Las curvas de la mujer, mujer

Isa sin dejar de mover circularmente las caderas, bombeand, hacia arriba y hacia abajo, con tremenda furia sin dejar de jadear, apoyaba las manos en el pecho de don Joaquin, que relinchaba de placer viendo como las enormes y esféricas tetazas de Isa, rebotaban como dos montañas de gelatina.

-          Joder Isa hija que inexpresiva eres a veces! Jajajaja!

Se reía su amiga Marga, ante la expresión helada, indiferente y de superioridad de Isa ante el piropo brutal y libidinoso, que un mensajero en una moto le había lanzado mientras esperaban  para cruzar el semáforo, justo en el momento en que este se ponía en verde para los vehículos.

El chico con gafas de sol bajo el casco, le había echado un vistazo a Isa desde la moto abriendo mucho la boca, antes de lanzar en voz alta ante las dos mujeres su piropo salvaje.

“ Cuando me muera quiero ir a la gloria, lo que no tengo muy claro, es donde está, la gloria si existe,  esta entre tus tetazas o entre las nalgas de tu culazo, Morenaaa!”

Arrancando la moto con las últimas palabras. Mientras Marga abría la boca con asombro e Isa miraba orgullosa al infinito, como si oyese llover. Y estaba claro, que el piropo iba para Isabel, pues Margarita, su mejor amiga, tenía el cabello rubio, era pálida y de poco pecho.

Isa recordaba la escena, dando gracias a que no estuvieran con ella sus hijos, para escuchar aquel piropo brutal, mientras se descalzaba en su cuarto unos preciosos tacones de media altura, y se sentaba sobre la cama, para masajearse sus preciosos y cuidados pies de uñas pintadas de rojo pasión. Sin dejar de sonreír picarona y cachonda.

A sus treinta y cinco años aún seguía a raja tabla los consejos que le había dado su vecina, la señora Matilde, cuando ella solo tenía dieciséis años. Lo que la hacía ser una de las jamonas más espectaculares con la que pudieras tropezarte.

Isa siempre había sido gordita y había tenido un gran complejo, sobre todo al llegar a la pubertad. A los catorce años sus tetas eran ya enormes, pero su culo y su tripa también abultaban, aunque tenía un rostro precioso, de ángel, como una muñeca, completamente redondo, unos ojos marrones y brillantes, unas abundantes y redondeadas mejillas, una cejas que se depilaba dejando una línea muy fina, una maravillosa boquita de piñón sobre un delicioso mentón, con un pelo sedoso y brillante castaño oscuro que le caía hasta mitad de la espalda.

Pero era la “gorda” en todas las fiestas y discotecas, todos se burlaban de ella y los chicos la ignoraban o la humillaban.

Mientras ella se consumía entre lágrimas y frustración, deprimida en su casa.

Su madre logro levantarle el ánimo y la llevo a un gimnasio, arreglo una dieta con el endocrino y empezó a perder peso, apenas empezó a estar algo delgada, empezó a despertar el interés de los chicos, sobretodo de los más feos, que le daban repulsión, aunque se enrollo con alguno dejando que le sobasen los pechos por encima de la ropa.

Al final adelgazo muchísimo, con su metro sesenta y ocho, había esculpido sus piernas, prietas y rollizas, con muslos jugosos y musculados, y su culo, su culo era grande, redondo como una esfera perfecta, sin un milímetro de celulitis, firme y suave como la piel de un tambor. Y aunque había temido que sus tetas se redujeran al perder peso, se habían mantenido, sino habían crecido más. Eran enormes y redondas casi del mismo tamaño cada una que su cabeza, cubiertas de venas que acababan en su enorme y preciosa  areola que rodeaba sus puntiagudos pezones, se abrían en su pecho turgentes y erectas cayendo y desafiando a la vez la gravedad, de forma que cuando estiraba sus brazos por encima de su cabeza, sus enormes melones caian hacia los lados dejando un amplio canalillo. Y era tan guapa con su cara redonda de muñeca. Pero aunque sus caderas eran anchas y firmes, su cintura no era estrecha, era normal, la cintura de una mujer, mujer.

Pero tantos años de complejos y de burlas, hacían que no tuviese ninguna clase de seguridad en si misma, y las chicas seguían burlándose, por aquella cintura que no era de talla de avispa y aquel vientre distendido. Era y seria la gorda para siempre! Y ningún chico que valiese la pena se fijaría en ella jamás.

Estaba así llorando en la escalera, lamentándose, cuando la encontró doña Matilde. Doña Matilde era una divorciada de cuarenta y cinco años. Prieta de carnes y jamona como era ahora Isa, que escandalizaba al barrio entero con sus conquistas y sus alaridos nocturnos casi todos los días en las ocasiones, que se llevaba a un afortunado a la cama y se lo follaba como si no hubiera mañana.

Matilde se sentó junto a Isa, le enjugo las lágrimas, y rodeándola con un brazo sobre el hombro la consoló, pidiéndole que le contara lo que le pasaba. Isa le explico la frustración, la inseguridad, la burlas de las otras chicas, que siempre seria la gorda.

Matilde secándole con un pañuelo de papel las lágrimas, hizo que la acompañase a su casa. Durante los siguientes días estuvo aleccionando a Isabel. Matilde le enseño todos los trucos que conocía. Tenían casi la misma talla, así que le presto su lencería, sus vestidos superceñidos y escotados, le enseño a andar sobre tacones de la forma más sexy posible, practicando  a diario para agitar sus curvas de forma, que del calor que generasen en la entrepierna de los hombres  se pudiesen fundir los polos.

La lleno de autoconfianza y le explico el gran secreto. Los hombres están programados para volverse locos por las mujeres prietas y rollizas como ellas, de curvas firmes y abundantes, pero estaban manipulados por la sociedad de las mujeres huesudas. Lo único que tenía que hacer, era mostrarse mujer-mujer, sexy y delicadamente, con clase, muy femenina en todos sus movimientos, pero sin parar de dibujar curvas en el aire. Mostrándose impasible y sobretodo inaccesible, haciendo ver que nada la afectaba, fría como el hielo a los piropos y lo halagos, mostrando el anzuelo de su cuerpo, y luego retirándolo, haciéndose la reticente. Ellos se iban a volver locos por su cuerpo y ella iba  a poder tener el chico que quisiera.

Practicaron mucho, incluso pasearon por la calle, provocando que les gritasen de todo, hombres que enloquecían ante las curvas de las dos mujeres.

De esta manera completamente llena de autoconfianza, se presentó en la discoteca un fin de semana con sus caderas anchas y  su cintura natural y curva, sobre los tacones altos entallada en un vestido espectacular, que dibujaba un culo enorme y firme, con dos nalgas esféricas y respingonas ( a partir de entonces y por el resto de su vida solo llevaría tangas y braguitas brasileñas) y realzaba sus dos gigantescas tetazas dándole una esfericidad perfecta, que aunque le correspondía un sujetador de copa G, se las había encorsetado en un wonderbra de talla inferior F, lo que aun las realzaba más.

Todos enloquecieron con su forma de andar y de balancear sus maravillosas curvas, sus firmes y prietos muslos, sus nalgas moviéndose arriba y abajo, sus pechazos balanceándose turgentes y aquella preciosa carita de ángel.  Quitándose los moscones con indiferencia y desprecio, haciendo oídos sordos a todas las peticiones y halagos. Hasta que encontró al chico, que consideraba más guapo de su curso, en un descuido de su novia se puso a bailar con él. Con aquella mirada de hielo, que le traspasaba y aquel cuerpazo de vicio, esculpido para el sexo, restregándose sobre él, poniéndole a cien. Isa le susurro durante el baile, proponiéndole verse fuera en cinco minutos  y lo dejo ardiendo.

El chico consiguió zafarse de su novia y  se encontró con Isa. De aquella manera perdió su virginidad Isa, con aquel chico en un lugar oscuro de un parque. Y aunque ella era la inexperta, las lecciones de Matilde no cayeron en saco roto y toda la frialdad e indiferencia mostrada anteriormente, se convirtieron en lujuria desenfrenada, siendo ella la que se follo al chico. Que dejo aquella noche a su novia, para empezar una relación con Isa. Que esta rompió al cabo de un mes, dejando al chico hecho un mar de lágrimas, para salir con un chico dos años mayor, uno de los más famosos y populares del barrio, al que también dejo Isa.

Isa se labro una fama de mujer fatal, de las más deseadas del barrio, sus cubanas y mamadas de más de diez minutos, se hicieron leyenda entre los que habían gozado de sus favores y su campo de acción se extendió, cuando estudio enfermería, en la universidad y luego en el hospital. Teniendo siempre al hombre que quería y volviendo locos a todos los hombres con los que se cruzaba, con su cuerpo de mujer, mujer, lleno de curvas suaves y voluptuosas que iban levantando pollas a su paso, para su homenaje.

Debió de haberse casado con alguno de los médicos que se follo, más de dos se lo pidieron. Pero acabo casándose con Pepe. Un comercial de éxito, moreno y listillo, cinco años mayor que ella, que la engatuso con sus ganancias de un par de años y al principio en la cama no estaba nada mal. Además, tampoco quería llevarse el trabajo a casa, estar todo el día entre batas.

Así que se casó y se fue a vivir a su dúplex con él, buen coche, a los seis meses tuvo su primer hijo, y él le pidió que dejase de trabajar en el hospital y ella así lo hizo, le ayudo, que al año y medio tuviera el segundo. Y a partir de aquí las cosas empezaron a ir mal.

Nada más nacer su primer hijo, él empezó a descuidarse, a engordar, a no lavarse demasiado, a no cuidar la excitación en el sexo. Isa empezó a negarse a chupársela, le hizo cubanas, hasta después del segundo hijo, luego también dejo de hacerle cubanas, además entre los dos hijos descubrió, como el sujeto encantador y seductor se volvía, un estúpido, repelente y un bocazas.

Tuvo una fuerte discusión con él, porque ella se negó a darle el pecho a los niños, para no perder  su turgencia. Él empezo a ponerse muy pesado y ella empezó a dormir en otra cama. En aquel tiempo le daba asco hasta que la tocase.

Al final poco tiempo después del segundo hijo, Pepe perdió el interés en Isa, ella tardo mucho en  bajar de peso, hasta que volvió a tener reducir el tamaño de su cintura y su vientre no abultado pero distendido, así como sus muslos y gemelos torneados y su culo perfecto redondo grande y sin un milímetro de celulitis.

Entonces a Pepe lo defenestraron en la empresa, se había quedado calvo y estaba algo barrigón, había perdido su capacidad de seducir y vender, pero seguía siendo un bocazas, por eso el hijo de uno de los dueños, que era un pipiolo, no había aguantado según que respuestas y lo había defenestrado.

Mantenía su trabajo porque su cartera de clientes era fiel y buena. Pero sus ingresos empezaron a bajar. Tendrían que ajustarse el cinturón además con dos niños de ocho y diez años.

De cara para afuera Pepe mantenía su apariencia arrogante y bocazas, pero en casa se empezó a derrumbar, bebiendo y llorando sin parar. Aquello era un espectáculo, que Isabel tenía que parar, por sus hijos. Así que volvió a meter a Pepe en su cama. Dormían juntos. Pepe le babeaba las tetas, y se colocaba encima de ella para montarla o le pedía que ella le cabalgase, Isa hacia o se dejaba hacer totalmente inexpresiva, sin sentir prácticamente nada. Pepe ya no era el hombre que había conocido antes de casarse, apenas tardaba un par de minutos en correrse, sin aguantar nada. Y ella tomaba medidas sistemáticas para no volver a quedarse preñada.

