Las grabaciones
Sin que mis hijos lo sepan, conformamos un trio perfecto.
Carolina había cumplido 14 años y su natural belleza, sumada a la transformación de su cuerpo, ya alteraba las hormonas de todos los chicos. Esto no tendría nada de raro salvo que, como padre, me preocupaba la especial relación que mantenía con su hermano Pablo. Con tan solo 22 meses de diferencia, desde hacia un tiempo me producía celos observar sus cómplices miradas y las continuas sonrisas indiscretas. Incluso, para avivar mis pensamientos, mi esposa siempre me comentaba su inquietud por el hecho de que los dos estaban cada vez mas unidos y pasaban mucho tiempo encerrados en el cuarto. Debo confesar que, en muchas oportunidades, me imaginaba a mis hijos teniendo algún tipo de contacto sexual y eso me provocaba sentimientos encontrados. Por un lado, una mezcla de rabia e impotencia, y, por el otro, una excitación lujuriosa y continuas erecciones.
Con la finalidad de despejar las dudas, que ya casi no me permitían dormir, compre un mini grabador que se activaba por la voz y, mientras ellos estaban en el colegio, lo oculte en la habitación de mi hijo. Recuerdo que el siguiente día se me hizo eterno por la ansiedad de rescatarlo y escuchar su contenido. Cuando al fin lo pude tener en mis manos, corrí desesperado hasta el estudio y cerrando la puerta lo conecte.
Durante los primeros minutos oí a Pablo hablar por teléfono con algunos de sus amigos y escuche varios temas de su música preferida. A medida que pasaba el tiempo, tome conciencia de mi frustración pues, en el fondo de mi ser, quería confirmar mis sospechas.
Mis deseos no se hicieron esperar y, luego de interminables minutos, oí la siguiente conversación:
Entra y cierra con llave. Mira como ya la tengo de parada. Sacate la ropa y ven a la cama.
Pero en la cama no lo vamos a hacer, porque la mancharemos toda. ¿Queres ir al baño?
¿Esta loca?, Mira si mama nos ve entrar. Quedémonos aquí y nos acostamos en el piso.
Bueno, pero sin desvestirnos todo. Yo me levanto el uniforme y vos te bajas el pantalón.
Esta bien, pero abrí la blusa y saca las tetitas. Tócamela, vas a ver que dura la tengo hoy .
Uy sí, esta inmensa. Pásame la toalla, porque seguro que te voy a sacar cualquier cantidad
Y por aquí también esta muy mojado. Abrí las piernas, así te toco bien y terminamos juntos
Bueno, pero solo por afuera y despacito. Avísame cuando te este por saltar, para tapártela
Luego las palabras cesaron y fueron remplazadas por gemidos, suspiros, chirridos de la cama y jadeos. Al cabo de un tiempo volví a escucharlos:
Ya siento que estoy por acabar, no me la sueltes hasta que yo te diga. Tómala es toda tuya
A mi también me viene, mete un poquito el dedo y siente como me baja. Te quiero mucho.
Yo te adoro y nunca voy a dejarte. Júrame que vamos a seguir haciéndolo todos los días.
Claro, serás el primero en entrar aquí adentro y aunque nos casemos te voy dejar meterla
Mira como se me puso otra vez. Creo que todavía tengo más. Házmela y sácame otro poco.
No, quédate con ganas y así mañana la tenes bien grande. Ahora vístete y anda a lavártela.
Esto habrá durado un total de 20 minutos y durante todo ese tiempo me masturbe como loco. Esa misma noche volví a tener unas espectaculares eyaculaciones en el culo de mi mujer, quien se admiro por el nuevo giro que tomaban nuestras relaciones.
Demás esta decirles que no solamente continué con las grabaciones, sino que llegué a instalar un cámara de filmación.
Si les parece que mi experiencia vale la pena de ser contada, y quieren saber como se fueron desarrollando los acontecimientos, les seguiré contando esta historia.