Las dos vecinas maduras

Muchos pensamientos impuros materializados esa tarde, tal vez demasiados. Dos cuerpos cincuentones para un joven veinteañero. Dos altas morenas, casadas y con muchas ganas de dejarme seco.

Las dos vecinas maduras

Muchos pensamientos impuros materializados esa tarde, tal vez demasiados. Dos cuerpos cincuentones para un joven veinteañero. Dos altas morenas, casadas y con muchas ganas de dejarme seco.

Fue una de mis mejores historias, y aun a día de hoy la recuerdo en alguna ocasión. De esto ya unos cuantos años, pero el recuerdo sigue vivo dentro de mi. Yo vivía con mi familia en un edificio de una bonita ciudad española. La relación con todos los vecinos era la correcta, sin ningún otro sobresalto con nadie en especial. Había un poco de todo, pero mención aparte merecían cuatro personas : Una preciosa jovencita de dieciocho añitos, una chica de veinte muchos, la madre de ésta y otra madurita viciosa de escandaloso cuerpo.

He tenido la fortuna de haber podido conseguir colarme en las más hondas intimidades de estas cuatro mujeres, pero ahora os voy a contar como en un inolvidable día de primavera pude llegar a disfrutar de las dos últimas. Dos mujeres que me dieron el mayor placer concebido para un hombre. Fue mi primera vez con dos mujeres y no la última.

Una de las maduritas se llamaba María, una mujer de bandera, casada y con un niño de unos 7 añitos. La otra tenía varios hijos, entre ellos la chica que mencioné anteriormente. El trato que mantenía con todas ellas era formal, sin una palabra más alta que otra, intentando quedar como unos buenos vecinos, sin más. Ese día todo cambiaría entre nosotros. La otra señora se llamaba Paula, era mucho más bonita que María, pero ésta la superaba en cuerpo.

María era una mujer discreta, vestía de forma clásica, sin muchos aspavientos. Faldas y camisas llenaban su armario en un alto porcentaje pero en ocasiones se atrevía con unos vestidos que le quedaban espectaculares y le favorecían en su figura. Tenia un andar morboso e interesante que particularmente me volvía loco. Paula era más guapa, con unos preciosos y grandes ojos negros, con más kilos que María pero con una dulce voz. Las dos medían cerca de 170 centímetros . Paula usaba ropa más atrevida , sobre todo destacaba por unos fantásticos escotes que no dudaba en enseñar.Tenía menos pechos que María, aunque las dos tenían la misma cantidad, dos.

Tocaba uno de esos días de primavera, en los cuales cualquier mujer se pone mucho más guapa de lo normal. Yo llegaba de estudiar con una amiga, que por cierto está de muy buen ver, y entraba en el portal. En ese instante llegaba María de la compara, eso deduje al verla con varias bolsas. También la acompañaba el niño. Abrí la puerta y esperé para ayudarla a entrar.

"Gracias, vengo cargadísima, como siempre"

"De nada, es lo que tiene ejercer de ama de casa, y con este calor aun peor"

"Vengo sudando y cansada de este niño que es un pesado" Dijo mientras sonreía.

"Espera que te ayudo"

"Gracias, me viene muy bien".

Estaba espectacular pero sencilla. Llevaba una falda azul por las rodillas con una raja que le llegaba hasta poco mas abajo del muslo derecho. Para arriba un top blanco bien apretado que le marcaba todo el pecho. Las dos tetas bien puestas, altas y bien juntitas bajo un sujetador también blanco. Uno de los pezones se le estaba marcando un poquito, luego pude comprobar que era el más grande que tiene, un pequeño defecto que no me produjo ningún inconveniente.

Su hijo iba comiendo un helado y estaba medio llorando por no se que tipo de problema con un amigo. Le abrí la puerta del ascensor y nos metimos en él. Yo llevaba un pantalón de chándal y una camiseta. Mientras subiamos yo no dejaba de mirar de reojo para sus pechos, imaginando lo que podría hacer si tuviera "barra libre" sobre ellos. En una de esas miradas ella me estaba mirando, sonrió y bajó la cabeza.

