Las Hermanitas Gutiérrez (1)
Las hermanas Gutiérrez son secuestradas para satisfacer a un cliente. Historia en cuatro capítulos.
Las Hermanitas Gutiérrez (1)
Luís comentó con su socio Hernán al regresar de la casa de un cliente.
-Este tío quiere que le llevemos una jovencita de 18-23 años para su uso personal por tiempo indeterminado.-
-¿Cuántos años tiene el cliente?-
-No más de 30. Parece que tiene mucho dinero y quiere se la entreguemos del otro lado de la frontera.-
-Así es mejor. Una vez que cruzamos la frontera, nadie pregunta nada y no se sabrá el paradero de la chica que llevemos. ¿Dónde la buscaremos?-
-El Pre Universitario es el mejor lugar. Lindas chicas, de la edad adecuada y muchas veces confiadas y fáciles de secuestrar. Tenemos que hablar con Manolo, el superintendente para que nos ayude.-
Esa misma tarde Hernán se puso en contacto con Manolo.
-Manolo, mira, necesito una chica de 18 a 23 años. Es para un cliente que puede pagar buena lana y necesitamos tu ayuda.-
-Sabes que tengo un mirador en el vestuario de las chicas. Cuando se cambian para ir a hacer gimnasia, es un buen momento de ver sus cuerpos en bombacha y cuando se quitan la remera, mirarles las tetas aunque están con corpiños.-
-Desde ese mirador puedo tomar algunas fotos para que elijan. Yo las conozco bastante de manera que también te puedo decir a quién pueden secuestrar que no habrá problemas y cuáles no convienen tocar.-
-En ese caso toma fotos solamente de las que recomiendas secuestrar. Las demás las dejamos que sigan estudiando.-
-En una semana tendrás las fotos, cuatro o cinco de cada jovencita.-
Manolo se retiró el Instituto dejando las cosas en manos de Manolo. No era nada tonto y sabría qué elegir. A la semana regresó para encontrarse con Manolo.
-Hernán, tengo las fotos. No sabes la suerte que he tenido. Justamente el día que debía tomar las fotos hicieron deporte muy fuerte, motivo por el cual todas decidieron ducharse. ¡Te imaginas! Salían de las duchas envueltas en una toalla, pero luego se la quitaban para ponerse la ropa interior. Tengo unos culos y unas tetas que no lo podrás creer. Varias de las chicas completamente desnudas.-
-Pues Manolo, me das una buena noticia. Tienes buenas fotos de chicas que podremos tomar -
-Efectivamente. Hay seis que pueden tomarse sin dificultad de manera individual, pero hay un par que son hermanas y si tomas a una debes tomar a la otra, es decir el tío que te ha pedido o toma las dos o tú buscas quién quiera la otra.-
-¿Qué edades tienen?-
-Julieta Gutiérrez, la mayor, tiene 20 años y Pilar, la menor 18. Son dos criaturas que valen la pena, muy buena mercadería. Aquí tienes las fotos. Las que atrás dicen "Gutiérrez" son las hermanitas. Una vez que elijan la chavala, podemos buscar más datos de ellas. Debo meterme en la Secretaría y averiguar algunas cosas, pero de noche, no están los empleados y yo tengo la llave.-
-Excelente. Dame el material y te contestamos.-
Hernán y Luís observaron las fotos de las jóvenes. Efectivamente era muy buen material aunque algunas de las fotos, por la manera en que habían sido tomadas, no exponían los cuerpos totalmente, pero lo dicho por Manolo era cierto. ¡Qué buenos culos y tetas! Al día siguiente cruzaron la frontera y fueron a la casa del cliente.
Éste luego de observar las fotos y considerando que las Gutiérrez iban en par, se decidió por ambas.
