y luego seguiré en la concha de Julieta.-

Pilar se puso de rodillas delante de Miguel, le bajó la cremallera y liberó la polla que estaba ya bastante hinchada y comenzó la mamada. La joven aceptaba ahora sin rechistar la tarea que Miguel le encomendó, chupándola y acariciándola con la lengua como ella sabía hacerlo. Antes de correrse, Miguel retiró su polla e indicó a Julieta que se acostara y separara las piernas.

-Es tu turno esclava, quiero que tu concha me haga gozar.-

Una vez que la tuvo clavada hasta el fondo, Julieta apretó todo lo que pudo su coño para que se sintiera más, mientras Miguel la entraba y la sacaba. Poco después en semen llenaba la vagina de la Julieta.

Encadenó y encerró a Pilar en la celda y condujo a su hermana a la Sala.

-Julieta, tal como me has pedido esta mañana, voy a torturarte.-

-Yo no he pedido que me torture, Amo y Señor.-

-Has dicho que agradecías ser castigada por tu Amo y Señor. Bien ahora serás castigada.-

Primeramente le colocó una mordaza en la boca y luego le ordenó acostarse en la mesa de torturas boca arriba y le colocó un electrodo profundamente metido en el culo. Fijó sus tobillos, con las piernas separadas, sus muñecas por encima de su cabeza y pasó una correa muy ajustada sobre la cintura para amarrarla a la mesa.

Quería dejar bien en claro que no tendría piedad con ella y que las torturas no tendrían límite. Que ella como esclava no era más que un objeto con el cual él podía hacer lo que quisiera. Se decidió por la picana eléctrica.

Ya imaginaba los movimientos espasmódicos cuando recibiera las descargas. Quería inmortalizar ese momento por lo cual ubicó una cámara de video para registrar esos momentos.

Julieta no sabía exactamente qué ocurriría pero imaginó que no sería placentero. Apenas podía voltear la cabeza para ver los movimientos de Miguel pero cuando lo vio acercarse con un aparato lleno de cables y llaves se sobresaltó.

-Recibirás unas descargas eléctricas. La picana recorrerá todo tu cuerpo de manera que te hará estremecer. Vamos a registrar todo en un video. Prepárate para algo realmente fuerte.-

Julieta quiso gritar, moverse y mostrar su inconformidad pero tanto la mordaza como las ligaduras eran muy firmes y no podía siquiera aflojarlas. En ese momento comenzó a entender con precisión qué era ser una esclava.

Miguel manipuló las perillas de manera que las descargas fueran fuertes pero no dejaran marcas ni quemaduras sobre la piel. Los lugares que tocaría con la punta de la picana serían de uso frecuente y no quería deteriorarlos.

Acercó la punta del instrumento al costado izquierdo de la teta izquierda de Julieta para luego hacer contacto. La sorpresa de la joven fue grande al recibir la descarga. Imaginaba que sería penoso ser torturada así pero no imaginó la sensación que sintió en ese momento. Todo su cuerpo tembló.

Miguel, con pulso firme desplazó la varilla hacia el pezón. Julieta, impedida de gritar por la mordaza en su boca, no podía siquiera emitir un quejido. Su cuerpo se convulsionaba.

Miguel comenzó a desplazar la varilla hacia la otra teta hasta alcanzar el pezón, dejándolo allí algunos segundos. Luego levantó la varilla aguardando que Julieta recuperara parcialmente la calma. Minutos después comenzaba otra vez el suplicio de la esclava, recibiendo esta vez las descargas en el vientre y el ombligo. Posteriormente otro pequeño descanso para la recuperación de la joven.

Luego otra vez, comenzando por el ombliga pero desplazando la varilla hacia abajo en busca del coño, cosa que alcanzó poco después.

Las descargas en los labios vaginales, húmedos de flujo y transpiración por el sufrimiento, hacían de buenos conductores. Temblaba todo el cuerpo mientras las ligaduras permanecían firmes y mantenían el cuerpo de la joven amarrado.

En tan delicada parte. Miguel se detuvo largo rato, incluso tratando de abrir los labios vaginales para introducir la punta de la varilla en el conducto.

Luego pasó la varilla por distintas partes del cuerpo, desde la planta de los pies hasta el cuello. Sin duda había sido la sesión más cruel que el mismo Miguel había llevado a cabo. Otras esclavas que había poseído también habían sido torturadas con picana, pero con un modelo de aparato más elemental y menos cruento.