Fue en ese momento cuando el hijo en un gesto de enfado ensució todo mi pantalón con el helado. El ascensor se paró en su planta. María gritó al niño, y me empezó a pedir perdón.

"Mira como has puesto al chico". El niño seguía llorando.

"No te preocupes, esto se limpia en un momento y luego a la lavadora"

"Espera, pasa un segundo a casa que le paso un paño o algo que luego no va a salir" me dijo María.

"No hace falta, gracias, ya voy a mi casa y lo limpió yo"

"Pasa , pasa, que en nada lo limpio" " Y tu a tu habitación castigado" con voz alta y con aspavientos.

Entré en su piso. María fue hacía la cocina.

"Espera un segundo que voy a coger algo para limpiarte eso".

El niño se fue a la habitación, dejó de llorar. María se fue a la cocina y yo me quedé en el hall de la casa esperando con el pantalón del chándal lleno de helado de chocolate. Intenté quitarlo con la mano lo que pude, pero en ese momento apareció María.

"Deja, deja, que traigo esta toallita que es buenísima para estas cosas".

"No te preocupes" Insistí. "Esto ya salió casi"

"Si estás perdido. Este niño siempre hace lo mismo, es insoportable" matizó enfadado y enérgicamente.

Se agachó y empezó a frotar mi pierna con la toallita que en nada se ensució de chocolate.

"Puff, como te ha puesto. Ven hasta el baño que te voy a dar con otro producto"

"Deja, deja que ya está listo" le respondí.

"Ven hasta aquí, es un momento, como vas a llegar asi a casa".

La acompañé hasta el baño pasando por una habitación grande con una cama de matrimonio y un gran espejo a los pies de la misma. Al llegar al baño, María se sentó en la taza del baño y yo de pie me puso frente a ella.

"Trae aquí que ahora saldrá perfectamente".

Siguió frotando el chándal por la pierna y empezó a subir. Tenía helado de chocolate por todo el pantalón. Se acercó a una zona peligrosa, donde pensé que no iba a tocar pero no se detuvo. Empezó a frotar mi entrepierna con la toallita. La imagen de María agachada con las dos largas piernas a la vista mientras me frotaba la entrepierna hizo que me empezara a excitar. Hice lo que pude para que no pasara a mayores pero era demasiado tarde.

Ella empezó a notar que algo debajo del pantalón crecía y yo no sabía como parar. Intente volver a decirle que ya estaba.

"Parece que ya está".

María hizo como si no me escuchase y siguió frotando. Lo que empezó en una excitación , continuó por una verdadera erección. Tenía la polla dura y el chándal empezó a estirarse y una barra de casi 20 centímetros estiró el pantalón.

"Parece que el problema del pantalón ha cambiado" dijo mientras tiraba la toallita a la papelera y empezaba a bajarme el chándal. Imaginé lo que iba a pasar después, pensé en su marido, en su hijo, en ella, en mi. Me bajó el chándal hasta los tobillos y acto seguido hizo lo mismo con los calzoncillos , pero hasta las rodillas. Agarró mi polla y sin mediar palabra, se la metió entera en la boca. Comenzó a chuparla despacito para ir cada vez más rapido mientras me tocaba los huevos con la otra. Me masturbaba lentamente de vez en cuando. Apartó toda la piel hacía atrás.

"Que bonita polla que tienes. Y que capullo más rosadito. Quién le diera tener esto a mi marido entre las piernas. Y a mi que lo tuviera" Siguió chupando mientras yo no aguantaba del placer que me estaba dando.

"Vamos para aquí" mientras me llevaba a la habitación. Me tumbó en la cama, quitándome el pantalón y el calzoncillo. "No me creo que te esté comiendo la polla, y eso que lo pensé en ocasiones".

Me quedé a cuadros. Se había estado pensando en comermela. Y lo estaba haciendo. Y como lo hacía de bien. Parecía todo perfecto pero sonó el timbre. La erección que tenía se vino debajo de repente como si me hubieses cortado la sangre. Ella dejó de chupar y se fue hacía la puerta. Yo estaba asustado, me levanté y me vestí. Joder, ¿El marido?.

