Las cruzeix y la conquista (Parte 1.)
Se narra la historia de Helena, reina de Prato una región de Italia, en la lucha que tiene contra el clan de vampiras Cruzeix. Vampiras conocidas por esclavizar mujeres y ser sádicas y perversas. La lucha no la librará sola, siempre estaría acompañada de su sacerdotisa Géminis.
El fin
Pisadas se escuchaban por todo el bosque, me sentía perseguida, aquellas mujeres o cosas que decían las leyendas estaban por atraparme y quizás matarme en un futuro incierto. Los árboles se movían al son del poco viento que había en esa oscura noche. La luna estaba competa y su luz alumbraba toda la tierra, que servía como camino para mi fugaz trote que llevaba en ese momento.
-Atrapadla, por la Dama Cruzeix, atrapadla y átenla a los caballos súbditas mías gritaba una mujer, blanca como la nieve y con los ojos rojizos, pareciera que se estuviera desangrando con aquella vista furtiva y desolada que me atormentaba mis verdes iris.
Siento como un peso cae encima mío mis manos quedan inmovilizadas y mi ropa totalmente rota por una especia de pequeñas y afiladas garras. Totalmente desnuda soy atada y amordazada por aquel batallón de guerra y soy llevada a un lugar donde jamás quisiera haber ido.
El comienzo del final
Clanes divididos.
Me presento, soy Helena Bianchi, escribo este escrito para contar la historia de nuestro pueblo y cómo logramos sobrevivir. Las futuras generaciones tienen que saber lo que ocurrió realmente.
Corría la edad media en todo su esplendor, la península itálica estaba en todo su esplendor, ganando territorios a los francos y derrotando a las sublevaciones internas. Sin embargo, hay algo que ningún historiador cuenta y es como casi nuestro pueblo, olvidado por la dinastía, fue casi devorado por una plaga.
Nuestro bello pueblo de Prato situado en Toscana siempre fue un pueblo mísero, sin muchos recursos y dependiente de la agricultura de nuestros preciados aldeanos. La plebe no daba ni un centavo por nosotros, no había cultura ni mucho menos hombres de letras. Pero eso cambió cuando llegue yo, hija del conde de Florencia, me trasladé hasta esa zona para poder hacer que el pueblo emergiera de la pobreza y de la miseria.
Todo iba bien, las mujeres empezaban a trabajar más la tierra, los hombres ayudaban a formar un ejército que pudiera defender cualquier sublevación externa y sobre todo los hijos de todos, empezaron a instruirse en letras y ciencias a cargo de maestros que venían invitados por mi padre a esta región.
Mi mano derecha fue Géminis, una bella sacerdotisa encargada de adorar a la Diosa Venus, hermosa como cualquier chica italiana de la época. De cabellos castaños, largos y sedosos como la tela más fina que te puedas imaginar. Era delgada, un cuerpo fino y delicado digno de una súbdita de tal Diosa. Cuerpo apacible, lindo y erótico, no necesitaba tener tanto volumen para causar ceguera al instante, por eso era deseada por cualquier militar extranjero para poseer. Sus largas piernas y su respingado trasero hacían que sea un bocadillo para cualquier guerrero con sed de sexo.
Como repetí hace líneas más arriba, todo iba bien hasta que un escuadrón de soldados fue asesinado en su totalidad, salvo un general que logró escapar de la emboscada. La verdad, era muy raro que por estas zonas haya emboscadas, pues la gente no conocía nuestra periferia a la perfección. Sin embargo, todo cambiaría esa noche.
- Hablad general, que ha pasado tan tarde por las periferias de la ciudad -digo tratando de descubrir la razón de la visita tan apresurada.
- Oh, bella dama disculpe interrumpir en los senderos de su hermosa casa. Pero a ocurrido una desgracia sin previo aviso, un grupo de bandidas nos asaltó por las afueras de la ciudad, cuando hacíamos una vigilancia de rutina. Todos mis hombres perecieron en la batalla, fui el único bendecido por los Dioses para poder escapar de tan triste final.
Géminis levanta sus manos en signo de oración por aquel hombre.
-Alcanzaste a ver cómo eran las bandidas? ¿Tenían algún uniforme? ¿O algo que las hicieron diferentes a una habitante de Prato común y corriente?
- No mi señora, tenían velos en la cara, lo único que alcancé a escuchar era que beberían la sangre de nuestros hermanos -al decir esto el soldado cierra el puño, para mostrar su profunda tristeza por la muerte de sus compañeros de guerra.
