Las fiestas de todos los santos
Un pequeño escarmiento a una engreida.
Teníamos una compañera de clase que era guapa, popular, jefa de animadoras y encima sus padres les sobraba el dinero, tenia a los del equipo de rugby comiéndole de la mano y los tenia de guardaespaldas.
El problema es el siguiente, la muy puta era lo peor de lo peor, tenias que hacer lo que ella ordenase, si te oponías, bueno, te convertías en el saco de boxeo de uno de los jugadores de rugby.
Le tenias que pasar las notas en los exámenes, pagarle la tintorería, comprarle un complemento caro, básicamente nos explotaba.
Un día unos amigos míos me propusieron darle una lección, acudieron a mi porque era el que tenia las ideas más cabronas, les propuse un plan.
Llegó las fiestas de halloween íbamos nosotros vestidos de zombies con unas botellas de alcohol.
Y ella estaba, vestida de princesa y sus matones vestidos de caballeros, nada más vernos se nos acercaron.
-vaya vaya vaya, mira quienes están aquí, los frikis, hola Manuel ¿te acuerdas de Jaime? Porque el se acuerda mucho de ti.
Uno de mis compañeros agachó la cabeza, le obligaron a ir en bragas y sujetador y hacer de animadora en los entrenamientos de los jugadores, como todo el colegio lo vio, no se recuperó en dos meses.
-vaya vaya vaya, que amables sois de traer priva a mis chicos, dádnosla ¡ahora!.
Nosotros accedimos, que remedio, iba vestida de princesa, pero en realidad era una bruja.
Esos cabrones bebían como vikingos nuestro alcohol, pero a grandes tragos, no tardaron en caer de uno en uno.
Ella estaba sorprendida ¿Qué les pasaba a sus caballeros?
-vaya, la droga diluida en el alcohol funciona bien, ahora a recoger nuestro premio dije.
-¡no! ¡apartaros de mi asquerosos frikis! decía con autoridad.
Pero ella cayó paralizada cuando le aplique en su cuerpecito una descarga eléctrica con un arma de autodefensa.
La llevamos a una mansión en ruinas y la encadenamos en uno de los pilares.
-bien nena, te vamos a dejar encadenada hasta que decidas portarte bien, júrame que no te meteras nunca con nosotros le dije.
-¿crees que voy a jurar eso? Vosotros nacisteis para obedecer, además, no puedes mantenerme aquí eternamente y tu lo sabes decía ella con arrogancia.
Mis amigos empezaban a temblar, sabían que su venganza seria terrible, pero tenia un plan.
Dije a uno de mis compañeros que grabara en video, luego saqué una navaja, cuando ella la vio empezó a gritar de terror, pero yo le tapé la boca y coloque la navaja entre su vestido y su piel.
Mi navaja empezó a cortar con suavidad, descubriendo la piel de esa zorra, una piel blanca, inmaculada y suave como la de un bebe, el filo de mi navaja seguía bajando, cortando la prenda de seda de la engreída que estaba muda de miedo, cuando llegué al ombligo, cogí la prenda y la rompí del todo mostrando a mis compañeros unos pechos naturales pequeños pero bien puestos con unos pezones rozados, mi navaja empezó a cortar la falda, una falda demasiado larga para mi gusto, lentamente el filo cortaba la tela y la partió, mostrando unas piernas largas y sedosas.
-¡bastardo! ¡dejame! decía ella, pero el filo de mi navaja apuntando a su cuello de cisne era suficiente como para silenciarla.
-si, tu te vengaras de nosotros, lo haras de todos modos, por eso nos divertiremos contigo le dije mientras arrancaba el resto de las ropas con mi navaja.
Todos la contemplamos, ella tenia una mirada asustada, indefensa, mientras que sus piernas intentaban cubrir su desnudo cuerpo.
A todos se nos levantaron las vergas, yo le bajé los pantalones a Manuel.
-esa puta te hizo hacer de mujer, hazla mujer le dije mientras lo empujaba.
Ella intentaba patalear, pero nosotros separamos sus piernas, parecía mentira lo fuerte que era esa puta, Manuel contempló la concha de la zorra durante cinco minutos antes de hundirse en ella.
Hay que joderse como gritaba esa zorra cuando la sintió dentro, nos habíamos tapado los oídos, pero decidí por un método practico.
Mi puño se encontró con sus dientes, le saltaron dos, eso la hizo callar.
Era divertido ver a mi amigo bombear mientras ella lloraba y sangraba por la boca.
Ella empezó a sollozar de verdad cuando notó el semen de Manuel entrando en su interior.
Cuando Manuel se retiró de ella, otro ocupó apresuradamente su lugar, ella lloraba, pero no se resistía, ya la habian usado ¿para que resistirse si el daño estaba hecho.
Otros compañeros decidieron usar su boca, ella se negaba, pero yo le mostré mi puño, lo suficiente como para que ella chupase como una puta con la promesa de propina, algunos compañeros les sobaban las tetas y otros, simplemente se masturbaban para correrse encima de ella.
Esos chavales llenos de granos, entrados en kilos y con gafas de culo de botella se estaban follando a una diosa, una diosa cruel y engreída.
Una diosa cuya mirada de sufrimiento me arrancaba una sonrisa.
Cuando terminaron con ella, me bajé los pantalones, pero no quería entrar en esa concha que rezumaba leche, ella estaba sin fuerzas, no fue difícil darle la vuelta.
Ella se dio cuenta de lo que quería hacer.
-n-no, por favor, ahí no.
-¿no? ¿no me das permiso? Bueno, tendré que desahogarme con otra cosa le decía mientras sacaba unas agujas.
Toque uno de sus pechos, lo apreté con fuerza, ella gemia de dolor, luego estiré su pezón como si quisiera arrancarlo y le clave en ese pezón una aguja.
El grito que pegó era música para mis oídos.
Repeti la operación con el otro pecho, luego con el izquierdo, luego con el derecho, hasta que ella me suplicaba que parase.
Entonces mi ultima aguja apuntaba a su clítoris.
-¿Qué razones me dás para que no siga? le decía con una sonrisa diabólica.
-¡mi culo! ¡mi culo es limpio! ¡estrecho y deseado! ¡taladrame el culo! ¡dejame un agujero tan grande que pueda cagar de pie! me decía llorando desesperadamente.
Tiré la aguja y la penetré separando sus nalgas, era difícil, su agujero era tan pequeño y mi polla era tan grande, ella aguantaba el dolor.
Cuando la hundí del todo, la penetré con fuerza, bombeé como una bestia arrancando los gritos de dolor de la animadora que recibió mi leche con sierto consuelo.
Agotados, rodeamos a la chica y nos masturbamos sobre ella hasta dejarla blanca, después nos fuimos, al irnos, miré a la chica y le dije sin parar de reir.
-Te pega bien ese disfraz de fantasma.
Ella encadenada, blanca por los lechazos y llorando como un alma en pena mientras su boca y su culo sangraban abundantemente.