Las esclavas de Amo Lobo

El despertar de un amo... ellas lo convierten en su Dueño y Señor.

Siempre he pensado que en una pareja deben tener cada cual su espacio sin que repercuta en la relación. Dicho esto contare como conocí a Linda, la primera sumisa y la que me enseñó a vagar por este segmento del mundo del sexo.

Mi relación de pareja funcionaba perfectamente en todos los aspectos, pero sentía como si me faltara algo, como si mi interior pidiera imposibles. Siempre me comportaba de manera seductora cuando trataba con cualquier mujer sin ningún animo de ir a más. El flirteo era un "deporte" que desarrollaba con alguna frecuencia.

Cierto día curioseaba por unos grandes almacenes (bastante famoso) y terminé en la sección de discos. Mi aspecto a los 33 años no era de un hombre "moda", mas bien parecía un viejo rokero; llevaba mis tejanos con camperas, camiseta negra y mi gastada chupa de cuero, ah! Y mis ojos siempre tapados con gafas oscuras. En un momento dado mi vista se posó en un culo de impresión, tapado con un vestido de tela liviana y con una caída que contorneaba las piernas de la susodicha visión y dejaba ver unas pantorrillas seductoras. Me acerque con disimulo visualizando a la espléndida mujer con un cuerpo que llamaba la atención de todo macho que la veía. Me fije en su cara y comprobé que era una mujer ya mayor, a pesar del maquillaje se le denotaban las arrugas que deja el paso del tiempo, calculé que debía tener cuarenta y algo. Me dirigí al otro lado del expositor de discos quedando frente por frente de ella tan solo separados por el expositor a la altura de nuestros torsos. La miré levantando las gafas y sonriendo y ella me devolvió la sonrisa y comentó:

_ Por tu aspecto no hubiera pensado que te gustaba ese tipo de música...

Lo inmediato que hice fue darme cuenta que estaba en la sección de música folklórica, me subió el pavo a la cara y estalle en una carcajada que llamo la atención de todos. Ella también rió y me dio pie a seguir con mi flirteo. Subimos a la cafetería del centro comercial y entablamos una animada conversación.

Me contó que estaba casada sin hijos y que vivía con ellos su madre. Eran de origen irlandés y hacia 20 años que estaba en España. Mientras hablábamos me di cuenta que el vestido se le había subido algo por encima de las rodillas y que sus piernas no estaban cruzadas como es habitual en casi todas mujeres.

Varias veces mi vista bajo a admirar los interiores que se vislumbraban entre sus piernas y ella me hizo notar:

  • Te gusta lo que ves?- Con una sonrisa pícara y voz llena de sensualidad. No me corte en absoluto y le respondí:

  • Lo prohibido siempre me atrae... Y tú eres de lo mas prohibido que me he encontrado hoy. Acompañé mis palabras con una sonrisa malévola y un guiño de ojos. En esos momentos sentí como la conversación derivaba por derroteros mas íntimos y no empezamos a contar aspectos de nuestra vida sexual. Ella decía que los hombres que mas le atraían eran aquellos que podían dominarla con una sola mirada; de carácter fuerte. Yo pensaba para mis adentros como una mujer tan segura y tan llena de orgullo de si misma podía pensar de esa manera, la veía mas como come hombres que como una dócil hembra que se deja guiar... ¡Qué equivocado estaba! Me habló de su marido como un hombre sin personalidad fuerte y muy dulce, casi rayando el almíbar. Ella me confesó que siempre había tenido aventuras que, de alguna manera, le ayudaban a desarrollar sus instintos.

Me di cuenta que la suerte estaba echada y tenía al alcance de mi mano una aventura que prometía mucho. Linda me invito a que la acompañara a almorzar, estaba sola y le apetecía seguir esta conversación tan tórrida. Ni que decir tiene que acepté encantado sintiendo un cosquilleo que me subía por la columna vertebral.

Subimos a su todo terreno y me relajé dispuesto a tener una experiencia que vislumbraba con alto contenido erótico. En el camino no pude dejar de admirar sus piernas que al sentarse la falda había dejado a la vista. Ella no dejó un solo momento de hablar de sus experiencias, pero al escucharla yo sentía como si se guardaba algunos detalles en el tintero. Al poco rato llegamos a una urbanización de casas unifamiliares, cosa que me extrañó al máximo pues no sabia que hubiera ningún restaurante por esa zona.

-Almorzaremos en mi casa, si no te importa... No me gusta dejar a mi madre sola mucho tiempo...- Esa frase me puso a cuadros , todas las expectativas que tenían se disolvieron al instante y la mediana erección que portaba desapareció. Ella como percibiendo mi defraudación continuó...

  • Mi madre es mucho mas que una amiga, ya veras...