"Hola Paula, pasa , pasa, siéntate en el salón que vengo ahora". Le dijó María a … Paula. Menos mal. Que mal lo había pasado. Pero ¿Cómo salía ahora de su casa con Paula ahí? ¿Y si el próximo en venir fuera su marido?

María entró en la habitación. "Vamos a darle una sorpresa a Paula". Yo no sabía que decía.

"¿Qué? " le pregunté.

"Nada, nada, ya verás que bien lo vamos a pasar" dijo mientras reía.

"Paula voy ahora, dame un minuto que me estoy poniendo algo que acabo de llegar a casa". Se empezó a desnudar delante de mi, se quitó el top blanco y el sujetador. Se volvió a poner el sujetador. Se quitó la falda. Se quitó los zapatos. Y las medias. Con el tanga y el top se puso delante de mi.

"Vamos a darle una sorpresa a Paula, pero será una bonita sorpresa y no se la contarás a a nadie ¿vale? ¿prometido?"

No sabía a que se refería, estaba nervioso y excitado. Esto se estaba yendo de las manos desde hace mucho tiempo. Y todo por un helado de chocolate.

"Voy a ir a junto de Paula, es la vecina del quinto. Es muy amiga mía como sabes. Quiero que te la folles"

Me quedé sin saber que decir.

"Vengo ahora, voy a ir a junto de ella, va a quedar muy muy sorprendida, vengo ahora" repitió.

Salió María de la habitación con el tanga negro y el top blanco y se fue hacía el salón, donde estaba Paula. No pude llegar a escuchar nada en todo el tiempo. Al rato volvió María.

"Ven conmigo, nos vamos a divertir mucho ahora"

Me llevo al salón de la mano, como si fuera su hijo, el hijo que me estaba dando un día para recordar en mucho tiempo. Al entrar al salón me encontré sentada en el sofá blanco de cuero a Paula. Lleva un vestido blanco también con botones en el centro del mismo negros, de arriba abajo. Llevaba el pelo suelto por los hombros y estaba con las manos en el regazo. Y en la cabeza una venda. Una venda que le tapaba los ojos.

"¿Estás ahí María" preguntó Paula.

"Sí, aquí estoy. Mejor dicho, estamos".

"Paula se sorprendió. ¿Estais? ¿Quiénes?.

"Es una sorpresa Paulita" Mientras le contestó se agachó y le dio un beso con lengua. Me quedé todavía más sorprendido. Las dos mujeres que deseaba dandose un beso en la boca delante de mi.

"Te toca" me indicó.

No sabía que me tocaba hacer.

"Venga , Paula está esperando. ¿A que si Paula?.

"Sí, vamos"

Me agaché para darle un beso pero María con unos gestos me dijo que no. Con otros gestos simuló que tenía una polla como yo y me indicó que se la pusiera en la boca.

No me corté e hice lo que quería. Mi polla medio erecta entro en su boca y Paula comenzó a comer lo que le estaba dando. Con una mano me la acariciaba mientras María no dejaba de mirarnos. Paula siguió comiendo algo que cada vez se hacía más largo y gordo.

"Vaya polla más rica. ¿De quién es?"

María no le dijó de quién era, ni tenía pensado decirselo.Yo seguí dandole polla a Paula, mientras María le desabrochó dos botones o tres del vestido.Así me dejaba ver el sujetador azul claro. Yo estaba como una moto. Giré mi cara para ver a María. No me creía lo que estaba viendo. Se había tumbado en el otro sofá y con las piernas bien abiertas se estaba masturbando viéndonos atentamente.

En esta situación yo no tardaría mucho en correrme. María se levantó , hizo que Paula dejará de chuparme la polla , se llevo a Paula a su sofá, se tumbó, abrió las piernas, mando a Paula agacharse y le dio todo su coñito.

"Ahora comeme mi coñito Paula, como haces tan bien".

