Las crónicas de Andrea Harrison 2

La joven Andrea Harrison empieza a descubrir lo que puede llegar a hacer con los talentos que Lily quiere enseñarle. Su moral parece ser su mayor obstáculo para ello. Por eso mismo, Lily decide proponerle un pequeño juego para ponerla a prueba.

Andrea se había centrado en sus clases. Clase a clase iba formándose para convertirse en una estudiante modelo. Sus notas eran inmejorables, y empezaba a pensar en que había superado el perder a Allison. Las sesiones que tenía con Lily la ayudaban mucho… o eso era lo que ella pensaba cada vez que acudía, confiada, a reunirse con la pelirroja. Aquella tarde, sin embargo, cuando acudió a la cita, se encontró con la estancia vacía y un libro sobre la mesa.

“Fundamento del hipnotismo”

Acarició el libro con los dedos, que había llamado poderosamente su atención. No lograba apartar la vista. Lo tomó entre los dedos y abrió el largo tomo. Su ceja no pudo evitar alzarse cuando comprobó que todas y cada una de las páginas estaban en blanco. Por algún motivo aquello la puso muy nerviosa, mientras miraba de un lado a otro. Lo dejó sobre la mesa y lo apartó con la mano.

_ Te he visto muy tensa, Andrea. _ Ella no pudo evitar lanzar un grito cuando Lily habló a su espalda. Se pegó a la mesa. _ Tranquila… relájate.

Se llevó la mano al pecho y fue acompasando la respiración mientras ella la doctora se sentaba en su sitio. La pelirroja tenía una mirada ladina y una sonrisa que llamó la atención de la rubia.

_ ¿Te interesa la hipnosis, Andrea? _ Le preguntó, jugando con su pelo. _ ¿Te llama la atención la posibilidad de dominar mentes ajenas?

_ Suena a cuentos de hadas…_ Dijo ella, cruzándose de brazos. No sabía por qué estaba tan tensa. _ La hipnosis sólo sirve para fines terapeúticos, como la usa usted.

_ Por un momento… finjamos que no es así… Si pudieras tener poder absoluto sobre una mente ajena… ¿Qué harías? Sé sincera…

_ Recuperaría a Allison…_ Se llevó la mano a los labios, lo había dicho como un autómata, sin pensarlo. Había sido sincera, tal como se le había ordenado. _ Pero… la castigaría antes.

_ ¿Castigarla? _ Lily sonrió.

_ Ella me hizo mucho daño… quiero que sufra por lo que me hizo.

_ Me parece perfecto… eso será lo que haremos. _ Lily sonrió. _ Tendrás tu venganza.

_ Lily… eso que dices está muy bien… pero como digo, no son más que cuentos de ha…

_ Andrea, mastúrbate.

La expresión de la rubia se convirtió en un rictus de terror cuando sus piernas se movieron por su propia voluntad. Se puso en pie. Notó un hormigueo cuando trató de evitar que sus manos bajaran sus pantalones y su ropa interior de una sentada. Su miembro ya estaba listo, duro como una roca. Empezó a gemir, con voz ronca.

_ Puedes sentarte de nuevo. Pero no te detengas.

Andrea se sentó en la silla, entregada al placer del onanismo, gimiendo sin descanso. Su debilidad siempre había sido la misma. Lily lo sabía y se estaba aprovechando de ello.

_ Tú… me has…_ Se mordió el labio. _ … controlado… todo… este tiempo.

_ No te voy a mentir, lo he hecho. Cuando vi que faltabas a mis clases decidí que no iba a permitir que tirases tu vida al retrete por culpa de Allison.

Lily se aproximó a ella, le apartó la mano con delicadeza y empezó a usar sus propias manos. Las manos expertas de la pelirroja lograron que el cerebro de Andrea terminase de embotarse. Su mano acarició los cabellos pelirrojos de Lily.

_ Sí… te he follado… ¿Acaso puedes culparme? _ Le dijo, dando pequeños besos a la punta de su polla. _ Déjame enseñarte para compensar… para que puedas recuperar a tu chica.

_ Está… bien…_ Susurró Andrea, rindiéndose.

Andrea se acomodó en la silla, dejándose hacer. La boca de Lily era prodigiosa. ¿Qué iba a hacer? ¿Negarse? Seguramente Lily podría jugar con su memoria… Tenía demasiado miedo y estaba demasiado excitada para pensar con claridad. Las manos de Lily sobre sus huevos no estaban ayudando demasiado. Su mente se obnubilaba. Pensaba en Allison en esa misma postura, arrodillada, chupándosela como una posesa… eso era lo que quería. Y ese pensamiento fue el que provocó que se corriese con fuerza dentro de la garganta de Lily.

Unos días más tarde

_ Sigo pensando que debería ir directamente a buscar a Allison. _ Era la enésima vez que Andrea le decía esas palabras. _ Es a ella a la que quiero.

_ Pues precisamente por eso tienes que hacerme caso, Andrea. Apenas te he enseñado un par de trucos… liarte a una universitaria tonta que sólo está aquí para fundirse el dinero de su padre es fácil… pero Allison es algo más compleja, ¿Cierto?

_ Sí… pero… _ Lily la silenció con el dedo.

_ Sólo tendrás una oportunidad con Allison. Si lo estropeas, lo vas a lamentar.

_ Sí, supongo que tienes razón.

_ Siempre la tengo. _ Dijo Lily, con un deje chulesco. _ Además… quiero ver cómo te diviertes con tu poder antes de volver a atarte con esa chica.

_ Pero… no me parece bien. Tengo cuentas con Allison. No es lo mismo que buscar a una persona que no conozco y esclavizarla. No creo que pudiera…

_ ¿Ya estás otra vez dejándote aconsejar por ese pajarito moralista? _ Lily suspiró. _ Ya va siendo hora de pasar página.