Isa a sus treinta y cinco años  estaba el mejor momento físico de su vida, su cuerpo estaba más firme y turgente que nunca, con aquel culo como un balón de playa de curvatura perfecta, sin rastro de celulitis, sus tetazas turgentes y erectas, más que cuando tenía dieciocho años, su piel tersa y sedosa, que se encremaba de los pies a la cabeza, por la mañana  y por la noche, estaba siendo desperdiciada, pensaba Isabel, mientras su vibrador frotaba genialmente su clítoris y jugaba con sus bolas chinas sacándolas y metiéndolas de su vagina. Ese rato después de dejar a los niños en el colegio, era su rato para divertirse con sus juguetitos, el mejor momento del día, que la abstraía del todo ahogándose entre orgasmos increíbles. Así no tenía que pensar en las facturas que la agobiaban cada día más y en las peleas que estaba teniendo con Pepe, para convencerle de volver a trabajar aunque fuese media jornada. Los niños ya tenían ocho y diez años, si los dejaba a comer en el colegio podría trabajar tranquilamente 6 horas diarias, y aportar a la casa.

El corte de la luz por impago el fin de semana con los niños llorando ante las escenas de discusión de sus padres, fue la gota que colmo el vaso. Isa volvio a sacar de su habitación a Pepe. Al principio Pepe actuo como el pobre imbecil en que se había convertido, con altivez e indiferencia, pero al llegar la hora de acostarse, se puso a llorar como un niño de rodillas, ante la impasible mirada de desprecio de Isa. Isa consintio en volver a meterlo en su cama, como una tirana que regala los restos de su mesa, a cambio de que Pepe le dejase buscar trabajo.

Así fue como un mes después, previa entrevista y por mediación de una ex compañera del hospital, que le había pasado la información, de que buscaban personal en aquella clinica privada de rehabilitación, empezaba a trabajar.

La jefa de personal y su jefa de planta eran muy amables y a la vez distantes. Aquella era una clinica privada de mucho dinero, fuera de las mutuas médicas. La gente que iba allí, solía ser gente de mucho dinero. La mayoría para tratarse en periodos de rehabilitación, fisioterapia, ejercicios, rehabiliatación de cuestiones físicas. Sobretodo eran personas de media edad y ancianos, con rehabilitaciones de traumatología, le había explicado la jefa de personal.

El trabajo se desarrollaria de una forma rutinaria y tranquila, muy alejada del ajetreo de un hospital convencional. En su caso era un turno reducido, con menor remuneración, pero muy bien pagado para lo habitual. Turnos de seis horas de mañana o de tarde, cinco días a la semana más un fin de semana alternativo un turno de doce horas durante la noche, responsable de planta.

La verdad es que el trabajo era ideal por sus horarios. E Isa enseguida congenio con las compañeras, todas “veteranas”, de hecho la más joven era ella, de forma que sin jovencitas de por medio, compitiendo en ver quien estaba más buena y con una plantilla de doctores de más de cincuenta años, conservadores y religiosos, el clima colegial y de confianza era muy alto.

Lo único que resultaba un poco incomodo a Isa era el uniforme. Este lo facilitaba la clinica con su logo en la ropa y toda la parafernalia. Estaba compuesto de dos tipos diferentes. Un vestido bata, que se cerraba por el medio y llegaba hasta la mitad de las rodillas o unos pantalones y una blusa de enfermera que también se cerraba por el medio, todo de un blanco inmaculado, panties, medias o calcetines debían ser blancos a juego, así como la ropa interior, y las partes de arriba de ambos uniformes con un escote en forma de pico que acababa en el principio del pecho. Tanto el uniforme de pantalones, como el de bata, era entallado y ajustado, con lo que la figura de todas las enfermeras era extremadamente realzada y sus curvas rebosaban sensualidad.

Al principio Isa se había quejado a su jefa de planta y la de personal, sobretodo por lo que se referia a la comodidad, pero el corte y tal eran normas de la casa, además estaba en el reglamento que citaba el contrato de trabajo y ella había firmado, le habían comentado las jefas indiferentes como restandole importancia.

Luego lo comento con sus compañeras. Todas reconocieron que no era la ropa más comoda para hacer su trabajo, pero le quitaron importancia. Lidia una compañera prieta y jamona como ella de unos cuarenta y cinco años, con la que más había congeniado, burlona y risueñamente le había apuntado, que uno de los servicios de la clinica era alegrar la vista a los pacientes hombres para motivarles a recuperarse cuanto antes.

Bueno el tema del uniforme era el único aspecto mejorable, por lo demas el trabajo era fantástico y había acabado con sus urgencias económicas.  Ahora Pepe estaba más relajado, sobretodo al saber que los doctores eran mayores y conservadores, y la mayoria de los pacientes hombres aún eran más mayores. Su oposición de siempre a que Isa trabajase habían sido simples y llanos celos. No sabía el desgraciado y bocazas de Pepe, lo poco que le importaba o le interesaba como hombre a Isa, que solo seguía con él por sus hijos.

Siempre profesional y distante, Isa no podía evitar las miradas de deseo de los pacientes, cuando demasiado cerca de ellos les mostraba el balcón de su escote, con aquellos enormes globos suyos dibujandose en el aire, su piel suave, el olor maravilloso de su colonia que impregnaba su piel ligeramente bronceada. También lo sentia contemplar su culazo esférico, firme y respingón, sobretodo los dias que llevaba el pantalón ceñido, cuando tenia que girarse y mostrarselo mientras hacía algo en la habitación. Cuando había acabado y se volvia a verlos, contemplaba su cara boquiabierta y sus ojos brillantes de deseo, mientras ella esbozaba una cortés y robótica sonrisa. Dejandolos ardientes en su habitación.

Después comentaba la jugada con Lidia, la cual también vivia situaciones semejantes y se cachondeaban de los pacientes. La verdad era, que era maravilloso volver a trabajar. Y poder compartir unas risas sobre aquellos babosos pacientes.

Isa siempre llevaba pantis o medias blancas hasta la mitad del muslo que se sujetaban con elásticos, si vestia la bata-vestido sobre unos tacones de media altura en forma de chancla blanca con una tira sobre el empeine con un embellecedor encima que sujetaba el pie a los mismos, y si vestía los pantalones unos zuecos blancos, más bien estrechos de tacón ancho pero también de media altura, para realzar sobretodo su culo. Moviendose así por toda la clinica, contoneando sus curvas de mujer, mujer, por los pasillos y en las habitaciones de los pacientes y zonas comunes, con su aspecto frio y distante a las miradas que la devoraban, con su rostro precioso de muñeca y su sonrisa cortés pero indiferente. En complicidad con sus compañeras, mostrandose cercana y cálida con ellas y para nada presumiendo de ser, la más deseada de la clinica, como la habían bautizado burlonamente las otras enfermeras.

Isa era una experta en saber manejar a los pacientes, eviatando el contacto, o cortando cualquier conato de contacto no deseado, traspasandolos con su miradas fria e impasible, y mostrandose inflexible y distante. Sabia muy bien distinguir, cuando un paciente se apoyaba en alguna parte de su cuerpo, porque no lo podia evitar y cuando lo hacia para sobarla. Y los pacientes solían reaccionar avergonzados e intimidados, por su actitud. Pero no todos.

En su planta había un hombre de unos setenta y cinco años. El señor Joaquin Pérez, un hombre mayor y fibroso, con un pelo cano brillante, siempre malhumorado con una raya en la cara por boca. Estaba allí recuperando su movilidad, después de un accidente esquiando que le había provocado multiples esguinces.

Desde el primer día que vio a Isa, don Joaquin, como le llamaban todos, le sonreia como un lobo relamiendose.

-          Vaya que cosa más rica tenemos por aquí! Ricura con esa cara tan guapa.

Le dijo descaradamente a Isa, que vestia el vestido bata ceñido, sobre sus tacones de media altura, mientras ella  le respondía, poniendo su peor cara de piedra con mirada de hielo.

-          Además de ser un mujeron, eres preciosa sabías nena!

Insistio el viejo! Mientras Isa se alejaba con cara de pocos amigos y otra enfermera se llevaba a don Joaquin a la habitación. En la clínica Isa siempre llevaba el pelo recogido en la parte superior con una pinza grande del pelo, mientras algunos mechones le caian sensualmente de forma curvada por la parte derecha de la frente, de forma que su precioso rostro redondo de muñeca con mejillas  redondas y naturalemente bronceadas, su naricita pequeña perfecta, sus ojos redondos y brillantes, su boca de labios apetitosos y sus perfectos dientes, se mostraba para hipnotizar a los pacientes.

A pesar de la actitud distante, fria, arrogante y de desprecio de Isa, don Joaquin no dejaba de piropearla agresivamente todas las veces que se tropezaba con ella. Por suerte para ella, don Joaquin no era un paciente que tuviese asignado. Cosa que su nueva amiga Lidia, si.

-          Bueno mujer, tampoco es para tanto, yo la verdad me siento halagada de que siempre me este recordando lo buena que estoy...es el único que lo hace, ya! Jajajajajaja! Normalmente yo cuando son descarados, soy más descarada que ellos y la más de las veces funciona.

Le decia Lidia mientras comentaban en la sala de descanso, lo pesado e intimidatorio que era don Joaquín.

-          Pues a mi no me hace ni gracia, Lidia. A ti simplemente te lanza piropos de sinvergüenza de forma sonriente. A mi me devora con los ojos, como un depredador. Creeme que se distinguir muy bien esas miradas.

Respondia Isa intranquila y orgullosa.

Aquel turno, Marta, la compañera de Lidia atendiendo a don Joaquin, aviso que estaba enferma, como mínimo toda la semana. Laura la jefa de planta aviso a Isa, que durante su turno se ocuparia de don Joaquin, junto con Lidia.

-          Joder! El cabrón este, no me hace ni pizca de gracia.

Le comento Isa a Lidia.

-          Bueno mujer no exageres. Además tiene la movilidad limitada, cuando no esta en “reha”, ha de estar tumbado, viendo la televisión, menudo trompazo se pego, no le ha quedado una articulación sana, jajajaja.

Respondio Lidia, tratando de tranquilizar a Isa.

Aquella mañana casí en todas las ocasiones en que hubo que atender a don Joaquin, fue Lidia quien indicandole a Isa que se ocupase de otra cosa, mientras ella iba a ocuparse del viejo. El turno practicamente había acabado, cuando se encendio la luz de aviso de la habitación de don Joaquin. Lidia estaba en otra habitación atendiendo a otro paciente.

Isa miro la luz impacientemente, esperando que el viejo se cansase de llamar y las del nuevo turno se ocupasen de él. Pero la luz y el sonido de llamada, no dejaban de zumbar. Temerosa de que Laura , la jefa de planta, se diese cuenta y se lo recriminase, Isa se dirigio a la habitación, maldiciendo entre dientes.

-          Joder, casi me rompo los dedos llamandoos, que pasa que estáis sordas y ciegas, o que?

Prorrumpio el viejo al ver que se habria la puerta.

-          Vaya, vaya, vaya, donde esta Martita, nena? Que te han mandado a ti, la cara guapa!

Pregunto el viejo sonriendo picaronamente, como un lobo hambriento.

-          Marta esta de baja, yo me ocupare de usted, don Joaquin, que es lo que necesita?

Respondio Isa, manteniendo un semblante distante e impasible.

-          Vaya, vaya, vaya, así que Marta esta de baja, y tu la cubres, por eso estoy toda la mañana recibiendo las visitas de la morcillona Lidia!

Cosntesto sarcastico, don Joaquín.

-          Por favor digame que necesita?

Pregunto llena de paciencia Isa.

-          Pues veras ricura, con mis rodillas echas unos zorros y mi cadera algo atrociada, necesito que me ayudes a enderezarme para poder ver la tele, sin dejar al mismo tiempo de arreglarme la cama.

