Las dos caras de la moneda: erotismo y pornografía

Ideas sobre la interrelación entre esos dos elementos y cómo interactúan en el marco de un relato.

Como siempre que escribo guías (aunque antes las ponía en la sección de información), lo que ahora sigue es simplemente mi opinión sobre el tema. Como corresponde, es solo una opinión, ni mejor ni peor que las demás, de modo que cogedla donde os guste y os sea útil y olvidar la parte que no os encaje. Dicho esto, comencemos por dos ejemplos que ilustran lo que vamos a hablar hoy:

“-¡Córrete como la zorra que eres, puta!- grité con fuerza mientras tiraba de su pelo como una rienda, embistiendo con mis caderas como si quisiese romperla.

-Sí joder, sí, me corro... sí, ¡más duro!- respondió ella entre gemidos, mientras mis 26 cm de polla la reventaban de gusto.”

“El suave roce de la tela sobre sus ojos erizó la piel de alrededor. La pérdida de la visión hizo que sus sentidos se agudizasen, permitiéndole sentir el leve perfume a jazmín de la venda, o la firmeza del nudo que estaba atando a su nuca. La impotencia de perder la vista hizo que todo su cuerpo se tensase de anticipación a medida que, por primera vez, se sentía expuesta y vulnerable ante alguien”.

Estos dos ejemplos nos sirven para ilustrar los dos extremos de los que vamos a hablar hoy: el primero es un diálogo pornográfico, el segundo una descripción erótica. Y que uno sea un diálogo (centrado en la acción) y el otro una descripción (centrada en la sensación) nos da un primer punto importante sobre las diferencias entre erotismo y pornografía. Pero antes de nada, quiero que quede bien claro desde el principio, que ambas caras de la moneda son compatibles y que los mejores autores transitan de una a otra con facilidad pasmosa (algo que yo no soy capaz de hacer).

El erotismo tiene que ver con cargar energías, la pornografía tiene que ver con descargarlas. El erotismo se basa en la construcción de tensión, la pornografía en el placer de liberar la tensión acumulada. Si fuesen una montaña rusa, el erotismo sería la subida a la cumbre, la pornografía el descenso del otro lado.

Para construir un fragmento erótico, lo que tenemos que prestar atención es a los elementos que hacen que una situación sea tensa sexualmente. En las películas es fácil identificar en la mirada de los protagonistas cuando finalmente se quedan a solas ese momento en que se empieza a sentir la tensión sexual todavía no resuelta, en esos gestos que se dirigen, etc. El erotismo se basa en construir esos factores paso a paso, para dar esa creciente tensión que hace que necesitemos la descarga.

Uno de los elementos centrales para ello es jugar con las cosas que nos excitan. Ciertas sensaciones o prácticas pueden resultar excitantes, como por ejemplo el olor de las velas en una noche preparada románticamente. Pero sobretodo, a la hora de construir erotismo la clave se basa en las personas implicadas, en la relación que se establece entre ellas, en los juegos mentales que les une. El morbo es la palabra clave para esto y, aunque ya he hablado de sus límites en relación con la credibilidad en otro de mis textos (https://todorelatos.com/relato/84657/), dejaré aquí otro par de pinceladas sobre el tema.

El morbo se basa en el juego de la situación y el contexto. Tener sexo en un lugar público, por ejemplo, es morboso porque juega con lo prohibido de tener esas relaciones en ese entorno. Lo mismo pasa cuando jugamos con los tabúes, como el incesto, o las prácticas consideradas como inadecuadas o inmorales, como el BDSM o el sexo infiel con alguien casado. El morbo es algo íntimo y particular de cada persona, cada uno tiene sus propias fantasías, pero cuando se juega adecuadamente con él se produce esa creciente tensión. ¿Sucumbirá el hombre párroco fiel y célibe a la tentación de la feligresa? ¿Se atreverá el hermano a drogar la bebida de su hermana para acostarse con ella cuando se duerma?

Como el morbo es tan particular, encontramos que la mayor parte de sitios (como Todorelatos) separa algunas de las categorías precisamente en líneas de morbo, para que aquellos no interesados en ciertos fetiches no los encuentren. ¿No te interesa el sexo no consentido? Pues no entres en esa categoría. Y muchas veces, a menudo los propios autores ponen como descripciones de sus relatos algunos de los fetiches que incluyen, o en la introducción a los mismos, para que la gente sepa si le interesa o no lo que va a encontrar dentro, especialmente con fetiches (como la infidelidad o el sexo homosexual) que tienen un fuerte componente afectivo/emotivo en el lector y, con ello, puede producir un rechazo visceral en la persona equivocada.

El morbo, cuando se gestiona correctamente, sirve para crear unos personajes que se meten en una situación morbosa. Antes de que haya habido sexo, cuando se describe la entrada de la nueva secretaria sexy en la oficina, el lector ya está haciendo sus cábalas y dejando volar la imaginación de cómo conseguirá el pervertido de su jefe seducirla. Y en esa imaginación y activación, que se va potenciando a medida que la historia va avanzando, vamos “calentando” al personal, vamos creando esa tensión que es la base del erotismo.

El erotismo también se basa en la descripción de otros elementos que juegan en excitar al lector. Unas descripciones cuidadas que introducen al lector en la escena como si estuviese allí mismo hacen lo que ocurre más vívido. Unos personajes interesantes (https://todorelatos.com/relato/79005/) hacen que empaticemos y conectemos con ellos, de modo que vivimos lo que les ocurre con más fuerza y, por ello, nos excitemos al ver progresar la acción. La descripción de los juegos previos al sexo permiten generar esa tensión en el lector que los propios protagonistas sienten a medida que avanza la seducción o el foreplay .

