Las fotos de Gabi: Desde aquí abajo

Te agradezco que hicieras que me sintiera tan pequeño. Así puedo mirarte desde abajo y excitarme con lo que veo, como en esta foto.

Las fotos de Gabi: Desde aquí abajo

Siempre me trataste como a un gusano, amor. Nunca me tuviste en cuenta. De tanto mirarme desde lo alto, fuiste empequeñeciéndome hasta convertirme en invisible. Desde entonces -¡qué le vamos a hacer!- nos encontramos en planos muy diferentes, tú arriba, yo abajo.

Otros, en mi lugar, se sentirían tristes y desmotivados. En condiciones normales no resulta agradable ser mota de polvo, papel arrugado, algo minúsculo y despreciable. La suerte que tengo es que soy voyeur. Me encanta mirar. Soy mirón que mira en lugar de modelar discóbolos. Soy mirón compulsivo, me pierdo por unos buenos pechos, por la delicada línea de una garganta femenina, por la encantadora visión de un buen trasero.

Tú no estás desnuda, pero te juro que, desde aquí abajo, eres el mejor de los paisajes. Desde acá se aprecia en todo su esplendor la expresión de tu rostro, entre inocente y pícaro, un asomo de principio de sonrisa, unos muslos larguísimos que, en lo alto, se convierten en glúteos adorables, esa brevísima pincelada de fuego que enciende tu entrepierna, tu ademán de encoger una pierna en remedo de pelícano. Desde aquí bajo se te ve esplendente, importante, provocativa por ingenua. No hay en ti sino la hermosura deslumbrante de la juventud, el poderío de la feminidad, la naturalidad, esa es la palabra, naturalidad, tu naturalidad.

Gracias, amor, por dejar que te mire y por parecer que me miras tú, aunque sepa que no es cierto, ya que soy invisible a tus ojos. Y gracias, sobre todo, por existir y ser el mejor de los paisajes para mí que te miro desde aquí abajo.