- Puedes retirarte, descansa ve con tu familia y disfruta a tu esposa. Tienes un descanso por dos semanas para tu recuperación -digo esto y me levanto a descansar en mis aposentos.
Géminis va tras de mí.
-Señorita Helena, tengo información que quizás le sirva saber sobre aquellas bandidas.
- Ven, vamos a descansar a mis aposentos, estoy cansada.
Desde que conocí a Géminis, genere un sentimiento erótico por ella, pero sabía que no podía ni tocar aquel cuerpo bendecido por los Dioses, por simplemente respeto hacia ellos. Sin embargo, entre nosotras no había secretos, éramos la una para la otra en todo lo que hacíamos. Entramos en la habitación.
-Ayúdame con esto -le digo a Géminis señalando mi vestido.
Ella se acerca a mí y con sus manos va retirando mi vestido de mi cuerpo. Yo era una bella joven, a mis 29 años ya podía decir que era una mujer hecha y derecha. Mi cuerpo fue la envidia de muchas nobles de la época, sobre todo mis pechos grandes y carnosos escasos en estas épocas. Mis cabellos negros jugaban un lindo contraste con mis ojos verdes que siempre resaltaban en el alba del ocaso, largos y totalmente sedosos llegaban hasta mi trasero el cual era el brote de deseos de muchos campesinos de la corte. Géminis lo sabía, sentía sus miradas cada vez que me desnudaba enfrente de ella, pero nunca hizo nada y eso me hablo bien de sus convicciones. Me echó desnuda en la cama y le digo a Géminis que se eche conmigo.
-Cuéntame, que información útil me tienes que contar en esta noche fría pero cálida a la vez, querida amiga -digo mientras miro las telas que cubren mi gran cama, que casi siempre estaba en la soledad.
-Señorita, tengo una amiga en Florencia, que una vez me contó que se corría las historias que por estas tierras había un clan de vampiresas que se llama Cruzeix. Es un clan conocido por la sed de sangre de los hombres y el llanto de las mujeres. Siempre que capturan a humanos, a los hombres los matan y terminan su sangre y a las féminas esclavizan y convierten en súbditas de por vida.
Me quedo algo intrigada por aquella noticia, si bien no temía por morir yo, no quisiera que todo mi esfuerzo en este pueblo se vaya al olvido.
- ¿Y por qué el odio hacia la raza humana de estas vampiresas, querida Géminis?
- Según cuentan las historias, Cruzeix, la líder de todas se enamoró perdidamente de una noble una noble de Florencia aun cuando estos lares ni eran colonizados. Como nido de amor decidieron venir a estos lugares y hacer una familia juntas, Cruzeix ocultó el secreto de ser vampira a la noble por mucho tiempo y por obvios motivos a todo su clan lo guardo en el secreto más profundo de su corazón. Sin embargo, cierto día, la noble observo cómo Cruzeix bebía sangre de uno de sus guardias, a lo que ella horrorizada huyo de aquel lugar en busca de ayuda.
- Vaya líos amorosos por lo que veo -digo sorprendida.
- Y aún queda más, la noble regreso con un ejército numeroso y logro capturar a Cruzeix y a su hermana, quemándolas a ambas en la hoguera evitando que puedan revivir. Desde ese momento, todas las vampiresas se escondieron en las afueras, tomando el nombre de su líder y jurando venganza a cada mujer que viviera en este hermoso pueblo.
- Parece más una historia para asustar a los niños antes de dormir, que real querida. Hasta que no vea a una no voy a crear nada, ahora vamos a dormir que el sueño me carcome la cabeza.
Géminis asienta con la cabeza y nos quedamos dormidas, en mi desnudez, con la luz de la luna a todo dar y el respiro de mi alma meditabundo ante la historia narrada por mi compañera.
Al día siguiente
Se escucha el sonido de la puerta retumbar sobre mi cabeza, Géminis se despierta y tapa mi cuerpo con una sábana de terciopelo y abre la puerta.
-Perdone majestad, que venga tan temprano a molestar su sueño, pero tenemos visita de una extranjera.
Ya despierta, abriendo los ojos trato de escuchar cada palabra con lucidez.
-Cómo se llama tal visitante y es tan importante para cortar mi sueño? -digo en tono molesto.
-Discúlpeme señora, dice que tiene información muy valiosa para usted y su corte.
-Hágala pasar, en un momento me visto y bajo para recibir tal información -digo mientras me levanto.