Entramos en una casa señorial decorada con un gusto practico y a la vez exquisito. Dentro nos encontramos con una señora aparentando unos sesenta y tantos, vestida con gran elegancia y estilo muy moderno; quizás excesivamente moderno para esas edades. Linda se dirigió a ella y tomándole la mano y con la cabeza agachada en extremo, y depositó sus labios dando un ligero beso a la anciana. Me presentó como un amigo que había conocido recientemente. La señora me dio dos besos en las mejillas y con una gran sonrisa me saludó, mientras a su hija le dirigía una mirada sin atisbo de sentimiento alguno.

Pensaba yo para mis adentros lo raro de esa relación y más cuando ella me había dicho que su relación era de mas que amigas...

Una sirvienta enfundada en un negro uniforme y para mi gusto excesivamente teatral, sirvió la comida. En la mesa estábamos sentados formando un triángulo hipotético de manera que los tres nos podíamos mirar a la cara perfectamente. Durante la comida solo escuché las palabras de la anciana, Linda comía y mantenía la cabeza agachada y solo levantaba la vista para mirarme a los ojos y sonreírme como una niña mala. En un momento dado me pareció intuir una mirada de la madre a Linda, una mirada algo extraña que me dejo pensativo un instante. Llevaba a mi boca la comida cuando sentí algo en mi entrepierna y di un respingón. Me di cuenta enseguida que era el pie de Linda que se había postrado en mi sexo y lo mantenía dando pequeños movimientos. Ella no levantaba la vista del plato y su madre sonreía con cierto deje de malicia. Al poco rato ya tenía una erección que pugnaba por salir de su encierro. Y como con descuido la anciana dijo:

-Espero que la zorra de mi hija te haya calentado lo suficiente...- Me atraganté y tosí sin saber que decir, pero no hizo falta hablar, la anciana solo dijo una cosa mas...

-Zorra, ya sabes lo que debes hacer! –Sonó como la orden de un sargento a un soldado. De inmediato, Linda se levanto de su silla y se metió debajo de la mesa.

Yo alucinaba, no sabía donde meterme, pero me quedé quieto a esperar los acontecimientos. Linda descalzo un pie de su madre y chupó los dedos acariciando con su mano el empeine de la vieja. Mientras no dejaba de hacer, con una mano se dispuso a desabrochar mis pantalones con cierta dificultad por supuesto. Consiguió abrirlos y acaricio mi pene por encima del slip y con cierta parsimonia fue acercando el pie de su madre a mi entrepierna. Dedicó unos minutos, que me parecieron eternos, a masajear mi pene con el pie de su madre. La anciana solo dejaba ver una sonrisa satisfecha en su cara, ya no decía nada.

-Sal de ahí perra! –Gritó la vieja sobresaltándome una vez mas.- enseña a tu invitado lo puta que puede ser. Linda salió de bajo la mesa y mirando a mis ojos con la cabeza levemente agachada me indicó que la siguiéramos. La madre se cogió a mi brazo y Linda nos guiaba a algún lugar que yo desconocía...

-Hoy vas a tener la oportunidad de conocer algo que te marcará... –Decía la señora mientras nos encaminábamos por unas escaleras a un piso inferior. Entramos en una habitación cerrada bajo llave.

-Esta sala es mi rincón preferido-dijo la anciana.

Las paredes de la sala se presentaban desnudas, no había cuadros ni adornos de ningún tipo. Solo al fondo en una de las paredes colgaban un par de cadenas. En el centro de la sala había una mesa estrecha y alargada, de un metro por treinta centímetros aproximadamente, las patas sobresalían en su base como dos palmos más. En un lateral había un sofá de piel negra donde me condujo la señora invitándome a sentar. Linda se dirigió a su madre y poco a poco fue quitándole la blusa dejando a la anciana en sujetador. La mujer debió ser un monumento aun se veía con agrado el porte de sus senos y apenas su cuerpo dejaba ver algún leve pellejo. Linda continuo quitando los pantalones a su madre y cualquiera que hubiera visto a la vieja, no hubiera pensado en los años que tenía. Tenia e culo algo caído pero de vista agradable. Se cubría con una bragas de encaje negro y unas medias sujetas a la pierna con elástico de silicona. Linda trajo unas botas acharoladas de color negro con visera por encima de la rodilla y tacón largo y muy fino y las colocó en los pies de su madre. A todo esto yo estaba estupefacto, con mi pene duro pero sin poder decir o hacer nada, solo mirar.