-Quiero a las Gutiérrez. Sobre todo Julieta tiene el cuerpo que busco, Tetas firmes, culo redondo y piernas bien formadas, aunque la hermanita no está nada despreciable.-
-Lo que necesitaré es tiempo para acondicionar la casa para recibir dos chavalas en lugar de una. Eso me llevará un mes.-
-No hay problema por el tiempo. Nosotros necesitamos hacer inteligencia para llevar a cabo la toma de las chavalas. Eso no se hace de un día para el otro.-
Así se retiraron y pusieron manos a la obra. Un llamado telefónico advirtió a Manolo que las elegidas eran las Gutiérrez.
-Su cliente no se va a arrepentir. Esta noche busco los antecedentes de las dos y mañana se los entrego.-
Entre los datos que Manolo suministró a Hernán y Luís figuraban no solamente la dirección de su casa, sino con quién vivían, que no tenían novios y no salían con mucha frecuencia. Además decía que acostumbraban a llegar en autos de alquiler con chofer.
Hicieron el seguimiento, el camino que recorrían y otros datos de interés. Prepararon todo para el martes 24.
Ese día tenían preparado un auto similar al que normalmente las buscaba con Luís al volante. Poco después que las chavalas habían pedido el auto, Hernán volvió a llamar para anular el servicio y Luís paso a buscarlas. En el camino les ofreció una gaseosa a cada una, que previamente había sido adicionada de un poderoso somnífero. Hacía calor y ambas aceptaron complacidas. Antes de quince minutos las dos dormían a consecuencia de lo ingerido.
Luís quiso verificar que ambas estaban inconcientes para lo cual primero con suavidad, le tocó una de las tetas a Julieta. Al no reaccionar metió la mano entre las piernas hasta llegar a las bragas. Julieta no se movió. Luego repitió la operación con Pilar, pero en esta oportunidad, además de llegar alas bragas, le acarició la concha por encima de la bombacha, pero luego, metiendo un dedo debajo del elástico introdujo la punta del dedo índice en el conducto vaginal. ¡Qué delicia!
Estando bien dormidas, enfiló raudamente hacia la frontera. El cruce no era problema, lo conocían y sabían que cruzaba a menudo y no pedían documentos.
Ya del otro lado, los esperaba otra camioneta, cerrada, en la cual transportarían a las chavalas hasta la casa del cliente. Al volante, Hernán conducía plácidamente. Contra la entrega de las jóvenes recibirían una buena cantidad en efectivo.
Llegaron a la casa de Miguel Saviola, el tan mentado cliente que solicitaba la mercadería. Tanto Julieta como Pilar permanecían completamente dormidas. Hernán cargó a la primera sobre sus hombros y la condujo a una de las celdas que Miguel le indicó. Luego repitió la operación con Pilar. Una vez en las respectivas celdas, el propio Miguel procedió a atarle los tobillos con una cuerda, lo mismo que sus muñecas en la espalda y le colocó un collar con una cadena fija en la pared.
Con las dos jovencitas ya encerradas, se retiró para hacer efectivo el pago.
-Señor Hernán. Debo decirles que ambas tienen mejor cuerpo que el que imaginé o pude apreciar en las fotos. Me voy a divertir mucho con ellas. Aquí tiene el dinero pactado.-
Hernán se retiró conforme con la operación. Todo había salido sin ningún tipo de problemas. Ya de regreso pagaron una parte a Manolo y el resto lo dividieron entre ambos. Su misión estaba concluida.
Poco después ambas comenzaron a despertarse pero fue Julieta la que primero abrió los ojos e intentó levantarse cuando comprobó que tenía un collar que se lo impedía. Casi de inmediato apareció Miguel.
