Las esclavas de Gerome

Cuatro exitantes obras de un pintor particular. (incluye imágenes)

No deja de ser curioso como Jean-Léon Gerome (1824-1904), uno de los pintores orientalistas franceses más famosos, ha retratado el esclavismo en su obra. Viajó por Egipto, Turquía, Grecia, Palestina, España, Argelia, Italia y por toda Mesopotamia y retrató rasgos importantes de la cultura presente y pasada de algunos de estos países con un tremendo sentido de la plasticidad. Tiene obras muy importantes por todos los museos del mundo. Sin embargo, me gustaría comentar cuatro de ellas en particular, comentarlas desde la perspectiva de la humillación en la que se encuentran las mujeres de estas pinturas, y por supuesto sin ninguna intención de analizar en profundidad ninguna de ellas, pues carezco del bagaje para hacerlo y además no tendría ningún sentido. El caso es que Gerome retrata a la perfección y de forma muy excitante la esclavitud en estas obras.

La primera de ellas se sitúa en un mercado de esclavos de la Roma antigua. Como bien sabemos, los esclavos y las esclavas no tenían ningún tipo de derechos y eran expuestos y expuestas para su venta como animales, como carne sin vida, como frutas en el mercado. Para ello, eran completamente desnudados, e incluso a veces depilados. Aquí observamos como, mientras el mercader azuza a la multitud a competir por la bella esclava desnuda que se exhibe en las tablas, esta joven y voluptuosa mujer se cubre la mitad de la cara avergonzada, mientras que a su lado vemos dos jovencitas igualmente desnudas, una de ellas una niña aburrida que parece no entender lo que ocurre. Es excitante el gesto de desamparo total de la mujer que se encuentra de pie, al igual que el gesto de horror de la jovencita mayor. El mismo cuadro desde otra perspectiva podemos encontrar en la siguiente lámina, en la que apreciamos a la esclava en venta de espaldas.

La excitante colección continúa con otros dos cuadros casi idénticos, esta vez ambientado el primero en el mundo árabe y el segundo parece ser que sigue en el de la Roma clásica. En ambos una esclava, por supuesto completamente desnuda y en los dos depilada, es expuesta ante un comprador que la "prueba" de forma humillante mirando el estado de sus dientes, como si fueran dos caballos. Esta vez las caras de las esclavas no parecen reflejar nada: son dos autómatas acostumbradas a su situación, a la sumisión constante del objeto en venta.

¿Sería Gerome, como tantos de nosotros, un apasionado de la sumisión humana? ¿Le excitaría pintar aquellos cuadros? ¿Para quién los pintaría? ¿Quiénes serían sus hermosas modelos?