Las flores de su jardín

Ella cuida con esmero su jardín y me deja disfrutarlo.

Era mi primer viaje a la sede central de la compañía. Una reunión importante de los técnicos de la central y las afiliadas tendría lugar el día siguiente. Participaba en calidad de representante junior de mi empresa y resultaba de crucial importancia quedar bien y dar una buena imagen.

Había llegado al hotel donde me hospedaría los próximos tres días a media tarde. Todo lo que me rodeaba merecía mi atención y sentía mucha curiosidad por conocer el pueblecito donde estaba la empresa.

Tenía ganas de curiosearlo todo, de hacer fotos para el recuerdo y también para mostrarlo a mis familiares y amigos. Con la mini cámara digital en la mano salí del hotel y me aventuré por las calles del pueblecito a inspeccionar sus bonitos rincones.

Era primavera y me sorprendió la cantidad de flores que había por todos sitios. Las casas solían tener su jardincito propio, todos ellas muy cuidados y bonitos. Siempre había pensado que por nuestro clima tendríamos las flores mas bonitas pero me sorprendió que en un stio donde el invierno era muy crudo dedicaran tanto esfuerzo y cariño al cuidado de sus flores.

Mirando y fotografiando las flores más diversas llegue al final de la calle. A unos cincuenta metros había una casa aislada toda ella rodeada por grandes plantas con flores de vistosos colores. Y hacia allí me encamine para hacer las capturas que suponía serían las mejores.

Desde la verja me puse a hacer fotos a diestro y siniestro, pues había una buena colección y todas ellas muy bonitas. Mientras las hacia oigo que una voz de mujer me grita algo que no entiendo. No la veo pero deduzco que se acerca apresuradamente pues cada vez se le escucha mas cerca.

De entre las plantas salió una mujer de mediana edad que de forma airada me reprendía por algo que debía estar haciendo muy mal. Después viendo que yo no la entendía cambió y lo gritó en ingles

-       “Photos no, Photos no… Forbiden!! Forbiden Photos no!, gritaba con enfado hasta llegar a mi altura.

Me encontró tan turbado y tan sorprendido que se dio cuenta que yo era simplemente un extranjero despistado que se estaba entreteniendo haciendo fotos de las flores nada más.

En ingles logré explicarle lo que había sucedido y la señora enseguida entendió la confusión cambiando radicalmente de actitud. Con mi ingles de “nivel medio” quise elogiar lo bien cuidado que tenía el jardín y que tenía una flores muy bonitas, con lo que sintonizamos y el clima cambió radicalmente.

Muy amablemente ella quiso enseñarme otras flores todavía más exóticas con lo que me hizo pasar a ju jardín. Estaba muy bien cuidado y así entre en su jardín. Las flores eran preciosas, me indicó que podía hacer tantos fotos como quisiera, y así lo hice.

Mientras le agradecía su hospitalidad y me encaminaba hacia la verja dando por terminado el safari fotográfico de sus flores, la mujer quiso mostrarme una que debía ser muy especial para ella.

La tenía en un rincón muy protegido detrás de la casa. Una planta grande, verde y lustrosa con una única flor, grande y de un tono azulado. Nunca había visto un flor así y le hice muchas fotos.

Al agacharse para arrancar unas hierbas que afeaban el entorno se entreabrió su vestido y por la abertura entre los botones pude ver parte de su pierna y un poco de sus bragas.

Hasta ese momento solo había visto una mujer madura, de buen porte, una cara amable enamorada de jardín, pero en ese momento se me encendió una lucecita que me decía que era una mujer que a pesar de su edad tenía un cuerpazo propio de una actriz famosa o algo así.

Como con la flor, no pude evitar quedarme mirando gratamente sorprendido. Ella se dio cuenta, no hizo nada para evitar mi mirada indiscreta ni tampoco quiso corregir la postura. A continuación me dijo varias cosas que no pude entender, me dedicó una amplia sonrisa y me tomó de la mano conduciéndome al interior de la casa.

Para mi sorpresa, en cuanto hubo cerrado la puerta se desabrocho todos los botones de la bata y separo las dos mitades para ofrecerme la visión de su bien cuidado cuerpo. Semi desnuda me resulto la mujer más sexy. Mi pene dio un respingo y se puso duro como una piedra.

Con toda naturalidad, me hizo señas para que le hiciese una foto como anteriormente había hecho con las flores del jardín. Puso una pose sexy, como las modelos profesionales y esperó a que le tomara la instantánea.

Como es lógico me puse de inmediato a la tarea de retratar a la mujer esplendida que tenia delante tratando de conseguir las mejores instantáneas.

La mujer no dejaba de sonreír, yo tembloroso como un flan no paraba de encuadrar y disparar, encuadrar y disparar… tratando de recoger cada uno de los matices de su cuerpo.

Tras unos minutos y bastantes fotos, ella viene a ver en el visor como han quedado las que llevamos hechas. Mientras voy pasando una tras otra las fotos hechas, y ampliando la imagen para verlas con más detalle se pega a mí y aplasta su pecho en mi brazo, lo que me hace incrementar mas mi turbación.

Estoy tan nervioso y excitado que apenas atino a manipular el móvil para pasar secuencialmente las fotos realizadas. Ella parece impaciente por ver que tal ha quedado en todas ellas.