-No te esfuerces tanto. Estás encadenada y atada. No podrás escaparte.-
-¿Quién es usted? ¿Dónde estoy? ¡Suélteme!-
-Tranquila niña. Aquí el que manda soy yo y de ahora en más debes obedecer.-
-¿Qué quiere de mí?-
-Todo.-
-¿Qué quiere decir con todo?-
-Eso, todo. Tu cuerpo, tu voluntad, tus pensamientos. Todo. Ahora te llevaré para un interrogatorio.-
Rápidamente Julieta comprendió que la cosa se estaba poniendo complicada. No le sería fácil escapar. Miguel soltó la cadena de su collar y la cargó al hombro hasta lo que sería una sala de castigos. Allí la depositó frente a un cepo, fijo a media altura con tres agujeros. Miguel lo abrió y le obligó a colocar el cuello en el mismo y cerró la parte central del cepo. Luego le desató las manos y sus muñecas también quedaron amarradas por los agujeros más pequeños.
-Así estás mejor para el interrogatorio. Debes decir absolutamente la verdad, porque tarde o temprano me enteraré cuando me has mentido y el castigo será terrible. ¿Estás dispuesta a responder con la verdad?-
-Sí.-
-Quiero que me respondas "Sí Señor", como corresponde a una chavala en tu posición.-
-Sí Señor.-
-Ahora las preguntas. ¿Cuántos años tienes?-
-20 Señor-
-¿Cuál te nombre completo?-
-Julieta Gutiérrez Erázuri.-
-¿Tienes novio?-
-No.-
-¿Cuántas veces has cogido?-
-¡Soy Virgen! ¡Nunca he cogido!-
-¿Tampoco por el culo?-
-¡Noooo!"-
-¿Cuántas veces la has chupado o la llevaste a tu boca?-
-¡Ninguna!-
-¿Eres virgen no solamente de la concha sino también del culo y la boca?-
-Ya lo dije. Nunca he tenido contacto íntimo con hombres.-
-Es una buena noticia. ¿Te han azotado en el culo?-
-No señor.-
-¿Te han tomado fotos completamente desnuda?-
-¡Noooo!-
-¿Te han manoseado las tetas, el culo, la concha? Dime la verdad porque si mientes serás castigada.-
-Bueno alguna vez me tocaron las tetas.-
-¿Debajo del corpiño, directamente sobre los pezones?-
-S si, un poquito.-
-¿Y la concha? ¿Te tocaron la concha debajo de la bombacha?-
-No, debajo la bombacha, no, Dos o tres veces por encima de la bombacha.-
-¿Y el culito? ¿Te acariciaron los cachetes del culo o te metieron un dedo en el ano?-
-Sí me acariciaron el culo debajo de la bombacha pero no se acercaron al ano.-
-¿Y estás segura que nuca te vieron o te fotografiaron desnuda?-
-Nunca me pudieron ver desnuda y mucho menos tomarme fotos.-
-¿Estás segura? ¿No mientes?-
-Completamente segura y no miento.-
-Quizás conozcas a la señorita de esta foto.-
Miguel tomo una de las fotos que habían sido tomadas de Julieta en el vestuario cuando salía de la ducha. Julieta al reconocerse abrió los ojos enormes. No podía creerlo. Allí estaba, completamente en pelotas (en Argentina se usa "en pelotas" aun para mujeres), de frente.
-¿Quién me tomó esa foto? ¿Quién fue el hijo de puta que me hizo eso?-
-Ningún hijo de puta. Simplemente el que nos facilitó las cosas para secuestrarte. Como ves, has mentido y mereces un castigo. Será un placer marcar ese culo con el látigo.-
-¡Noooo! ¡No me toque!-
Miguel se acercó por detrás de Julieta y le puso las manos sobre el culo, sin levantar la pollera de colegiala que tenía.