Expuso don Joaquin.

-          Esta bien!

Respondio Isa de forma fría y cortés, sin esbozar sonrisa alguna. Al tiempo que se acercaba al fibroso cuerpo del viejo, para tomarlo y ayudarle a enderezarse. El viejo cruzo su brazo por la espalda de Isa como si quisiera abrazarla desde arriba, sin dejar de sonreirle picaronamente, acariciando el lateral de sus tetazas enormes, que se ceñian fuertemente en el lado del vestido bata.

-          No te olvides de arreglarme la cama!

Apunto don Joaquin ya una vez enderezado, pero con las sabanas y el cubre movido de tal forma que su pierna más alejada quedaba casi al descubierto.

Isa se enderezo sacandose el brazo del viejo de su espalda, y le lanzo al viejo una de sus miradas  frias  y que te traspasaban. Al tiempo que inclinaba su cuerpo con sus enormes melones sobre el tronco de don Joaquin tratando de acomodar la ropa de cama.

Entonces el viejo actuo, acerco su mano más cercana al cuerpo de Isa, metiendola debajo de su vestido bata, y colocando su palma en forma de garra, apretó con fruición y gusto una de sus nalgas turgentes y duras como la piedra.

-          Uuuuhhhh, pero que riquisima estas, ricura.

Isa reacciono como una pantera, salto zafandose de la mano del viejo y girandose le lanzo un palmetazo con la mano abierta en su antebrazo.

-          Aaaahhh, maldita putaaa... hare que te echen a la calle. Zorraaa, aaaahh, aaaahhh!

Gritaba el viejo dolorido.

-          Asi aprenderas cabrón abusador, haber que te has creido!

Respondia Isa cuando Lidia, oyendo el escandalo se acerco.

-          Que ha pasado aqui?

Pregunto la rubia, rolliza.

-          Que la puta de tu compañera, me ha golpeado, a mi, a un paciente, aahhhh, aaaahhh!

Decia lleno de rabia don Joaquin.

-          El viejo cabrón este, que me ha pellizcado el culo y magreado mientras le arreglaba la cama. Así aprenderá!

Respondio Isa, llena de satisfacción e ira contenida.

Lidia le lanzo una mirada de alerta. Y se acerco al viejo, masajeandole el brazo al viejo y poniendoselo de nuevo en la cama.

-          No ha sido nada don Joaquin, solo el susto del golpe. Su brazo derecho estaba bien, así que no hay recaida, ni problema alguno.

Decía Lidia intentando calmar al anciano.

-          Si, que ha pasado, si, que tu compañera se va a ir a la puta calle. Ahora salir las dos de aqui, coño.

Respondio el viejo encolerizado.

Lidia le indico con la cabeza a Isa para que salieran de la habitación. Isa iba hecha una furia.

-          El viejo verde cabrón me ha magreado! Quien se ha creido que és.

Grito Isa a Lidia, tomando el pasillo encabronada en busca del despacho de la jefa de planta.

-          Espera, espera Isa, que no es lo que tú crees.

En el despacho de la jefa de planta. Se encontraban Laura y la jefa de personal.

-          Laura me tienes que cambiar los pacientes, ese viejo cabrón, me ha pellizcado y magreado el culo por debajo de la falda.

Dijo exigentemente Isa, plantada muy derecha ante  las dos mujeres.

-          Que ha pasado Lidia?

Pregunto Rocío, la jefa de personal a Lidia, que entro tras Isa.

-          Bueno, pues, don Joaquin, ya sabes que se propasa, y tal!

Contesto Lidia cabizbaja y comprensiva.

-          Y como ha reaccionado Isa?

Pregunto fria Rocio a Lidia, ante el asombro de Isa que no entendia nada.

-          Pues, pues, se ha deshecho de él bruscamente.

Intento atemperar Lidia.

-          Bueno Isa, vas a volver a la habitación de don Joaquin y le vas a pedir perdón, por cualquiera que fuera tu reacción.

Dijo autoritariamente Rocio.

-          Queeeee?? Estas hablando en serio Rocio? No me has oido un paciente se ha propasado conmigo.

Respondió llena de indignación Isa.

-          Ya, ya, Isa. Yo te entiendo. Pero es que don Joaquin, no es un paciente cualquiera. Y si, ya lo sabemos, le gusta tocarnos, el culo y los muslos, es solo un viejo, no pasa de unos toqueteos de nada!

Contesto Laura, intentando aclarar la situación sin éxito.

-          Perdona? Yo soy una enfermera profesional , mujer casada y madre de dos hijos. No voy por ahí, dejándome sobar, por pacientes que no son cualquiera.

Respondió orgullosa y llena de colera Isa.

-          Mira Isa, esto es una clinica privada. Una clinica privada, que resulta que fundo, poniendo la mitad del capital el señor Joaquin, y también resulta, que su hijo sigue siendo el principal benefactor de la misma. Por eso si el señor Joaquín quiere, tocarnos el culo, los muslos, o lo que sea, os dejais tocar, le decis una fresca y a otra cosa mariposa. Es eso o la calle!

Replico Rocio, la jefa de personal.

El orgullo le subio como la espuma a la cabeza a Isa. Predispuesta a renunciar en aquel momento a aquel trabajo, como un rayo. Pero un momento de sensatez cruzo su mente. Aquel trabajo era ideal, y estaba mucho mejor pagado, que muchos de los trabajos de jornada completa de enfermera con estres de enfermos que había visto y que conocía que existían. Y además solo era aquel “paciente especial”. Bajo la cabeza un momento, apretando los puños y reflexionando detenidamente, lo que iba a hacer.

-          Entonces que hacemos, vamos a su habitación a pedir perdón o te preparo en finiquito?

Pregunto Rocio.

Isa seguía mirando al suelo, con la mirada perdida.

-          Huuuuummm. Hay más “pacientes que no son cualquiera, como este”?

Pregunto reflexiva Isa.

-          No, Isabel. Los demás pagan sus facturas, pero no son la principal fuente de subsistencia de esta clinica. No te preocupes, esto no es un burdel. Y no dejamos que ningún otro paciente se propase con el personal.

Respondio Rocio.

-          Huuuuummm, buuuuuuuf, esta bien vamos a pedir perdón.

-          Lo siento don Joaquin, si fui demasiado brusca, no volvera a pasar.

Se disculpaba Isa cinco minutos después en la habitación de don Joaquin acompañada de la jefa de planta de personal y Lidia, con su mirada perdida en el vacio, mientras hablaba.

-          Huuuuuummm, esta bien chica, porque eres un bellezón y un mujeron, con ese cuerpo jamón, jamón. Te perdono, pero a mi hay que tratarme con deferencia. Entendido?

Respondio el viejo con una sonrisa de satisfacción y de vanidad autoritaria.

-          Si no se preocupe, lo tratare siempre con deferencia, don Joaquin.

Contesto Isa, sonriendo falsamente, antes de que ella y Lidia abandonasen la habitación porque su turno se había acabado.

Isa seguía pagando con la cara, con un semblante serio y enfadado mientras se desnudaba para cambiarse en el vestuario de enfermeras. Lidia la observaba con el semblante preocupado.

-          Vamos Isa cariño, no te lo tomes así! Ya sé que es un viejo cerdo y que estamos en el siglo que estamos, y que al fin y al cabo es machismo y del peor, porque esas dos que deberían protegernos y poner el grito en el cielo se someten a él!

Empezo a largar Lidia.

-          Si, es mucho más una falta de respeto, es arrastrar nuestra dignidad!

Contesto Isabel con la mirada perdida y apretando mucho los labios al acabar la frase.

-          Si, nena, si tesoro, tienes razón. A mi tampoco me gusta que ese viejo me sobe el culo y los muslos, pero siempre pienso en todas las ventajas de este trabajo, que son una montaña, no solo económicas sino también de condiciones laborales, y entonces.....

Respondio Lidia en tono conformista e impotente.

-          Lidia es una forma de prostituirnos, no lo ves! Vendemos nuestra dignidad!

Dijo Isa mirandola fijamente llena de indignación.

-          Jooooderr Isa, hija! No exageres, que el viejo nos de un pellizco en el culo, unas palmaditas, y un sobe en los muslos tampoco es prostitución, aunque traguemos, por un muy buen sueldo para nuestro trabajo y nuestras responsabilidades, o es que tú tienes un curro como este en cada esquina?

Pregunto Lidia a Isabel de forma altanera.

-          Huuuummm, si este trabajo es demasiado bueno. Tendre que tragarme mi impotencia y mi dignidad, pero eso no quiere decir, que me guste o acepte gratamente nada de esto.

Contesto Isabel cabizbaja, consciente de lo bueno que era ese puesto.

-          Venga animate, Isa, cariño. Vamos a darnos una ducha relajante, y luego nos vamos de cañas antes de irnos a casa! Venga chica, disfruta de la vida que solo tienes una!  Jajajaja – plash!

Exclamo risueña Lidia, huyendo desnuda con una toalla hacia la ducha despues de darle una palmada a Isabel en el culo  grande y esferico, firme y suave como la piel de un tambor de Isabel.

-          Aaaaaahhh zorraaaa, espera y veras! Jajajaja!

Gritaba Isa saliendo detras de Lidia en dirección a la ducha.

Las dos diosas jamonas de cuerpos llenos de firmes y suaves curvas, reían bajo la ducha enjabonando sus carnes prietas y lozanas. Lidia con celulitis, pechos caidos y en general poco tonificada, contemplaba de arriba a abajo a Isa, que había recuperado la sonrisa, y distribuia sobre su piel ligeramente bronceada, la espuma del jabón entre sus enormes y turgentes melones de copa G de sujetador, turgentes, erectos y tan redondos desfiando a la gravedad en toda su voluminosidad.

-          Tu también tienes un poco la culpa de llevar al viejo loco por tus carnes, Isa, tesoro! Al viejo y a toda la clinica, jajaja!

Empezo a decir  Lidia con media sonrisa picara sin dejar de contemplar a Isa, mientras esta le sonreia enigmática.

-          Mi marido siempre dice, y en eso tiene toda la razón, pero solo en eso, je, je, je. Que las mujeres como tú ( y como yo claro, jejeje!) son las que enciende todos los instintos en los hombres. Esas caderas anchas, de cinturas amplias, ese culo inmenso y redondo, esos muslos llenos y prietos, en esas pierna largas y firmes y esas tetazas enormes, que se balancean cortando el aire y la respiración de los hombres de todas las edades, que los ven en movimiento. Y además tu eres guapisima con esa carita de muñeca y esos ojos marrones tan vivos y bonitos! Tú eres una mujer, mujer como diría mi marido. Una hembra que convierte los penes flacidos en barras de acero! Jajajaja.

Explicaba Lidia con la voz llena de vicio, mientras se mordía los labios y se acercaba a Isa, que no dejaba de sonreirle conteniendo la risa.

-          Huuuuummm y que turgente y firme lo tienes todo, como el marmol! Y que piel más suave, pareces de porcelana, nena! Jajaja!

Susurro lasciva Lidia mientras le pellizcaba una nalga y una de sus enormes tetazas a Isa. La cual exponiendo una amplisima sonrisa se zafo de su amiga y compañera.

-          Eeeeehhhh para el carrooooo, nena!! A ver si voy a pensar otra cosa, jajajaja!

Respondio entre risas Isabel arrojandole espuma y agua del chorro de la ducha a Lidia.

-          Jajajaja, la verdad, es que por una como tú, cambiaba de acera, jajajaja, ahora entiendo a mi marido, jajaja.... por cierto...recuerdame que nunca te presente a mi marido...jajajaa.

Dijo entre risas Lidia.

