Las gemelas

Conocer a una chica no es ninguna novedad, que tenga una gemela es menos frecuente, que se turnen a tus espaldas para tener sexo contigo, eso sí que es una maravilla.

Ana Belén, es una chica muy simpática de unos 22 años, nos conocimos en un bar musical muy cerca de mi casa, pasamos una tarde-noche de viernes entretenida y cuando se disponía a marchar cerca de las 11, le pedí el numero de móvil para llamarla si me lo permitía, entonces y para mi sorpresa me dijo.

Déjame que te tome una foto con el móvil si me das tu número, así la asociaré al mismo y ya te llamaré yo si no tienes inconveniente.

Evidentemente me deje hacer la foto y le di mi numero, pero imaginando que seguramente no me llamaría, al no tener el suyo todo dependía de ella, me ofrecí a acompañarla a casa, pero solo me permitió ir hasta la parada de metro, aduciendo que quedaba muy cerca de una de las estaciones de esa misma línea.

De regreso al bar musical, Jorge uno de mis amigos me comentó que se veía que había triunfado con la “nueva” eso me gusto, aunque no estaba demasiado seguro de que así fuera, poco antes de marchar para casa, me llego una llamada desde un numero oculto que atendí por curiosidad, ya que no suelo tomar ese tipo de llamadas y resultó ser ella, fue muy concisa al preguntarme si nos veríamos la tarde siguiente en el mismo lugar.

Poco después de las siete apareció con su reluciente sonrisa, miro alrededor al entrar y se acercó hasta la mesa que ocupaba, me levante para besarla en las mejillas, en un acto de aproximación que no rechazó, la noche anterior nos despedimos con un simple “adiós”, durante el tiempo que permanecimos juntos la noté mucho más alegre y risueña que la tarde anterior, aunque en un par de ocasiones me sorprendió su aparentemente “mala memoria”, ya que el día antes hice alusión a una canción de “Joan Báez” y tuve que contarle que era una de las ídolos de mi padre, y cuando regrese sobre el tema, sucedió lo mismo ya que no recordaba nada.

No habíamos bebido tanto como para que olvidara algo así, que sin ser importante si era lo suficientemente relevante como para recordarlo, cuando me dijo que se tenia que marchar y le sugerí acompañarla, se excuso como la noche anterior y solo la acompañé hasta la estación de metro, pero había acordado con Jorge mientras ella estaba en el baño, si al salir le hacia una seña la siguiera hasta su casa y después me contara donde vivía, así sabría algo más sobre ella ya que me tenia un poco desconcertado.

Jorge me había dicho, que para tener solo 27 años era un poco paranoico, pero que no tenía inconveniente en hacer de “espía” para mí, se lo agradecí y camino del metro, pude ver que nos seguía, mientras que nos despedíamos Ana Belén y yo pasó a nuestro lado sin decir nada. Esperé intrigado a Jorge, que al verme comenzó a troncharse de risa, cuando le pregunte ¿Que pasaba?, me dijo que le invitara una copa porque se la había ganado. Nos sentamos en una mesa algo apartada con un par de güisquis y comenzó de forma solemne.

Me he comportado como un verdadero profesional, he entrado en el vagón contiguo al suyo, y no le he sacado el ojo de encima hasta que ha bajado del metro, pero me ha sorprendido que al hacerlo se sentara en uno de los bancos del anden, he tenido que andar hasta el extremo donde están las escaleras, he esperado allí la llegada de varios metros, hasta que he visto que se levantaba y se dirigía al encuentro de alguien.

En ese punto hizo una pausa para tomar un trago, yo empezaba a estar de los nervios por la parsimonia que notaba en sus palabras, entonces ante mi mirada inquisitiva continuo.

Ya sigo coño, es que se me secaba el gaznate y como lo de ahora es fuerte no quiero atragantarme. Resulto ser su hermana GEMELA, son idénticas chico, como dos gotas de agua y lo curioso es que llevaba la misma diadema que la que estuvo ayer aquí.