Al finalizar, la respiración de Julieta era entrecortada y agitada. Su cuerpo estaba bañado en transpiración. Nunca imaginó que podía ser sometida a semejante castigo. Una vez más comprendió que sería tratada con dureza.

Poco después la desató y le quitó la mordaza.

-Ahora puedes hablar. ¿Qué te ha perecido el castigo?-

-Amo y Señor, ha sido terrible. Use mi cuerpo como desee pero le ruego que no me torture más así. Esas descargas en mi pobre coñito son insoportables, me van a matar.-

-No seas exagerada. Las descargas eléctricas en la concha mejoran la elasticidad. Por eso convine tanto allí como en el culo. Verás que me harás gozar más, aunque es posible que tú te corras con menos frecuencia por la insensibilidad interna que provocan las descargas. ¿Prefieres el látigo a la picana?-

-No, por favor ni látigo ni picana.-

-Entonces ensayaremos otra cosa. Ven que te ato a esta columna.-

-¿Me va a seguir torturando?-

-Un poco para ver cómo reaccionas ante los distintos castigos.-

Una vez amarrada a una columna, con sus brazos cruzados por detrás de la misma, fue en busca de una caja de agujas para clavar en sus pezones y quizás en alguna otra parte del cuerpo.

Cuando Miguel tomó su pezón izquierdo entre el pulgar e índice de su mano izquierda y acercaba una aguja con su mano derecha, Julieta imaginó lo que iba a ocurrir y comenzó a implorar para que no le atravesara el pezón con la aguja.

-Cálmate. Verás que bien quedan las agujas clavadas en tus tetas. Es un lugar muy adecuado para hacerlo.-

-Nooo, por favor. No me clave las agujas. No me clav… ¡aaayyyyyy!-

La primer aguja había atravesado completamente el pezón. Ya se disponía a clavar la segunda aguja en el mismo pezón cuando Julieta comenzó a rogar que no lo hiciese.

-Solamente te clavaré dos agujas en cada pezón. Quiero que comprendas que puedo hacer contigo cualquier cosa que me plazca y no tienes otra opción que obedecer. Quiero que entiendas y estés convencida que ahora eres mi esclava y puedo usar y abusar de tu cuerpo todo lo que desee.-

-Amo y Señor. Permítame que repita lo que debí aprender. " Yo, Julieta Gutiérrez, puta y esclava propiedad en cuerpo y alma de Miguel Saviola.".-

-¿Estás convencida o solo lo repites como algo sin contenido?-

-Amo y Señor, estoy convencida y lo acepto. Soy su puta y esclava pero no me torture.-

-Son sólo tres agujas más.-

Julieta, resignada, cerró los ojos y apretó los dientes a la espera de sentir la aguja atravesando su pezón, cosa que ocurrió casi de inmediato. Luego las otras dos agujas en el pezón derecho.

-Así estás mejor. Cuatro agujas en tus tetas la adornan muy bien.-

La dejó así por media hora para luego quitarle las agujas y desatarla de la columna.

-Ahora debes conducir el mejor polvo que me has brindado para que crea que eres verdaderamente mi puta y esclava.-

-Sí Amo y Señor. Primero permítame acariciarla con mi boca y luego recibirla profundamente en mi coño. Será la mejor corrida de su vida.-

Julieta comenzó a quitar la ropa de Miguel, buscando liberar la polla. Que puso de inmediato en su boca. Succionaba y pasaba la lengua por el glande con tal dedicación como nunca antes lo había hecho. Cuando había adquirido el máximo de su tamaño, se acostó en la camilla y separando las piernas orientó la polla a la entrada de su vagina. Por su parte Miguel empujó y la metió de un golpe hasta el fondo. El conducto estaba completamente lubricado por lo que entró sin dificultad alguna.

Los movimientos de Miguel eran lentos. No tenía ningún apuro en correrse y quería disfrutar máximo esos momentos. Antes de los quince minutos de bombear, Julieta no pudo contener el orgasmo y se corrió con un profundo suspiro, pero no detuvo sus movimientos acompañando la verga de Miguel que entraba y salía con total comodidad. Sabía que debía complacerlo u… otra vez los castigos

Julieta sintió que se venía su segundo orgasmo pero Miguel se corrió primero El semen corrió con rapidez dentro del cuerpo de la joven. Nunca antes había sentido tanta cantidad de líquido caliente en su interior.

