Las fantasías de Violeta. La casa de papel (v2)

Me llamo Violeta y tengo cuarenta y pocos años. Trabajo en un Banco. Hasta hace aproximadamente un año he tenido una vida sexual más bien pasiva y monótona, pero últimamente he redescubierto el placer del sexo.

Me llamo Violeta y tengo cuarenta y pocos años. Trabajo en un Banco. Hasta hace aproximadamente un año he tenido una vida sexual más bien pasiva y monótona, pero últimamente he redescubierto el placer del sexo.

Os voy a explicar lo que me ocurrió hace pocos meses, un día que parecía que iba a ser normal …

Había leído en los periódicos las noticias de algunos atracos a Bancos en los que se decía que los asaltantes obligaban a algunas de sus víctimas a ciertas actividades sexuales, pero no se detallaba más. Estuve buscando información porque me intrigaba y me daba morbo, pero en ningún periódico ni foro de internet se explicaba nada más. Pensé que por una vez la prensa actuaba de un modo decente sin regocijarse en lo truculento y al final dejé de buscar. Pero resultó que iba a enterarme, y bien enterada, en primera persona.

Un viernes estaba tranquilamente sentada en mi mesa hablando con una compañera cuando un grupo de asaltantes irrumpió en nuestra oficina, a gritos (“esto es un atraco” “todo el mundo quieto” ), blandiendo pistolas y moviéndose muy rápido. Bloquearon todas las salidas y bajaron las persianas en pocos segundos. Después arrancaron los teléfonos fijos y nos obligaron a darles los móviles. Eran seis. Llevaban máscaras de Dalí como en La Casa de Papel, y tenían un aire con algunos de los personajes de la serie. Dos mujeres morenas, jóvenes, tipo Tokio y Nairobi y cuatro hombres, al estilo de Berlín, Río, Denver y Helsinki. Para abreviar los llamaré por estos nombres.

Si sois obedientes y no hacéis tonterías nadie va a sufrir ningún daño, estad tranquilos, dijo Berlín. Tokio apostilló: “así que todos tranquilos, vale?”

Estábamos todos paralizados y muertos de miedo. Nadie se movió ni dijo nada. Se oía el silencio. Berlín empezó a pasearse, lentamente, por entre las mesas y dijo en voz alta: “Seguro que alguna de estas señoras no lleva bragas”. “Comprobamos, Nairobi?”

Ese día yo no llevaba bragas porque había quedado con mi pareja para ciertas cosas que quizás os contaré en otra ocasión. Sentí una oleada de calor que me subía por las orejas y pensé “joder, joder, que no me ponga roja y no se me vea”.

Nairobi dijo “a ver, bonitas, miradme a los ojos que yo estas cosas las detecto fácil”. Fue poniéndose delante de cada una, mirando a los ojos y a veces intercambiando unas palabras (“hola, guapa, yo soy Nairobi, tú?”). Cuando llegó a mí creo que la piel de mi cara iba a estallar, me quemaba. “Levanta la cabeza, bonita, no mires el suelo”. La miré. Dijo “uy… tú te has pasado con el colorete o es la sangre que ha subido de tu coño sin bragas a las mejillas”. “Violeta, qué bonito”. Y siguió la ronda. Al acabar dijo: “Bueno, sólo tenemos una candidata. Tú, Violeta, serás la reina” y metió la mano debajo de mi falda y comprobó que, efectivamente, había acertado. Un escalofrío me recorrió la columna y pensé, ya ves donde te lleva la curiosidad, ahora aunque no quieras saber vas a saber.

Berlín sonrió, amable, y dijo “Sígueme”. Helsinki me tocó el hombro y me levanté como flotando, viendo la escena y viéndome a mi, pensando a la vez en mil cosas y en ninguna. Fuimos a una gran sala de reuniones acristalada con Berlín, Nairobi y Tokio. Los demás se quedaron supuse que para vigilar a mis compañeros.

Berlín dijo “Bueno, Violeta, puedes elegir a dos damas de honor, que serán como tus princesas. Elige bien.” En total en mi oficina somos unos cuarenta. No entendí mucho la trascendencia de la elección y supongo que dije los nombres de mis compañeras más próximas o afines, las primeras que me pasaron por la cabeza: Paula, la jefa de mi grupo, y Marta, la Directora.

