Las cosquillas de mi cuñadita

Tuve que enseñarle a mi cuñadita de que las cosquillas que tenía no eran malas.

Mi vida no pasaba de ser de lo más normal de un chico de 25 años, trabajando, ahorrando para comprarme un piso con mi novia, hasta que se metió por medio mi cuñada silvia de 12 años.

Un día fui a comer a casa de mis suegros, una casa grande y muy bonita. Nos disponiamos a sentarnos en la mesa:

-Dónde está Silvia?estará en su cuarto.

-voy a llamarla. Me dirigí a la habitación de Silvia, pero allí no estaba, fui a la habitación de sus padres donde se escuchaba algo, era en el cuarto de baño. Me daba cosa entrar, tampoco quise llamarla por los sonidos que se escuchaban de dentro, que parecían como gemidos. La puerta estaba entreabierta, y observé algo inaudito. Allí estaba Silvia sentada en el báter, con las piernas abiertas y masturbándose.

Esa imagen, en vez de acongojarme, me excitó mucho. Pero había que comer, me retiré un poco y llamé a Silvia como si la estuviera buscando.

La comida fue con total normalidad, salvo en mi mente, no me quitaba de la cabeza ese coñito rosado y con muy pocos pelos. Pero tenía que tranquilizarme, era la hermana de mi novia, tenía tan solo 12 años, y ahora estaba jugando con sus muñecas, tenía que quitarme a Silvia de la cabeza.

Las semanas pasaban con toda normalidad, mi vida sexual estupenda con mi novia, a pesar que de vez en cuando me pajeaba pensando en mi pequeña cuñadita, pero no pasaba a mayores.

El fin de semana fuimos a comer a la casa de campo de mis suegros, tenía bastante dinero, y se permitían esos lujos. Íbamos a pasar el día en plan familiar. Yo jugaba con los hermanos pequeños de mi novia, con Silvia inclusive, jugábamos al escondite, al pilla-pilla, cosas de niños chicos. La tarde transcurría con normalidad. Pero un llamada cambió el día.

La abuela se había puesto enferma y se la llevaban al hospital; mis suegros se iban, yo le dije a mi novia que fuera con ellos, que yo me quedaría con sus hermanos pequeños sin problemas.

Esa noche les hice la cena, y los llamé al salón a comer, el pequeñín de cinco años vino enseguida. Silvia no venía, y yo me imaginaba donde estaría, la pequeña sin quererlo me puso a cien, y no se como iba aguantar. Tras diez minutos de espera, bajó del baño y se puso a cenar con nosotros.

Cuando terminamos de comer, Silvia se dirigía de nuevo arriba, el pequeño se puso a ver la tele. Yo seguí a mi cuñadita. No se por que iba, ni sabía hasta donde iba a llegar.

-a dónde vas Silvia?

voy al baño y después a jugar con mis barbies.

Vas mucho al baño, que haces tanto tiempo en él?.-yo ya iba a por todas.

Pues nada, lo normal que se hace en el baño.

Mira Silvia se lo que haces en el baño, no te avergüences, no es malo.

Pues mi madre cuando me pilló una vez me pegó y me castigó

Yo no te voy a castigar, puedes tener confianza conmigo, por qué lo haces?

Es que un día me picaba mucho, y me arrasqué y noté que me hacía cosquillitas, pero mi madre no quiere que lo haga.

Pues yo te digo que no es malo, y además yo también lo hago.

Siii, cómo lo haces tu?, si tu tienes pene?

