Las gemelas del conserje (I)
Unas estudiantes son sorprendidas robando examenes.
Esta historia no es una fantasía, es verídica por ello los nombres y los lugares han sido omitidos o inventados. La historia que les voy a relatar empezó hace un año cuando entre como profesor en un instituto para dar clases a los alumnos que están a punto de pasar a la Universidad. Yo era profesor de Historia, y en general tenía la suerte de contar con un buen grupo de alumnos, no era un curso para nada problemático y en el que se podía trabajar bien.
Antes de las Navidades realizamos el primer examen y aunque puse bastantes preguntas sorpresa, esas que los alumnos nunca esperan que preguntes, un buen grupo de alumnos contestó satisfactoriamente lo que me dejo sorprendido del nivel de estudio de la clase. O eso creía yo. Cuando quedaba una semana para el segundo examen descubrí que me faltaba un examen. Alguien había entrado en mi despacho y había cometido la torpeza de robar uno de los folios, lo note enseguida, estaban distintos a como los dejé. Los conté y me faltaba uno.
Había escuchado rumores de que anteriormente había pasado algo similar con otros profesores. Se rumoreaba que un grupo de chavales había conseguido entrar por la noche en el instituto y habían robado algún examen. No dije nada a la clase hice la prueba y di las notas como si tal cosa. Dos semanas después y con dos días de antelación dije a la clase que habría otra prueba y que su resultado seria importante para la configuración de la nota.
Tengo un hermano que es informático, le explique el tema e instalo una webcam
de vigilancia con su portátil en un lugar escondido del despacho. Cual fue mi sorpresa cuando descubrí que eran las hijas gemelas del conserje las que habían entrado y robado los exámenes. Ellas tenían acceso a las llaves ya que vivían en el recinto. Lo sorprendente es que eran alumnas modelo o eso creía yo. Las gemelas, Ana y Rosa, eran preciosas, morenas de ojos oscuros, pechos generosos, piernas bien formadas, culo redondo y respingón. Rápidamente se me ocurrió cual sería su castigo.
Las llamé al despacho discretamente, cuando entraron les enseñe las imágenes, se quedaron mudas. Les dije que por eso se les iba a expulsar, que no podrían entrar en la Universidad con esa mancha en el expediente y que incluso podían haber metido en un lío a su padre. Se quedaron mudas y rompieron a llorar. Yo les dije que no podía hacer nada que habían sido inconscientes y que yo tenía un deber que cumplir.
Empezaron a suplicar, harían lo que yo quisiera, trabajos extras, exámenes extras lo que yo dijese, pero que su padre no se enterase. Yo me levante, me acerque a donde estaban sentadas, les toque el pelo, me di la vuelta y cerré el despacho con llaves. Me volví a colocar frente a ellas y les dije que quizás todo se podía arreglar mientras ponía mi paquete, ya endurecido a la altura de sus caras.
Rosa entonces cerró los ojos, trago saliva y puso su mano sobre mi paquete, yo sonreí, miré a Ana y le dije que se levantase y se acercase a mí. Le abrí la camisa y aparecieron sus generosos pechos, morenos, con unos grandes pezones. Los comí con ansia comí mientas Rosa me bajaba el pantalón y empezaba a chupar lentamente. Las tetas de Ana eran increíbles, baje la mano y le acaricie por encima de las bragas. Le ordene a Rosa que abriese bien la boca y que chupase hasta el fondo. La verdad es que lo hacía de maravilla. Entonces les dije que parasen.
Les ordene que se sentasen el sofá de mi despacho y que empezasen a besarse con lengua y a chuparse las tetas. No podía creerlo, un dúo lesbico de dos preciosas gemelas, yo estaba en las nubes, no podía mas, les acerque la polla a la cara y les dije que chupasen las dos, estaba a punto de correrme, me gire un poco se la metí hasta la garganta a Ana y descargué un chorro de semen que le lleno la boca. Estaba en el cielo.
Les dije que se vistiesen
¿Y ahora que? Me pregunto Rosa
Ahora seréis mis putas hasta que finaliza el curso, vamos a pasar cuatro meses muy divertidos Les sonreí.
Por último les dije:
Esta tarde tenéis tutoría en mi casa a las siete y media, sed discretas y no habrá problemas.
Las dos asintieron con la cabeza, recogieron sus carpetas y salieron del despacho. Lo que paso aquella tarde, en una próxima entrega.