Berlín dijo: “Esto va de orgasmos, Violeta. Va de tus orgasmos. De los que tú vas a sentir y de los que tú vas a provocar. Supongo que no vas rechazar la propuesta ….”.

Yo sabía perfectamente que no podía elegir, que no había nada que aceptar ni rechazar, que iban a hacer conmigo y a hacerme hacer lo que quisieran, seguía flotando casi sin sentir y viéndome desde fuera, desde arriba, como si fuese otra persona.

Berlín siguió hablando: “tenemos cinco horas y cincuenta orgasmos que has experimentar o provocar en este tiempo.”

Tokio me besó muy suavemente los labios. Olí su perfume. Dijo que iba vendarme los ojos y a atarme. Se me erizó la piel. Me dejé hacer, no podía hacer otra cosa. Sentí por un momento, muy brevemente, la punta de su lengua caliente en mi boca. Era agradable y, aunque me daba vergueza reconocerlo, un poco excitante.

Me estiraron en una especie de cama pequeña o camilla, ya con los ojos vendados, boca arriba y me ataron los brazos y las piernas, aunque podía moverme un poco. Nairobi me dijo al oído: “no te preocupes, bonita, cuando estés un poco corrida y quieras hacer otras cosas ya te iré soltando.”

Sentí que una mano ligera me iba desabrochando la blusa y rozando levemente las tetas y los pezones. Mis tetas son pequeñas y los pezones gruesos y muy sensibles, y ese roce me excitaba … Al poco estaba desnuda, solo con las medias negras que me había puesto para los juegos con mi pareja. No soy lesbiana, ni siquiera bisexual, pero a veces tengo alguna fantasía con mujeres o me excito viendo un poco de porno de lesbianas. Olí otra vez el perfume de Tokio y sentí como me besaba los labios, me acariciaba el pelo, me lamía el cuello y me metía la lengua en la boca, más y más profundamente, mientras sus manos se deslizaban en círculos sobre mis pezones …. ufff …. me empecé a mojar bastante … luego me lamió las tetas y me sorbió los pezones y eso siempre me hace derretir ...

Empecé a notar una lengua caliente subiendo por mis muslos ...no sé quien era … quizás Tokio … sí … también debía de ser Tokio … ahora ya estaba en el clítoris ...lo notaba crecer … mi coño se abría y chorreaba … me lo estaba comiendo muy bien … de maravilla…

Después, mientras Tokio me seguía comiendo el coño, noté que se apoyaba una polla en mis labios … abrí la boca … me encanta chupar … Se iba moviendo como si me follase delicadamente la boca, sacándola casi toda y después volviéndomela a meter. Yo notaba su textura, las venas, la protuberancia mayor del glande, el agujerito por el que empezó a salir un líquido ligero y delicioso… movía mi lengua y sorbía la polla como queriéndola retener un poco más dentro de mi boca, mientras se aceleraban sus movimientos y la sentía crecer y ponerse aún maś dura. Estaba loca por que se corriese, pero de repente la polla desapareció y noté que en su lugar tenía un coño chorreante contra mis labios … paré un momento pero me puse a comer ese coño mientras me estaban comiendo el mío … era delicioso … Me corrí dos veces seguidas en poco tiempo ...

Berlín dijo: Tokio, Nairobi, dejadlo ya, que ahora les toca a las princesas. Al cabo de poco alguien me quitó la venda de lo ojos. Seguía atada y estirada. Vi la cabeza de Paula entre mis piernas y noté sus labios y su lengua recorriéndome el coño mientras Marta me apretaba las tetas y me las besaba y me metía la lengua en la boca y después subía también su coño a mi cara, de pie, poniéndome una pierna a cada lado de la cabeza… no podía resistirme al placer ni tampoco podía hacer nada para liberarme … empecé a presionar su clítoris con mi lengua y a moverla en círculo y arriba y abajo, alternando, cada vez más rápido, hasta que noté que su cuerpo se arqueaba y gemía y se corría en mi boca.

