Las fantasias de mi novia (3)

Llegó el momento de cumplir lo que mi novia deseaba.

LAS FANTASIAS DE MI NOVIA III

Eran casi las 22.00 hs. cuando sonó el portero anunciando que mi secretaria Sandra y su compañía habían llegado. Durante la semana, habíamos estado charlando con mi novia sobre lo que había sucedido en la oficina, y ella seguía "afectada" por los acontecimientos. Realmente nunca pensó que sus fantasías se hicieran realidad. Estábamos en mi casa, así que yo había preparado todo para ese tan esperado encuentro. María estaba preciosa, como siempre. Con un vestidito negro, corto, y un enorme escote en la espalda, que dejaba ver casi el comienzo de la cola. Sandra apareció con una minifalda blanca y una remerita que dejaba adivinar sus pequeñas y hermosas tetas. El flaco que la acompañaba (su novio), era un tipo muy simpático (cosa que comprobé después), alto, moreno, con el cabello largo y desordenado.

Desde el momento que se hicieron las presentaciones, sentimos que había "piel", por lo auguré sería una noche muy especial. Después de cenar muy animadamente, María y Sandra fueron a acomodar las cosas en la cocina, mientras nosotros preparamos unas copas y poníamos música sensual (entre ella, la de Joe Cocker "déjate el sombrero puesto") De pronto, notamos que el volumen comenzó a subir y vimos entrar a Sandra, bailando sensualmente. Se movía despacio, muy cadenciosamente, buscando con la mirada nuestra aprobación. Su novio (Esteban) la miró divertido, incitándola a que continuara. María entró en el living al compás de la música, y se unió a Sandra en el juego de movimientos. Parecía una competencia donde dos hembras querían mostrarnos de lo que eran capaces cuando se proponían calentar a sus hombres. Lentamente, comenzaron a hacer un hermoso streap-tease, mientras se rozaban lujuriosamente, lo que hizo que pronto nos uniéramos a ellas pero con un detalle: Les vendamos los ojos con unos pañuelos. Las hicimos girar desordenadamente, y comenzó el juego: María se puso de espaldas a mí (...no se si lo sabría), y mientras frotaba su culo contra mi pija (a esas alturas al palo), intentaba tocar a alguien.

Mi secretaria hacía lo mismo con su novio, mientras hacía volar sus manos. Nuestro baile nos llevó a acercarnos lentamente, y como yo le acariciaba las tetas a mi novia, Esteban le metió la mano a Sandra entre las piernas por detrás, mientras miraba a María. Hice lo mismo, y cuando Esteban le empezó a tocar las tetas a su novia, hice que la mía se adelantara para quedar pegada de frente a mi secretaria, mientras mis dedos, jugando en la concha de María por detrás, comenzaron a tocar el tajo de Sandra también. Ellas empezaron a besarse, a jugar con sus lenguas, mientras yo les tocaba la argolla a las dos con la misma mano.

Las ocho manos danzaban explorando nuestros cuerpos. Esteban, muy caliente, dejaba que María (...entregada), le tocara la pija ya al palo. Estábamos volando, y sus conchas eran un mar de jugos que reclamaban lengua y pija con desesperación. Arrastré dulcemente a las chicas hasta la alfombra, quitándoles las vendas, y María se arrodilló para bajarle el pantalón y prenderse de la berga de Esteban. Despacito, le abrí las piernas a mi novia, le saqué la tanguita y comencé a chuparle el clítoris, muy despacito, e hicimos un círculo sobre la alfombra: María le chupaba la pija a Esteban; Esteban le comía la concha a Sandra; Sandra se tragaba mi pija, y yo le lengüeteaba la argolla a María. Ella gemía, se desesperaba y empujaba mi cabeza para que le clavara la lengua y no me perdiera ninguno de sus orgasmos, que me llenaron la boca obligándome a tragarlos. Mi novia, siempre exprimiéndole la pija a Esteban, se levantó ofreciéndome el culo para chuparla mejor.

Como no podía apartar mi verga de la boca de mi Sandra (...ella no me dejaba), me incliné para poder meterle los dedos a Maria, quien comenzó a moverse entre gemidos de placer. Como Esteban estaba a punto de acabar, sacó su verga de la boca de mi novia, y muy despacito la acomodó para devolverle gentilezas. La inclinó contra el bargueño, le separó delicadamente las piernas, y comenzó a chuparle el culo de una manera impresionante. María casi gritaba de placer, mientras yo cambiaba tajo por tajo y Sandra me pedía lengua. POR FAVOR!! –gemía- NO PARES DE CHUPÁRMELA!!! ME VOLVES LOCA DE PLACER!!!! María iba por el décimo orgasmo de lengua, cuando se dio vuelta, lo agarró de la pija y lo llevó hasta la mesa, se sentó sobre ella, y abrió las piernas apoyando una en cada silla mientras le reclamaba que la cogiera. El pedido no se hizo esperar. El flaco la alzó un poquito, le dio la última lengüeteada, la recostó con mucho cuidado, y apoyándose cada pierna sobre sus hombros, le clavó la berga hasta los huevos. María estaba en el cielo. Gemía mientras acababa como una loca.