-          Jajajaja, descuida te lo recordare.

Contesto Isa, mientras acababa de enjuagarse su sedoso y ligeramente bronceado cuerpo de diosa curvilinia y exuberante, y el agua corría por la lozania firme y turgente de sus mamazas, sus muslos y su culo esférico.

-          Bueno Isa! Ya sabemos que tú tienes, digamos menos tolerancia a las “atenciones” de don Joaquín. Esta semana no podemos prescindir de ti, porque Marta estará de baja. Te pido por favor que toleres a don Joaquín, he hablado con Lidia y elle intentara ocuparse de él la mayor parte del tiempo. Pero la semana que viene te prometo, que te liberare de su cuidado. Para que veas que no somos tan cabronas. Y que por supuesto no nos gusta esta situación. Pero hija hay que comer!

Explico Roció, la jefa de personal, a Isa en un tono conciliador el siguiente día de trabajo, intentando apaciguarla y que no hubiera ningún otro incidente grave.

Isa manteniendo el semblante serio, afirmo con la cabeza y se dirigió a sus tareas.

Para intentar prevenir el contacto de las manos de don Joaquín sobre su bronceada piel, en caso de que le tocase atenderle, Isa había decidido ponerse toda la semana los pantalones y la blusa blancos de enfermera.

La jornada se desarrolló bastante bien. Lidia acudía a casi todas las llamadas de don Joaquín, mientras las dos mujeres se intercambiaban sonrisas de complicidad. Pero una jornada es muy larga y no se puede estar en dos sitios a la vez.

De forma que a regañadientes le toco acudir a la llamada de don Joaquín. El cual sonrió como un lobo al verla entrar en la habitación.

-          Vaya muñeca, es una pena que vengas tan poco a verme. Y más pena es aún, que no lleves tu batita. Huuuummm con lo que me gusta!

Dijo sonriendo triunfante y lujuriosamente don Joaquín, mientras le indicaba a Isa lo que tenía que hacer.

Ella se acercó al viejo para hacer lo que le pedía, y este acaricio sus muslos por la parte interior y acabo dándole una sonora palmada en el culo.

-El mejor culo que he palpado en décadas, inmenso, firme, duro y redondo, jajaja! - Plassshhh

Repitió don Joaquín volviendo a darle una sonora palmada, mientras Isa se separaba con la cara hecha una furia y llena de ira, y abandonaba la habitación, intentando controlarse para no dar un portazo.

Toda la semana transcurrió más o menos así, siempre que podía acudía Lidia, y cuando no quedaba más remedio intentaban estar las dos, y la que siempre estaba más cerca del contacto de don Joaquín era Lidia. Pero cada maldito día había una o dos ocasiones, donde no le quedaba más remedio a Isabel que atender a don Joaquín, ella sola. Y allí el viejo le pellizcaba el culo, le frotaba los brazos contra las tetas, le magreaba los muslos por encima de los pantalones. E Isa se iba hecha una furia.

El último día de aquella semana, las prisas, los niños, el idiota de Pepe. Total que el doble juego de pantalones y blusas de enfermeras blancas estaban sucios. Solo podía que ponerse la bata.

-          Joder tía, hoy me tienes que cubrir especialmente, no quiero que ese viejo me sobe la piel.

Le rogaba Isa a Lidia.

-          Es que hija, el último día y mira que olvidarte de lavar la blusa y los pantalones!

Le recriminaba en tono desesperado Lidia a Isa.

-          Por favor, por favor nena!

Le suplicaba Isa.

-          Joder Isa, hare lo que pueda!

La jornada parecía que iba a desarrollarse con éxito, sin tener que ir ni una sola vez a atender a don Joaquín. Cuando faltando algo más de una hora para el cambio de turno. El timbre de la habitación de don Joaquín empezó a sonar insistentemente.

Isa empezó a mirar con desesperación hacia el pasillo, esperando el retorno de Lidia, que estaba ocupada con otro enfermo.

-          Lidia, Lidia, Lidia!!!

Empezó a gritar desesperada por el pasillo Isabel, esperando la visión esperanzadora de su compañera.

Pero Lidia no aparecía y sin embargo el timbre de don Joaquín no paraba de sonar.

Isabel resoplo, se acomodó la bata como intentando estirarla y apretando los labios y los puños se dirigió a la habitación de don Joaquin.

-          Jooooodeeerrr!!! Me voy a cagar en los muertos de Adaaannn, casi he reventado el timbre, se puede saber, que coño estáis haciendo?

Estallo enfadado don Joaquin, cuando vio abrirse la puerta de su habitación.

-          Vaaayyaaaaa mi ricura! Con los trapitos que me gustan a mí! Jejeje!

Isa se dirigió hacia el viejo con cara de muy pocos amigos y su mirada fría con la que traspasaba a los hombres.

-          Qué es lo que necesita don Joaquín?

Pregunto cortante Isa.

-          Que me ayudes a acomodarme para que no me resienta de mis lesiones y que me midas la presión!

Dijo el viejo sonriendo maliciosamente.

Isabel coloco correctamente a don Joaquín en la cama y colocando su cuerpo sobre el del viejo, se puso a tomarle la presión del brazo correspondiente.

Isa sintió como los dedos livianos, huesudos y arrugados del viejo se deslizaban lentamente, como si fueran hormigas que le hacían cosquillas sobre la textura suave de sus medias blancas de seda, recorriendo con sus dedos el interior de sus muslos. Mientras Isa intentaba abstraerse ajustando la banda al antebrazo del viejo.

Pero esta vez el viejo no se conformó con acariciar y sobar la circunferencia perfecta de su culazo divino. Deslizo sus dedos índice y corazón y empezó a frotar lenta y precisamente de forma experta la raja de Isa por encima de su braguita brasileña, jugando de forma maravillosa con sus labios vaginales.

Isa cerro los ojos y se le escapo un suspiro sordo, al tiempo que el viejo aumentaba el ritmo de su frote y el aire se escapaba del artefacto para medir la presión.

Jadeando lentamente y de forma muda, Isa se retiró del lado del viejo dejando que este sacase los dedos de su entrepierna, y entonces se dio cuenta de que estaba empapada.

-          To, to, to, todo está bien!

Dijo Isa tartamudeando y tambaleándose por la excitación. Desorientada miro al viejo, que tumbando, sonriendo triunfantemente se llevó los dos dedos a la boca y los chupo.

-          Nena además de ser preciosa de cuerpo y de cara, tienes un bollito, huuuumm, que bien sabe tu bollito. Eres toda una ricura…jajaja!

Se rio satisfecho y burlonamente don Joaquín, sin dejar de relamerse los dedos con la esencia humeda de la vagina de Isa. Mientras ella abandonaba la habitación cabizbaja y avergonzada, con una mezcla de impotencia y de rabia por no haberse podido contener.

Al mismo tiempo su cabeza le daba vueltas, el viejo era un experto con los dedos y la había puesto cachondisima. Además con el trabajo, ya no tenía tiempo para disfrutar de sus juguetitos, lo que la tenía relativamente frustrada sexualmente.

Se marchó sin despedirse de Lidia, ni de nadie. Obsesionada, con acabar lo que había empezado el viejo. Tan cachonda que se  habría follado a cualquier tío, que se lo hubiera propuesto directamente en aquel momento.

Entro en su casa, apenas besando a los niños y desoyendo sus quejas y peticiones, como si estuviese hipnotizada. Mando a la mierda a Pepe y le dijo que se lo hiciera él, cuando este le pidió algo. Y entro como una flecha en el baño de su habitación, después de haber rebuscado en el cajón de la comoda de su habitación y haber encontrado su vibrador.

Apenas necesito tres minutos con su aparato, para conseguir el mejor orgasmo artificial que había tenido nunca con uno de aquellos “juguetitos”, lanzando agudos y largos aullidos de placer mudo, mientras su raja se convertia en un lago de fluidos de placer. No sabía lo que le había hecho el viejo, pero la había puesto a mil, como hacía años que ningún hombre la ponía.

Las siguientes semanas transcurrieron con calma y rutina. Marta se había reincorporado ya, y don Joaquin ya no formaba parte de los pacientes a cargo de Isa. Aún y así don Joaquin e Isa se intercambiaban miradas por los pasillos y en los lugares del hospital donde coincidian. El la miraba con mirada perversa, esbozando su media sonrisa maligna y de satisfacción, e Isa le sostenia la mirada pero de manera neutra y en cierta forma interesada, curiosa, sin ira ni rabia, con una extraña sensación de deseo contenido, por descubrir que más cosas podría hacerle el viejo, como atrapada en una trampa morbosa mental.

El viejo, estaba evolucionando favorablemente y ya se movía por el hospital con ayuda de solo una muleta, pronto estaria recuperado y podria irse. Y así se acabaria ese deseo morboso y callado que Isa intentaba reprimir, no pensando en él y evitando cualquier intento con don Joaquin.

Aquello le estaba reconcomiendo también por dentro. Su orgullo, su vanidad, su amor propio, aquel viejo baboso y acosador, solo por aquellos tocamientos estaba instalado en su mente. Hasta el punto que en aquellas dos semanas, le había pedido un par de veces en las calenturas precoces de Pepe, que este la masturbarse con sus dedos, cerrando los ojos y no pudiendo evitar imaginarse que el viejo setenton y fibroso de pelo cano era quien la tocaba, aunque la destreza y la habilidad de Pepe, eran un desastre y pronto habia apartado su grasienta mano de su vagina.

Aquel sabado por la noche le tocaba la guardia a Isa. Ese era el último día de don Joaquin en la clinica al día siguiente se marcharia con el alta. Ya llevaba desde el jueves paseandose por la clinica, solo apoyandose ligeramente en un bastón, y a veces jugueteando caminaba sin él dandole vueltas a lo Charlot.

-          Bueno ricura, mañana me marcho! La verdad es que por ver cada día, ese cuerpazo tuyo prieto y rollizo, lleno de curvas suaves y enormes, me dan ganas de dejarme caer y lesionarme otra vez para prolongar mi estancia aquí. Jejejeje!

Le dijo provocativo y lascivo el viejo con su sonrisa de victoria a Isa, dandose la vuelta y metiendose en su habitación. Dejandola a esta observandole con una mirada furiosa, mitad por la arrogancia y chuleria del viejo,mitad porque aunque lo intentaba no lograba sacar, de su mente el recuerdo placentero de los dedos de don Joaquin, jugando con sus labios y su clitoris.

Las guardias de fin de semana solian ser extremadamente tranquilas. Ninguno de los pacientes en aquella clínica de rehabilitación estaba ni someramente graves o aquejados de alguna enfermedad grave o algo parecido. Por eso los pacientes dormían toda la noche, la enfermera se aburria, y así llegaba la mañana del domingo.

Y así trancurria la noche con todo en silencio y en principio los pacientes durmiendo, cuando sono el timbre de la habitación de don Joaquin. Seria a eso de la una y media.

Isa que estaba leyendo una revista, levanto la mirada extrañada y suspicaz. En los tres meses que llevaba trabajando allí, en ninguna de aquellas guardias había tenido que atender a un solo paciente en mitad de la noche. Además no podía ser otro que don Joaquin. Penso Isa con fastidio.

Como el timbre no dejaba de sonar. Isa se levanto se arreglo la bata blanca, que le quedaba ajustada al cuerpo dibujando exageradamente la curva de sus caderas y la esfera de su culo entallado, y moviendo sus mamazas que afloraban por el escote se dirigio a la habitación.

-          Vaya, ya tardabas! Como es habitual en ti!

Dijo de forma cordial y risueña don Joaquin, con una sonrisa sincera y calmada, sin rastro de su expresión engreída de éxito que habitualmente mostraba.