Se produjo otro incomodo silencio que rompió con una risotada y después continuó.

Fue muy fácil seguirlas, ya que iban hablando de lo suyo, sin importarles demasiado quienes iban a su alrededor y pude oír como la que seguía en primera instancia, contaba a la otra como había ido el encuentro de hoy contigo, dentro de un rato te llamaran para tratar de quedar según pude oír, pero la que vendrá mañana si quedáis, será la misma de ayer, al parecer la hermana le ha dado su visto bueno.

Se produjo otro incomodo silencio, que esta vez no rompí hasta que Jorge continuó.

Al parecer no eres tan paranoico como pensé, realmente había algo extraño como sospechabas, pero puede que sean mejor dos que una. Y esta es su dirección, no tengo el piso porque era muy arriesgado entrar en el edificio con ellas y subir en el ascensor, picando cualquier piso anterior o posterior al suyo. ¿Y si me reconoce alguna al venir aquí?

Estaba pensando que es lo que andarían tramando, imagine que quizás seguían ese mismo juego del que tantas veces había oído hablar que hacen algunos gemelos, de hacerse pasar el uno por el otro, en los exámenes por ejemplo o en cualquier otra actividad. Y se me estaba ocurriendo una idea cuando sonó el móvil, era “ella” para vernos al día siguiente si me apetecía. Como es normal accedí pero fue una conversación muy corta.

La tarde siguiente lo tenía todo claro, estaba decidido a jugar yo también con alguna de sus normas. Al llegar no me anduve con chiquitas y abrazándola la bese en los labios, aunque respondió muy bien aparentemente, antes de que preguntara nada le dije.

También yo estaba deseando continuar donde lo dejamos ayer.

Al separarnos un poco, me miro estupefacta pero no se denunció, imagino que ese tipo de bromas serian algo frecuente entre ellas y al parecer supuse bien. Pasamos la tarde en uno de los sofás, que sin serlo de forma explicita, se consideraban “reservados” y nadie osa venir sin pareja a ocupar plaza en ellos, yendo cada cual a lo suyo y en este caso lo “mio” era Ana Belén. Esa noche tampoco me dejo acompañarla a casa y al despedirnos en la entrada del metro, fue con un largo beso que nos dejo a ambos con ganas de más, al separarnos y cuando ya había comenzado a bajar las escaleras le pregunté, cuando nos veríamos otra vez.

Sin volverse para evitar caer, me respondió que ya me llamaría a media semana.

El jueves por la noche me llamó y quedamos en encontrarnos ese viernes, yo acepté encantado sin mostrar para nada sorpresa, más bien como algo del todo lógico, el viernes antes de que llegara, le había dado a Pedro el camarero, amigo también desde siempre un diurético, que el mismo saco del tubo que compre en la farmacia, no quería que llegara a imaginar siquiera que se trataba de otra cosa, con el encargo de que se lo pusiera en el vaso con lo primero que pidiera, a modo de broma.

La recibí con un beso en los labios al que no solo no se opuso, sino que parecía que lo esperara y deseara, creí estar en lo cierto al pensar que habían cambiado otra vez, al poco de estar en el sofá al que tomándola de la mano la guie directamente, fue al baño pues no quedaba otra, ya había tomado algunos sorbos de su copa, cuando regreso me la jugué al preguntarle si se había sacado el tanga como el domingo anterior, enrojeció antes de responderme que lo había olvidado, con una sonrisita de circunstancias regresó al baño.

Cuando se acercó al sofá, di un giro de tuerca más al juego, alargando la mano con la palma hacia arriba, tímidamente metió su mano en el bolso y deposito en la mía el tanga totalmente hecho una bola, como si fuera algo normal para ambos, lo tome y después de olerlo con los ojos entrecerrados, lo guarde en el bolsillo del pantalón. Se sentó a mi lado, pase un brazo sobre sus hombros y cuando puse una mano sobre su muslo muy arriba, tan solo musito.