Me cambio, poniéndome un largo vestido y unas joyas en mis manos. Como era costumbre en esta época la ropa interior no se usaba como se debe usar en los tiempos futuros a estos escritos. Bajo caminando por la gran escalera del palacio y veo a una mujer, algo madura sentada en una silla. Tenía apariencia de una mujer del pueblo, sin muchos lujos y algo perdida con su extraña mirada.
-Cuál es su nombre, extranjera y que la trae a mi palacio a tan temprana hora en el esplendor del alba.
-Mi nombre es Fátima señora, no soy de estos lugares, vivo en Florencia soy mercante en ese lugar por eso la desdicha de mis trajes y la deshonra ante sus ojos.
-No hace falta humillarse, Fátima. Está en mis gobiernos y aquí todos somos iguales, dígame que la trae por aquí.
-Por pedido de mi esposo vine a estos lugares para poder vender mis productos, especies aromáticas corporales, para que la gente de alcurnia como usted pueda oler como los mismísimos Dioses. Sin embargo, cuando estaba por entrar junto con mi hija fuimos interceptados por dos mujeres, ambas muy hermosas.
- ¿Que les dijeron las mujeres?, no tenemos guardias féminas en este pueblo, no pudo haber sido alguna de mis tropas -digo tratando de descubrir de que mujer hablaba la extraña.
- Me dijeron que, si cruzaba ese camino, la maldición y la muerte vendría a mi familia, tome a la ligera sus palabras y seguí con mi camino, pero algunos metros más adelante las mismas mujeres tomaron a mi hija y se la llevaron. Las mujeres saltaron hacia un árbol de una manera increíble, no parecían humanas y se esfumaron más rápido que el viento, que mis cansados ojos no pudieron ver nada.
Me quedo algo confundida, dos incidentes en dos días, inusuales y poco convencionales para ser sincera.
- Le suplico señora, que salve a mi hija, lo único que le puedo dar son estas especias que traje conmigo, pero por favor salve a mi pequeña. Apenas tiene 20 años, está en su juventud y no quiero ni imaginar que podrán hacer aquellas mujeres.
- No tiene que suplicar nada Fátima, compraré todas sus especies con el dinero que valen. Pero ahora usted tiene que hacerme un favor, vaya con mis guardias. Llévenla con los dibujantes, quiero que me hagan un retrato fiel a sus declaraciones para poder buscar aquellas mujeres -digo al general a cargo.
Regreso a mis aposentos, me vuelvo a tomar en serio la problemática de las vampiresas, tal salto como lo pinta la mujer no puede ser realizado por alguien normal y corriente, ni por los mismísimos espartanos. Esto tiene un sabor muy malo, pero tengo que averiguar qué pasa.
La mujer conversa con los guardias y dibujantes, describiendo a tales extrañas mujeres, hasta que finalmente logran terminar con el dibujo.
-Alteza, tenemos el dibujo que pidió -dice un guardia tocando la puerta.
- Pasa y entrégamelo -digo desde mi cama.
Veo el dibujo y se trata de una mujer normal, hermosa es cierto, pero una mujer como cualquier otra. Lo único diferente eran sus ojos rojos y su piel casi blanca, como la nieve que solo podíamos ver pocas veces en la vida. Mando a que peguen tal retrato por toda la ciudad y avisen que si ven a tales mujeres avisen a la armada para proseguir con su captura por daños a la corte.
La luz, se esconde detrás del sol que desaparece junto al ruido de las aves cantando. El cansancio invade mi cuerpo y caigo rendida a la cama
En otra habitación
Géminis rezaba como era costumbre en su costumbre religiosa, una oración diurna y nocturna siempre estaba entre sus protocolos. Géminis se despoja de sus prendas y se viste con una túnica blanca, algo transparente con la lúgubre luz que nos da la luna a estas horas. Se echa a dormir, hasta que escucha un ruido por la venta, un crujir del vidrio la despierta.
- ¿Quién anda ahí? -pregunta algo asustada por el fuerte ruido que se escuchó en su habitación.
No oye respuesta alguna, pero siente algo extraño cerca de ella, pero sus ojos no pueden ver nada por ahora. Una sombra, de forma rápida e inhumana entra a la habitación, sin embargo, géminis aun no puede ver nada. Esta extraña sombra, cierra la cortina y la puerta en segundos dejando a la sacerdotisa prácticamente encerrada en aquel lugar.
Géminis tiembla de miedo y se revela ante ella, Aura, la primera vampiresa que conoceríamos. De cabellos largos y negros y ojos rojizos. Una túnica negra cubría la desnudez de sus pechos, mas mostraba parte de su sexo, a la vista y paciencia de cualquier ojo curioso que asomaba por ahí.
