Las deudas de juego se pagan

Una ama de casa, rubia y bastante guapa, se ve obligada a pasar un fin de semana en un club de motoristas negros para pagar la deuda de juego de su marido.

La deuda de juego se pagan

Esa mañana, Jane tenía mariposas en el estómago... Había estado temiendo este día durante las últimas dos semanas... Ella miró el reloj... Ya era media mañana y sabía que estarían aquí para recogerla dentro de una hora todo lo más.

Sólo podía pensar en esos matones que le prestaron a su marido el dinero que debía... Diez mil dólares.

‘Seguro que Carl debió haber estado loco la noche que pidió prestado esa cantidad de dinero’ , pensó.

Él tenía un problema con el juego, pero nunca gastó esa cantidad de dinero antes de conocer a esos matones prestamistas, apodados ‘Los Cuervos’... Un grupo de motoristas negros que residen al norte de la ciudad donde vive Jane y su esposo.

Ese lugar es altamente peligroso si te atrapan por la noche... Podrían robarle o incluso matarte... Jane no se explicaba cómo Carl pudo mezclarse con alguien de ese grupo de matones.

A Carl le encantaba frecuentar los casinos del centro de la ciudad pero nunca gastaba mucho dinero... Siempre ponía un límite de veinte dólares cada viernes por la noche que visitaba uno de estos casinos.

Una noche, hace aproximadamente un mes, Carl estaba jugando al blackjack cuando una atractiva rubia se le acercó y comenzó a coquetear con él.

Carl la invitó a beber y siguió jugando al blackjack... Empezó a ganar esa noche y pronto, su inversión de veinte dólares se convirtió en mil dólares... La mujer rubia que había estado coqueteando con Carl, desapareció y regresó poco después con su novio.

Este tipo al que llamaban Deon era una mole gruesa negra, a modo de gorila, que mediría cerca de 2 m. de altura... La mujer se llamaba Kara y había ido y le había contado a su novio sobre la buena suerte de Carl en el juego en la mesa del blackjack.

Deon quiso ver cómo Bill jugaba bien y además, tenía suerte esa noche... Kara le presentó a Carl y éste le invito a tomar un par de copas y establecieron una pequeña amistad.

Poco después, Deon colocó un montón de dinero sobre la mesa y quería que Carl lo jugara por él... Carl ganó algunas rondas y Deon siguió poniendo su dinero para que Carl jugara.

Las cosas se pusieron feas cuando Carl lo perdió todo.

Deon quiso que Carl pagara el dinero perdido diciendo que era culpa suya... Discutieron y las cosas se pusieron aún más feas cuando Carl quiso subir a su coche para irse a su casa.

Deon y algunos de sus amigos lo estaban esperando... Amenazaron a Carl e incluso le quitaron la billetera y comenzaron a registrarla en busca de efectivo.

Hicieron que Carl condujera hasta el cajero automático más cercano y sacara todo el dinero que pudo... Sacó mil quinientos dólares y todavía querían más.

Deon, con su móvil, tomó fotografías de Jane de la billetera de Carl y de la dirección donde vivían.

Al día siguiente, Deon y algunos de sus matones aparecieron en la puerta de su casa mientras Carl estaba en el trabajo.

Jane estaba muerta de miedo cuando Deon y sus amigos entraron en la casa... Ella no tenía idea de lo que iban a hacerle... La conversación no duró mucho... Él sólo quería su dinero.

Jane le ofreció a Deon sus joyas, pero a el no le interesó... Ella fue a su bolso y saco cien dólares que tenía guardados y se los ofreció.

Deon los cogió y siguió mirando a Jane... Le ordenó que se diera la vuelta en círculo... Quería verla bien... Ella era muy atractiva... Su pelo era largo y rubio... Bastante delgada y con una cintura estrecha... Un par de grandes pechos realzaban su figura... Tendría sobre unos 34 años, calculó él.

Estaba muy claro lo que quería Deon y eso puso a Jane muy nerviosa... Vestía unos jeans ajustados con un top de algodón negro y zapatillas blancas... Después de lo que a Jane le parecieron horas, Deon finalmente le hizo una oferta.

  • “Mira, nos olvidaremos del dinero que me debe su marido si aceptas mis condiciones.”

Jane miró suplicante al hombre negro alto y musculoso que estaba de pie en su sala de estar y le pregunto, nerviosa:

  • “¿Qué condiciones?”

  • “Quiero que pases un fin de semana en nuestro club... Después, nos olvidaremos del dinero que me debe tu marido, ¿de acuerdo?”, le dijo Deon sonriendo.

Jane estaba tan nerviosa que abrió la boca pero no se le escaparon las palabras... Con voz entrecortada y asustada, finalmente respondió:

  • “Está bien... Haré lo que quieras... Después de esto, mi esposo no te deberá nada.”

  • “No... Nada”, respondió Deon y sus matones, riendo.

Deon dijo que su novia la llamaría esta misma semana y le daría una lista de cosas para comprar ese fin de semana... Cuando comenzó a irse se dio la vuelta justo en la puerta y le preguntó:

  • “Tienes hijos, ¿no?”

  • “Sí... Dos... Un niño y una niña.”, respondió Jane.

