Las crónicas de Andrea Harrison 1
Andrea Harrison, después de su cambio de género, se convirtió en una psicóloga reputada y gran hipnotista. Pero eso no sucedió de la noche a la mañana. Los sucesos que la convirtieron a ella y a su esposa en lo que serían más tarde, se relatan aquí (Continuación de "Reeducación Sexista")
Despedirse de Elena había sido duro. Andrea acababa de perder el único estímulo mental con el que podía contar en su casa. Allison podía estimularle muchas cosas, pero decididamente no el cerebro. Iba a ser unos años muy largos. Andrea observó a su mujer una vez más. Suspiró. Sí, se había vuelto tan tonta como era posible… pero era culpa suya, a fin de cuentas. Quizá esa sensación de culpabilidad y esa necesidad de protegerla era la principal razón por la que seguían juntas.
Normalmente no se paraba a pensar en ello, pero volver a la universidad se lo recordaba todo. Aquel pequeño viaje para acompañar a su “hija”, quizá no había sido la mejor decisión. Allison le había dicho algo, pero no la había escuchado. La mujer ya estaba acostumbrada, asumió que había dicho una tontería y lanzó una risita. Andrea, sin embargo, sí que salió de sus pensamientos cuando sus ojos captaron algo… o más bien, a alguien.
Era una mujer menuda, de rasgos casi infantiles, vestida con un traje de ejecutiva. Su cabello era rojo como el fuego, y su mirada inteligente se cruzó con la suya. Andrea no pudo evitar tener un recuerdo muy vívido de cuando aún estaba dejando de ser Mason para convertirse en Andrea… de cuando se vengó. Aquella mujer no debía estar allí… y, sin embargo, lo estaba.
_ Cariño…_ Se dirigió hacia Allison. _ ¿Puedes esperarme en el hotel? Tengo algo que hacer.
_ Claro cielito…_ Lanzó una risita. _Veo que tienes la cabeza en otra parte… pero vuelve esta noche… Sabes lo cachonda que me pongo cuando me dejas sola…
_ No te preocupes, me ocuparé de tus necesidades. _ Le dijo, con una leve sonrisa pícara.
La psicóloga se encaminó tras la mujer. Tal y cómo recordaba, se dirigió a la facultad de psicología, donde ella misma había sacado su título, donde la había conocido. Donde se había inspirado para su venganza. Abrió la puerta del despacho y la mujer estaba allí, sentada en el escritorio. La última vez que había ido en su búsqueda la mujer había desaparecido. Ni el decano la recordaba.
_ Empezaba a pensar que no te atreverías a venir, Andrea. _Una sonrisa cínica adornaba ese rostro juguetón._ Confieso que sospechaba que me tendrías miedo.
_ Y lo tengo… pero estoy más…
_ …enfadada que asustada. _Terminó la frase con ella.
_ Quiero…
_ …que me ayudes con Allison.
_ ¡Basta ni se te ocurra…
_ …Seguir con esto. ¡Estás enferma! _ La pelirroja se rio. _Tu mente sigue sin tener secretos para mí, Andrea. Parece que se te ha olvidado.
_ Es suficiente, Lily, me lo debes. _Le espetó Andrea, apretando los puños.
_ Yo no te debo nada, Andrea. Lo que le hiciste a Allison se lo hiciste tú.
_ Sólo porque tú…
_ Que pueda manipularte como un títere no significa que tenga la culpa de todos tus problemas, Andrea.
_ No creo que aún puedas hacer tal cosa. _Le espetó Andrea, intentando ocultar el nerviosismo que aquello le producía.
Lily se echó hacia atrás, con una sonrisa en los labios que provocó que Andrea se estremeciera. Con mucha calma, extendió la mano derecha delante de ella y chasqueó los dedos. Andrea notó cómo se ponía rígida como una tabla y toda la sangre de su cuerpo parecía concentrarse en un único punto.
