Las crónicas de Andrea Harrison 4
Andrea se da cuenta de lo que significa el poder absoluto... ¿Se verá seducida por él?
“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Como fan de los cómics que había sido Andrea… o Mason, toda su vida, aquella frase la había leído muchas veces… y en aquel momento había rebotado por su mente por la forma en la que había traicionado sus propios valores. No había sabido controlarse.
Cuando Victoria recuperó la claridad de su mirada, la miraba de otra manera. Hacía unos días la miraba por encima del hombro, después de pedirle que fuera más amable, con cortesía y respeto. Y en aquel instante… la miraba con lujuria. Victoria la tomó por los hombros, sorprendiéndola, la apoyó contra un árbol y empezó a besarla con intensidad.
La mente de Andrea se desconectó. La forma en la que Victoria besaba era gloriosa. El instinto la dominó. Se olvidó de todo y la rodeó con los brazos, bajando una de sus manos para tocar una de sus nalgas. Mason había sido un hombre atractivo, pero nunca había salido con una chica del calibre de Victoria, era una diosa y la encendió tanto que se olvidó de la realidad.
_ ¿Andrea?
La voz de Allison rompió el hechizo y Andrea volvió a la realidad, notando cómo le costaba a Victoria separar sus labios de los suyos. La muchacha la miraba con un hambre que no había visto en toda su vida.
_ Allison…- Murmuró, tratando de separarse de Victoria.
_ Me alegro de que te hayas recompuesto con tanta facilidad.
Aquello fue lo que le faltaba por escuchar. La había tirado como si no valiese nada, la había abandonado, y ahora le dedicaba esa mirada de orgullo herido porque había encontrado a alguien antes que ella. Entre el calentón y la rabia, no podía pensar con claridad. Sólo pensaba en hacer daño.
_ Está claro que hay gente que tiene mejor gusto. _ Intervino Victoria, aferrándose a mi pecho. _ Y ahora, si nos disculpas…
Andrea estaba frustrada. Quería hacer mil cosas en aquel instante, decirle un millar de cosas a aquella mujer… pero consiguió contenerse, sabiendo que después se arrepentiría.
_ Sí… mejor nos vamos… _ Logró susurrar, cogiendo la mano de Victoria y caminando sin pensar.
Era difícil cuantificar lo enfadada que estaba Andrea en ese momento. No se paró a pensar en que Victoria tenía planes y estaba usando su nuevo dominio para llevarla de nuevo al coche. Se olvidó de sus compras. Sólo quería ir a su habitación y darle una paliza a la almohada.
Estaba cerca del punto de partida. De olvidarse de todo y encerrarse en si misma. Apoyó la cabeza sobre el volante y suspiró. Fue entonces cuando, con toda la delicadeza del mundo, Vicky le apartó un mechón de pelo y le dio un beso en la mejilla. Se estremeció. Por un segundo se había olvidado de que estaba allí.
_ No deberías dejar que ella te hiciera sentir así. _ Le puso la mano en las mejillas. _ Esa puta no se merece tanto.
_ Ella no es…
_ No la defiendas. Te dejó. No se dio cuenta de lo especial que eres y estoy segura de que se va a arrepentir toda la vida. _ La tomó por la barbilla. _ No te merece, y desde luego no merece que llores por ella.
_ Pero…
_ Pero nada. _ La tomó del rostro y se acercó para besarla.
Andrea se dejó llevar. Victoria sabía besar. La forma en la que luchaba su lengua con la suya propia activó sus terminaciones nerviosas recorriendo toda su anatomía. El pantalón empezó a estar apretadísimo. Victoria se dio cuenta y colocó la mano sobre su miembro, acariciándolo lentamente.
_ Vaya… ¿Qué es esto?
Andrea se asustó. Todo había ocurrido de forma muy natural y no se había parado a pensar. Victoria le estaba sobando el paquete. Estaba sorprendida, evidentemente, pero su mano seguía acariciándola sin parar, como hechizada.