-¡Suélteme! ¡No me toque!-
-Pues te tocaré todas las veces que quiera, con pollera o sin ella, con bragas o sin ellas. Tengo pensado muchas cosas para hacerte y que deberás aceptar con alegría. Ya te aplicaré algunos azotes en ese culito, pero ahora solamente lo tocaré y luego lo usaré a mi gusto.-
-¡Nunca!-
-Ya verás, pero no importa lo que opines o quieras. Ahora eres mi prisionera, mi esclava. ¿Cuántos hermanos o hermanas tienes?-
-Solamente una, Pilar.-
-¿Cuántos años tiene?-
-18.-
-¿Es tan virgen como tú o ya se la han cogido por alguno de sus lados? Recuerda que si mientes, te castigaré.-
-Es virgen. Ella tampoco tuvo contacto con hombres.-
-¿Y han posado desnuda?-
-Nunca pueden haber tomado fotos de ella desnuda.-
-Otra vez mientes. Mira. ¿No es tu hermana?-
-Sí. ¿Quién tomo esa foto de Pilar desnuda?-
-Eso no te importa. Lo que sí importa es que has mentido y te castigaré doble.-
-No puede ser que ella aparezca desnuda.-
-Calla, por ahora creo que no te haré más preguntas. Ya será el momento de violarte y de hacerte otras cositas. Ahora voy a interrogar a tu hermanita.-
-¿Ella también está aquí?-
-¡Claro! Las tengo a las dos y oportunamente les romperé el himen a ambas, pero despacio.-
Julieta quedó desolada. Si su hermana también estaba secuestrada, sus esperanzas de liberarse decrecían. Además sintió que eso que había cuidado tanto y negado a tantos muchachos que querían avanzar sobre su coño, sería usado por este hombre, a la fuerza. Mientras Miguel la conducía de vuelta a al celda, las lágrimas se escapaban de sus ojos.
Una vez encerrada y encadenada nuevamente fue en busca de Pilar y luego de acomodarla como antes había hecho con su hermana, comenzó el interrogatorio.
Efectivamente no había cogido nunca, no le habían tomado fotos desnuda y cuando se enteró que su hermana también había sido secuestrada, se le hizo un nudo en la garganta.
-Aquí tengo una foto tuya en bolas. Tan desnudita como viniste al mundo y me dices que nunca te fotografiaron así. Dime ¿Eres tú o no?-
-Si soy yo. No lo puedo creer.-.
-Así que eres virgen tanto de la conchita como del culito. ¡Qué satisfacción será metértela bien adentro!-
Pilar comenzó a gritar inútilmente. Nadie la escucharía.
-Cálmate que no ganarás nada con gritar. Deberás obedecerme y hacer lo que yo te indique. Veo que tienes un culito muy lindo. A ver .-
Comenzó a levantarle la falda mostrando unas bragas blancas que cubrían bien sus cachetes. La chavala comenzó nuevamente a gritar pidiendo que le bajara la falda.
-Hagamos un trato. En lugar de bajarte la falda, te bajo las bragas.-
Dicho esto comenzó a bajarle las bragas ante las aireadas protestas de la joven que nada podía hacer por impedirlo. Acarició los cachetes y luego deslizó su mano hacia delante, alcanzando los labios vaginales.
-Sí, es muy buen cuerpito que ya disfrutaré en su momento. Por ahora, de vuelta a la celda a descansar, que más tarde comenzaremos a jugar.-
La condujo a la celda y la encadenó nuevamente. Pilar lloraba en silencio.
No le quedaba duda que muy pronto su vagina sería ocupada por la verga de ese hombre que la tenía a su disposición. Se preguntaba cómo habría llegado allí y no recordaba muy bien. Iba camino al colegio, pero ahora no tenía ni idea del lugar en que se encontraba. Mucho menos que habían cruzado la frontera.
Mientras tanto Miguel debía pensar cómo seguir. No sabía a cuál de las dos coger primero. Ambas estaban muy apetecibles y a pesar de lo joven que era Pilar, estaba seguro que lo haría gozar y mucho.
Alrededor de las cinco de la tarde se dirigió nuevamente a la celda de Julieta.
-Es hora de comenzar a divertirme contigo. Primero te quitarás toda la ropa para mostrarme tu cuerpo desnudo.-
-No, no. Desnudarme no. No puede hacerme eso.-
-Mi querida Julieta, o te quitas la ropa por ti misma o te la quitaré yo y por desobedecer te daré diez azotes en el culo. Tengo un látigo especial para culos como el tuyo.-
Julieta lo dudó pero con sus manos liberadas de las ataduras comenzó a quitarse la ropa. Luego, a pedido de Miguel, se desató los tobillos para que pudiese quitarse totalmente las bragas. Una vez desnuda debió incorporarse mostrando su cuerpo en todo su esplendor. Estaba ruborizada por la vergüenza que era para ella estar desnuda delante de un hombre.