- ¿Quién eres? Y por qué entras a mi habitación y osas despertar mi sueño.
-No podéis pedir respeto, escoria humana, agradece que vengo a tomarte y cierra tu boca que solo lanzas penumbras y poca honra.
Tales palabras dejan a Géminis sin habla, insultos y vejaciones no se veían todos los días en mis dominios. Mi amiga, se preparaba para lanzar un grito de auxilio cuando Aura corre y la sujeta de la boca, riéndose de forma absurda y rompiendo la túnica de Géminis.
Emergen las filudas uñas de Aura y rasgan la piel de Géminis, corriendo hilos de sangre por el piso de la habitación. Mi pequeña amiga, gime de dolor y llora suplicando por clemencia ante la vampiresa, que disfruta del dolor de la sacerdotisa.
-Los rumores eran ciertos, una virgen cuida la reina de estos lares, puedo oler tu olor a kilómetros. Será muy satisfactorio quitarte ese privilegio que solo tienen las débiles, que creen que son protegidas por los Dioses, cuando las abandonan en la miseria como ahora.
Géminis no hacía caso a las hirientes palabras de Aura y rezaba en su cabeza a su Diosa, esperando algún milagro o acto de fe, que nunca llegó a rescatarla.
Aura tumba a Géminis en la cama y la ata con cuerdas muy tensas a cada esquina.
-Ahora verás lo que es sufrir, pero no quiero escuchar tus quejidos, que quiebras mis oídos con tu asquerosa voz -dice esto y rompe la ropa interior que llevaba Géminis y se la pone en la boca, quitando toda forma de articulación vocal por parte de ella.
De su espalda, saca un látigo formada por pequeñas púas y una correa de cuero, que rasgaba la piel de cualquiera. Mira con lujuria el cuerpo de Géminis, al parecer las vampiresas podían oler a kilómetros a una mujer virgen y no podían resistirse a tal manjar.
- ¡Hmmmm! -se escucha el primer sollozo de Géminis en toda la habitación. Su grito ahogado por la tela no permite que nadie en el palacio la escuche, una lágrima recorre su mejilla y a la vez un hilo de sangre recorre su nalga izquierda.
Aura sonríe y se ríe, al parecer era una sádica escondida tras esa bella mirada. Cae otra segunda y tercera tanda de azotes en la ya rojiza carne de Géminis. Cada minuto que pasa es un suplicio para ella, escucha como cada parte del látigo atraviesa y corta su piel, para luego la sangre chorrear por la cama y dejarla rojiza.
A la décima azotaina, cesa el tortuoso episodio y aura guarda el látigo. Sonríe de forma maliciosa y pasa su lengua por las heridas de aquella muchacha, tendida en la cama aún. Siente la sangre y se relame otra vez, al parecer cada vez que lo hace recibe energía y se siente como nueva.
-Será un esfuerzo no llevarte conmigo y volverte mi esclava, sin embargo, disfrutaré un poco más contigo, querida -dice esto mientras saca de un pequeño bolso que llevaba una especie de pene de madera.
Por estas épocas, la insatisfacción de las mujeres por sus esposos que las dejaban por ir a guerras o batallas era muy grande. Las mismas, creaban diversos aparatos para poder emular el acto sexual ante la carencia de este. Si así éramos las humanas, no quiero imaginar las vampiras que hasta donde tenía entendido, solo era un clan de puras vampiresas y ningún hombre entre sus filas.
Aura, moja el pene con aceite de oliva extraído de los cultivos de Prato y empieza a jugar con el virgen sexo de la sacerdotisa. Géminis, siente algo que nunca pensó sentir, siente como algo se va inmiscuyendo dentro de sí, abriendo y cerrando la entrada hacia su más grande tesoro: su virginidad.
Gemidos cortados por la tela, hace que la voz de la hermosa chica se hunda en la más profunda desesperación, la vampira sonríe y decide romper la pequeña línea que dejaba el sexo de Géminis entre la virginidad y la sexualidad. El pene de goma entra y sale del cuerpo, llevando consigo gotas de erotismo y sonidos de súplicas por parte de la que ya no es virgen.
El ritmo de la penetración aumenta y la mano de la vampiresa empieza a moverse brutalmente dentro del ya estrenado cuerpo de la sacerdotisa. La lengua de la mujer de ojos rojos recorría visualmente la silueta del cuerpo expuesto y abierto por aquel instrumento impuro para muchos.