_ Sabes… siempre supe que había algo raro en ti… _ La miró a los ojos. _ ¿Eras un tío, Andrea?
_ Sí… me llamaba Mason. _ Confesó, mordiéndose el labio.
_ Espera… ¿Mason Harrison?
_ Sí… ¿Me conocías? _ Le preguntó… repentinamente.
_ ¿Conocerte? Si estaba colada por ti… Hasta más que ahora… _ La miró con fijeza. _ Me tocaba fantaseando con comerte la polla… Y ahora por fin voy a poder hacerlo.
Andrea veía el problema de nuevo. Ese tono, esa mirada. Sencillamente estaba demasiado cachonda como para negarle nada. Sabía que aquello era todo producto de su condicionamiento… Pero era demasiado excitante. Tener ese poder no se parecía a nada que hubiera sentido.
_ Bueno… si tanto lo quieres… no seré yo quién te lo impida… _ Se inclinó y le ofreció el pantalón.
Victoria lo abrió con desesperación. Se quedó mirándola un instante, y Andrea notó cómo latía mientras la rodeaba delicadamente con las manos, como si fuera un tesoro.
_ Guau… es… ¿Cómo diablos consigues esconderla? _ Vicky se rio. _ Llevo viéndote años y nunca me había dado cuenta.
_ Mucha concentración… _ Se mordió el labio. _ Y ropa interior apretada…
_ Tendré que empezar a ayudarte a partir de ahora… es lo que hace una buena novia…_ Susurró, mientras empezaba a posar sus labios sobre su prepucio.
Victoria empezó a darle pequeños besos con calma, provocando que se estremeciera. Quizá no necesitaba a Allison. Todo aquello estaba muy bien. Acarició el pelo de su compañera y se acomodó en el respaldo. Victoria finalmente empezó a envolver el miembro con sus labios, saboreándola.
_ Vaya… esto se te da… muy bien…_ Ronroneó, mientras pasaba la mano por su culo, sobándole las nalgas a través de la ropa.
_ Ha sido una suerte… _ Murmuró, sacándose la polla de la boca con un sonido de succión. _ No tengo ni idea de cómo se chupa un coño.
_ Por suerte para ti, eso a mí se me da bien. _ Le devolvió la mirada mientras eran sus manos las que seguían estimulándola. _ Te estás portando muy bien conmigo… Debería devolverte el favor.
_ Yo sólo quiero que seas feliz. _ Susurró Vicky, introduciéndose la polla hasta la campanilla.
Esto provocó que Andrea se corriese en el acto, lanzando un sonoro grito, olvidándose de que estaban en medio de un parking. Victoria se entretuvo limpiando los restos de semen que le quedaban mientras Andrea se recuperaba. Estaba costándole respirar.
_ ¿Tienes ganas de más? _ Le preguntó Victoria.
_ Sí, me encantaría… _ Susurró Andrea. _ Pero en mi habitación es peligroso hacer ruido, todo el mundo sabría lo que estamos haciendo.
_ No te preocupes… eso tiene fácil arreglo. _ Victoria extendió la sonrisa.
Victoria le indició el camino. Al parecer, su nueva “novia”, compartía una casa con su mejor amiga, la hija del director. Eso significaba mucho espacio e intimidad… Era una casa grande, sin lugar a dudas, y muy bien posicionada. Victoria se la llevó al piso de arriba directamente, y la lanzó sobre la cama.
Andrea pasó los dedos por su rostro, mirándola. Ninguna mujer la había mirado así jamás. Había infinita admiración y afecto en esos ojos. Le resultaban tan atractivos que incluso esas enormes tetas como carretas que le enseñó cuando se empezó a quitar el top la camisa, sobre ella, pasaron a un segundo plano, y ella se lo hizo ver.
_ Andrea… mis tetas están aquí… ¿No te gustan, o qué? _ Preguntó, cogiendo sus manos y llevándoselas a su busto.
_ Es que eres tan guapa que no podía dejar de mirarte la cara. _ Contrarrestó Andrea, acariciando con calma el pecho a través del sostén. _ Son muy grandes… me encantan las tetas grandes.
