Las esposas programables: epílogo
Mónica no finalizó su relación con su vecino tras la experiencia. ¿Alguien quería saber qué era la rosa azul?
Había pasado más de un mes desde que Mónica tuvo la experiencia con su vecino. Las marcas de su cuerpo desaparecieron completamente a los pocos días, y pudo volver a vestir como siempre, y a practicar la natación.
Aún hoy día, seguía despertando alguna noche recordando la experiencia. Entonces volvía a experimentar parte de las sensaciones, usando las esposas programables, durante 30 minutos o más tiempo, y su consolador favorito (consideraba cada euro que gastó en esos artículos como una gran inversión). De hecho, hacía poco, había comprado un segundo set de esposas, que la permitían encadenarse en posiciones más restrictivas todavía.
Aunque, desde la experiencia, siempre se amordazaba. No quería que se repitiera con sus padres en la casa. Precisamente hoy ellos viajaban al extranjero, pero Mónica no se atrevía a insinuarse a Josema. Las veces que le había visto en la escalera, él la había saludado como siempre, como si no fuese nada más que eso, su vecina.
Aquella tarde, ella había ido al gimnasio, y a hacer natación. Vistió un bañador blanco, que hacía un precioso contraste con su piel morena, en general, favoreciendo las preciosas curvas de la chica.
Después de hacer varios "largos", al salir del agua, Mónica observó de reojo como dos chicos que también nadaban no le habían quitado ojo de encima. A pesar de sentirse un poco avergonzada, no podía evitar sentirse orgullosa por dentro.
Se dirigió a los vestuarios, y tomó de su taquilla la toalla y el champú, y fue a la ducha. Cuando el agua recorrió su cuerpo desnudo, recordó cómo Josema la había lavado, encadenada a la ducha de su casa. Notó cómo crecía su excitación, y se obligó a cambiar mentalmente de tema.
Envuelta en la toalla, regresó a los vestuarios. Aquí, lo primero que observó fue las sonrisas de otras chicas que estaban allí. Lo segundo, fue que una rosa azul estaba colgando de su taquilla.
Con el corazón latiéndole muy deprisa, la tomó. Era muy bella, y olía muy bien. Abrió la taquilla, y encontró un sobre.
Sin poder esperar más, se vistió a toda prisa. Tomó su auto, y regresó a casa. Aquí, saludó rápidamente a sus padres, que tenían las maletas preparadas, y estaban a punto de irse. Aunque deseaba leer la nota, tuvo que acompañarlos al aeropuerto.
En cuanto regresó, abrió la nota, muy excitada ante la expectativa de otra relación con josema.
Hola preciosa.
Se que tus padres no van a estar ni hoy ni mañana, pues vuelven a viajar.
¿Quieres repetir lo que ocurrió hace un mes? La respuesta es solo tuya. Si eliges no, no volveré a molestarte ni a proponértelo.
Si decides que sí, estas son las instrucciones.
Exactamente, hoy a las 10 de la noche seguirás todos estos pasos.
Primero, haz una llamada perdida a mi celular. Así sabré que deseas hacerlo.
Enfrente de la barra de tu habitación, quiero que coloques tu ordenador portátil. Te he mandado un link de Internet, en el que pasan continuamente videos de bondage y sumisión.
Toma el consolador de plástico, y amordázate, igual que la última vez. Toma dos pinzas, iguales que las que usamos, y colócatelas en los pezones. Entonces, activa el link de Internet, y empieza a ver los videos. Puedes masturbarte, pero tienes prohibido correrte hasta que yo te de permiso.
Cuando estés muy excitada, quiero que uses tus esposas para encadenarte, ponlas a 8 horas. Encadénate de forma que no puedas girarte, mirando directamente a la pantalla. Usa tu vibrador a la velocidad mínima, el cual, como sabes, no te permitirá correrte.
Yo llegaré durante la noche si sigues todos estos pasos. Si no realizas alguno de ellos, no volveremos a repetir estas experiencias.
Con cariño
José Manuel.
Releyó la nota varias veces. Le costaba pensar, y estaba muy excitada. Pero tenía bien clara su respuesta.
Llamó a sus amigas, y canceló la cita que tenía para esta noche. Decidió no mentir completamente, y les dijo que un amigo venía a visitarla. Evidentemente, como amigas que eran, todas insinuaron si se trataba de algo más que un amigo.
Pasó toda la tarde muy nerviosa. Hasta que comenzó a prepararse. Cenó comida de fácil digestión, y un café bien cargado. Decidió hacer todas sus necesidades, para evitar problemas más tarde.
A continuación se duchó, perfumó y se vistió. Josema no le dio detalles, así que se vistió "para matar". Un tanga blanco, sin sujetador. Escogió un vestido rojo precioso, el cual tenía una mini falda ajustada que le hacía un trasero muy bello, mientras que la parte de arriba no tenía tirantes: se aguantaba únicamente debido a lo ajustado del vestido, y al volumen de sus pechos. Para cerrarse, tenía una pequeña cremallera que lo cerraba totalmente, el costado izquierdo de Mónica, que quedaba escondida bajo un pliegue de tela. En otras palabras, era muy fácil de quitar, incluso si ella estaba atada de manos y pies.
Se miró una última vez al espejo. Estaba realmente bella.
Fue a su cuarto. Colocó el ordenador frente a la barra, y dejó preparados todos los utensilios.
A las diez en punto, hizo la llamada perdida a su amo. Tomó las dos pinzas, y descubrió sus senos. Los masajeó un poco antes de colocarse la primera pinza. Un agudo dolor la hizo morderse los labios. Acto seguido, colocó la segunda. Tuvo que contenerse para no quitárselas al momento, hasta que el dolor pareció remitir ligeramente. Una vez se calmó, volvió a cubrir sus pechos con el vestido. Las pinzas abultaban debajo de la tela.
Entonces, tomó el consolador, se lo introdujo en la boca hasta el final, y lo aseguró en ella con cinta adhesiva.
Activó el link. Por la pantalla pasaron imágenes y videos de bellas mujeres siendo sometidas a bondage y sadomasoquismo, siendo cogidas por muchos hombres, e incluso por máquinas
La chica se excitó rápidamente. Acarició su sexo poco a poco. Tomó el vibrador, y haciendo a un lado el tanga, se lo introdujo.
Empezó a jugar con las velocidades, mientras se acercaba cada vez más al orgasmo. Cuando estaba a punto de correrse, se tuvo que obligar a detenerse, y poner el vibrador a la mínima velocidad.
Así, con un orgasmo a las puertas, fue a la barra, programó ambos juegos de esposas a ocho horas.
Y ella no lo dudó. Encadenó su mano izquierda a un extremo de la barra, y lo mismo hizo con su derecha. Como siempre, todas sus sensaciones se incrementaron: la vibración en su sexo, el dolor de sus pechos, los sonidos e imágenes de la pantalla y su indefensión.
Allí, simplemente, aguardó.
Josema recibió con agrado la llamada de su esclava a las 10 en punto. Pero no podía bajar todavía, aunque lo deseaba. Debía hacerlo bien.
Salió de fiesta con sus amigos. Bebió, bailó, y cortejó a alguna chica durante la noche. Finalmente, a eso de las 4, el pub cerró. Sus amigos le propusieron ir a algún otro lugar, pero Josema lo rechazó, diciendo que estaba cansado.
Llegó a su casa a las 5am. Recogió las llaves del piso de Mónica, y bajó a visitar a su vecina.