-Has tenido razón. Éste ha sido uno de los mejores polvos de mi vida, demostrando lo puta que eres-

-Puta y esclava mi Amo y Señor. Siempre lo serviré con mi mayor dedicación.-

Miguel, muy satisfecho por el resultado y sumisión de Julieta, la condujo de vuelta a la celda y se dispuso a descansar. Ahora podía estar seguro que la joven no se revelaría y tenía asegurada buenas corridas. Indudablemente la sesión de picana había resultado más que efectiva. Ella no querría correr el riesgo de ser tratada así nuevamente.

Ahora sería el turno de Pilar. Por lo rebelde y lo poco predispuesta a repetir el texto que había aprendido, debía tener un castigo mucho más importante que su hermana. Luego de su descanso Miguel fue en busca de la joven y la condujo a la sala.

-Tal como lo establece lo que has repetido, aunque con alguna dificultad, puedes ser castigada por tu falta. Justamente revelarte a memorizar y repetir el texto merece un castigo.-

Pilar guardó silencio. Su corazón palpitaba con fuerza. Sabía que le esperaba una cruel tortura y que no tendría manera de atenuarla. Miguel la condujo a un sillón ginecológico y luego de atarla los brazos y las piernas, en alto y separadas, quedaba su sexo y el ano expuesto a los caprichos de su Amo y Señor.

Miguel quiso verificar que la joven estaba bien amarrada y no tendría movimientos que impidieran castigarla adecuadamente. Entonces tomó una aguja y la dirigió a los pliegues del ano, clavándola no más de dos milímetros. El grito de Pilar colmó la sala e intentó hacer un movimiento brusco para escapar de la pinchadura, pero le fue imposible. Las ligaduras eran firmes y colocadas en los lugares que no le permitían movimiento alguno. Miguel, conforme, retiró la aguja.

Observó la conchita de Pilar. Los labios, apenas abiertos, eran una invitación a penetrarlos con la verga, pero se conformó con el dedo índice que lo introdujo apenas dos centímetros. Acarició los labios y el clítoris una y otra vez, con lo cual la vulva comenzó a hincharse y estar cada vez más sensible.

-Esto no es para gozar sino para prepararte para tu castigo. Así ese coñito estará muy sensible para lo que le voy a hacer.-

Por la posición en que estaba, con la cabeza reclinada hacia atrás por una correa que pasaba por su frente, Pilar no veía qué le estaba haciendo en su concha. Miguel tomó un alfiler de gancho (imperdible) y lo acercó a uno de los labios vaginales. Su intención era atravesar ambos labios para después cerrarlo y que el coño quedara así momentáneamente imposibilitado de ser penetrado.

Atravesar la vulva con un alfiler de ese tipo, generalmente con su punta no muy aguda, iba a ser doloroso. Una vez lo había hecho con anterioridad, en una esclava de su propiedad con bastante entrenamiento. Le había resultado muy doloroso y humillante encontrarse así. Esperaba que lo mismo ocurriera con Pilar.

Apenas comenzó a clavar el alfiler, los quejidos de la joven eran fuertes y lastimeros. Su cuerpo se contrajo e intentó algún movimiento que no tuvo resultado alguno. Luego de atravesar uno de los labios, continuó empujando para atravesar el otro. Los gemidos, ruegos y llanto de Pilar continuaban. Finalmente el alfiler había atravesado ambos labios y Miguel procedió a cerrarlo primero y desinfectar con alcohol después.

Pilar demoró más de cinco minutos en calmarse aunque el dolor continuaba en su coño, sin saber exactamente por qué. Fue entonces cuando Miguel, tomando un espejo lo ubicó de manera tal que ella pudiese observar su propia concha. Cuando comprendió qué le había hecho se renovaron sus gritos y gemidos.

-¿Qué me ha hecho? ¿Quiere matarme? Usted es un hijo de puta. ¿Por qué me hace esto? ¿Qué le he hecho para que me trate así? Ha usado mi concha, mi culo, mi boca, me ha azotado. ¿Qué más quiere de mí?-

Quiero que seas mi puta y mi esclava y que aceptes todo lo que quiera hacerte. Quiero que entiendas que no tienes derecho alguno. Que te han traído a mí para ser mi diversión y que todo tu cuerpo está a mi disposición para cogerte, castigarte o hacerte lo que quiera. ¿Queda claro? Creo que debo torturarte mucho más para que lo entiendas.-

-¡Nooo! ¡Nooo! ¡No me torture más! ¡Obedeceré!-

-No te creo. Necesitas más castigos.-

Miguel tomó unas disciplinas con colas de cuero anudado, se ubicó delante de Pilar, entre sus piernas y descargó un fuerte azote en su concha. Un prolongado gemido partió de la garganta de Pilar. Le siguieron otros azotes sobre su coño hasta completar los diez. El dolor era insoportable.