Mientras el flaco la cogía, ella me miró y me exigió que me acercará. Mi secretaria estaba ojerosa y agotada de tanto acabar, así que me permitió que dejara de chuparla, para arrimarme a mi novia. El flaco bajó las piernas a María, la tomó por la cintura, se dio vuelta y se sentó sobre la mesa sin soltarla. Entonces, la empujé delicadamente para que apoyara sus tetas sobre el pecho de él. Como quedó hermosamente expuesta, le metí la lengua en su agujerito y comencé a masajeárselo mientras ella deliraba. Lentamente, le apoyé la cabeza de mi berga caliente, y empecé a moverme despacito... despacito, haciendo que su culo se dilatara, mientras el flaco buscaba acompañarme. Le metí la punta de mi choto, y un gemido entre doloroso y placentero anunció que sentir dos pijas a la vez, una en cada agujero, la estaba matando de placer. Nos movíamos lento... rápido... lento... a la vez y a destiempo, mientras el flaco sentía como los jugos de María le bañaban su verga que estaba como una estaca. Cuando la consideré a punto, de un golpe le enterré toda mi pija dura en el orto, haciéndola lanzar un grito.

No sé cuantos polvos se echó, pero cuando el flaco me pidió cambiar de posición, ya que él también quería hacerle el culo, ella pidió unos minutos para reponerse porque estaba a punto de desmayarse. Creo que le bajó la presión, así que le traje un poquito de mi whisky para que se repusiera. A todo esto, mi secretaria se había vuelto a calentar mirándonos coger a mi novia y poniéndose de rodillas, nos manoteó las pijas para chuparlas alternativamente. Luego se levantó despacito, y haciéndole una tremenda paja a su novio, me ofreció el culo. Como recordarán, en la fiesta que habíamos improvisado en mi oficina, ella se deliró mientras le chupaba la concha a María y yo le hacía el culo.

Bien... ahora ella reclamaba las dos vergas a la vez, pero a diferencia de María, ella quería que yo la cogiera mientras ella le hacía una paja oral para sacarle toda la leche a su novio. Y así fue. Se clavó la pija de Esteban en la boca (como hizo aquella noche conmigo), y yo la empecé a coger por la concha primero, y por el culo después. En un ratito de movimientos, el flaco dio un alarido y un chorro de espesa leche le llenó la boca a Sandra. Mientras se la tomaba, me moví mas violentamente y le llené el orto con un polvo que casi me parte en dos. Por unos momentos, nos quedamos inmóviles de cansancio, extenuados. Mientras las chicas iban al baño, nos servimos otro whisky y entre sonrisas comentamos la experiencia. Esteban me dijo que se había quedado con ganas de hacerle el culo a María, por lo seguimos charlando sobre las posibilidades. Como el tiempo pasaba y las chicas no volvían, nos extrañó por lo que fuimos a buscarlas. Estaban adormecidas en las reposeras del parque, junto a la piscina. La noche era cálida y el cielo mostraba su gama de azules profundos, bajo una pirotecnia de estrellas.

Me acerqué a María, y le acaricié dulcemente los pechos. Me miró con pasión. Entonces me besó y agarró con firmeza hasta ponérmela dura. Me sentó en su lugar y se subió de frente a mí para metérsela hasta el fondo. - Ahora me toca a mi! –me dijo-

Mientras me cogía, me recostó sobre la reposera levantando su hermoso culo mirándolo al flaco de reojo. Él empezó a hacerse la paja, pero ella lo atrajo para chupársela. La lamía y la rodeaba con su lengua, mientras que con la mano le hacía movimientos rapidísimos de arriba a abajo. Cuando la sintió al mango, se la sacó de la boca y le dijo que se la pusiera. Esteban estaba a mil, pero en lugar de meterle su choto en el orto, se lo metió en la concha también. Esto hizo enloquecer a María, que empezó a gritar de placer. Las dos pijas en la concha!!! No lo podía creer! Estaba como loca y empezó a tener un orgasmo tras otro como si fuera una máquina. Para mí era una experiencia totalmente nueva, pero sentir esa berga caliente frotándose contra la mía, me llevó a punto de acabar. Entonces, cuando Esteban vio que ella estaba lista, la sacó de su concha y de un solo empujón se la enterró en el culo. Así la cogimos como 20 minutos. Lento...

fuerte... lento... mientras yo sentía como cada orgasmo de mi novia me bañaba hasta los huevos. Como Sandrita se había quedado al margen, la invité a que viniera. Ella se estaba haciendo otra paja mientras nos miraba, así que abrió las piernas para sentarse sobre mi boca y entregarme su mejor orgasmo caliente entre espasmos. Entonces, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, le acabamos a mi novia entre gritos, llenándole el culo y la concha de leche hasta la garganta.

Y así... agotados, nos dejamos caer sobre el césped buscando aire y recuperar fuerzas. Todos estábamos más que satisfechos, por lo que luego de darnos una ducha, nos abrazamos cada uno a su chica, y nos fuimos a dormir hasta la tarde. Luego de desayunar fuerte, nos despedimos. Sí... las fantasías de mi novia estaban cumplidas.