Eran bastante más grandes que las de Allison. Que de cualquier chica con la que hubiera salido, en realidad. Cedían por completo a sus manos. Y podía notar cómo su miembro se endurecía cada vez más contra el vientre de aquella chica. En un impulso animal tiró del sostén y lo arrancó, provocando que el elástico saltase y le diese un latigazo. Victoria lanzó un pequeño grito y se mordió el labio.
Aquello fue demasiado para Andrea que, llevada una vez más por haber perdido la mayor parte del riego sanguíneo, se dejó llevar por sus instintos, la tomó de los brazos y la empujó sobre la cama, ella sonrió.
_ ¿Y esa sonrisa?
_ Me pone mucho que seas así… tan bruta… _ Emitió un largo gemido. _ Dame fuerte… soy tuya.
Eso era absolutamente cierto, aunque ella no fuera consciente… y sin embargo, que lo dijese era de lo más sexy que podía escuchar. Andrea le puso la mano sobre el cuello. No apretó, no estaba tan zumbada, pero eso hizo que Victoria empezara a respirar más rápido.
_ Pues sí… eres mía… tu vida me pertenece… _ Le susurró al oído. _ Cada cosa que haces… cada cosa en la que piensas… es por mí.
Andrea bajó de un tirón su pantalón y le metió las manos dentro de las bragas. Cuando tocó su coño estaba empapado como una esponja.
_ Sí… sí… vivo por ti. _ Repetía.
_ Mi placer lo es todo.
_ Tu placer lo es todo. _ Dijo, como un mantra.
_ Harás lo que sea para darme placer. Cualquier cosa.
_ Cualquier cosa… _ Andrea notó cómo convulsionaba. Se acababa de correr, a pesar de que apenas la había acariciado con los dedos.
_ Eres mi sierva, mi fulana…
_ Tu sierva… tu fulana. _ Estaba babeando.
_ Abre las piernas para tu ama como una buena fulana.
Victoria extendió las piernas a ambos lados y la miró a los ojos, sumisa, obediente, receptiva. Andrea no se lo pensó. Se quitó el pantalón atropelladamente y la penetró de una estocada. Lanzó un gruñido de victoria mientras la embestía con furia. Gritaba con ganas, mientras aferraba los pechos ajenos, y los maltrataba, apretándolos con ganas.
Comprendió entonces que no podría renunciar a esa sensación, a ese poder. A eso debía referirse Lily. Y entendió que había perdido… pero no le importó. Comenzaba una nueva vida mientras llenaba a su “fulana” con su semilla.
Se dejó caer en la cama y Victoria se deslizó, envolviendo su miembro con sus labios instintivamente, dejándolo bien limpio, ignorando que de su coño se deslizaba la misma semilla.
Cuando terminó de limpiarla, se acurrucó a su lado y Andrea le pasó la mano tras la cabeza y la apoyó contra sí misma. Cansada y aturdida, se quedó dormida en aquella gran y cómoda cama. Hacía tiempo que no dormía tan bien.
La despertó un sonido de succión. Se incorporó sobre la cama y el corazón se le saltó un latido. Lily estaba sentada en una silla junto a la cama, y frente a ella, Victoria delante de ella, devorando su coño con la misma vehemencia que había hecho con su polla la noche anterior.
_ Veo que no has tardado demasiado…
_ Dudo que creyeras que tuviera ninguna posibilidad.
_ Sé sincera, Andrea… ¿Amas a esta mujer?
_ No… _ Reconoció, incapaz de mentir.
_ Entonces supongo que no te importa que me la quede y la haga olvidar lo bien que lo hagáis pasado.
_ No… por favor. _ Le rogó, en voz baja. _ Me gusta mucho estar con ella.
_ Como primera elección para tu harén no está mal. _ Sonrió. _ Está bien… te la devolveré…
Andrea suspiró, aliviada.
_ Pero sólo si haces algo por mí. _ Una vez más, volvió a notar que se le saltaba un latido.