-¿Has visto lo que te pasa por desobedecerme e insultarme? Todavía no he terminado y mereces otros castigos.-

-¡Más castigos, no! ¡Por favor! ¡No puedo más!-

-Pues tendrás que soportarlo y cállate la boca. No quiero escucharte más.-

Le colocó un par de electrodos sobre los pezones y procedería a pasarle la varilla electrificada sobre el agujero del culo y los muslos. Comenzó con baja intensidad pero con un programa del aparato que aumentaba a medida que transcurría el tiempo.

Apenas apoyó la varilla justo en el ano, Pilar dejó escapar un alarido al tiempo que contraía el agujero. Por supuesto Miguel no se amedrentó por ello y continuó pasándole la varilla una y otra vez a medida que aumentaba la corriente, no solamente por el culo sino también por los muslos.

El cuerpo de Pilar se convulsionaba y comenzaba a transpirar, lo cual mejoraba el contacto de la varilla y la corriente era más intensa.

Luego de algunos minutos detuvo la corriente, permitiéndole a la esclava recuperarse para luego recomenzar ahora en la concha, el monte de Venus, llegando hasta el ombligo. No se puede precisar cuánto tiempo Pilar se vio sometida a esa tortura, pero para ella fue una eternidad. Al finalizar estaba exhausta.

-Todavía mereces otro castigo.-

Pilar no replicó. Sabía que podía ser peor si intentaba revelarse o ser contestataria. Dejó hacer.

Miguel la desató del sillón y luego de atarle los brazos en la espalda y los tobillos juntos, la cargó en sus hombros y la llevó debajo de una cadena pendiente del techo. Unió la cadena a la cuerda de sus tobillos y comenzó a elevarla. Poco después Pilar se balanceaba suspendida de sus tobillos y con su cabeza hacia abajo. La elevó hasta que sus tetas quedaban a la altura de su pecho. Sin mediar palabra alguna. Tomó una aguja y se dispuso a atravesar un pezón. La joven sintió el dolor pero se mordió los labios para no gritar. Luego otra aguja en el otro pezón y otra más y otra más. Finalizó cuando ambos pezones estabas atravesados por tres agujas cada uno.

Así quedó por casi media hora, tiempo aprovechado por Miguel para reafirmar las cualidades físicas de Pilar: Culito firme, piernas bien torneadas, cabellera suave y tetas turgentes. Antes de bajarla de tan incómoda posición le increpo respecto de su comportamiento futuro.

-¿Vas a obedecerme o quieres que siga castigando?-

-No me castigue más, lo obedeceré.-

-Sabes cómo debes hablarme y dirigirte a mí.-

-Amo y Señor, obedeceré todas sus órdenes.-

-¿Qué más?-

-Disponga de mi cuerpo de la manera que desee. Soy su puta y esclava y haré lo que me pida.-

-¿Puedes repetir el texto que debiste aprender?-

-" Yo, Pilar Gutiérrez, puta y esclava propiedad en cuerpo y alma de Miguel Saviola, pongo todo mi cuerpo a disposición de mi Amo…"-

-Quiero cogerte. ¿Pondrás todo tu empeño en hacerlo?-

-Sí Amo y Señor, pondré todo mi empeño, pero mi concha está cerrada por el pasador que me ha puesto. Así puedo ofrecerle solamente mi boca y mi culo.-

-Te quitaré el pasador y usaré los tres agujeros, pero me correré en el coño.-

Miguel procedió a quitarle las agujas de los pezones y el alfiler de gancho de los labios vaginales, luego la descendió hasta el piso.

Primero fue la mamada hasta que quedó bien dura y sólo algunas gotas de semen se volcaron en la boca de Pilar. Luego le siguió la penetración por el culo, por cierto muy dolorosa por entrar casi de un golpe y finalmente la corrida en la vagina. La joven estaba exhausta de los castigos y las penetradas posteriores. Luego la condujo a la celda.