-No debes estar avergonzada, al contrario. Deberás permanecer muchas veces en el futuro, desnuda delante de mí. Como te he dicho antes, deberás obedecerme y aceptar todas mis órdenes. Si no lo haces serás severamente castigada.-
-Tienes un cuerpo hermoso que voy a utilizar muy pronto. Tengo un catre muy bien acondicionado para la violación de las jovencitas. ¿Me quieres acompañar para que te acomode en el mismo y luego use tu coñito?-
-Por favor, no me viole. He cuidado mucho mi conchita. No me rompa el himen.-
-Julieta, no hay alternativa. Ya te he dicho que estás aquí para servirme en todo lo que desee y ahora quiero cogerte. Vamos.-
Julieta acompañó a Miguel hasta la sala en la cual estaba el catre.
-Acuéstate que te ataré las manos.-
-¿Qué me va a hacer?-
-Ya te lo dije, usaré tu coño. Te la meteré bien adentro y no protestes porque te castigaré.-
Julieta, mientras se acomodaba en el catre, lloraba en silencio. No tenía alternativa de ser usada por Miguel. Una vez en el catre, sus muñecas fueron fijadas a un costado del mismo. Una correa ajustó su cintura al mismo catre y luego sus piernas fueron levantadas ligeramente y separadas.
Su coño, ligeramente abierto, no se ocultaba por el vello que bajaba de su pubis. De todas maneras Miguel le advirtió que más tarde le afeitaría esa zona ya que no le gustaban los pelos que ocultaran el coño.
Comenzó acariciándole los labios externos y el clítoris. Muy a su pesar Julieta comenzó a calentarse y su concha a humedecerse. Un dedo se adentró, muy poco, en el conducto vaginal. La excitación de la joven iba creciendo como así también la de Miguel.
Julieta hacía esfuerzos para zafarse de las caricias de Miguel, pero le era imposible. Estaba completamente a su disposición. El tiempo pasaba lentamente.
Poco después se bajó los pantalones y una verga enhiesta se dirigió a la entrada de la vagina. Lentamente comenzó a introducirla. Estaba mucho más húmeda de lo que suponía, por lo que debió ser cuidadoso en la velocidad de penetración. Debía desgarrar el himen y no quería que fuese doloroso. Finalmente la penetró totalmente.
Mientras empujaba para desvirgarla, podía escuchar la voz apagada de Julieta diciendo ¡No! ¡No! ¡No!. Poco después la gruesa verga de Miguel llenaba la concha de la joven, provocándole algo de dolor. Comenzó el movimiento de entrada y salida.
Muy a pesar de Julieta su excitación aumentaba y su respiración se aceleraba. Aun sin desearlo la joven se corrió con un estremecimiento de todo su cuerpo. Miguel continuó y poco después se corría en la vagina.
-Ha sido un buen polvo pero debemos practicar más. Todavía no coges como a mí me gusta aunque haberte desvirgado me ha satisfecho.-
Julieta no sabía qué responder. Sus sentimientos eran encontrados. Con odio por haber sido violada y desvirgado pero reconociendo que había gozado con la verga entrando en su coño. Miguel se dispuso a desatarla.