Deon regresó a su lado y se detuvo mientras miraba fijamente a la asustada ama de casa... La miró directamente a los ojos y preguntó:

  • “¿Estás tomando la píldora?”

  • “Sí”, respondió Jane con nerviosismo.

  • “Dámelas”, le ordenó Deon con un tono de voz exigente.

Jane se apresuró a correr hacia el comedor donde guardaba su bolso y sacó la caja de píldoras anticonceptivas... La llevó al salón donde estaba Deon y éste le quitó la caja de la mano y la abrió... La caja era nueva y todavía no faltaba ninguna pastilla.

  • “Empezaré a tomarlas de nuevo mañana”, le dijo ofreciéndose como voluntaria.

Deon cogió la caja y se la metió en el bolsillo de la chaqueta, leyendo antes el nombre del doctor que se lo había recetado... Miró a Jane y le dijo:

  • “Vas a dejar de tomar estas pastillas a partir de ahora... ¿Entendido?”

  • “Si”, respondió nerviosa Jane con lágrimas en los ojos.

  • “Conozco a este doctor... Si me entero que lo llamaste para volver a por otra caja, vendré por mi dinero... Haz exactamente lo que te digo y no le digas nada a tu esposo sobre las píldoras, ¿entendido?”

  • “Si”, respondió Jane casi llorando.

Deon se volvió y salió por la puerta.

La novia de Deon, Kara, la había llamado un par de días después y le dio a Jane una lista de las cosas que debía comprar y cómo debía vestirse el día en que la recogiesen.

Zapatos con tacones altos de al menos 6 cm., con tirantes alrededor de los tobillos... Un par de tangas negras... Un sujetador medio negro que se abra por delante y que sólo sostenga los pechos... También en la lista había una minifalda negra y una blusa negra semitransparente... Y condones de gran tamaño.

Gracias a Dios que iban a usar protección’ , eso era al menos lo que pensaba Jane.

Pasaron tres semanas... Al día siguiente, viernes, iban a pasar por ella... Ese día Jane empezó a vestirse... Sus hijos estarían en casa de unos amigos durante el fin de semana... No verían a su madre vestida como una puta saliendo de casa.

Carl estaba en el salón paseando nervioso y cabizbajo mientras Jane, en el dormitorio, se ajustaba la falda negra alrededor de su diminuta cintura... Tuvo que sentarse en la cama mientras se ponía esos tacones altos... Tardó un par de minutos en enganchar las finas correas alrededor de sus delgados tobillos.

Luego, en el baño, se aplicó un lápiz labial rojo en los labios como le indicaron y terminó con un pequeño toque de perfume... Al salir se miró en el espejo de cuerpo entero... Parecía mucho más joven que sus treinta y cuatro años...Parecía una chica soltera lista para ir a los clubes a buscar hombres.

Casi lo olvidaba... Cogió su anillo de boda, se lo quito y lo metió en su joyero y cerró la tapa.

Se miró por última vez en el espejo y apagó la luz antes de dirigirse al salón donde Carl se paseaba nervioso y pesaroso... Él echó una larga mirada a su hermosa esposa rubia y suspiró.

Jane cogió con nervios su bolso de la mesa y se sentó en el sofá a esperar que viniesen a recogerla.

Carl se sentó a su lado y le frotó la rodilla con la palma de la mano.

  • “Cariño... Lamento mucho que tengas que hacer esto.”

Jane apartó la mano de Carl y le dijo:

  • “Carl... Cállate y déjame en paz ahora mismo.”

Estaba enojada porque Carl permitió que esto sucediera.. Si nunca hubiese ido a ese casino, o a cualquier otro, esa noche, no estarían metidos en este lío.

Carl ya le prometió que nunca más volvería a jugar... Veremos si cumple su palabra.

Se escuchó el sonido de la puerta de un coche cerrándose y poco después, alguien llamó a la puerta principal.

Jane se puso de pie y abrió la puerta... Una mujer estaba de pie en el porche sonriéndole

  • “Soy Kara... ¿Tú debes ser Jane?

Jane esbozó una leve sonrisa mientras dejaba entrar a Kara en la casa... Una vez dentro miró a Carl, que todavía estaba sentado en el sofá y luego se volvió hacia Jane y le dijo:

  • “¿Estás lista?”

Jane asintió con la cabeza y cogió su bolso mirando a su marido por última vez.

Kara puso su mano sobre el bolso de Jane y le preguntó:

  • “¿Vas a llevar tu móvil?”

  • “Sí... Quiero llevarlo.”

Kara respondió mientras miraba a Carl:

  • “De acuerdo... Puedes llevarlo.”

Kara le dijo a Carl:

  • “Mantente cerca del teléfono... Tu esposa te llamará con mucha frecuencia para ir contándote con todo detalle lo que hace y le hacen... Así sufrirás más.”

Tan pronto como se cerró la puerta principal, Carl se puso de pie mirando por la ventana a su encantadora esposa entrar en el coche con Kara y miró hasta que se perdieron de vista.

Esperaría ansioso las llamadas de su esposa... Sabía que cuando regresará la tendrían que traer porque no se podría tener en pie... ¿Qué podría pasar después?... Pensemos entre todos.

F I N