La pornografía coge toda esa tensión y la utiliza para llegar al clímax. Si cogemos el género de pornografía gonzo , por ejemplo, lo que tenemos son una sucesión de escenas de sexo sin historia, ni trama, ni personajes. Pura pornografía. Porque la pornografía, el climax en este género, tiene que ver precisamente con el sexo en sí mismo. De la chispa creciente del erotismo se pasa a la explosión nuclear.

Para escribir buena pornografía hace falta muchos de las mismas herramientas que hacen que sea un texto bien escrito, como unas buenas descripciones y un correcto uso de la puntuación. Pero cambia el foco. Si en el erotismo nos centramos en el “cómo” de las cosas (¿Cómo se relacionan? ¿Cómo se seducen? ¿Cómo es la situación?) en la pornografía pasamos a centrarnos en el “qué” (¿Qué le hace el uno al otro? ¿Qué respuestas genera?). Las descripciones se suelen volver más viscerales porque la acción sin ambajes ocupa el centro de la escena, sea sexo más duro o más blando se transmite tal y como es, para descargar toda la tensión en ese momento culmen del relato. Conseguir trasladar toda la tensión acumulada en el lector para que se sienta allí, en ese momento, liberando tanto como los propios protagonistas de la acción.

Y en el juego de las dos caras de la moneda, es especialmente importante jugar con el tránsito entre la una y la otra y las proporciones. Si estamos escribiendo un relato que pasa de “hola, me llamo Juana” en una línea a “le reventé el culo a pollazos” en la siguiente, lo que tendremos es una historia donde la proporción de porno es muy superior a la de erotismo. En cambio, por ejemplo en muchas de las sagas, cuando tienes capítulos donde se va acrecentando la tensión y cambiando la relación entre personajes, incluso jugando en ocasiones con el misterio, entonces ahí tenemos una mayor proporción de erotismo que de porno.

En la mayoría de relatos, para conseguir el mayor efecto en el lector, ambas proporciones tienen que ir razonablemente desequilibradas. La pornografía normalmente requiere de cierta cantidad de texto más o menos fija (pongámosle un párrafo por cada posición y cada momento importante, más o menos, como medida orientativa). Entonces si queremos un relato corto pero con sexo duro y claro, lo más probable es que el desequilibrio haga un relato más pornográfico que erótico. Descarga, pero probablemente no ha cargado mucho antes, de modo que el alivio de la descarga normalmente es menor salvo que el lector viniese excitado ya de antes. Cuando en cambio tenemos un relato largo con una única escena de sexo, entonces normalmente el desequilibrio es a favor de un largo erotismo que culmina en la liberación final. La liberación suele ser más fuerte, si se hizo bien, pero también requiere mucho más tiempo tanto de lectura como de escritura y de construcción de la situación.

Y uno de los problemas principales del erotismo es conseguir mantener la tensión. En un texto largo, a medida que avanzamos, lo normal es que vayamos construyendo una progresión (una primera mirada -> un primer roce -> un primer beso robado). Esto hace que la tensión crezca a medida que la historia avance. Pero si la historia se va construyendo muy pasito a pasito, o tiene fragmentos que tienen que ver con el desarrollo de personajes en otros temas o cambia el estado de ánimo del texto (por ejemplo, porque ocurre un evento triste) la tensión se va descargando sin ser por medio del alivio, como un globo que se desinfla.

Esta es la razón por la que escribir la parte de erotismo suele ser más complicado que la parte de pornografía, porque requiere un registro más amplio que sirva como complemento entre si. Si queremos desarrollar unos personajes interesantes con los que el lector empatice tenemos que dedicarles tiempo a desarrollarlos no solo en sus facetas sexuales sino más allá, lo cual puede reducir la carga de erotismo cuando estamos describiendo por ejemplo cómo se relacionan con sus compañeros de trabajo. Cuando queremos llegar a una situación muy morbosa por un camino creíble, entonces a menudo hay escenas que pueden no ser sexuales que sirvan para crear ese camino (por ejemplo, una escena trágica en que el joven marido se queda viudo abre la puerta a que su vecino se interese por él y le descubra su homosexualidad).

Entonces, en resumen, mantener ambas caras de la moneda en mente es importante para conseguir que un relato funcione. Carga con energía y cuidado al lector y le tendrás enganchado a cada una de tus páginas, deseando llegar a la descarga prometida. Dale una buena descarga final y lo tendrás regresando a leer el resto de tus cosas y dejará una buena valoración. Y la mejor forma de hacer esto es, por un lado, leyendo a gente que os guste y, por otro, escribiendo una y otra vez y cogiendo práctica.

Y, a menudo, otros registros pueden ser útiles, en los 90 por ejemplo se hicieron muchas películas de corriente mainstream con componente fuerte de erotismo, desde 9 Semanas y Media a Instinto Básico. Y para el porno es muy fácil, es un género en si mismo. E incluso dentro del porno podéis encontrar, si buscáis, distintos fetiches e historias en algunas productoras que juegan con al menos cargar un poco el erotismo al incluir ciertos fetiches (relaciones incestuosas, sexo en la oficina, control mental...) y un mínimo de desarrollo de personajes previo.