Por favor, no me gustaría que nadie nos viera.

Alargue la mano y moví una mesita que empleábamos para dejar los vasos y poco más, pero que sirvió muy bien como parapeto, después de eso pasamos una tarde muy animada, su corta falda ayudo mucho, cuando comencé una lenta incursión que termino con un par de dedos dentro de su vagina, pero era arriesgado forzar mucho más la situación, la lleve en un par de ocasiones cerca del orgasmo, pero preferí no arriesgarme a que diera un espectáculo si era de las escandalosas, incluso guie su mano para que me acariciara la dura verga, desde lejos vi como Jorge sonreía y se frotaba la barba.

Cuando me dijo que ya tenia que marchar me miro de forma inquisitiva, le aseguré que el tanga lo pondría junto al otro, y que cuando no la pudiera tener cerca su aroma me acompañaría, eso le arranco una risita histérica pero no insistió, marchamos juntos hasta la boca del metro, donde nos despedimos hasta el siguiente día.

Fue puntual y ese sábado ya no hizo falta el diurético, al poco de llegar mientras yo pedía en la barra lo que íbamos a tomar, fue al baño y directamente al llegar al sofá me ofreció el tanga. Era nuevo o eso me pareció después al mirarlo en casa, allí delante suyo hice lo mismo que el día anterior, primero le di un buen repaso comenzando por las piernas y llegando a su preciada cueva, en esta ocasión y a pesar del buen clima, yo había traído un pullover que pensaba emplear para que no tuviera escusa, cuando me cubrí con el la bragueta y me saque la verga, me estuvo masturbando hasta que me corrí en su mano sin avisarla.

Quería que tuviera que ir al baño a lavarse, le ofrecí un pañuelo para lo más evidente, primero me limpio un poco a mí y después fue ella la que retiro de su mano lo que se veía. Cuando regreso del baño, una gran sonrisa iluminaba su rostro, lejos de imaginar cual seria mi próxima jugada, muy satisfecha por haber pasado el umbral establecido por su hermana, se acurruco en mi mientras nos morreábamos como si nos fuera la vida en ello, entonces y sin que pudiera evitarlo, le hice un chupetón en el cuello, que apenas podía cubrir con la blusa cerrada del todo, aunque seguro que no se dio cuenta, hasta que no se encontró con su hermanita en el anden del metro.

Habíamos quedado para el domingo por la tarde, cerca de la siete cuando la vi venir, sonreía pues la espere en la calle, nos besamos y tras disculparme diciéndole que me había dejado llevar por la pasión del momento, le pregunté si se le notaba mucho el chupetón, me lo mostro y me pareció que era bastante más grande que el que yo le había hecho, cuando se disponía a entrar en el bar, “le recordé”, que habíamos acordado ir a que conociera mi casa como habíamos hablado la tarde anterior, estaba cerca y estaríamos más tranquilos, pero que si no le apetecía lo entendería.

Su cara era un verdadero poema pero aguanto bien el tirón, simplemente me dio la mano y así cogidos como si fuéramos una pareja consolidada, nos dirigimos al apartamento que tengo muy cerca de allí. Al llegar la hice entrar primero y avanzo un poco por el pasillo, hasta que después de cerrar la puerta detrás nuestro, la abrace por la cintura y mientras besaba su cuello con mi cuerpo totalmente pegado al suyo para que notara bien mi verga, fuimos avanzando hacia el salón, le fui soltando los botones de la blusa y así cuando le di la vuelta, solo tuve que deslizarla por sus brazos para que me mostrara un sugerente sujetador, alargue una mano y pulse el

PLAY

en el aparato de música.