Una vez terminó con su madre, Linda se despojo del vestido quedando en tanga y sujetador. Era una hembra total, rezumaba sensualidad por todas las líneas de su figura. Su madre cogió una fusta de una repisa, y levantándola le indico hacia sus pies. Linda se colocó de rodillas sentando su culo en los talones y comenzó a besar las botas de su madre; mientras la vieja paseaba la fusta por la espalda y glúteos de Linda rozando su piel tan apenas. En un momento dado se oyó restallar la fusta contra el culo de Linda y salir de su boca un gemido; pero linda no dejaba de besar los pies de su madre. Mi cuerpo se tensó y una sensación de furia me embriagó. Los golpes de la fusta contra el culo de Linda siguieron sin que se oyera mas q los leves gemidos salir de su boca. La vieja me miró diciéndome:

  • ¿Te gustaría tener una zorra así a tu disposición?

-Una no...-Le respondí con toda la mala leche que salía de mí. – Tendré dos zorras! Me oí a mí mismo decir. Acto seguido me acerqué a la vieja y le quité de las manos la fusta. Con cierto odio incontenido, la cogí de la muñeca y le di la vuelta dejando delante de mí su espalda y culo. Mi mano movió la fusta haciéndola restallar en la parte trasera de sus muslos varias veces. Linda miraba enmudecida, pero la vieja no alentaba tan siquiera. Cuando le aventé dos fustazos en el culo la mujer exhaló un gemido de satisfacción. La verdad es que me dejé llevar por mis mas bajos instintos y quería castigar a la anciana por lo que había visto hacer a mi amiga.

-Ahora la zorra eres tu , vieja.- le dije con la voz mas perversa que pude sacar.- y vas a ser mi puta para lo que quiera yo. ¿Has entendido?

La mujer contestó con un leve gemido que si, pero yo la conmine a que lo repitiera alto y claro. Asó lo hizo por cuatro veces. Entonces me vi diferente, me sentí otra persona en mi cuerpo.

-Linda, échate en la mesa.- dije sin dejar de mirar a la madre.- Tu, zorra... vas a pagar lo que le haces a tu hija.-a cogí de los pelos y la acerque entre las piernas de Linda.

-Vas a dar el placer que le has robado a tu hija, perra... haz gozar a tu hija!!-Me oí gritar.

De rodillas en el suelo y entre las piernas de su hija, empezó a manosear la entrepierna de Linda. Le di un par de fustazos en el culo diciendole que se esmerara mas en su misión. Apartó el tanga a un lado y metió su boca en el coño de Linda comenzando a lamer y chupar como una poseída. Linda gemía esta vez de placer y con sus manos masajeaba los senos por encima del sujetador incidiendo en pellizcar sus pezones.

Yo con una erección de caballo, me acerque al lado de Linda y bajando mis pantalones le acerque mi pene a su boca. Linda supo lo que tenia que hacer y engullo como una loba el mástil de carne devorándolo con pasión y furia. Desde el sitio veía como la vieja seguía afanada en su trabajo y de vez en cuando le daba con la fusta mas flojo en la espalda y hombros. Linda estalló en dos o tres orgasmos con mi polla en su boca y su coño en boca de su madre. Las hice levantar a ambas y empuje a la vieja sobre la mesa colocándola boca abajo. Sus tetas aplastadas contra la encimera y tanto manos como brazos a los lados de la mesa con la cabeza al aire. Le dije a Linda que atara los brazos y los pies de su madre a las patas de la mesa con unas cuerdas que había en un rincón. (Presumí que ya se habían utilizado para esos menesteres) La vieja tenia el culo en pompa, y aunque la posición era incomoda no emitía ninguna queja la cerda de ella. Le dije a Linda que preparara el culo de su madre para recibir mi leche, y sin preámbulos empezó a chupar el coño que la trajo al mundo y alrededores. Yo fui a la cabecera y cogiendo su cabeza d los pelos la levanté metiendo mi verga en su boca de golpe produciéndole una arcada. La vieja no tuvo que recibir ninguna orden, la muy zorra engullía mi polla y la chupaba a pesar de lo incomodo de su posición. Gemía y gruñía como una perra y eso me ponía a mí a cien... Me separé de ella y fui a su trasero, le indique a Linda que le pusiera el coño a su madre en la boca y mientras la vieja comenzó a chupar a su hija, le ensarte mi pene en su ano de un solo golpe. La vieja dio un chillido que fue apagado por el coño de su hija que siguió chupando habidamente mientras yo entraba y salía de su culo. Mientras la culeaba le daba fustazos en sus nalgas hasta que la piel se quedó granate, yo no aguantaba mas y debía eyacular pronto. Miré a Linda y con la cabeza le indique mi pene, ella se vino a mi lado y arrodillada al lado del culo de su madre abrió la boca esperando el preciado bocado.

Saqué mi verga del culo de la vieja y Linda se tiro como loca chupar y mover su mano por el tronco para sacra toda la lefa acumulada. Yo mientras metía mis dedos en el coño de la anciana y palmeaba ese culo que parecía un gran tomate .