Detrás de los cristales de la sala estaban muchos de mis compañeros de trabajo, desnudos por lo menos de cintura para abajo. Todos llevaban máscaras y tenían sus pollas enhiestas en la mano, tocándoselas y masturbándose mientras me miraban con ojos de deseo … algunos ya se habían corrido supongo que al mirarme con las chicas, pero, la mayoría seguían con sus pollas apuntándome y no me sacaban la vista de encima.

Pensé “quiero una polla en mi coño, grande y dura, y otra en mi boca”. No sé cómo, pero resulta que lo dije en voz alta. Al poco aparecieron Río y Denver …

Empecé a comerme desesperadmente la polla de Denver … Sentía cómo le gustaba, como gemía de gusto, y eso me excitaba aún maś. Mientras Río iba pasando su polla dura como una piedra por los labios de mi coño, por el clítoris. Me sentía absolutamente empapada y abierta y quería que me la metiese ya hasta el fondo … pero él seguía con su juego en las puertas y yo no podía soltarme de las cuerdas que me ataban. Dije: Río, fóllame ya, clávame la polla hasta el fondo … Río dijo; ¿por favor, porque estás caliente como una perra en celo y lo deseas más que nada? Dije, sí, Río, por favor, estoy tan caliente que voy a estallar … métemela ya … Y me la metió de golpe … la sentí presionarme por dentro en todas direcciones … empece a mover las caderas … era delicioso … notaba sus huevos golpearme el culo … al poco nos corrimos los tres casi a la vez ….

Detrás de los cristales mis compañeros me seguían mirando gozar mientras se tocaban las pollas a punto de estallar ….

Berlín dijo: lleváis en total seis o siete … seguimos, no? Vino Nairobi me soltó y me dijo: ahora quieres hacerlo a cuatro patas, no? Es que te leo la mente …

Me di la vuelta y elevé el culo en pompa. Enseguida noté una polla penetrándome. No se quien era, quizás uno de los becarios, pero no me duró ni un minuto y empezó a correrse gritando y lanzando una gran cantidad de leche, un chorro que parecía no parar y me iba rezumando por el coño más y más y bajando por las piernas … Suerte que enseguida noté que una polla nueva que me penetraba. Era bastante más gruesa, pero con tanta lubricación entraba bien y me encantaba sentirla tan apretada entrando y saliendo de mi coño desde atrás. Pensé “ahora quiero a la vez una polla follándome en cada uno de mis tres agujeros”.

Berlín, otra vez como si hubiese hablado en voz alta o me leyese la mente, abrió la puerta de cristal y dijo: “venga, animaos chicos, necesitamos ahora mismo, urgentemente un par de voluntarios más para Violeta, que se muere de ganas por ser follada a la vez por los tres agujeros. Aquellos que cada día la miráis y pensáis, “que buena está, me la follaría … ” o que os embobais mirando el bulto de los pezones duros que no consigue disimular, tenéis ahora la ocasión de follárosla. El primero por el culo, el segundo por la boca.”

Lo que no dije en voz alta ni nadie adivinó fue que en realidad también habría querido que viniesen todos los demás y acabaran de tocarse sus pollas a mi alrededor, mucho más cerca, y notar como se iban corriendo sobre mí, regándome bien con su leche caliente, en las tetas, en el coño, en el culo ... mmm

No quise mirar quienes serían los dos que venían, no me importaba, sólo me interesaban sus pollas, sí, uff, mucho. Yo seguía a cuatro patas y uno de ellos se me puso debajo y me penetró por el coño -reconocí la polla gruesa- , quedando el agujero del culo expuesto y preparado para ser follado por el segundo, de pie, desde atrás. Le dije que con cuidado al principio y mucha lubricación y que cuando estuviese dilatada me follase bien fuerte. Finalmente, note en mis labios una polla muy mojada y caliente y la absorbí … qué hambre de polla me había entrado. Con los tres agujeros bien rellenados acompasé mis movimientos a los de las pollas y me fue inundando por todo el cuerpo una sensación de placer intenso que hacía desaparecer toda la demás realidad … era delicioso sentir como entraban y salían del coño y del culo y de la boca y se multiplicaba el gusto de hacerlo por separado … uff … nunca había sentido nada igual ... Me corrí yo bastante rápido, un orgasmo larguísimo y muy intenso palpitando contra las dos pollas que me llenaba totalmente hasta el último de mis rincones del coño y del culo … uff.