Mientras voy pasando las fotos observo la expresión de su cara. Las mira con detenimiento mientras se muestra inexpresiva. Poco a poco sus labios se van arqueando hasta que termina por sonreír abiertamente.

Tras repasar todas las fotos me ha pedido que elimine tres o cuatro en las que no se gusta, se va hacia el sillón, mucho más contenta se desprende de la bata y se queda en bragas y sujetador.

Me hace señas para que tome nuevas fotos. Me empiezan a doler los huevos consecuencia del empalme tan brutal que tengo.

Tras cuatro o cinco fotos, vuelve a venir para ver en la pequeña pantalla que tal ha quedado. Siento el contacto de su piel con la mía y mi excitación sigue aumentando lo que no parece que merezca su atención.

No imagino hasta donde llegaremos, aunque ella parece tenerlo todo controlado. En cambio yo estoy fuera de control, sin saber qué hacer ni que decir, solo me dejo llevar

La hermosa mujer disfruta sintiéndose modelo y musa de mi excitación. Se quita el sostén y me deleita con un strip tease que también queda recogido en mi reportaje fotográfico. Lo mismo ocurre al quitarse las bragas. Me descubre que tiene un pubis completamente cubierto de pelo pero muy bien recortadito, diría que lo cuida tanto como su jardín

El negro intenso de su felpudo contrasta con el color rubio de su cabello y la palidez de su piel. Me quedo boquiabierto ante la exhibición. Me enseña su pubis con orgullo, al tiempo que me pide expresamente que le haga una foto de esta parte tan íntima.

Le hago un par de ellas en primer plano, que se vea bien. Luego una de medio perfil donde se ve parte de la pelambrera, su cadera y parte de su culo. El culo también me parece estupendo, la guio para que se ponga de completamente de perfil y así sacar una foto de revista.  No puedo evitar pasar la mano desde el muslo por encima de su glúteo hasta llegar casi a la cintura.

La mujer suelta una carcajada al verme tan irremediablemente impresionado por la circunstancia. Le hago un par de fotos más y otra en la que ella pone el culo en pompa. Después de esto, parece que da por finalizada la sesión fotográfica.

La mujer se lleva la mano a la entrepierna y pronto empieza a suspirar. Tras pocos instantes veo como la mano se le mueve adelante y atrás, mientras se masturba.

Me vuelve a hacer señas para que tome la cámara de fotos de nuevo. Con la polla a punto de reventar y la cámara de fotos en las manos me acerco para tener un buen primer plano.

Le hago una foto de su generosa vulva y su excepcional felpudo. He descubierto que me encanta hacer fotos a estas “flores de jardín”.

De repente se abre la puerta y aparece lo que a mí me parece un hombretón. Súbitamente parece que el sueño se ha desvanecido y ahora viene la pesadilla. A ver como lo explico sin salir atropellado.

Es ella la que habla con él y le explica. Tras lo cual el hombre se dirige a mi y con un inglés muy correcto, se presenta como su marido y su agente. Me cuenta que ella es una famosa modelo que ahora vive un tanto recluida para evitar a los paparazzi, que disfruta mucho cuidando de sus flores y sobre todo poniéndose delante de una cámara.

Me cuenta que se ha sentido muy feliz al hacer de modelo para mí, que le caigo muy bien y que soy muy agradable. Acto seguido, ella se acerca a su marido le da un beso apasionado y empieza lo que parece será un encuentro entre ellos muy tormentoso.

Tengo la sensación de que ya sobro de esta escena y discretamente hago mutis y los dejo a los dos disfrutando.

De vuelta en el hotel, en la soledad de la habitación me hago una soberana paja a la salud de la hermosa mujer que ha querido compartir conmigo sus flores. Después de cenar, de vuelta a la habitación me tengo que hacer otra paja para calmar mi excitación, pero solo cuando me hago una tercera logro relajarme lo suficiente para poder dormir.

La mañana siguiente me levanté temprano para poder darme una buena ducha, bajar a desayunar el típico desayuno continental y llegar con tiempo a la importante reunión de empresa. A pesar de ello cuando llegue al meeting room ya había otros más madrugadores que yo. Junto a la mesa que presidia la sala un grupo de seis o siete personas charlan amigablemente.

Al ver que vamos entrando algunos participantes nuevos se vuelven a saludar. Mi sorpresa es mayúscula cuando descubro que uno de ellos es el marido de la dueña del jardín donde ayer tome las fotos de “las flores más bonitas”. Con total naturalidad me saluda muy amable, se interesa sobre mi viaje  y sobre temas relacionadas con la actividad industrial de la filial.

Parece que el episodio del día anterior no va a tener trascendencia, Uff, que descanso!.

En uno de los recesos durante la mañana de intensas reuniones de trabajo, se me acerca y en privado me comenta:

-          “He llamado a Helga, mi esposa, para comentarle la feliz coincidencia de que seas tú el técnico de nuestra filial española”. “Ha insistido mucho en que esta tarde vengas a casa a cenar con nosotros”,”… quiere enseñarte algunas flores que no viste y quiere que le hables de España para elegir bien las cosas a visitaren nuestro próximo viaje”

Tras tragar saliva un par de veces acepto la invitación consciente de lo que me la juego: una noche estupenda para el recuerdo y quizás un prometedor futuro profesional, o una desagradable experiencia. Apuesto por lo primero.

(Nota: Actualmente soy alto directivo de la empresa)

Deverano.