A pesar de ser la hora que era, don Joaquín tenía la luz principal de la habitación encendida.

-          Que quiere, estas no son horas para impertinencias don Joaquin, además estoy sola en esta planta y usted sabe que debo estar en mi puesto, por si de verdad surge una eventualidad. Lo sabe, ya que la clínica es practicamente de su familia.

Respondio Isa neutra e impaciente a la vez, notando como cierto nerviosismo crecia en su vientre y se desplazaba hacía su raja.

-          Estas preciosa esta noche, más de lo habitual. Que bien te maquillas los ojos, y esa sombra que llevas entre turquesa difuminado y gris te favorece mucho. Y esa barra de labios rosa pasión como humeda...huuuummm como apetece comerse tus labios.

Dijo don Joaquin aún en su tono conciliador, admirando a la diosa curvilinea que era Isa.

-          Ya ha terminado, don Joaquin? De verdad no puedo estar fuera de mi puesto, no hay nadie que me cubra, si de verdad un paciente me necesita!

Contesto Isa en un tono comprensivo y conformista.

-          No te preocupes, ninguno de los otros tres idiotas que estan en esta planta conmigo, van a requerirte esta noche, además ya estan pegando la oreja profundamente. Sin embargo yo si que te necesito?

Respondio don Joaquin esbozando su sonrisa maligna al acabar la frase.

-          Ustede me necesita para qué? Don Joaquin para qué?

Pregunto desafiante Isa, dando un paso hacia adelante, conteniendo la rabia, de verse dominada en su mente, por el deseo morboso que le habia provocado el viejo, masturbandola contra su voluntad.

-          Jajajaja, como me gusta cuando te pones brava!....... Pues veras nena, te necesito para bajarme la temperatura. El último dia que estuviste aquí, yo te empape el bollito, jejeje, recuerdas, jejeje. Ahora quiero que me ayudes a machacarmela, dejandome verte sin esa batita blanca, jejeje!

Dijo desvergonzada y victoriosamente don Joaquin con su más amplia y desagradable sonrisa.

Maldito viejo de mierda, penso Isa inyectando sus ojos en sangre y aprentando fuertemente sus labios al tiempo que le clavaba la mirada a don Joaquin.

-          Puede que me echen, viejo patético de mierda. Pero después de esto que usted me ha acaba de proponer, puedo ir a juicio, obligar a declarar a todas las empleadas, la mayoria de ellas a las que usted ha sobado sin su deseo y consentimiento, e incluso a algunas que ya no trabajen aquí y le hallan sufrido, o alguna de las que estan aquí, y que mi abogado las oblige a derrumbarse, y las demas por temor al perjurio haran lo mismo. Imaginese la indemnización que me voy a embolsar viejo asqueroso de mierda.

Le espeto Isa fría y duramente con furia contenida en la mirada.

-          Tranquilizate nena, que no te estoy obligando a nada, ni nadie va a echarte si te niegas. Además no te pediria que te quitases la bata y me dejases ver tus divinas curvas bronceadas y firmes, gratis y por la cara. Que te parecen quinientos euros, por que te quites la bata para mi?

Contesto don Joaquin sereno y sin perder la calma.

-          Vejestorio baboso. Parece que no quieres entenderlo. Yo soy una mujer felizmente casada (mintio Isabel) y con dos hijos y no ejerzo la prostitución, e incluso en el peor de los casos me guardaria mucho de ejercer la prostitución. Es más, siento lastima y me rebela la injusticia de que haya mujeres que tengan que ejercer la prostitución. Pero como yo no tengo los medios para impedirlo o remediarlo, mañana cuando estes en tu millonaria mansión puedes preguntar por servicios profesionales, para “bajar” tu temperatura.

Respondio Isa, susurrando llena de desafio con los ojos entrecerrados.

-          El calor lo tengo ahora ricura, y si te lo estoy pidiendo a ti, es justamente porque sé, que no eres una puta. No es una puta lo que quiero, además las putas de hoy en día estan todas operadas, y son sacos de huesos, no son mujeres, mujeres, como eres tú, una diosa de la voluptuosidad. Digamos quinientos euros y te quitas esa batita blanca para mi.

Insistio frio y pertinza don Joaquin.

-          No, y menos por un piel arrugada de mierda como tú viejo.

Respondia Isabel, que notaba de forma intranquila como los labios de su vagina se hinchaban por el calor.

-          Que tal mil euros?

Insistía, impertérrito a los insultos don Joaquin.

-          Que no momia vieja y arruinada, que no es cuestión de dinero, que es cuestión de dignidad!

Respondio con despecho y desafio Isabel.

-          Y dos mil euros, dos mil euros, solo porque te quites la batita, mientras yo me “acaricio”, nada menos que dos mil euros.

Insistio sonriendo aguda y malvadamente don Joaquin.

Joder dos mil euros, solo por verme en ropa interior, la cabeza empezaba a darle vueltas a Isa, que se tiro para atras y empezo a mirar con los ojos muy abiertos a don Joaquin. Dos mil euros, algo más de su sueldo solo por quedarse en ropa interior delante del viejo mientas este se masturba. Isa empezo a dudar y don Joaquin viendo la debilidad, la aprovecho.

-          Digamos que dos mil quinientos euros, te quitas la bata aqui, bien cerquita de mi. Madre mia, muñeca, dos mil quinientos euros, por quedarte de la misma manera que te quedas cada vez que vas a la playa. Qué me dices?

Aumento la apuesta don Joaquin.

Isa estaba allí plantada, con la boca abierta y la entrepierna ardiendo. Además el viejo tenía razón, le iba a dar dos mil euros por verla en ropa interior, que más o menos era como vestía cuando estaba en la playa.

-          Huuuuuummm, bueno, pero el dinero por delante.

Respondio Isa mordiendose el labio inferior y mirando el suelo. Cuando levanto la cabeza el viejo estaba alargandole el brazo y ofreciendo en su mano los cinco billetes de quinientos, a la vez que mostraba su arrogante sonrisa de victoria.

Girando la boca, Isa resoplo y cogio los cinco billetes recontandolos, los doblo y se los guardo en el bolsillo de la bata.

-           Pasa el pestillo a la puerta de la habitación y  que empieze el espectaculo, ricura!

Exclamo don Joaquin, apagando la luz principal de la habitación, dejando solo la luz de las mesitas de noche y arrellanandose contra el respaldo de la cama. Mientras Isa, insistiendo en la idea de que lo que iba a hacer, era como exponerse en bikini en la playa, iba hasta la puerta para echar el pestillo a la misma.

Luego volvio junto a la cama, sumida en su autoconvencimiento, sin percatarse hasta que estuvo junto a él, que don Joaquin  habia echado las sabanas para atras. No llevaba parte de abajo del pijama y lucia una enorme erección. El olor de los fluidos preseminales inundaron la nariz de Isa, aumentando su excitación, entornado sus ojos resoplo en voz baja.

-          Vamos muñeca acercate y enséñame tus carnes prietas, y tus suaves y espectaculares curvas, oooohh!

Gemía entre susurros don Joaquín, masturbandose lentamente.

Isa se mordio sensualmente el labio inferior, y empezo a desabrocharse los botones de la bata de forma duditativa, al principio.

-          Lento, nena, lento!

Le pedia amablemente el viejo.

La nueva atmosfera con la luz tenue de las mesitas de noche, se cargo del aroma del sexo, sobre todo de la polla inherte de don Joaquin. Isa intentaba no lanzarle miradas conforme se desabrochava los botones, pero no podía evitarlo. Menuda polla tenia el viejo, no era más larga que la de Pepe, tal vez en la media, pero si era más gorda que la de Pepe y nervuda y cubierta de venas, sin dejar de palpitar a cada sacudida del viejo. Era increible que aquel setentón estuviera en tan buena forma y su marido no diera ni asco, pensaba Isa, mientras se humedecía los labios y sentía como el calor invadia todo su cuerpo y su raja parecía la boca de un volcán.

-          Oooohhh si cariño abrete la bata, baila un poquito, para mi, un poquito ricura!

Isa se contoneaba al ritmo de una música imaginaria, cerrando los ojos, intentando controlar su calentura, no podía más, cuando saliese de allí tendría que hacerse un dedo muy urgentemente.

Isabel dio un par de vueltas abriendo de par en par la bata mostrando al viejo su interior, hasta que dejo caer la bata sacándosela por los hombros, dejando a la vista un maravilloso juego de lenceria blanco de encaje, que representaba rosas encadenadas, un tanga blanco precioso, también de encaje por delante y un wonderbra de copaza G, que realzaba y contenía sus tetazas, sobre su piel suave y ligeramente bronceada. Vestían sus piernas dos medias blancas de seda transparente con la goma  de encaje, que representaba florecillas silvestres, ajustandose en mitad del muslo, piernas que se alzaban llenas y firmes sobre sus tacones de media altura con la banda en el empeine y que dejaban a la vista el resto del pie!

-          Ooooooohhhh, eres una diosaaaaaa, date una vuelta completa, para que te contemple, bieeennn, oooooohhh!

Jadeaba estasiado el viejo.

Isa dio una vuelta completa sobre si misma, muy lentamente, creia que flotaba, estaba más caliente de lo que nunca había estado en su vida. El olor de la polla del viejo, su contemplación firme y palpitante, la inundaban y dominaban.

-          Ven aquí muñeca, ven aquí, dejame que te acaricie, mientras termino!

Le pidio don Joaquin a Isa.

A pesar de que el deseo la estaba comenzando a poseer y solo tenía ganas de que se la follasen bien follada, y lo que tenía más cercano era la polla firme y palpitante del viejo. Nego con la cabeza.

-          Venga, oooohhh,  quinientos euros más! Ooooh!

Exclamó el viejo ofrenciendo.

-          No, una cosa es mirar otra es tocar! No!

Contesto tragando saliva e indecisa Isabel.

-          Mil euros, si te acercas y me dejas que te toque las piernas y el culo con la mano libre!

Volvio a subir las apuestas el viejo.

Isa se quedo paralizada, el olor de la tranca del viejo la tenia absorvida, y mil euros era mucho dinero, sobretodo sumado a los dos mil quinientos que llevaba ya.

Afirmo con la cabeza, al tiempo que alargaba la mano. El viejo metio la mano debajo del almohadón y como por arte de magia saco dos billetes de quinientos más, dandoselos a Isa, que se agacho, mostrando toda la lozanía y turgencia de sus enormes globos a don Joaquín, los guardo en su bata blanca que había dejado sobre una silla cercana.

Después se acerco al viejo, poniéndose a su altura, y dejo que este alargase su mano libre y metiese sus alargados, venosos y arrugados dedos entre sus muslos, acariciando su interior, buscando con la yema de los dedos sus inmensas y firmes nalgas.

-          Ooooohhh!

Suspiro sordamente Isa cerrando los ojos, deseando que el viejo llegase hasta su raja, y empezase a jugar con sus labios y su clitoris.

-          Huuuuuummm que suave eres, tienes la piel como la porcelana y el terciopelo, la seda rasca en comparación con tus carnes bronceadas, huuuuuummm!

Exclamaba el viejo mientras la acariciaba suavemente con la yema de sus dedos, sin dejar de masturbarse, sin llegar a correrse o perder la fuerza de la erección. Lo que tenía a Isa asombrada y excitada a partes iguales, inundadas sus fosas nasales del olor a macho de la tranca del viejo.

-          Venga ven sientate, sientate, aquí cerca!

Le rogo don Joaquin.

-          Oooh, ooooh, oooh!

Jadeaba pesadamente Isa, al tiempo que se acercaba y se sentaba sobre el borde de la cama, dejando que el viejo manosease y magrease sus muslos llenos y prietos, por encima de las medias blancas transparentes de seda.