Paré unos segundos para recuperar el aliento. Berlín vino con un caja grande y dijo “es un regalo para ti, creo que es lo que necesitas ahora”. No tenía ni idea de qué me estaba hablando, no recordaba ni donde estaba. En la caja había un arnés de cuero negro con una gran polla que por el tacto y la flexibilidad parecía de verdad. Me encantó y sentí renacer la excitación. Me puse el arnés mientras una descarga eléctrica recorría mi interior, desde el clítoris hasta los pezones … Me toqué la polla y casi la sentía como parte de mi cuerpo. Ahora iba a follarme a una tía y a hacerla correr con mi polla. Berlín trajo a Paula.

Le dije: estírate y abre las piernas. Dijo: sí, Violeta, quiero que me folles duro con tu poderosa polla … Me puse a cien. Apoyé la punta de mi polla en los labios de su coño y moviendo las caderas se la fui metiendo muy poco a poco mientras miraba su cara. El coño se iba abriendo y ella se mordía el labio inferior … Dijo: por favor, Violeta, estoy muy caliente, méteme toda tu polla y muévete rápido, quiero correrme . Dije: espera, espera, y seguí muy despacio, milímetro a milímetro hasta la mitad y entonces de golpe se la metí hasta el fondo hacéndola gemir y empezé a a moverme rápido y duramenre como si quisiera partirla en dos. Aunque la polla era gruesa entraba de maravilla … Paula tiraba la cabeza hacia atraś y ponía los ojos en blanco mientras asomaba la punta de la lengua hacia su labio superior y decía: “me encanta tu polla, Violeta” y suspiraba “ohhh que bien me follas …. sigue, sigue, más rápido, más fuerte ….. ahhh me corroo me corro rrrooo” . Saqué la polla empapada, despacio, mirando su coño abierto que aun se estremecía y su cara de placer …

Me había encantado la experiencia…. Y quería más. Le di la vuelta y le levanté el culo, de manera que el coño y el ano quedaban expuestos e insinuantes, como diciendo fóllame. ¿Te gusta por el culo, Paula?, le pregunté mientras le acariciaba el clítoris por detrás. Dijo “Sí, despacio al principio, con cuidado, me gusta mucho ….”. Cogí ese bote de lubricante que había aparecido por arte de magia y puse una buena cantidad sobre su culo y en mi mano. Le metí el dedo índice por el culo, despacio, con suavidad, haciendo presión en círculos contra los laterales … Paula se estremecia y se movía rítmicamente adelante y atrás …. Notaba como se iba dilatando cada vez más…. Le metí dos dedos …. los fui abriendo poco a poco, mientras seguía jugando con su clítoris hinchado, era tan grande que parecía un pequeño pene de tres o cuatro centímetros como los clítoris gigantes que había visto alguna vez por internet … uff …. Le metí la punta de la polla, apenas medio glande, con mucho cuidado, y ella empujaba hacia atrás queriendo más ...y fui apretando un poco y dejando que entrase hasta que le metí toda la polla por el culo, cogiendo sus tetas desde atrás y pellizcando sus pezones… ahora estaba totalmente abierta y pude follarla como yo queria, metiendo y sacando mi polla cada vez más rápido y más fuerte … Paula tambien seguía moviendo sus caderas acompasadamente con mis embestidas mientras gemía y suspiraba de placer “ahhh violeta me encantra tu polla, no pares ….”. Empecé a notar que le llegaba el orgasmo y sin sacar la polla me incliné hacia atrás para verla en el agujero de su culo, que de pronto empezó a contraerse muy rápido mientras ella gritaba de gusto. Después de cinco o seis intensas contracciones se dejó caer y se la saqué viendo como el culo y el coño le seguían palpitando ...

Vino Berlín y me dijo: te ha gustado el regalo, amor?

Ha sido fácil de organizar. Todos tus compañeros han estado muy contentos de participar. El noventa por ciento de los hombres y más de la mitad de las mujeres … Ya te dije que casi todos se te querían follar …

Le dije: te reconocí cuando abrí el paquete con el arnés, amor. Tenías razón … Gracias… ha sido increíble … pero ahora cuando lleguemos casa voy a querer probar mi polla contigo, así que vete preparando.