Paula estaba a cuatro patas comiéndose el coñito de María. Y yo de pie contemplando como dos mujeres casadas, objeto de deseo para mitad del vecindario estaban delante de mi disfrutando del sexo. María me miró y entre gemidos me indicó que fuera hacía ellas. Le levanto el vestido a Paula hasta la espalda y me mostró todo el culo de su amiga. Aparto el tanga azul a juego con el sujetador.

" Juega con su culo , que le encanta. Su marido no la toca apenas y está super salida"

Me agaché y empecé a comerle el culo, a pasar mi mojada lengua por su ano mientras acariciaba sus nalgas. Estaba excitadisimo y no aguanté más. Me puse de rodillas e intenté metersela por detrás. En uno de mis intentos logré poner la punta dentro de su ojete. Ella gritó un poquito.

"Despacio" dijo María. El culo lo tiene estrechito, nunca se lo habían follado hasta que yo tuve que jugar con un consolador el otro día.

Me estaba empezando a follar un culito virgen de una cincuentona cachonda a la que conozco de hace años. A veces pensaba en su marido. Si el viera esto que pasaría.

Al rato mi polla estaba dando embestidas en su ano de forma contundente. Sus gritos se hicieron cada vez mayores.María gemía por la manera que le estaba chupando el coña y por escuchar los gritos de su amiga. Entonces María le dijo algo a Paula.

"Te voy a sacar la venda, pero no vas a ver hacía atrás, no quiero que veas quien te está follando". María se acercó a Paula y le quitó la venda y empezó a besarla mientras le acariciaba los pechos. Se los comía una y otra vez, primero uno, luego el otro, y así sin parar. Yo estaba a punto de correrme, tan a punto que lo avisé.

"Me voy a correr" sentencié.

"Hazlo ahora, dale tu leche caliente a ese culito que nunca ha sentido algo así"

Fue decir esa frase María y salió todo de mi polla. Le llene el culo de leche, no paré de correrme durante segundos y lancé el mayor de mis gemidos.Mi polla se fue ablandando en el culo de Paula, rojo de tanto meter mi pene.

Ahora vas a conocer al que desvirgó tu culo. Dijo María.

Paula se dio la vuelta y al verme empezó a ponerse colorada. No supo que decir, hasta que dijo algo.

"joder, vaya polla tienes chaval, pensé que no la tendrías asi de grande , gorda y dura".dijo Paula.

"Mira como la tiene ahora llena de semen todavía, ¿Pq no se la secas bien? ¿O yo me voy a ir sin una ración?

Paula empezó comer lo que quedaba por comer. María se pudo detrás de mi y jugueteó con mi culo, pasó la lengua y metió el dedito un poco. No se lo negué pero no me hacía gracia en ese momento. No se el motivo pero la agarré por la melena.

"Ponte a chupar tu también" le dije con tono amenazante.

Se giró hacia mi y entre las dos me pegaron una increíble mamada. Intercambiando bocas mi polla no sabía cual de las dos preferir. Se me volvió a poner dura en seguida y tan solo me faltaba follarme a María.

Paula se sentó en la mesa del salón, yo en el sofá y ordené a María que me montará mientras le comía el coño a su amiga. Ahora le tocaba a ella. María empezó a cabalgar encima de mi una y otra vez mientras le daba lambetadas a su amiga en el coño y donde podía. Ahora los gemidos de María se transformaron en gritos de placer, se corrió una vez y otra, y otra, resultó que era multiorgásmica.

"Llevo siete orgasmos" declaró.

Mientras tanto Paula tuvo el segundo por la comida de coño que le hizo su amiga.

Yo estaba a punto asi que saque mi polla de ahí, se pusieron de rodillas y empecé a masturbarme. Esperaban mi leche con las bocas bien abiertas, besándose de vez en cuando hasta que llegó lo que querían. Me corrí en cada una de sus caras, en sus bocas principalmente, aprovecharon toda la leche que colgaba por mi pene, y se besaron como dos enamoradas. Asi sucedió aquella primera noche de una larga historia que aun a día de hoy no ha terminado con una de ellas.