-          Joder que sexy eres, eres una diosa llena de exuberantes curvas, y eres tan femenina y con esa lenceria tan, tan, tan delicada y preciosa, mira como me pones la polla, ooooohhh!!

Exclamaba don Joaquin aprentando y pellizcando los muslos de Isa, sintiendo como esta respiraba, pesada y calladamente, mientras le miraba fijamente derramando calentura por los ojos.

-          Vamos dejame verte y tocarte esas tetazas que son un sueño, un milagro de Dios, esos melones enormes y redondos, ooooohhh!

Pidio el viejo desesperadamente.

-          No, no, no, no, solo tocar y se masturba, solo tocar!

Dijo con muy poca convicción Isabel, sintiendo como la humedad de su raja inundaba su tanga.

-          Quinientos euros más y me dejas ver y tocarte las tetas!

Insistio don Joaquin.

-          No, no, solo tocar por encima de la ropa, solo, solo , tu, tu, tu masturbaaar, oh, oh, oh.

Contestaba ardiente y duditativa Isa, intentando mantener la compostura, mientras la cabeza  le daba vueltas.

-          Mil euros! Vamos cariño! Dejame ver y catar esas mamazas de gloria!

Volvio a insistir el viejo, al tiempo que le incaba los dedos en forma de garra en la carne del muslo más próximo.

-          Ooooohhh, ooooohh....siiii, siiii, dame el dinero!

Respondió loca de excitación, la antes remilgada y muy herida en su amor propio e integridad de Isabel.

El viejo saco otros dos billetes de quinientos y se los entrego a la enfermera, que con un rapido movimiento de la mano verifico que eran dos y alargando la mano los coloco en el bolsillo de la bata, que se encontraba frente a ella.

-          Dejame, dejame que los saque yo!

Le pidio el viejo con voz de ansia, dirigiendo sus arrugados y largos dedos hasta el borde superior del wonderbra de encaje blanco, que acaba en preciosos arcos escoltando aquellas enormes, turgentes y esfericas mases de carne maravillosas.

Sin dejar de jadear Isa estiro la espalda, dejando que el viejo, sacase de la copa del wonderba, primero una de aquellas maravillosas tetazas, palpandola y tratando de pellizcarla por la punta con su mano, para pasar a continuación a sacar la otra tetaza, dejandolas las dos caer en forma de gotaza de lluvia, inmensas como dos sandias.

-          Dios mio son enormes y tan, tan, tan redondas y erectas. Uuuuuhhh, tienes las aureolas casi tan grandes como la palma de mi mano. Oooohhh!

Dijo el viejo abriendo la palma de su mano y empujando levemente las mamazas de Isa, al tiempo que daba vueltas a su mano como si quisiera contener en su palma la areola de la mujer.

-          Como pueden ser tan turgentes sin has tenido dos hijos?

Pregunto el viejo, mirandola fijamente, sin dejar de sacudirsela.

-          Me, me, me, me negue a dar de mamar a mis hijos!

Contesto dudidativa y ruborizada Isa.

-          Huuuuuummmm una fortuna para los que podemos disfrutar ahora de ellas huuuuuummm!

Se  regocijaba el viejo, que había dejado de sacudirse la polla erecta, para aferrarse con las dos manos a los enormes y maravillosos globos de Isa, poseyéndolos con sus manos, magreandolos como si estuviera amasandolos, pellizcando sus preciosos y erectos pezones, de forma experta. Mientras Isa cerraba lo ojos y se dejaba hacer, dando pequeños respingos de placer, llevada por el deseo y la lujuria que la poseian completamente.

-          Estas empapada ricura, dejame que juegue con tu rajita? Vamos nena!

Dijo el viejo!

Era lo que hacía dos semanas que estaba deseando, justamente más que en ningún otro momento era lo que más deseaba, que esos dedos expertos la tocasen y estimulasen, como solo el viejo había sabido hacer. Pero....no podia reconocerlo!

-          No, no, don Joaquín esto ha llegado demasiado lejos!

Contesto Isa, sin ninguna clase de convicción.

El viejo coloco sus dedos huesudos, arrugados y fibrosos sobre la tela del tanga de Isa, jugando lentamente con los labios empapados de esta, haciendo que Isa se pusiera más tensa y abriese mucho la boca intentando reprimir un gemido de placer.

-          Venga nena, quinientos euros más!

Insistio don Joaquin.

Sin dejar de jadear, Isa cerro los ojos y alargo la mano, intentando convencerse en aquella voragine de deseo y excitación que había ofrecido algo de resistencia.

El viejo sonriendo vencedor le ofrecio el billete de quinientos, apenas ella los había puesto en el bolsillo donde guardaba los otros. La tomo por sus gloriosas caderas como colinas entre las que nunca se pone el sol, la acerco a su cuerpo, y deslizo sus viejos dedos por debajo del empapado tanga de Isa. Empezando a juguetear de manera experta con los labios de la raja de la enfermera, introduciendo sus dedos corazón e índice, de forma furtiva, adentro y afuera, hacia arriba y afuera.

-          Ooooooooooohhhhhh ......ooooooooooohhh!

Estallo en suspiros de placer Isa, abriendo mucho la boca sin poder evitar su explosión de lujuria y de placer.

-          Te gusta eh, muñeca, dime si te gusta, ehhhhh!!!

Le inquiria arrogante y vencedor don Joaquin.

-Si, si, siiiiiii, si que me gusta siiii, don Joaquin siga asiiiiii!

Respondia Isa jadeante y suspirando de placer, el viejo tenia la mano empapada. Jamás se había encontrado Isa con nadie tan experto, que le había provocado tal estimulación en su vagina, su clitoris palpitaba camino del orgasmo, como las paredes de su raja que se contraian salvajemente anticipando el orgasmo.

-          Chupamela, puta, vamos so puta, chupamela, mientras yo te llevo a la gloria!

Exigio agresivamente el viejo!

-          No, no, no, viejo cabróooooonnn, no soy una putaaaaa... nooooo!

Respondio Isa, en una mezcla de indignación y deseo por arrojarse sobre la tranca firme y erecta del viejo, que la estaba llevando al paraiso con sus dedos.

-          Como que no eres una puta, ya te he pagado, cinco mil euros para poder disfrutar de tu cuerpo....jajajaja...venga te doy mil euros más y me la chupas y follamos, mi puta enfermera, casada y con dos hijos, jajaja.... si ambos sabemos que te mueres de ganas, jajajaja!

Decia don Joaquin riendose cruelmente.

-          No, no, no, no soy tu puta....aaaahhh, oooooohh!

Se intentaba aferrar Isa a una última instancia de dignidad.

-          Bien pues, si ni por mil euros más puedo follarte, pedazo de puta, paro con mis dedos y no llego hasta el final!

Contesto el viejo divertido y amenazante, parando sus dedos y sacandolos de la raja de Isa y de debajo de su precioso tanga blanco de encaje.

Isa abrio mucho los ojos y dio un respingo, estaba tan cerca, tan cerca de correrse, y aquel viejo cabrón había parado de repente.

-          No, no, no, sigueee!

Exigio disgustada Isa.

El viejo sonriendo de oreja a oreja nego con la cabeza, alargando dos billetes de quinientos más.

-          Esta bien cabrón de mierda! Dame los mil euros y follemos de una vez!

Respondio Isa desesperada y embargada de deseo y placer, al tiempo que cogía los mil euros y los dejaba sobre la bata que estaba en la silla.

A continuación el viejo la miro, moviendo sus dedos empapados en sus fluidos, como jugando y no decidido a atacar la raja de Isa. Esta levanto la mirada y miro desafiante pero llena de deseo al viejo,  colocandose sobre su  cuerpo acerco sus preciosos y apetitosos labios a la polla erecta y bañada en liquido preseminal, cuyo olor la enloquecia y ajustando sus labios se la trago bajando hasta el pubis del viejo, saboreando la salinidad y la firmeza de la carne de la tranca de don Joaquin.

-          Oooooooooooooohhh.....aaaaaaaahhh , mi putaaaaaaahhh, mi mejoooorrr putaaaaa!

Estallo en un grito de placer don Joaquín, al sentir como los labios de Isa se deslizaban arriba y abajo y su lengua humeda chupaba y lamia su glande con fruición, moviendo la cabeza arriba y abajo, abajo y arriba sobre el pubis del viejo, al tiempo que abría sus piernas y con la mano libre apartaba su tanga blanco dejando a la vista sus preciosa raja con un depilado brasileño, que dejaba a la vista una lengua de bello oscuro sobre los labios.

El viejo volvio a introducir sus dedos indice y corazón en la vagina empapada como una esponja de Isa.

-          Aaahhhh, que bien la chupaaaasss, oooooohhh que expertaaaaaaa!!!

Relinchaba de placer el viejo, el cual llevado por su excitación, aumentaba el ritmo frenético sobre el clitoris y la raja de Isa, cuyas paredes palpitaban como un volcan a punto de estallar.

Isabel cerraba y abria los ojos, disfrutando intensamente del placer de las manos expertas del viejo, al tiempo que combinaba el bombeo de sus labios ajustados sobre la tranca, moviendo velozmente la lengua, que le daba un intensisimo y maravilloso masaje al glande de don Joaquin, que miraba como si los ojos se le fueran a escapar de la cara, tirando la cabeza para atras  y gimiendo de placer. De vez en cuando, lanzaba lametazos lentos y detallistas desde la base al glande.

-          Aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhh, aaaaaaahahhah, es la mejooooorr mamaaaadaaaa, que me han hechoooooo!

Gritaba extasiado don Joaquin, sudoroso y con las venas de la cara como si fueran a explotarle. Intensificando aun más la masturbación sobre la raja de  Isa.

-          Aaahhhhhh, aahhhhhhha, aaaaaaaaaaaaaaaah......siiiiiii!!!

Levanto la cabeza Isa dejando de chupar al viejo, con su preciosa melena castaña oscura recogida y sostenida con una pinza del pelo, convulsionandose y abriendo mucho las piernas, mientras el viejo no paraba de frotar sus dedos corazón e indice en su raja, y esta explotaba derramandose y regandolo todo desde su clitoris y las paredes de la misma aferrándose a los dedos de don Joaquin debido al orgasmo.

-          Aaah, aahh, aahh, ahhh ... ha sido, ha sido, ha sidoooo,,, aaahhhh fantásticoooo!

Exclamo Isa extasiada, mientras don Joaquin, la miraba sonriente y vencedor y retiraba sus dedos.

-          Verdad que si ricura!

Contesto el viejo llevandose sus dedos empapados en los fluidos de la enfermera a su boca, chupandolos, para a continuación ofrecerselos a Isa y metiendoselos en la boca. Isa llena de deseo chupo los dedos del viejo como si quisera devorarlos, aquello era lo máximo.

Cuando el viejo los hubo sacado de su boca, se inclino sobre su pubis, volviendo a devorarle el glande con lengüetazos rapidos y precisos, y a bombear con su cabeza enloquecida arriba y abajo, abajo y arriba, sobre la polla erecta del viejo que no dejaba de palpitar.

-          Dame, tu leche viejo cabrón, quiero tu leche , necesito beberme tu lecheeee....oooohhh!!

Decía  Isa en breves pausas, en las que se sacaba la polla de don Joaquín de su boca, mirando agresivamente con su preciosa cara de muñequita a don Joaquin, que le sonreia malvada y complacientemente. Antes de soltarle la pinza del pelo arrojarla sobre el sillón cercano, sosteniendo su preciosa, brillante y sedosa melena, al tiempo que agarra su cabeza la obligaba a bombear violentamente sobre su polla.