_ Sé que sigues siendo mía porque después de todo este tiempo… no has podido olvidarte de mí… y sigues siendo un hombre de mente calenturienta bajo esa fachada de mujer de bandera.
Resultaba difícil negarlo con la imponente erección que se había formado bajo el pantalón. Aunque quisiera ocultarla de alguna forma, sus miembros se habían quedado rígidos y no le respondían. No podía siquiera mover la boca para contener cómo había empezado a salivar. Lily se levantó de su escritorio, se acercó a la puerta y cerró con pestillo. Acto seguido, se inclinó delante de Andrea y le bajo los pantalones. Aún aprisionada por la ropa interior, resultaba evidente la enormidad de aquella polla.
_ Vaya… es incluso más grande de lo que la recordaba. _Comenzó a bajar lentamente la ropa interior y aquella serpiente dio un bote, lo que provoco que Lily se riese.
_ Por favor…_ gruñó Andrea.
_ Esto te pasa para venir aquí con estos aires. _Lily comenzó a pasar su lengua por aquella polla como si no hubiera un mañana.
Andrea no tardó en perder la cabeza. Su mayor debilidad era que cuando se excitaba no podía pensar con el cerebro. Lily lo sabía y lo incentivaba. La rubia se vio acariciando el pelo a la psicóloga que diligentemente le comía el rabo. Su mirada estaba acuosa mientras se dejaba comer.
_ Me gustas más así, Andreita. _Dijo Lily._ Siéntate en la silla, así estaremos más cómodas.
_ Sí, Doctora. _Contestó como un autómata, Sentándose en la silla. Lily se desabrochó la falda y se quitó lentamente la chaqueta.
Andrea la miraba fijamente mientras se desvestía, generando latidos en ese miembro que se moría de ganas por explotar. Lily se deslizó sobre ella, penetrándose lentamente.
_ Cómo he echado de menos esta polla, Andrea… _Se sonrió la doctora. _Vamos, entrégate. Sabes que lo quieres.
Andrea se lanzó sobre las tetas de Lily. No eran tan grandes como las suyas, pero estaban decididamente bien puestas. Andrea se dejó llevar, comiéndoselas como si la vida le fuese en ello. Lily botaba, lanzando risotadas de poder. Andrea estaba poseída…
_ Vamos Andreita… córrete para mí.
Andrea apretó las nalgas de Lily con intensidad y se descargó en sus entrañas. Su mente pareció aclararse cuando la mujer se reacomodó encima de la mesa. Estaba allí, sentada sobre la silla, con la polla fuera y flácida, y sintiéndose terriblemente humillada.
_ ¿Quieres que te suplique? _Preguntó mirando a Lily.
Por la mente de Andrea pasaban muchos recuerdos, todo lo que la había llevado allí. Cuando aún era joven, cuando aún estaba dejando de ser un hombre para convertirse en mujer.
Unos años antes.
_ No puedes hacerme esto…_ Una joven Andrea Harrison se dejaba caer en el suelo, sin fuerzas como para moverse… Su moral estaba destrozada.
Frente a ella, Allison, era muy distinta a cómo sería en el futuro. Su cabello era castaño, y su físico era bastante más discreto. Iba vestida con un traje formal mientras, con cada palabra, destrozaba el alma de la persona que tenía delante de ella.
_ Andrea, lo siento, pero no puedo seguir con esto. Estaba confundida… Creía que me gustaban las mujeres y… no, no es así.
_ Allison, todo estoy lo he hecho por ti. He cambiado por entero para ti. ¿Y ahora me haces eso? _Dio un golpe en la mesa. _Yo te quiero, maldita sea.
_ Y yo. Pero a veces eso no es suficiente. No va a funcionar, Mason. _Allison suspiró.
_ Ahora mi nombre es Andrea. _Se lo gritó, enfadada.
_ No deberías haberte operado por mí, Andrea. Se suponía que estabas segura de esto.