Tarde poco en soltarlo también, mientras estábamos enredados en un morreo que más parecía un combate de lucha libre, sus manos tampoco estaban quietas tratando de sacarme la camisa de los pantalones, pero cuando fui bajando los tirantes tuvo que apartarse un poco para que salieran del todo, momento que aproveche para comenzar mi particular ataque. Primero me dedique a seguir besándola, pero ya en el cuello y bajando hacia el hombro correspondiente, me situé un poco de lado para poder bajar hacia sus pechos y al tiempo con una mano acariciar su espalda.

Comenzó a temblar y no de frio, con un pecho por completo dentro de la boca, fui soltando el cierre de la falda que cayo al suelo sin impedimentos, acaricie su vulva por encima de la sutil tela del tanga y noté que estaba ya muy mojada, lo baje lo suficiente como para poder meter un par de dedos en su vagina, comenzó ella un vaivén que me satisfacía mucho, ya que era muestra evidente de que no se sentía para nada incomoda con la situación, con la mano que tenia en su espalda, bajé el tanga todo lo que me permitió la largada del brazo.

Sin dejar de alternar un pecho con el otro, note que era el momento de algo más y la ayude a sentarse en el sofá. Me arrodille sobre la moqueta y sin darle opción, tire de su cintura para que quedara sentada al borde del mismo, cuando sumergí mi cara entre los muslos después de separarlos un poco más, sus dedos se mezclaron con mi cabello, no me guiaba, más bien se sujetaba como para no perder perspectiva.

En esta ocasión no me preocupo lo más mínimo el ruido que pudiera hacer, había previsto cualquier eventualidad y de ahí la música, cuando alcanzo el primer orgasmo, resulto ser realmente escandalosa y por como se retorcía, al parecer era uno de los primeros que había experimentado o es que los gozaba mucho, fuera como fuera no pensaba ponérselo fácil y seguí a partir de ahí jugando con su clítoris con dos de mis dedos, hasta que aparto sus manos de mi cabeza y tomándome la muñeca la aparto sin decirme nada, al mirarla a los ojos los tenia llorosos en una cara del todo roja por la congestión.

La deje reposar un poco, cubriéndola con mi cuerpo aún vestido y arrodillado sobre el sofá, con una pierna a cada lado suyo. Cuando al rato pudo, tan solo me preguntó.

¿Tienes condones? Es que ahora lo que me apetece ya lo puedes imaginar, no puedes empezar tan fuerte para después dejarme así.

Me levanté y fui a mi habitación, saque de un cajón de la mesilla una caja de condones y al girarme estaba en el quicio de la puerta mirándome, me quede quieto junto a la cama y se aproximó. Me saco la camisa con mucha calma, después se dedico al pantalón, que bajo también con lentitud, hasta que la verga brinco fuera pues no empleaba bóxer como acostumbro, precisamente por si se planteaba algo así. Entonces los bajo de golpe y sin muchos preámbulos tomo uno de los condones y después de romper el sobre, me lo coloco con algunas dificultades, quizás por la falta de práctica que compenso con el empeño que puso.

Se tendió en la cama para que fuera yo quien la penetrara, por la postura que adopto toda tiesa entendí que quizás solo había practicado alguna vez la del “misionero” y como de lo que se trataba era de empezar, me coloque encima suyo y con la mayor delicadeza mientras nos besábamos, la fui penetrando poco a poco al principio hasta que note que ya no estaba tan tensa, pero siguió con la misma actitud y eso no era lo que había planeado para esa ocasión, pero seguimos hasta que ella alcanzo otro orgasmo, que se prolongo algo más de lo habitual ya que yo seguía manchando.