-          Aaaahhhh, aaahhhhh, ya vieneeeee! Ponteeee de rodillaaaasss y bebeteloooo todo, mi putaaaa, siiiii putaaaa mia!

Exigio el viejo sudoroso y rojo de la excitación, sosteniendo su verga mientras Isa afirmando con la cabeza, se ponía de rodillas agitando todas sus rollizas y prietas carnes junto a la cama frente al viejo.

-          Si, si, si, alimenta a tu putaaaa, siiii dame tu lecheeee, tu puta quiere tu espermaaaa, siiiii!

Respondia Isa completamente fuera de si, loca por beberse el semen de don Joaquin.

El cual poniendose muy tieso, apoyo su ardiente polla sobre la lengua extendida, que con la boca  abierta mostraba Isa y con apenas dos sacudidas, empezo a eyacular como un surtidor lanzando sus primeras rafagas claramente dentro de la boca de la enfermera, inundando su cuello y las siguientes rafagas golpeando la cavidad de su boca e inundando su lengua.

-          Oooooooooooohhhh, que maravillaaaaaaa, ooooooooooohhh!

Exclamaba entre gemidos de placer el viejo.

Mientras Isa, reteniendo la mayor cantidad posible de semen en la boca, había tomado con la mano la tranca de don Joaquín y la sacudía, para que esta lanzase las ultimas rafagas, que Isa recogia en su boca. Depues limpio con su lengua la totalidad  de la superficie de la polla del viejo. Para finalmente acomodandose el pelo muy sexy y femeninamente hacia atrás, mirar a don Joaquín lasciva y  fijamente, abrir la boca, mostrandole su semen cremoso y caliente en gran cantidad sobre su lengua, y proceder a cerrar la boca y tragarse la leche del viejo, sacando su lengua para relamerse a continuación, poniendo cara de niña mala, lo que aumento sobremanera el extasis del viejo. Isa sabia muy bien lo que excitaba la mente de los hombres.

A continuación el viejo, la levanto sobre sus tacones de media altura que dejaban la parte delantera y trasera de sus pies al descubierto, haciendola sentarse sobre la cama junto a él. La miro fijamente e Isa respondio con una dulce, aniñada y picara sonrisa, don Joaquin la tomo por la amplia cintura y la tumbo sobre la cama, al tiempo que le daba un morreo correspondido por ella. Mientras Isa sentía  como las manos del viejo deslizaban suavemente el tanga hacia abajo, a lo que  ella ayudo moviendo sus firmes y llenas piernas para facilitar que el viejo, que estaba enroscada a ella en un apasionado beso francés, pudiera sacarle el tanga más facilemente.

Después el viejo, se separo levemente del cuerpo suave, dulce, aterciopelado y bronceado de Isa, y escurrriendo el tanga de la enfermera sobre su cabeza, dejo que los fluidos de la raja de Isa inundasen su boca, tragandolos y relamiendose después.

Isa miro a don Joaquin sintiendo como su raja palpitaba de nuevo y su deseo por el viejo volvia a crecer. Aquel viejo asqueroso sabía como estimularla. Pensó, mientras este volvía a besarla enroscandose con él en otro beso frances, sintiendo como este dirigia sus manos a su espalda y le desabrochaba el wonderbra blanco, para sacarselo y dejarlo caer junto a la cama, encima del tanga empapado y escurrido que yacia en el suelo.

-          Madre mia, eres la puta más buena que me he follado en decadas! Que preciosa cara de muñeca, que culazo enorme , que anchas y firmes caderas y que tetazas, que tetazaaaaassss!

Estallo don Joaquin lanzandose sobre los enormes melones de Isa, devorandolos, lanzandole chupetones, succionando sus pezones con locura, pellizcandolos y apretandolos como si quisiera ordeñarlos, apenas pudiendo abarcar una cuarta parte de los mismos, de lo enormes y fabulosos que eran, turgentes, firmes y erectos a la vez que muy suaves y gelatinosos. Las curvas inmensas y naturales de una mujer, mujer.

Mientras el viejo saciaba sus hambre de semanas sobre la suave piel y las enormes areolas de Isa, esta, cerrando los ojos y disfrutando, le acariciaba el abundante cabello blanco plateado.

Don Joaquin bajaba acariciando con su lengua toda la piel sedosa y levemente bronceada de Isa, su canalillo, devorando su vientre distendido, su cintura amplia y sus redondeadas y anchas caderas.

-          Jajaja, aaahhh, jajaja, aaahhh!

Provocaba risas y placer, la lengua juguetona del viejo, cuando este lanzaba chupetones a los muslos firmes y prietos de Isa. Después lanzo un  largo y profundo lenguetazo a los labios de la raja de la enfermera, que se estremecio  de placer. Antes de que el viejo le levantese el culo, cargando sus preciosas piernas vestidas con las medias blancas de seda transparente sobre sus hombros  y empezase a mordisquear y lamer sus nalgas abundantes y firmes.

Ya no quedaba ni rastro, de la mujer indignada y furiosa con el viejo baboso y acosador. Ahora Isa allí abierta de piernas, gozaba de las atenciones de don Joaquin, disfrutando del sexo, como no lo había hecho en mucho tiempo.

Don Joaquin volvia a mostrar una potente erección, un hombre de más de setenta años! Aquello no era normal. Se preguntaba sonriente y cachonda Isabel.

Cuando el viejo bajo las piernas solidas y prietas de la enfermera y tomandola por sus amplia cintura la llevo hasta el borde de la cama, abriendole las piernas que dobladas se apoyaban con los pies en el borde de la cama, mientras le amenazaba con su polla como una lanza en ristre.

-          Ahora veras lo que te puede hacer un viejo asqueroso de más de setenta años. Mi putita, jejejeje....ahora veras que técnica tengo, jajajaja!

Reía triunfante don Joaquín, justo antes de agarrar su tranca con su mano derecha y empezar a golpear suavemente, como si fuera un látigo encima de los labios de la raja de Isa.

-          Aaah, aaah, aaah!

Se quejaba gimiendo levemente Isa, cuando el viejo emboco su verga en la raja de Isa y se la clavo de una vez violentamente y hasta el fondo, apoyandose con sus manos huesudas y arrugadas en las rodillas de Isabel para darse más impulso al penetrarla con más fuerza.

-          Aaaaaaaaahhhhh, aaaaaaahhhhhh!

Relinchaba de placer Isa, mientras el viejo como si estuviese haciendo flexiones apoyandose en las rodillas de la preciosa, espectacular y curvilinea jamona, sacaba completamente su polla erecta para volver a clavarsela ritmicamente, dejandola dentro apenas unos segundos para volversela a saca  completamente, para volversela a ensartar violentamente, adentro, afuera, adentro, afuera!

-          Aaaaahhhh, aaaaaahhhh, me voy a desmayaaaaarrr, aaaaaaaahhhh, siiiiiii!!

Estallaba de placer Isa, sintiendo como las paredes de su raja palpitaban violentamente con cada embestida del viejo, que no paraba de repetir su empalamiento, adentro y afuera, afuera y adentro, mientras la enfermera abria todo lo que podía sus piernas. Y don Joaquin continuaba, quince, veinte, veinticinco, violentas penetraciones, completamente fuera y hasta el fondo.

-          Aah, aah, aah, aah, oooooooooooooooooohhhhhhhhhh, siiiiiiiiiiiiiii!

Exploto Isa, convulsionando sus enormes caderas en un enorme orgasmo vaginal, exprimiendo la polla de don Joaquin que cubierto de sudor y demacrado por el esfuerzo sonreia con aire victorioso.

Después el viejo se tumbo junto a la enfermera, acariciandole el cuerpo y aferrandose con sus manos a sus gloriosos y enormes melones, esféricos y turgentes de copa G de wonderbra, buscando la boca de Isabel, que intentaba reponerse del nuevo orgasmo aún jadeante.

-          Buf, buuf, buuuf, joder don Joaquin , no se ha corrido, como puede aguantar tanto y seguir erecto?...buf, buf, buf!

Pregunto Isa entre besos y soplidos jadeantes de placer, esbozando su más hermosa sonrisa, aumentando la belleza de su preciosa sonrisa de muñeca.

-          Jejejee, ricura, yo sé mucho de mujeres, así que me había preparado tomandome mi vitamina azul, jejeje!

Asi que el viejo lo había preparado todo, el muy cabrón, se había atiborrado de viagra, porque preveia seducir y pagar a la digna, estirada y ofendida enfermera! Penso Isa al instante, sin importarle en absoluto en aquel momento, acababa de ganar seis mil euros y había tenido dos orgasmos casi seguidos, era el mejor encuentro sexual en años, y no aquellas mierdas precoces y babosas del capullo bocazas de Pepe, su marido.

Asi que volvio hacía don Joaquin y se enrosco en su lengua con un beso francés, mientras el viejo le magreaba y amasaba las nalgas y las tetas indistintamente, rozandole los prietos muslos con su firme polla erecta.

-          Pero que guapa eres, ricura, eres preciosa con esa carita de angel que tienes.

Le dijo el viejo dulcemente, apartandole con cuidado las puntas del cabello que le cruzaban la frente.

-          Gracias don Joaquin, para su edad usted tampoco esta...., vamos que no esta nada mal!

Contesto con media sonrisa picarona Isabel.

-          Vamos putita mia, montame la tranca y cabalgame, jajajaja!

Le pidio relajadamente don Joaquin.

-          Esta bien, pero nada de correrse dentro, que no sé, si es un día seguro.

Contesto Isa con su voz dulce, llevandose sus finos y delgados dedos con perfectas uñas pintadas de rosa de forma muy femenina junto a la boca, al tiempo que invocaba el más primitivo deseo de reproducción de los hombres, para provocar que el viejo embistiese con mayor ahinco guiado por el deseo irracional de preñarla, aunque Isa tomaba la pildora y llevaba un DIU, y sabía que era casi imposible que el viejo la preñase.

-          Jejeje, veremos....

Dijo el viejo desafiante, mientras Isa poniendo cara de niña traviesa, se subia encima de don Joaquin, y tomando con sus finos dedos el pollón erecto lo dirigia a sus labios, que rezumaban fluidos de placer, frotandose con la verga erecta del viejo, mientras Isa cerraba los ojos y se mordia lascivamente el labio inferior, justamente antes de introducirse la polla tiesa de don Joaquin.

-          Ohhhhh, siiiii, nenaaaa, siiiiiii, galopaaaaame, galopaaaaa!!!

Pedia don Joaquin entre gemidos y jadeos de placer. Aprovechando con las manos en garra para amasar y magrear las nalgas enormes, firmes y esfericas de Isa, mientras esta sin dejar de mover las caderas, combinaba movimientos, arriba y abajo, adelante y atras, bombeando sobre la polla de don Joaquin que palpitaba salvajemente en su interior.

-          Aaaaahhhh siiiiii, siiiiii, aaaahhhh, máaaass rapidooooo, máaaas rapidooooo!!!!!

Le pedia el viejo a Isa, que estaba en la gloria, sintiendo como su clitoris palpitaba y su raja era una fuente de fluidos.

Isa aumento la intensidad, sin dejar de mover circularmente las caderas, bombeando hacia adelante y  hacia atras, hacia arriba y hacia abajo, con tremenda furia, mientras cerraba los ojos y abria mucho la boca sin dejar de jadear, apoyando las manos en el pecho de don Joaquin, que relinchaba de placer extasiado, viendo como las enormes y esfericas tetazas de Isa, tan grandes cada una como dos maravillosos melones, rebotaban ferozmente en el vacio como dos firmes montañas de gelatina sacudidas por un terremoto.

-          Aaaaaaaahhhh, siiiiiii, aaahhhhhh, si, si, si, siiii!

Jadeaba la mujer de bandera, jamona prieta de carnes abundantes y firmes , con cara de muñeca preciosa.

