Las Crónicas de Bagman (4)
LO QUE NECESITAS ES AMOR. La hija de Lola se opone a su relación con Mike, por lo que la atractiva divorciada rompe con él. Pero no siempre se puede cumplir con los buenos propositos, sobre todo cuando un ascensor estropeado se cruza en tu camino.
En el capítulo anterior: Mike conoce a su vecina de al lado, Lola, una madura pero atractiva divorciada. Seducido por sus encantos, nuestro héroe acaba con ella en cama. Pero Lola no vive sola, sino con su atractiva hija adolescente, que, al descubrir la relación de su madre con su vecina, monta en cólera
LA SAGA DE LAS VECINAS (2): LO QUE NECESITAS ES AMOR
Un par de días después, Mike volvió a encontrarse con Lola en el portal, frente a la puerta del ascensor; no habían vuelto a verse desde aquel día. Un tenso silencio se extendió entre los dos.
No podemos seguir con lo nuestro - Lola rompió el silencio.
¿Por qué?
Por mi hija. No le gusta nada nuestra relación y, francamente, yo tampoco estoy segura de que esté bien.
Pero tú eres una mujer adulta. Tienes derecho a tener tu propia vida - protestó el hombre mientras entraban en el ascensor.
Pero sigo siendo su madre y tengo responsabilidades para con ella. Mira estuvo bien, pero se acabó.
En ese momento el ascensor se paró repentinamente.
- Mierda - exclamó Lola pulsando rápidamente todos los botones de los pisos.
Finalmente se dio por vencida y empezó a llamar al timbre del ascensor.
¿Qué pasa? - oyeron que preguntaba la voz de una anciana.
Estamos atrapados en el ascensor - gritó Mike -. Puede avisar al portero para que venga a sacarnos.
¡Uy! No creo que esté ya. Este chico se va siempre muy pronto. Los jóvenes de ahora no tienen ganas de trabajar
En ese caso, ¿podría llamar a los bomberos, por favor?
Un momento, ahora mismo les llamo - y oyeron como unos pasos se alejaban lentamente del ascensor.
Un silencio tenso se extendió entre ellos hasta que la mujer volvió a decirles que ya había llamado a los bomberos y que llegarían en unos veinte minutos. Poco después de oír como la puerta de su casa volvía a cerrarse, Lola empezó a reírse sin ningún motivo aparente.
¿Qué te hace tanta gracia?
Una tontería. De pronto se me ha ocurrido que si fuéramos los personajes de un relato o una película porno, ahora empezaríamos a follar como conejos... y a la mierda mi hija.
Mike no supo como había sucedido pero, de pronto, se encontró con su lengua en la boca de ella. Se besaron violentamente mientras la mujer se frotaba ansiosamente contra él. Cuando vio como él, con manos torpes por la excitación, se estaba desabrochando los pantalones, se separó y fue hacia el espejo situado al fondo del ascensor. Se inclinó hacia el espejo mientras se alzaba la falda, ofreciéndole su esplendido trasero. Él le bajó las bragas de un tirón e hizo con la lengua los honores al culo de la mujer. Luego, alzándose, la penetró violentamente. Empezó a moverse en zig-zag en su interior, haciendo a Lola chillar de placer. Y si la magnitud de sus chillidos podía servir de pista para ver cuanto estaba ella disfrutando, no debía de haber echado mejor polvo en su vida.
En ese momento oyeron un fuerte golpe en el techo del ascensor que los dejó paralizados. La trampilla superior de la cabina desapareció con un fuerte tirón.
- No se preocupe, señora, ya estamos aquí - oyeron decir a un bombero que se asomó por la abertura.
El bombero se quedó con la boca abierta al ver a la pareja: Lola apoyada contra el espejo y Mike penetrándola desde detrás. Ellos tampoco sabían que decir. Entonces el bombero tomó la iniciativa.
- La señora tiene claustrofobia. Voy a intentar tranquilizarla y después la sacaremos - gritó a sus compañeros tras lanzarle al dúo un guiño de complicidad.
Tras decir esto se descolgó ágilmente hacia ellos y, mientras se desabrochaba el mono, preguntó:
- ¿Os importa que me una a la fiesta?
A Lola no parecía importarle por la forma como lo miraba, lo cual no tenía nada de raro porque era un tipo bastante atractivo: alto y guapo, no musculoso, pero con un cuerpo duro y fibroso.
- No te cabrees, colega - dijo el bombero a Mike, que le miraba con cara de pocos amigos -. Hay sitio para los dos. ¿Verdad, señora?
Lola, por toda contestación, agarró su verga y se la introdujo glotonamente en la boca. Al ver que su imprevisto compañero ya estaba disfrutando de una esplendida mamada, Mike no quiso ser menos y continuó bombeando. Cuando ya creía que no podía aguantar más, también el bombero se dio por vencido:
Voy a correrme...
Espera - ordenó la mujer -. Todavía no. En mi cara, correos los dos en mi cara.
Lola se arrodilló frente a ellos, que frotaban sus pollas frenéticamente. El semen saltó casi al mismo tiempo de los dos potentes nabos, cubriendo el rostro de la mujer. Churretes de lefa le corrieron hasta la barbilla. Ella se los enjuagó con una mano, chupando luego los dedos con deleite.
- Toma, límpiate la cara - le dijo Mike, alcanzándole sus propias bragas.
Después de que Lola se limpiara y pusiera en orden sus ropas, el bombero y nuestro héroe la ayudaron a salir del ascensor.
¿Cómo está, señora? - le preguntó uno de los compañeros del bombero que la había "rescatado".
Ya está mucho mejor - contestó el "valeroso" bombero -. La he puesto una inyección con un calmante y se encuentra mucho más tranquila.
Pobrecita, que mal lo ha debido pasar - se compadeció la vecina que había avisado para que vinieran a sacarlos.
Según subían por las escaleras para volver a su casa, Lola se volvió hacia Mike y le dijo:
Olvídate de lo que dije antes. No puedo vivir sin ti -. Y añadió con una sonrisa, mientras posaba la mano sobre su paquete -: Bueno, sin ti y sin tu hermano pequeño.
¿Y tu hija?
A mi hija que la den por culo.
Se intentará - la excitante idea cruzó rápidamente la mente de Mike.