Las gemelas dominadas, desenlace
La relación cambia radicalmente a partir de un suceso provocado y Juan, toma el control de ambas hermanas.
Habían pasado los días y la relación era incierta, si bien la dominación había sido implícita, obedecía las ordenes de ellas o ellas, las mías; en una relación de igual a igual. Para mí ,no era suficiente, temía pasarme y las represalias serían, por supuesto, dobles.
El día que pidieron a un vecino que les solucionase una incidencia con la pc, Dulce no tuvo miramiento y ligó en nuestra cama, con él. Le vendó los ojos y mi mujer fue la que, con una mamada lo dejó para el retiro. Como habían planeado las dos. Claro, yo me enteré al cabo de una semana, notaba una mirada cómplice entre ellas y poco a poco, fui indagando y confesaron entre risas. Yo me pregunte, si yo, no habría sido víctima de tan dulce atropello.
- Quien os ha dado permiso para hacerme eso , les pregunté, guarras.Creo que vamos a terminar mal.
- Pero, ¿quién diantres te crees que eres? , me gritó mi mujer.
- La culpa es mía, dijo Dulce para apaciguar las cosas y me pidió perdón. Yo a ella, la perdoné pero a mi mujer, no. Estuvimos unos días muy mal, ni juegos, ni risas, ni realizábamos las tareas de casa correctamente, ni nada de nada.
Dulce se acercó a mi cama. Desde hacía días que dormíamos separados, uno en cada habitación, ellas a veces, se acostaban un rato juntas, hablaban o a saber que hacían y terminaban durmiendo separadas casi toda la noche.
-Bueno Juan, la culpa es nuestra, me dejas que convenza a tu mujer para que te desagravies, que, tú y sólo tú serás nuestro amo durante una semana. Me dijo mi cuñada. Yo estaba enfadado y ella, al terminar de hablar me dio a probar sus labios rosados y húmedos, los que yo ya conocía muy bien, al cabo de un rato acepté la propuesta.
Serían las once de la noche y los tres estábamos viendo una película de humor en el comedor, una comedia americana, que valen más las imágenes que el guión.
-Si quieres Juan estamos dispuestas, mejor estoy dispuesta en obedecerte en todo, durante tres días, si la Dulcinea cede más, yo no, lo tomas o lo dejas. Me dijo Mari.
-Mañana, voy a levantarme temprano y no podrá ser, pero acepto, del próximo viernes al domingo. Les dije.
No es que sea muy celoso, pero, de pensar que el gilipollas del vecino se pueda reír de mí, o no, ya que, él pensó, que la cuñada fue la que le sacó el merengue, cuando no veía nada.
Me puse el despertador a las 2 de la madrugada del viernes, era mi primer día, fui a buscarlas y les mande que fuesen al salón.
-Chicas como me parecéis sucias, les dije, ahora vais y os dais un buen baño con agua fría, cada una, debe enjabonar a la otra. Quiero que estéis aquí dentro de treinta minutos, les ordené con vehemencia.
Ja, ja, fue fantástico, la cosa pintaba bien, yo las esperaba en el sofá, les toque las mejillas, estaban frías, yo les dije la que - la mejor me chupe el dedo gordo del pie durante 5 minutos, me la mamase y se acostase toda la noche en mi cama.
Pusieron interés las dos y mi mujer parecía mucho más experta, me puse a mil y al terminar, yo di, como ganadora a mi cuñada, para humillar a Mari.
-Cariño esta noche dormirás desnuda en el sofá y para que practiques con la lengua, ve al congelador y te comes a lametazos estos dos helados de limón. Le ordené.
Al entrar Dulce a mi habitación, se puso cariñosa conmigo, rozando mis mejillas suavemente.
-No me toques, sin mi permiso y no tú, no te puedes tocar el sexo en una semana, entendido. Si quieres alguna cosa, se lo pides a mi esposa, que ella te satisfará sin problemas. Y dile, que ella tampoco puede tocarse, que te lo pida. Le dije.
-Quiero que mañana te ligues al soplagaitas del vecino, otra vez, que lo denudes en el hall, lo metas en tu habitación y lo amarres. Tendrás un premio, de lo contrario te castigaré a ti y a tu hermana. Le ordené.
Yo me acosté a dormir y a ella la deje escribiendo 300 veces "Soy una zorra culona" en un bloc. Al despertar lo tenía que tener escrito, de lo contrario podría ser muchísimo peor.
-Te puedes vestir cariño, le dije a mi esposa , dentro de un rato entrará Alberto y no quiero que te vea aun, ponte el pijama y acuéstate en tu cuarto sin desayunar.
Como estamos un poco gilis, en media hora, después de un mensaje al móvil, Alberto estaba desnudo y amarado a la cama de Dulce, ésta salió a comprar, al menos es lo que le dijo al cautivo. Como haciendo que no, mi esposa en pijama, entró en a la habitación de Dulce y se encontró, como no al vecino maniatado.
Rojo como un tomate, se puso, luego blanco y pidió que le desatara, que se lo explicaría.
-Eres un vicioso engreído que se merece un castigo, le dijo mi esposa, Se oyó el pomo de la puerta y entró mi cuñada, venía de comprar con una bolsa opaca, dentro llevaba un plumero, maquinillas de afeitar y espuma.
Yo estaba detrás de la puerta y oía lo que le decía, luego le taparon los ojos, entonces yo entré en la habitación y me senté en la silla del vestidor.
-Te vamos a dejar sin un pelo y queremos que lo facilites o te afeitamos toda la cabeza. Él levanto el culo, para pasar por debajo la toalla y así, lo dejaron sin un pelo en el pecho, ni en las ingles. Con alcohol lo desinfectaron y le empezaron a pasar, entre insistentes protestas el plumero por el torso. El vecino se puso a mil y mi esposa le choreó el pecho y las ingles con alcohol, con cuidado esmero le rociaron el glande, lo que le hizo retorcerse de dolor y pedir que lo soltasen, que iba a gritar y que se habían pasado un huevo. Yo me retiré, lo liberaron y cuando iba a cerrar la puerta, Dulce le dijo. Hasta la próxima.
Lo tenía bien merecido por sinvergüenza.
-Ahora quiero cuñada que dejes el chochito de mi mujer como el tuyo, tira las maquinillas usadas y usa de las nuevas, cuando terminéis, os perfumáis y venís.
Las dos hembras frente a mí, las podía humillar, hacer gozar, castigar era una situación agradable y excitante por el poder que me hacían sentir las dos. Como había prometido recompensar a mi cuñada, si engañaba al vecino, le concedí un deseo. Me metió en la cocina cerró la puerta, abrió la nevera y hasta ahí puedo contar, de lo que me hizo. Al cabo de un rato, ya me había recuperado. Les dije
-Quiero de vosotras un 69, sin trampas, jugamos a más, a lamer bien, la primera que llegue al orgasmo, que lo diga, se levantara y se sentará en el taburete, será la perdedora, por haberse esforzado poco, como habrá puesto poco empeño en lamer el chochito de la otra, lamerá el felpudo de la entrada, hasta que la otra me haga gozar como un hombre dos veces.
Estuvieron media hora y ninguna cedía, yo contaba los orgasmos a pares y me hacia el loco hasta que, mi cuñada no resistió más y cedió. Lamió el felpudo mientras, que yo jodía con un chocho vistoso, con mi mujer, creo que se la llene de tanto que disfruté.
Mañana sería domingo tenía muchas horas por delante, que gozada sería ir de compras con ellas, llevando falda y bolas chinas las dos, tendrían que ir con cuidado de que no se les cayesen porque no llevarían bragas
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