-          Oooooooohhhhh, esto es el paraisooooooo, lo unicoooooo bueno de la vidaaaa, lo mejoooorrrr , una buenaaa putaaa cachondaaaa, la única razóoooonnn, para seguiiiir vivooooo, oooooohhhh!

Gtitaba estasiado don Joaquín, ambos completamente abstraidos por el sexo, sin preocuparse por los demas pacientes de la planta, ante el fabuloso ruido que estaban provocando.

-          Ooohhh, oooooohhh, ponte a cuatro pataaaaaasss, putitaaa miaaaaaa ooooooohhh.

Isa sudorosa y extasiada, respondio cumpliendo la orden automaticamente, sin dejar de jadear se saco la polla del viejo y se dio la vuelta sobre la cama, poniendose a cuatro patas, abriendo sus muslos cubiertos por las medias blancas de seda, dejándole su raja de depilado brasileño al viejo, que no se lo penso dos veces y la ensarto violentamente, mientras se asía a sus anchas y suaves caderas hincando sus dedos viejos, finos y arrugados, en su calida y firme piel levemente bronceada.

-          Aaaaaaaaaahhhh, si, si, si, si, Joaquiiiiiinn, siiiiiii!

Gritaba de placer la enfermera abriendo mucho la boca. Mientras el viejo se apoyaba alternativamente en una cadera y luego en la otra, palmeando con fiereza la nalga de la cadera donde no se apoyaba, al tiempo que bombeaba adentro y afuera, afuera y adentro!

-          Plaaaaash, plaaaash, plasssshh!!

Sonaban las fuertes palmadas de la vieja y arrugada mano de don Joaquin.

-          Oooooohhh siiiiii, siiiiiii, Joaquiiiiiiinnn, más fuerte, pegaaaa, más fuerteeeee!

Motivaba entre relinchos de placer Isabel al viejo, que bombeaba más violentamente y golpeaba con tal saña el divino culazo de Isa, que ambas nalgas ya estaban completamente rojas.

Entonces el viejo, dejo de golpear su culo y con la mano libre recogio la melena sedosa y brillante de  de la enfermera, estirando de la misma y usandola de punto de apoyo, mientras seguía bombeando adelante y atras, atras y adelante y con la otra mano continuaba el castigo de las nalgas redondas turgentes y enormes de Isa.

-          Siiiiiiiiiiiiiiiii, Joaquiiiiiiiinnn, siiiiiiiiiiiii, ooooooooohhhh!!!

Gritaba de placer con su dulce y aniñada voz apoyada sobre cuatro patas Isabel.

-          Ooooooohhhh, Ooohhhhh, eres la mejor hembraaaa que me he follladooooo nuncaaaaa, aaaahhhh, me corrrrooooooo!

Estallo entre gemidos de jubilo don Joaquin, sudoroso y demacrado, totalmente rojo y tenso, estirando su cuerpo y clavando hasta el fondo en la raja de Isabel su polla.

-          Nooooooo, noooooo, dentroooooo, nooooo.....aaaaaaahhhhh, siiiiiiiii, ooooooohhhh ahhhhhh!

Estallo a la vez Isabel entre convulsiones en otro orgasmo con sus paredes vaginales ordeñando la polla del viejo, que exploto en su interior, derramando su abundante y calida leche, inundandola completamente.

Don Joaquin, jadeante, se tumbo sobre la espalda sudorosa de Isa, sacando lentamente su flacida verga, que aún goteaba. Cuando Isa resoplando con las últimas convulsiones, sintio fuera de si, la polla calida del viejo, se dejo caer sobre la cama con el viejo aún jadeante sobre ella. Mientras parte del semen cremoso y abundante de don Joaquin salia de su raja y corria por su suave y bronceada piel, hasta manchar las sabanas de la cama. Isa se giro hacia el viejo, con una sonrisa de satisfacción y placer dibujada en su preciosa y bonita cara. Y ella y don Joaquin se fundieron en un morreo.

Durante casi diez minutos la enfermera rolliza, preciosa con carita de muñeca y el viejo de plateada melena se fundieron en la cama entre arrumacos, caricias y morreos.

-          Joaquín, cariño debería ducharme y volver a mi puesto, no vaya a ser que pase algo y me la cargue.

Dijo Isa al viejo con su voz aniñada y dulce sin dejar de acariciarle las mejillas.

-          Sí, yo también pienso que me vendría bien una buena ducha, para dormir plácidamente. Jejeje.

Contesto don Joaquín, incorporándose junto con Isa. La cual sin dejar de sonreírle, de forma muy sexy  y sensual se quitó la última pieza de ropa que quedaba sobre su cuerpo, sus  preciosas medias blancas de seda. El viejo desde el umbral de la ducha la contemplo sonriendo con deseo, mientras su polla volvía a coger forma.

-          Jajaja, sí que va bien la viagra, solo con quitarme las medias ya está otra vez tu pene bailando, jajaja.

Dijo riendo Isabel, mostrando su más amplia y preciosa sonrisa, dirigiéndose a la ducha donde le esperaba el viejo, balanceando sus espectaculares curvas lujuriosamente, mientras volvía a recogerse su melena castaño oscura con su pinza del pelo.

-          Splaaaasshhh

Sonó el palmetazo en las perfectas, turgentes y esféricas nalgas de Isa, que le dio Don Joaquín cuando esta entro en la ducha.

-          Vamos bomba sexual, entra aquí conmigo, déjame gozar de la inmensidad de tus curvas de mujer, buenorra.

Dijo el viejo a continuación de lanzar aquel sonoro palmetazo con voz viciosa de deseo. Ante lo que Isa se revolvió sonriente con toda su guapura y le soltó un beso lascivo, llevándose su labio inferior entre los dientes.

El jabón y el agua corría entre los cuerpos de ambos, entre risas, abrazos y besos se extendían el jabón y se enjuagaban, el viejo aprovechaba para poseer cada centímetro de aquella montaña de firmes curvas, que se extendían sobre la  sedosa piel bronceada de Isabel, suave como la porcelana, e Isabel se recreaba en las manos firmes y hambrientas de don Joaquín, que conquistaban su cuerpo con avidez y la excitaban.

-          Dios, tienes una cara de ángel, de muñeca preciosa, eres tan guapa ricura, y tienes un cuerpo moldeado para el sexo, mira como me pones, multiplicas por dos los efectos de la viagra.

Dijo el viejo invadido de nuevo por el deseo, al tiempo que cogiendo su cabeza firmemente la atraía hacia él y la morreaba.

-          Date la vuelta y apóyate en la pared!

Exhorto autoritario don Joaquín.

-          Si, si, si, follameeeeee!

Respondió Isabel llena de deseo, dándose la vuelta y apoyándose en la pared donde no estaba el grifo de la ducha.

Don Joaquín se acercó con su verga tiesa y dura, y empezó a jugar con los labios de Isabel, frotándolos con su tranca.

-          Metelaaaa, metelaaa, yaaa.

Gemía, suplicando con desesperación Isabel.

El viejo sonriendo satisfecho, se aferró con sus manos con fuerza a las anchas y divinas caderas de Isabel y la ensarto violentamente.

-Aaaaaaaahhh!

Exclamo de placer Isabel, abriendo mucho la boca y apoyándose firmemente contra la húmeda pared para recibir las embestidas de don Joaquín, que apoyado en sus caderas bombeaba con fuerza adelante y atrás, atrás y adelante.

-          Siiiiiii, siiiiii, eres la mejor causa para seguir viviendooooo, ooohhh.

Gemía y se expresaba eufórico el viejo, al tiempo que Isa giraba la cabeza y recibía de él un beso francés lascivo.

El viejo dejo las caderas, para asirse a las tetazas enormes y turgentes de talla de copa G de Isa, que tenía los pezones como el granito, tomándolas por abajo con las manos en garra, y apretándolas y amasándolas con pasión, melonazos que se balanceaban  arriba y abajo, sexy y violentamente con el ajetreo trepidante del bombeo, adelante y atrás, atrás y adelante.

-          Aaahhhhh, aahhhh, siiiiii, siiiii, apretaaaaalas más fuerteeee, máaaass fuerteeee!! Aahhhh!

Gritaba de placer Isa, retorciendo la cabeza y cerrando los ojos. Su raja volvía a ser un volcán  y cada vez se enroscaba más a la polla de don Joaquín, como si quisiera ordeñarla. Mientras el viejo sin dejar de apretar sus suaves y firmes tetazas, bombeaba frenéticamente adentro y afuera, afuera y adentro.

-          Aaahhhhh, ooohhhh, si, si, si, me corrrooooo!!!

Estallo Isabel tensando su cuerpo y llegando al orgasmo por tercera vez aquella noche, algo que no le sucedía desde hacía tantos años, que ni lo recordaba.

Don Joaquín salió de ella, tembloroso y sudado, se colocó bajo el chorro de la ducha para recuperarse. Mientras Isabel resplandeciente de placer se daba la vuelta sonriendo, recuperándose del orgasmo.

-          Hazme acabar en una cubana, déjame disfrutar de esas tetas únicas, dándome placer con ellas.

Dijo el viejo totalmente empalmado recuperándose  del esfuerzo apoyado en la pared.

Isabel se acercó a él, le beso en la boca dulcemente y sin dejar de sonreírle, se arrodillo frente a él. Sus enormes melones estaban empapados, de forma que cuando rodeo con los mismos  la verga de don Joaquín esta se deslizo fácilmente entre ellos, desapareciendo en su grosor. Isabel una experta absoluta en el arte de las cubanas, cogiendo sus tetazas, suaves y firmes con sus manos abiertas y juntándolas al máximo empezó a agitarlas, arriba y abajo, abajo y arriba, practicando sobre el pollón de don Joaquín una fricción absolutamente divina.

-          Oooooooohhhhhhh, ooooooohhh…..yaaaaaaa vengooooo!

Relinchaba de placer el viejo apoyado en la pared con ambas manos, cerrando los ojos y tirando la cabeza para atrás. Al tiempo que Isa no cejaba en la intensidad, sintiendo como palpitaba su tranca, justo antes de que la cremosa y cálida semilla de don Joaquín, salieses disparada de su canalillo con si fuese un surtidor, extendiéndose por su cuello y cubriendo las esfericidad maravillosa de sus enormes globazos.

Isabel sin dejar de sonreír y de mirar a don Joaquín que jadeaba entre espasmos de placer, se separó de él cogiendo con sus finos y femeninos dedos la polla del viejo, sacudiéndola para hacer salir hasta la última gota y enfocándola a sus mamazas, para que la leche de don Joaquín cayera sobre ellas. Después sin parar de mirar al viejo con su cara preciosa de ángel, el cual había abierto los ojos y la contemplaba. Tomo sus tetas y se las llevó a la boca, recogiendo con su lengua toda la leche de don Joaquín extendidas por ellas y tragándosela de forma viciosa.

Se habían dado un último beso, antes de que Isabel volviese a vestirse para salir de la habitación, mientras el viejo se colocaba bajo las sabanas y se adormilaba como un niño. Cuando Isabel salió al pasillo de la planta, don Joaquín ya dormía profundamente.

Isabel caminaba hasta su puesto de guardia con sus empapadas bragas en un bolsillo y una enorme sonrisa de satisfacción dibujada en su rostro, colocando un pie delante del otro caminando con toda la sensualidad de la que la naturaleza le había dotado, una diosa del sexo, con curvas divinas de mujer, mujer. Curvas de las que había gozado el viejo cabrón acosador. Un viejo con el que había engañado por primera vez al pobre imbécil de Pepe, su marido, y que le había dado un placer sexual que creía ya olvidado y al que a partir de ahora no pensaba renunciar.