-Ahora quiero que te afeites bien esa conchita. No quiero que quede ni un pelito. Si no lo haces bien, te castigaré.-
-Todo merece un castigo. Todo merece un castigo. ¡Basta! Ya me cogió, hizo lo que quiso conmigo. ¿Por qué me amenaza siempre con castigarme? ¿No tiene suficiente con lo que me ha hecho? ¿Qué más quiere de mí?-
-No me gusta repetir las cosas. De ti quiero todo y los castigos sirven para estimular tu sumisión, porque eso es lo que hay que lograr. Que seas totalmente sumisa y obediente a mis caprichos. Ya vamos a hablar de cuáles serán tus obligaciones. Recuerda que derechos, no tendrás ninguno.-
Desnuda como estaba la condujo a su celda. Le entregó los elementos para afeitarse. Una vez finalizada la tarea y aprobado el trabajo realizado le encadenó las manos y los tobillos dejando su cuerpo estirado. Entonces se sentó sobre su vientre y comenzó a magrearle sus tetas.
-Tienes unas hermosas tetas, no muy grandes pero firmes y turgentes. Tendré que fotografiarte entes que recibas cualquier castigo. Debemos registrar tu cuerpo de la manera que llegó hasta aquí.-
-¿Me va a tomar fotos desnuda? ¿Qué va a hacer con esas fotos?-
-Cómo no voy a fotografiarte si tienes un muy lindo cuerpo. ¿Qué voy a hacer con las fotos? Pues pagan bien por series de fotos antes, durante y después de ser castigadas. Además siempre hay amigos a los cuales regalarle un buen poster.-
-¡No lo haga! ¿No está conforme con haberme desvirgado? ¿Qué más quiere de mí?-
-¿Otra vez la misma pregunta? Me parece que eres un poco tonta o sorda. Haré lo que quiera contigo y con tu hermanita.-
No había solución. No podía hacer nada ni resistirse. Estaba completamente a su merced. Tenía ganar de gritar, pero sólo pudo sollozar. Mientras tanto Miguel continuaba sobándole las tetas. Los pezones se estaban poniendo duros. Cuando Julieta, a pesar de todo lo ocurrido estaba nuevamente caliente, Miguel se levantó, cerró la celda y se fue. Julieta quedaba encadenada, desnuda y sin siquiera poder aliviar su calentura con una corrida con los dedos.
Ahora se acercaba el turno de Pilar.
El manoseo del cuerpo de Julieta lo había excitado y quería descargar la leche nuevamente, pero consideró que no era el mejor momento para abusar de su coño. Decidió que usaría el culo virgen de la jovencita.
Entró en la celda con un látigo en la mano. Pilar miraba con una mezcla de odio y medio.
-Acabo de desvirgar a tu hermana. Es tiempo que tú me brindes tu cuerpo también.-
-No, no me lastime. Déjeme.-
-Pues no te voy a lastimar. Sería un verdadero crimen lastimar semejante cuerpecito. Hay que gozarlo, no lastimarlo. Tendré que usar el látigo si te portas mal, pero estoy seguro que no querrás recibir azotes de este látigo en tu culito.-
Mientras Miguel decía esto, le deslizaba la mano por debajo de la falda hasta alcanzar las bragas y metiendo la mano por debajo de las bragas llegaba a la raja. Los labios estaban secos pero a poco que los masajeaba se iban humedeciendo.
-Estoy seguro que es una conchita muy apretada que será un placer penetrarla, lo mismo que ese culito que ya te pude observar. Serás una niña muy obediente porque si no lo haces, te castigaré. Te desataré las manos para que puedas comenzar a desnudarte.-
-No, no me quitaré la ropa.-
-No seas desobediente. Si no te la quitas, te la quitaré yo y luego deberé marcarte con el látigo. ¿Qué prefieres?-
-No me obligue a desnudarme. Me da mucha vergüenza estar desnuda delante de usted.-
-Mira, no me gusta repetir las cosas. Con vergüenza o sin ella te comienzas a quitar la ropa. Te quiero ver totalmente desnuda.-
Ante lo imperativo de la situación y entre sollozos Pilar comenzó a quitarse la ropa. Sin embargo cuando llegó el momento de bajar las bragas se detuvo.