Allison cogió sus cosas y salió por la puerta. Andrea se quedó tirada en la cama de su habitación durante varios días. No fue a sus clases y se alimentó sólo de cosas que tenía en la nevera. Aún así, cuando llamaron a su puerta, se decidió a abrir. Le sorprendió ver a su profesora allí plantada.
_ Profesora…
_ Llámame Lily. _Le contesto la pelirroja.
Andrea tenía un aspecto lamentable. Tenía el pelo deshilachado y ojeras. Mason siempre había sido lampiño, pero de lo contrario lo más probable es que además tuviese barba de dos días, porque no se había cuidado en absoluto.
_ Lily entonces… ¿Por qué estás aquí?
_ Me enterado de lo que te ha pasado, Andrea… y quiero ayudarte para que vuelvas a clase lo antes posible.
_ Lily… no creo que…
_ Mírame a los ojos. Andrea.
Andrea la miró… y se quedó en silencio, observando aquellos ojos castaños que parecían tener brillos rojizos se iban adueñando de su voluntad. Lily empujó a Andrea lentamente y ella dio un paso atrás. Lily cerró la puerta tras de sí y acarició el rostro de Andrea.
_ Te echaba de menos en mis clases, Andrea.
_ Gracias. _Respondió ella en voz baja, monótona.
_ Quiero que seas sincera conmigo, Andrea… ¿Tan importante es esa mujer para ti? _Se sentó sobre la cama y dio un golpe con la mano para que ella la acompañara.
Andrea estaba en un trance muy ligero, moviéndose casi por propia voluntad. Pero Lily le parecía tan inteligente y comprensiva. Entendía que debía ser sincera, obediente. Y eso la hacía sentir bien.
_ Es lo más importante para mí. _Sollozó. _La quiero.
Lily bufó.
_ ¿Harías lo que fuera por recuperarla?
_ Sí… lo que fuera.
_ Yo puedo hacer que vuelva contigo. _Lily sonrió. _Pero tendrás que obedecerme en todo.
_ … En todo. _Repitió, sin dudar.
_ Probémoslo entonces. _Lily se echó hacia atrás. _ Desnúdate.
_ Como desees. _ Andrea se despojó de su pijama, deslizando lentamente su calzón. Su enorme miembro estaba flácido, pero Lily pensaba ponerle remedio.
A otra orden, se sentó de nuevo en la cama y Lily empezó a tocarla con su mano derecha. El miembro de Andrea se puso duro rápidamente.
_ Vaya… el vigor de la juventud. _ Lily siguió trabajando. Andrea gimió, relajada, entregándose. _Mañana vas a volver a clase.
_ Volveré a clase… _repitió, entre gemidos. _Y cuando acabes, irás a mi despacho.
_ Iré a tu despacho. _Inició los estertores que anunciaban el orgasmo.
_ Y empezaremos con nuestro plan para devolverte a tu chica. _Le susurró al oído.
_ Recuperar a Allison_ Se derramó sobre la mano de Lily que, de la forma más sugerente posible, empezó a lamer su semilla hasta dejarla bien limpia.
_ Eso es, buena chica. _Inclinó ligeramente a Andrea, hasta que se quedó tumbada. Con delicadeza volvió a guardar su miembro en la ropa interior. _Buenas noches Andrea, hasta mañana.
Al día siguiente, Andrea se levantó de buen humor. Se dio cuenta de que no podía seguir encerrada en su habitación. Se lavó los dientes, se puso una ropa mona pero discreta y se maquilló. Volvía a sentirse como una mujer deseable. Aunque no pudo evitar lanzar un suspiro cuando se pasó la mano por la entrepierna.
_ Que voy a hacer contigo. _Suspiró, negando con la cabeza.
Ya no sabía si iba a terminar operándose o no. En cualquier caso, acudió a clase con la profesora Lily. La mujer pareció sonreírle con la mirada. Eso pareció animarla, aunque no tenía claro por qué.