Cuando quedo totalmente derrotada, esperé pacientemente a que se serenara un poco y desaparecieran los espasmos de ese segundo orgasmo. Y cuando me tendí a su lado, la abracé durante un rato en que solo le besaba el cabello de vez en cuando, pero permanecimos ambos en silencio y yo solo esperaba que fuera ella quien tomara la iniciativa. Ya pasadas las nueve me dijo que estaba muy bien, pero que si nos teníamos que duchar y secarse el cabello, lo mejor seria empezar ya y así lo hicimos, aún tuvimos tiempo de pasar por el bar a tomar una copa, antes de acompañarla hasta el metro, ya no le preguntaba si podía acompañarla hasta casa.

Llegando ya al pie de las escaleras, me preguntó si yo también haría huelga en la universidad, ambos acudíamos regularmente, ella como estudiante de derecho, y yo en mi primer año en la facultad de física como profesor adjunto, para dar alguna asignatura para ganar algo y poder preparar el doctorado, había convocada una huelga en la que los profesores también nos habíamos involucrado, al confirmarle que si haría huelga sonrío y me aseguró que me llamaría esa misma noche, para quedar a alguna hora al día siguiente.

Eran cerca de la doce cuando sonó el móvil, estábamos tomando “la penúltima” como decía siempre Jorge, con quien comentaba las ultimas jugadas de “Ane Belén” y no tenia demasiada prisa por acostarme, había sido un buen día y además al día siguiente no tenia clases. La chica me dijo que podríamos comer juntos, y si me apetecía la tarde también. Mi respuesta fue que estaría encantado de estar con ella en cualquier circunstancia, pero que prefería guisarle yo, quería que viera que soy un experto “cocinillas”. Rio la ocurrencia y acepto ser mi invitada, pero sugiriéndome que tomáramos un vermut antes en el bar, por su cuenta ya que yo le daría de comer.

Accedí a eso último, y una imagen se formo en mi calenturienta mente. Después de despedirme de Paco y Jorge me fui a casa y dormí como un tronco hasta la mañana siguiente, en cuanto me desperté, me duche y fui hasta el mercado, no había contado en que los lunes no suele haber pescado del día y por eso eche mano de un amigo, que trabaja en la lonja Arenys de Mar, uno de los puertos de “La costa Brava” tarde unos 40 minutos en llegar y ya me estaba esperando.

Pensé en poner como entrante unas Almejas guisadas, que se les suele añadir pimentón dulce y picante y entran solas, así como el vino blanco fresquito para acompañarlas, después si que me luciría, cuando me mostro una langosta de algo más de un kilo, pensé en hacer una caldereta que a pesar de que lleva alrededor de una hora la preparación, el resultado es espectacular, se me iba la mitad del presupuesto de la semana en una sola comida, pero trataría de amortizarlo de alguna forma.

Eran poco más de las doce cuando estaba todo listo, tenia el sofrito preparado y las almejas abiertas, dispuestos la harina los dos tipos de pimentón y un baso de vino blanco, solo para iniciar la cocción y remover un poco antes de servir, la langosta ya estaba escaldada fría y troceada, tenia preparados el sofrito de tomates ajos y cebolla en una cazuela de barro, y en otro cacharro el perejil junto con una copita de brandi y el resto del tomate, ya confitado y listo para agregarlo a la cazuela principal, mientras tomábamos las almejas.

Me aseguré de tener en fresco, al menos tres botellas de vino “Blanco Pescador” y que los fuegos quedaran apagados, antes de dirigirme al bar a esperar a la “Ana Belén” que le hubiera tocado venir, que a estas alturas ya no sabia cual era quien, pero ambas se habían ganado el festín a pulso y pensaba compensarlas por ello, había aparcado el coche frente al bar y al verla llegar, después de besarnos le dije que subiera en él un momento, no imaginó ni por asomo lo que descubriría ese día, quizás el más intenso de los que había vivido hasta el momento.

Me miró con expectación hasta que le dije.

Quiero hacerte tres preguntas y una petición, pero solo si prometes ser el todo sincera, las dos primeras preguntas son muy fáciles de responder con un simple SI o NO, dependiendo de la franqueza en estas respuestas o que quieras darlas siquiera, hare la siguiente o lo dejaremos como está.