-¡Te he dicho que te desnudes! ¡Quítate las bragas!-
Pilar, temerosa y avergonzada comenzó a bajarse las bragas hasta que se las quitó totalmente. Todavía acostada en la colchoneta de la celda intentó cubrirse la concha y los pezones.
-Los brazos a un costado, sin tapar nada y las piernas separadas. No tienes nada que esconder.-
Nuevamente Pilar obedeció. Por su parte Miguel volvió a tocarle la vulva y luego las tetas.
-Te llevaré a la sala de castigos donde te interrogué. Tengo algo que hacer allí contigo.-
Se encaminaron a la sala. Pilar temblaba de miedo. El látigo que portaba Miguel le imponía respeto y temor. Una vez en la sala la condujo al mismo aparato en el cual había sido interrogada. Su cuelo y sus muñecas quedaron amarrados al cepo. Le ató los tobillos, separados, a los costados del cepo. Su culo y su concha estaban bien visibles desde atrás.
-Como hace poco he violado la concha de tu hermana, voy a gozar de tu culito. Primero lo dilataré un poquito y luego mi verga entrará por allí.-
-¡Por el culo no! ¡No me rompa el culo!-
-Espero no romperlo. Es demasiado lindo para romperlo. Solamente quiero meter mi polla por ese agujerito cerradito que tienes. Para que veas que soy bueno, te lubricaré con vaselina para que entre más fácil.-
Pilar, sin defensa alguna, sintió el dedo de Miguel que pe le pasaba vaselina por el ano y Lugo lo introducía ligeramente. No había duda, se la metería por atrás.
Había leído algo de sexo anal y sabía que, especialmente las primeras veces, es doloroso. Ahora sentía el pulgar que pugnaba por entrar e hizo un esfuerzo por relajar el esfínter.
Poco después sentía que algo se apoyaba sobre su agujero. Sin duda el glande de su captor iba a penetrarla. Apretó todo lo posible su culo para evitar la invasión. Efectivamente Miguel, tomando con sus manos las caderas de la joven, comenzó a empujar lentamente su polla en el culo. A pesar cerrar su culo todo lo posible y sus ruegos primero y sus chillidos después la verga de su violador fue penetrando más y más... Una vez que la tuvo toda adentro comenzó el movimiento de vaivén mientras con sus manos masajeaba las tetas de la joven que se movían acompasadas con la penetración en su propio culo.
Cuando ya fue evidente que la tenía toda adentro, Pilar lo único que atinó fue a relajarse y sentir así menos dolor. Poco a poco su agujero se acostumbró a la polla y momentos más tarde sentía como un líquido caliente llenaba sus tripas.
-Mi querida esclava Pilar, ya tienes tu culito desvirgado. Espero que las próximas veces te portes mejor y lo relajes para que entre más fácil. Debes ir acostumbrándote.-
-Como no has sido lo suficientemente sumisa para ser penetrada, creo que mereces un castigo. Unos azotes con el látigo en el culo y la espalda te predispondrán mejor la próxima vez que quiera usar tu cuerpo.-
Sin mediar otras palabras descargó el látigo a lo largo de la espalda de la esclava. Un aullido aterrador partió de su garganta. Había sido un azote muy fuerte, que muy pronto se notó por el cordón rojo que apareció en el lugar. Siguieron otros azotes más en el culo hasta que finalmente la liberó del cepo en el cual estaba amarrada y la condujo a la celda. Quedó encerrada llorando en silencio tanto por la humillación de haber sido cogida por el culo y los azotes como por el dolor propio de la penetración.
Miguel le había dejado los elementos para que se afeitase bien toda la zona del pubis y la concha. Una vez que se tranquilizó tomó los elementos y comenzó a depilarse. Poco después su coñito lucía pelado y con una piel muy suave. Comprendió que muy pronto su himen sería desgarrado pero no tenía manera de defenderse.
Miguel le acercó algo de comida y agua a las dos esclavas. Para luego apagar las luces. Era hora de descansar.
Así finalizaba el primer día de las hermanitas Gutiérrez después de su secuestro.