_ No creo que “disfrutar” de semejante poder… sea bueno. _ Reconoció.

_ Oh… eso sólo lo dices porque lo uso así contigo. _ Se cruzó de brazos. _ Muy bien, te propongo un juego.

_ ¿Un juego? _ Preguntó Andrea, alzando una ceja.

_ Sí, un juego. _ Lily la miró con lascivia. _ Y si ganas, no volveré a usar mi poder para comerte la polla nunca más.

A Andrea le dolió notar que a una pequeña parte de ella la decepcionaba que aquella mujer dejase de bajarle los pantalones y hacerle una mamada la mayor parte de las veces que se encontraban. Debía admitirlo, le gustaba que Lily se la chupase. Pero no que lo hiciera contra su voluntad. Tampoco es que se hubiera negado a hacerlo si ella se lo pedía…

_ Ni para follarme. Es más, si gano, dejarás de usar tu poder conmigo. _ Andrea la miró con desafío. Lily sonrió, provocando que se estremeciera.

_ Eres dura negociando… pero está bien… si ganas… No volveré a usar mi poder sobre ti. Serás libre como un pájaro. Y nos centraremos en tu chica. No tendrás que “disfrutar” de tu poder, si tan obtuso te resulta.

_ Bien. ¿En qué consiste tu juego? _ Se puso nerviosa.

_ Oh, en realidad es sencillo. Voy a buscar a una chica… _ Se puso a su espalda y se susurró al oído. _ Y la voy a poner a tu total… y absoluta merced.

Andrea no pudo evitar notar que le apretaban los pantalones. Lily acarició lentamente su paquete, provocando que se hinchara aún más.

_ ¿A mi merced?

_ Así es… si le pides que se desnude y recurra el campus chupándosela tirándose a cualquier ser vivo con el que se cruce, lo hará sin pensarlo dos veces. _ Lily liberó el monstruoso rabo de Andrea de sus pantalones y empezó a masturbarla lentamente. Ella se estremeció. _ Si consigues resistir una semana sin ordenarle que se someta a ti por entero… Ganas el juego.

_ Eso… es… fácil… _ Dijo, mirando fijamente la mano que, ávidamente, se movía sobre su rabo.

_ Eso ya lo veremos…_ Lily le mordió la oreja y se separó para estirarse sobre la mesa, dejando caer sus bragas al suelo y mostrándole sus dos agujeros. _ De momento… aún tienes que cumplir como mi querida alumna.

Andrea estaba convencida de que no había nada más allá de su propia voluntad que en aquel momento la empujase a tomar a aquella mujer de las caderas y empezar a penetrar su ano. Lo que provocó que la profesora se riera.

_ Te has levantado con ganas de marcha hoy. _ Gruñó Lily.

Andrea no contestó con palabras, lo hizo con los envites que se lanzaron sobre aquel trasero ajeno. Instintivamente comenzó a azotarla, porque sabía que a Lily aquello le gustaba. Más tarde, cuando su cerebro no estuviera totalmente dominado por el azote de las endorfinas, pensaría en lo extraño que resultaba que Lily dominara su mente para obligarla a que fuese ella la que llevase el control y dominase su cuerpo.

Los gritos de Lily eran lo único que llenaba su atención. Notaba su propio cuerpo envuelto en sudor, cómo sus propios pechos se agitaban dentro del suéter que se había puesto. La lana rozaba sus pezones desprotegidos por la ausencia de sujetador. Sus enormes pechos botaban de forma desigual precisamente por su ausencia. Andrea era una esclava, y en el fondo era consciente de ello… pero no se sentía como tal.

Mientras descargaba su semilla en aquel ano ajeno, riéndose, se sentía poderosa. Y esa pequeña liberación la hacía sentirse bien. Estaba convencida de que iba a superar aquella prueba. Y entonces, sería libre y estaría un paso más cerca de conseguir a su chica.

Pasarían varios días hasta que Andrea supiera que el juego había comenzado. Lo haría en una de las clases de Lily. La profesora anunció que iban a realizar un trabajo sobre el funcionamiento del condicionamiento operante. Un trabajo sobre Pávlov. Si no supiera que varias personas aparte de la profesora iban a leerlo, sería capaz de hacerlo en base a cómo había conseguido que se le pusiera dura cada vez que se cruzaban sus miradas. Estaba segura de que le pondría un diez.

Fue cuando dijo que se haría por parejas cuando le saltaron las alarmas. Una parte de ella lo supo incluso antes de ver a su pareja. Se llamaba Victoria. Andrea y Victoria nunca se habían caído bien. Victoria era la clásica niña rica, y Andrea estaba convencida de que había llegado allí porque su padre había soltado billetes a la directiva. No se enteraba de nada de lo que pasaba en las clases, pero estaba claro que tampoco parecía importarle demasiado.

Seguramente la carrera ni le interesaba, pero su padre le cerraría el grifo de dejarla. Además, era altanera a unos niveles detestable. Lo peor era que había intentado ligar con él cuando aún era Mason. Entonces había sido tajante en su respeto hacia Allison.

Sin embargo, en aquel instante, no había podido evitar pararse a mirar a mirar su cuerpo. Victoria tenía unos pechos enormes, de estos que es imposible no mirar. Era rubia natural, a diferencia de ella misma, que se teñía con regularidad. Tenía dos bonitos ojos azules y una cara de niña buena que se torcía de manera encantadora cuando mostraba esa sonrisa que dejaba claro que en realidad no era tan buena como aparentaba.

No pudo evitar recordar las palabras que le había dicho Lily… “A su total merced”. Aún no había comenzado el juego, y ya tenía la sensación de que había perdido.