Las fotografias

Mateo recoge una fotografias que ha revelado. Es poco sexual solo lo degustaran los lectores que busquen lo que se ha intentado escribir bien.

LAS FOTOGRAFIAS

Mateo se había hecho, bueno le había retratado un amigo, una serie de fotografías, muy pero que muy atrevidas, en su cuarto de baño, metido en la bañera y tumbado fuera de ella.

He tenido la "suerte" de ver algunas . . . y he quedado admirado del valor fotográfico que presentan los encuadres. . . las luces . . . los fundidos. . . los colores. . . lo que me hace dar la enhorabuena, tanto al fotógrafo, como al modelo. Son una verdadera "obra de arte" en estado "desnudo" y puro. . . .

Lo que no me dijo Mateo, el día que me enseñó solo una parte de ellas, lo que le había pasado cuando fue a recogerlas a la tienda donde las llevó a revelar. Después lo he sabido no sé quien me lo contó.

Sí recuerdo que me dijo, cuando las vi y le comenté la calidad del fotógrafo y lo "bien que estaba" el modelo, que las había hecho para enviárselas a su Bollín, que allí solo en Suiza, necesitaba algún nuevo y reciente estímulo, para que su "mano" se moviera con suficiente nervio, porque estaba perdiendo fuerza motriz ante la lejanía que hacía que la imagen de su querido novio se estuviese perdiendo..

Mateo sabe que se movió alguna otra "mano", además de la de su "bollo suizo", aunque esto es un secreto que guardamos muy escondido . . .

Lo que nos interesa relatar ahora es lo que pasó al revelar las fotografías. Llevó el carrete, a que las revelasen allí mismo, a una tienda de La Fresneda, cerca de su casa, porque las quería mandar a Marc en cuanto las escaneara, para que las recibiera en el colegio suizo, antes del viernes por la noche, que es cuando se marcha a Berna, a pasar el "finde", a casa de sus abuelos.

Prometieron entregárselas por la tarde de aquel mismo día y pasó por ellas, nada más bajar del autobús del colegio, antes de entrar en su casa.

La tienda, que está en uno de los grupos de viviendas nuevas que acaban de construir y que ha abierto sus puertas hace muy poco tiempo, además de revelar fotografías, vende rollos, cámaras, televisiones, vídeos, marcos y muchas otras cosas del ramo y está atendida por un joven, cercano a los veinticinco años, de aspecto completamente normal, una de esas personas anodinas, que no destaca por nada, que ves varias veces y no te fijas nunca en ellas.

El joven dependiente, tomó un paquete de fotografías reveladas, de un montón que tenía allí detrás de él para entregar, comprobó si el trozo de recibo que le había proporcionado Mateo, correspondía con el que tenía pegado el paquete y se volvió para ofrecérselo.

Pero, porque el paquete estaba puesto del revés o por su impericia, el caso fue, que las fotografías se salieron de él y cayeron todas al suelo.

Se agachó a recogerlas y mientras las apilaba se levantó mirándolas.

  • ¡¡ Vaya figura !! - lanzó una imitación de silbido admirativo – esto es un cuerpo y no el de la guardia civil.

Siguió ordenando las fotografías y a la siguiente volvió a decir

  • ¡¡ Joder qué maravilla de cuerpazo!!.

Mateo le miraba sin decir nada, estaba por una parte, molesto de que aquel chico mirase sus fotos, pero por la otra, satisfecho de que su cuerpo levantase aquella admiración.

El dependiente seguía mirando fotos.

  • ¡¡ Belleza !! – exclamó y acercó la foto a sus labios donde la posó y estrelló un sonoro beso.

Mateo sintió un escalofrío de satisfacción, que se inicio en la parte baja de su vientre y fue subiendo hasta el cerebro.

Seguía sin abrir la boca, pero empezaba a mirar a aquel joven dependiente con mejores ojos, por lo que comenzó a iniciar una sonrisa. Cuando entró en la tienda lo había mirado de una manera un tanto pasiva porque no era su tipo.

  • Esta es cojonuda – El dependiente acercó la instantánea a su bragueta y con un movimiento rápido la pasó rozando por ella, mientras ponía los ojos en blanco mirando al techo y hacía a la vez una mueca con su rostro intentando mostrar una satisfacción extrema.

¡¡ Joder que tío más calentorro !! – murmuró para sí Mateo, que notaba que se comenzaba a excitar y disimuladamente, con su mano, intentó tapar el bulto que en su pantalón iba creciendo.

El que todo esto estuviera sucediendo cerca de su casa, le estaba reteniendo y por ello no abría la boca. No quería que aquel chico que parecía un voceras fuese pregonando, después por el vecindario, sus instintos sexuales. ¡¡ Allá él si estaba mostrando los suyos !!.

Si hubiese sido en Oviedo, donde no le conocían, seguro habría hecho algún comentario por ver hasta donde se podía llegar. Aquí tenía que contenerse, aunque le estaba costando.

Cuando alguien está diciendo piropos de tu cuerpo y figura, como lo hacía aquel joven dependiente, aunque no era una belleza de tío, tienes que ser de mármol, para no sentir satisfacción y que te llegue a impactar, aunque fuese un poco, sus comentarios y Mateo no lo es de ese material, sino todo lo contrario.

Luego dicen que actúo muy rápidamente, sin pensar las cosas – se dijo al permanecer callado ante tanta frase laudatoria, con la mano ya metida en el bolsillo, disimulando la "hinchazón".

El dependiente seguía soltando por su boca lo que sentía ante aquellas fotografías.

¡¡ Joder que polvo le echaba !!.

Aunque Mateo pensó que se estaba pasando, siguió mirándole, impasible, sin intentar decir nada ante frase tan explícita.

Reaccionó por fin cuando le oyó decir

¡¡ Qué tetas tiene la tía !!

Entonces alargó la mano, le quitó las fotografías que el dependiente miraba, las contempló un instante y exclamó muy ofendido.

-¡¡¡ Estas fotos no son las mías !!!.

  • ¿No? – preguntó sorprendido aquel tío tan calentorro - espera que miro de nuevo.

Volvió al montón y rebuscó en él sacando otro sobre.

  • Perdón me había equivocado de número. Estas son las suyas.

No pronunció ninguna disculpa más y alargó un sobre que Mateo arrebató de sus manos rápidamente, porque pensó.

  • ¡¡ Este cabronazo es capaz de ponerse a mirarlas también !!.

Cuando salió, después de pagar y miró de nuevo al interior disimuladamente a través de la cristalera, vio que el dependiente estaba agachado, un poco escondido tras el mostrador, seguía mirando las mismas fotografías de antes y por la postura y los movimientos, que se le apreciaban desde allí, parecía que se estaba haciendo...