Las gemelas ucranianas

Mis aventuras con las gemelas

Ellas viven cerca del Batán, en Madrid. Son universitarias, de origen ucraniano, y gemelas.

Las conocí por casualidad, realmente a una de ellas, a la otra fue después.

Estaba en el trabajo aburrido, y me puse a ver el Milanuncios, servicios de masajes. Y vi uno que decía "universitaria da masajes. sin sexo" y una foto de una rubia espectacular. Llamé y fui a por el masaje. Me recibió en ropa interior, lo que me hizo pensar que allí sucedían otras cosas. Pregunté por otros servicios y me dijo que no, que solo masaje y una paja, todo por 50 euros. Y acepté.

Pasamos a la habitación, y le dije que había tenido un día duro, que no me esperaba un masaje así por una chica tan guapa, y que si podía dejarme que me pusiera en circunstancia. Ella accedió.

Me desnudé, y me acerqué a ella por detrás. Me preguntó que iba a hacer. Obviamente acariciarla. Me dejó jugar un rato, metiendo el pene entre sus muslos, rozando con el rabo sus nalgas, acariciándola las tetas, tocando su entrepierna y frotándola en la rajita. Al rato me dijo que era suficiente, y que tocaba masaje.

Como quedaban solo 30 minutos, le dije que mejor paja directamente. Se puso de rodillas sobre la cama, a mi lado. Yo le pedí que se pusiera sobre mi, para poderla ver mejor. Se puso sobre mis piernas, y entonces la atraje para que su pubis rozara con el mío. Ella se retiró un poco, y empezó a masturbarme. Yo deseaba que me rozara con sus labios vaginales, pero no quería. Entonces le pedí que se pusiera del revés, dándome la espalda. Se cambió y esta vez empezó a frotarme apoyando el pene contra su vientre. Sus nalgas me quedaban al alcance de mi boca y se las bese. Metí mi mano por su entrepierna y en seguida encontré su vagina por la intensa humedad. Deslicé mis dedos por debajo del tanga y le metí dos dedos. Ella seguía masturbándome contra su vientre mientras cabalgaba sobre mis dedos. En una de esas que hizo por colocarse el pelo, meti el pene también por debajo del tanga, el roce con su piel caliente y suave como una perla me hacía sentir como nunca.

Ella siguió cabalgando y moviéndose hacia atrás y delante, y en una de las veces mi pene ya rozaba sus abultados labios externos, y a la siguiente se metió en su cuerpo como guiado por una mano oculta. Ella ya a cuatro patas, subiendo y bajando su cadera, martilleaba mi pene frenéticamente.

En un instante de lucidez recordé que no llevaba goma, y le dije que la avisaría cuando fuera a correrme. Ella dijo en susurros "no, no, no, dámelo todo". Esa voz dulce y quebrada acabó por llevarme al orgasmo, sentía como iba a correrme. Empecé a guiarla fuerte sujetándola de las caderas, y cuando ella dio un grito de placer, le vertí todo el semen en su interior. Ella siguió moviéndose como poseída. Yo me moría de placer y le pedía que parara. Como si fuera un sueño, ella logró darse la vuelta estando empalada y me puso sus tetas en la boca, sin parar de martillear con sus nalgas mi cadera. No se cómo hacía con su vagina, pero me apretaba con fuerza el pene y luego lo soltaba, haciendo olas en su interior, como si me pajeara con la vagina, a parte del roce del metesaca. Volví a correrme en ella. Su coño resbalaba y ardía sin parar. Yo sentí que me moría de placer. El corazón me dolía casi más que el pene. Finalmente, ella se estremeció de otro orgasmo y se tumbó sobre mi como una conejita.

Al ratito se levantó. Me dijo seria que lo que había pasado era algo excepcional. Que ella solo daba masajes. Y que no le dijera nadie lo que había pasado.

Yo nunca he dado este contacto a nadie. Son mis dos gemelas secretas.

Mañana voy a verlas. No sé cual me recibirá. O quizás las dos como aquella vez que contaré otro día.