- Quiero que me des todo de ti, vamos por eso vine aquí -dice Aura.
- ¡Hmmm! -grita con algo de placer nuestra pequeña súbdita de Venus.
La vampira, sonríe y nota como fluye por sus dedos el sabor del placer de Géminis. Se relame al ver como pequeñas gotas de sangre inundan la cama, la muestra de la virginidad en su máximo esplendor. Aura, para terminar con todo esto acelera su mano a una velocidad no humana haciendo que las piernas y el sexo de mi amiga falle y caiga en un tortuoso orgasmo.
Las gotas de la excitación caen en toda la cama, empapando toda sábana posible. Las piernas de Géminis se convirtieron en grifos abiertos y sus piernas en temblores constantes, parecía un castigo divino por fallar al pacto con Venus.
Aura levanta a Géminis de sus cabellos y la tira al piso, aún no se recuperaba de tal episodio. Sus piernas no le permitían caminar muy bien, pero eso no impidió que su boca acabase en el clítoris de la vampiresa.
La inexperta muchacha no sabía qué hacer, su lengua novata jugo un rato con el sabor que tenía aquella extraña mujer. Sin embargo, Aura empezaría a sentir los estragos de la lengua de la sacerdotisa, pierde el control por un momento y abofetea a Géminis hasta el punto de dejarla en el piso.
-Sigue, maldita sea -grita la chica de garras afiladas levantando nuevamente a la muchacha y colocándola en la posición anterior.
Aura, se libera de la túnica, mostrando sus dos grandes pechos quizás como los míos, pero lo que más resaltaba eran sus pezones rosáceos y delicados que parecían brotar como dos botones de flores en primavera.
Sus manos pellizcaban cada uno de sus pezones, viendo como una exsacerdotisa, virgen y hermosa le lamía su sexo de una manera torpe pero excitante. La lengua de Géminis empieza a sentir el fluido de aquel clítoris mientras ella pensaba en todo lo que había pasado aquella noche. Separa los labios de la mujer de un lado a otro, abriéndolos como una pequeña flor y notando que cada vez se hinchaban más.
Su trabajo iba bien, Aura ya no se notaba tensa, sino relajada y muy excitada. Sus piernas se empezaban a torcer y sus manos a temblar junto al movimiento del frenesí de su boca. Un grito se escucha en la habitación y un mar de sabores explota en la boca de Géminis.
No tiene otro remedio que aceptar tal fluido viscoso y tratar de asimilarlo antes que recibiera otra tortura por parte de Aura. La vampiresa sonríe complacida por el trato y la deja en el piso tirada.
-Hasta luego, manjar de los Dioses quizás nos volveremos a ver otra noche de luna llena -sentencia y sale de la ventana dejándola abierta con la brisa inundando el cuerpo de la hermosa mujer.
Adolorida y exhausta, se levanta del piso y se echa a dormir pidiendo clemencia y perdón entre sus sueños a Venus por tal deshonra ocasionada en su cuerpo que ya no es digno de guardarlo como templo para ella.
Al día siguiente
-¡Géminis! Despierta querida, ya es tarde -digo desde afuera de la habitación ignorando totalmente el suceso de la noche anterior.
Al no obtener ninguna respuesta, llamo a los guardias para entrar y ver el estado actual de mi amiga. Al romper la puerta la encontramos durmiendo aún, con los ojos hinchados y llorosos. Boto a todos y entro en la habitación cerrando la puerta con llave.
-Amor, que te ha pasado, porque estás con los ojos como dos nubes cargadas de agua antes de explotar. ¿Estás bien? -pregunto aún sin respuesta ante tal suceso.
-Estoy estoy bien, señora solo que tuve una pesadilla y por eso las lágrimas en mi mejilla -me dice tratando de calmarme.
Sin embargo, mi sentido común, no creen tales palabras.
-No te creo querida, como sacerdotisa, no te sale bien mentir. Ven te voy a dar un buen baño para que te olvides de tu pesadilla.
Géminis se niega, no quería levantarse de la cama y eso me parece extraño. Ella siempre es muy activa y para nada le gusta quedarse inactiva en el todo el día.
-Soy tu reina y te ordeno que te levantes y vayas conmigo a la ducha, no me dejas otra opción que usar mi poder por tu bien -sentencio y me pongo al pie de la cama esperando respuesta alguna.
-Mi mi reina, discúlpeme -dice levantándose y mostrando su cuerpo o mejor dicho su trasero magullado.