Con una mirada algo desconcertada me dijo que preguntara lo que quisiera.

Mostrándole uno de los tangas pregunté.

¿Es tuyo?

SI.

Mostrándole el otro repetí.

¿Es tuyo?

NO.

Sonriendo tome una de sus manos y pregunte.

¿Dónde está tu hermana ahora?

Se ha quedado en casa, no tenía ganas de salir si no era contigo, pero hoy me tocaba a mí.

Se terminaron las preguntas y esta es mi petición.

¿La quieres avisar para que se reúna con nosotros?

¡SI! ahora mismo la aviso y la pasamos a recoger.

La llamo por teléfono y fue tajante al decirle que “La pasábamos a recoger”.

En menos de quince minutos estábamos frente a su casa, apareció Ana Belén que subió al asiento trasero y en silencio nos dirigíamos hacia mi casa hasta que pregunté. ¿Sabré hoy como os llamáis?

No respondieron y al entrar en el apartamento fui directamente a la cocina, puse en marcha los fuegos y me dispuse a poner la mesa, charlábamos de tonterías propias de esa “incomoda” situación que se había creado, pero no trate de presionarlas en ningún momento, después de la segunda botella de vino aparecieron las primeras risitas y con ella afloraron sus verdaderas personalidades.

Ana, me llamo Ana y fui la que te conoció aquella estupenda tarde, por la noche cuando le hable de ti a Belén, me preguntó si podíamos jugar como habíamos hecho en otras ocasiones, y para eso siempre empleamos el nombre de “Ana Belén”, es una forma de responder siempre cuando nos llaman por el nombre, así como lo de los teléfonos, tenemos dos idénticos incluso en el color, están clonados y tu numero como puedes ver tiene delante el prefijo #31# para que el nuestro aparezca como oculto y no nos pudieras llamar.

La que continuó fue Belén, que es la que tenía que pasar ese día conmigo.

Creo ahora que en realidad has sido tú, quien ha estado jugando con nosotras pero me gusta. Se sinceró y dinos ¿Cuándo supiste que éramos dos? y más importante aún ¿Por qué seguiste con el juego hasta ahora? ¿Acaso quieres terminar con las dos? Porque elegir a una seria algo impensable.

Serví más vino y respondí con mucha sinceridad.

Bueno en realidad Belén, fue gracias a tu desconocimiento sobre Joan Báez, lo que me mosqueo un poco y le pedí a un amigo que te siguiera, es así como después de un encuentro con cada una, supe que erais dos personas distintas pero no muy diferentes, me gustáis la dos y me pregunto si aceptaríais conocer lo que suceda de aquí en delante de primera mano, sin que os lo tengáis que contar.

Estallaron en escandalosas carcajadas, en parte por la situación y también por efecto del vino, que entra fácil pero que tiene un efecto muy relajante. Y a mí vez pregunté.

¿Solo quisiera ver Ana, como le hiciste el chupetón a Belén?

Con una mirada picara en ambas contesto Belén.

Siempre nos lo hemos contado todo, y la primera vez que tuvimos que salir con un chico, estuvimos practicando, tanto los besos como muchas otras cosas, no somos santas precisamente como habrás comprobado.

Ana cogió a Belén por los hombros y se enzarzaron en un morreo impresionante, al que me uní en cuanto me lo permitieron, todo estaba ya aclarado.

A esa comida, siguió una sobremesa muy entretenida y muchos otros encuentros, en ocasiones solo dos y en otras de los tres, pero para estar conmigo se colocaban unas pulseras que les compre, con su promesa formal de NO intercambiarlas, Amarilla para Ana y Rosa para Belén. He de reconocer que a día de hoy tres años después sigo sin ser capaz de distinguirlas, ni siquiera en su forma de comportarse sexualmente conmigo, creo que toman apuntes y se los pasan.