No pude aguantare mucho mas y le solté a Linda tres fuertes lechadas que salieron por la comisura de su boca al no poder tragar todo. Le dejé que se regodeara limpiando mi verga con su boca y al poco la levante suavemente con la mano en su barbilla. Al estar a mi altura le di un beso tierno en los labios y nuestras leguas se unieron en un compás lento y delicioso. Nos vestimos y salimos de la sala dejando a la madre bocabajo en la mesa y atada sin que pudiera moverse, cansada de los orgasmos que habíamos arrancado a ese cuerpo ajado. Linda y yo nos tomamos una copa en el salón y allí continuamos nuestra anterior conversación. Me contó que su madre hacia mas de treinta años que la utilizaba para su satisfacción sexual y lo peor (o mejor) de todo es que a ella le gustaba y disfrutaba de sensaciones y placeres que de una manera habitual no lo hacia con su esposo. La vieja le había hecho pasar por cantidad de circunstancias peligrosas con otros hombres desconocidos y fue obligada muchas veces a ser la puta de algunos en orgías que la vieja organizaba para otras gentes. En definitiva era la esclava de su madre. Su marido apenas pintaba nada en el asunto, como decía ella tenia poca alma y nunca se había enfrentado a la suegra, que lo trataba como un pelele. Me contó que su madre había tenido un trato parecido con la abuela de Linda y que le daba la sensación de ser esta "depravación" algo congénito. Me sorprendió cuando me halagó mi forma de responder en el asunto anterior, y que tenía el carácter que ella buscaba en los hombres; un hombre con determinación, rudo y sensible a la vez. La conversación se alargó, y una cosa llevó a la otra... Al cabo de un rato estábamos follando encima de una silla del salón, ambos desnudos y gozando de una experiencia olvidada por ella hacía mucho tiempo ya. Esta vez la traté como si fuera de cristal, sin dejar de ser yo el que llevara la voz cantante y ella me lo agradeció con un:

-Te siento como mi amo, mi señor, dueño de mi placer y de mi cuerpo.- La besé y nos vestimos nuevamente y no tardo no cinco minutos en abrirse la puerta y entrar un señor con aspecto de antiguo funcionario, regordete con una sonrisa insulsa en la cara y unos ojos vivarachos detrás de unas gafas de montura gruesa. Linda me lo presentó como su esposo y sentí una mano suave sin fuerza cuando nos estrechamos en el saludo. Linda fue clara en toda la situación y le contó todo lo acaecido unas horas antes, la primera sonrisa desapareció para salir a relucir una cara de satisfacción y regocijo. Él con una vocecita como lejana pregunto:

-Y aun esta la vieja en la sala atada?- Le dijimos que si, el hombrecillo se frotaba las manos con nerviosismo y sintiéndome un diablo, le conmine a que la fuéramos a ver. Dicho y hecho, bajamos de nuevo a la sala y al entrar vimos a la madre en su posición emitiendo gemidos entre nerviosos y placenteros. La muy guarra gozaba de estar atada en esa incomodidad. Le dije a Linda como si de una orden se tratara que le sacara el pene a su marido y se lo pusiera en la boca a su madre. Linda obedeció sin dilación y el hombrecillo se dejaba arrastrar por ella. Le puso el pene de su marido en la boca y como en un acto reflejo, la vieja, comenzó a mamar de la verga de su yerno. El hombrecillo le gritaba:

-Chupa vieja zorra! Tenía yo ganas de verte así!

El marido disfrutaba y aprovechaba en retorcer las tetas de la suegra, mientras mi Linda sacó mi pene fuera del pantalón y me lo empezó a masajear. El tío me dijo que quería follarse a la suegra como pidiéndome permiso, a lo cual accedí y en un dos por tres estaba culeando a la mujer que solo emitía quejidos acompasados por los espasmos de sus orgasmos. Mientras apoyé a linda a un costado de la mesa donde estaba su madre y la monte por su ano como si fuera una perra. Ella disfrutaba de la situación mucho mas que yo y ciertamente mi orgullo estaba en sus horas mas altas. Después de que el marido le hiciera a al suegra mil y una perrerías mientras Linda y yo observábamos y hacíamos lo nuestro, dimos por concluida la sesión desatando a la vieja y frotándole los músculos para que volvieran a su estado primitivo. La vieja una vez recuperada se tiro a mis pies y me dio las gracias por haber posibilitado tanto placer en esas horas. A partir de ese momento y por espacio de dos años aproximadamente fui, sin habérmelo propuesto, el dueño y señor de esas hambrientas hembras y con la ayuda de "igor" que así le llame al hombrecillo, iniciamos una etapa donde me vi imbuido en el mundo del D/S.