-Por Dios, quien te hizo eso, respóndeme ahora mismo ¿fue un soldado? ¡Ahorita mando a matar a todos! -digo contrariada y casi saliendo de la habitación.
- No señora, no fue nadie de aquí, vino una extraña mujer que se parecía mucho a la descripción de la mujer de Florencia. Ella me hizo esto y me violo -rompe llanto al decir estas últimas palabras.
Me quedo con la mirada perdida, pero me repongo rápido para poder abrazar a mi hija y brindarle el apoyo que necesitaba en ese momento y que seguro no tuvo durante toda la noche anterior.
-Tranquila yo te voy a cuidar y sanar las heridas -digo en tono consolador.
- Tírate en la cama boca arriba, no queremos que esas heridas se pongan peor ¿verdad?, iré por algunos medicamentos que tengo para curar este tipo de heridas -digo esto saliendo de la habitación y regresando con algunos frascos de cremas para pasar por el cuerpo de Géminis.
- Por qué hace esto señora? Soy simplemente una esclava más de su corte.
- Me duele que digas eso a estas alturas, tu eres más que una esclava, dejaste de serlo hace años y pasaste a ser mi mano derecha para gobernar este pueblo. Eres mi amiga y me duele que te hagan daño, como lo que te hizo esa vampira -pasando por su trasero la pequeña crema que aliviaría el dolor en algo.
Géminis se queda callada y disfruta el pequeño masaje, un poco de cariño después del castigo nunca viene mal. Mis manos recorren el trasero, rojo y adolorido de mi compañera. Mi tacto siente el dolor que pasó la noche anterior y me duele en el alma, pero aguanto las lágrimas para no afectar más la situación.
Cada glúteo esta magullado por lo que parece ser púas de cuero o alambre, instrumentos usados en las azotainas a esclavos por parte de los Amos a los esclavos. No me imagino el dolor que soporto ella la noche anterior, pero ya estoy acá para cuidarla.
Cuando ella me mencionó que fue violada, me perturbo un poco, pero ahora que estoy más calmada esta puede ser la oportunidad que estaba esperando por mucho tiempo.
Mis dedos recorren la silueta del trasero redondo y aún firme de Géminis, observo como se marca ante cada movimiento y el rebote clásico de cada glúteo hace que mis ojos se iluminen con la llama de la lujuria una vez más. Pero no era momento para pensar en eso.
-Esto te va a ayudar, ahora debes evitar tener cualquier contacto con tu trasero. Puedes usar está túnica de terciopelo para que no te raspe la herida -digo alcanzándole una de mis túnicas para que se la ponga encima.
-Gracias señora, no sé qué haría sin usted me ha ayudado mucho a sobrellevar este episodio penoso en mi vida. No sé cómo se lo agradeceré.
-Nada que agradecer, a partir de hoy dormirás en mis aposentos, así te sentirás más segura. Así que le diré a los criados que lleven tus cosas a mi habitación. Ahora baja a desayunar conmigo, no te preocupes si alguien ve la desnudes de tu trasero, si alguien te mira con lujuria lo mando a matar, hoy estoy sin mucha paciencia.
Sin decir ni una sola palabra, recibo un cálido abrazo de ella y un beso en la mejilla. Fue la mayor muestra de cariño que recibí de ella hasta este momento y como era de esperar noté un pequeño sonrojamiento en mi rostro.
-Vamos cariño -digo.
Bajamos y comemos un buen desayuno, para poder olvidar el mal rato que pasó. Me siento en mi silla y mando a llamar a mis guardias.
-Desde el día de hoy, un escuadrón vigilará el castillo ni bien el sol se esconda. Quiero que nuestras fronteras sean cuidadas por nuestros hombres, si faltan hombres vayan e instruyan a más. A partir de hoy entramos en un período de guerra contra las Cruzeix y juro que tomare venganza por lo que le hicieron a mi sacerdotisa.
-Si señora -responde el general y se retira al instante.
De ahora en adelante, la época de felicidad y tranquilidad terminaría en Prato y en la vida de Géminis y la mía.
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Primera entrega de esta serie, espero les guste. Cualquier crítica u idea para otro relato sera recibida de forma cordial. Este relato mezcla elementos de la edad media, mucho sadismo, torturas y pizca de cosas góticas. Los datos históricos son omitidos, nada esta basado en la realidad ni mucho menos los hechos se consideran históricos. Con todo esto pero disfruten esta serie que ire de forma paralela ( o eso trataré ) con la otra.