Esta era mi oportunidad, podía decidir entre decirle que eso ya lo aprendería cuando fuera mayor, o enseñarle en ese mismo momento las verdades del sexo. ¿Ustedes que hubieran hecho?. Esto es lo que yo hice:

Tuve que responder a la pregunta de mi pequeña Silvia, me bajé los pantalones y le enseñé algo que seguro que no había visto en su vida; he decir que la naturaleza se portó bien conmigo y me trajo al mundo con una espectacular verga. Pues bien, Silvia al ver eso se quedó estupefacta, primero porque era la primera vez que veía una polla en la realidad y segundo, supongo por el tamaño, al menos que sus amigos del cole tengan una igual que dudo mucho.

en los dibujos del libro de naturaleza no salen tan grande.- dijo silvia

-bien Silvia, con esto es con lo que yo me hago cosquillitas, y a partir de ahora no lo vamos a llamar pene, sino polla.- ella asintió sin mayores problemas. Me cogí la polla con la mano y empecé a pajearme suavemente para que ella viera como lo hacía.

quieres hacerlo tu, pequeña?

Vale.

Silvia, con un poco de miedo agarró mi verga y empezó hacia arriba y hacia abajo tal y como yo lo había hecho. Le dije que fuera más fuerte y que me apretará más. Joder que pronto aprendía la niña, que paja más buena me estaba haciendo.

  • ahora te lo voy hacer yo a ti, pequeña mía. La senté a mi lado en la cama, empecé a quitarle la faldita y las braguitas....por fin tenía ese coñito soñado para mí, de esto se acordaría toda la vida.

Empecé suavemente con los dedos a acariciarle los labios de la vagina, ya estaba mojada y ella se moría de gusto, aunque para ella, eran cosquillitas:

  • aaaah, eso es lo que me gusta, que cosquillas,aaaaaaaaah

en ese instante me puse de rodillas frente a su coño y sin más empecé a comemerlo, y que quieren que les diga, no hay mejor manjar que un cochito joven y mojado, era una delicia pasar mi lengua por sus labios y metersela hasta donde podía llegar.

Silvia, me gusta que me digan cosas mientras algo esta cosa, dime cosas guarrasy si te gusta mucho.

Aaaaaaaah, si,...me gusta mucho, aaaah, me gusta que me hagas eso en mi coño,aaaaaah.

Me levanté y me puse frente a ella:

ahora te vas a imaginar que me polla es un helado y los vas a chupar igual, venga vamos nenita.

Dicho y hecho, se metió la verga hasta donde pudo, por eso le dieron un poco de arcadas, pero pronto se acostumbró y empezó a meterla y sacarla de su boquita. Que espectáculo, mi pollón en su boquita; la niña mamaba como si llevara años chupando, por que además se le notaba que le gustaba metersela en la boca, ya que hay mujeres que no les hace mucha gracia.

bueno, Silvia ya ha llegado de pasar a cosas más serias, sabes como se tienen los hijos?

Si.

Bueno pues vamos hacer lo mismo pero sin tenerlos, al principio te va a doler un poco, pero después vas a tener muchas más cosquillitas y recuerda que quiero que me hables mucho y me digas cosas guarras.

Ella asintió sin problemas y se tumbó a ver lo que le venía encima, y lo que se le venía era mi polla apuntando como un misil hacia su coñito. Comencé con mi glande acariciándole el agujerito y poco a poco se la fui introduciendo, en estos casos es mejor ir sin prisa pero si pausa, vi en su rostro sufrimiento pero aguanto el tirón.

No había entrado todavía la mitad y ya me encontré con el obstáculo, la saqué rápidamente y de una estacada se la volví a clavar. Que dolor tuvo que pasar, por que se la metí toda y dio un grito de miedo. Conseguí que parara de llorar y tranquilizarla, todo esto sin sacar mi verga, y cuando vi que la cosa se ponía mejor, empecé a moverme, poco a poco, bombeando muy suavemente. Su cara empezaba acambiar, ya estaba dando sus primeros gemidos:

-uuuuuff, ahora si me está gustando, asi, asi,aaaaah.

Mis movimientos eran cada vez más rápidos, y ella ya parecía una mujer madura cien por cien:

-siiiiiiiiiii, aaaaaayy que bien, que me gusta, sigue, sigueeeeee......me gusta tu polla.

Eso último me calentó ya en demasía. Sin que le diera tiempo a reaccionar le di la vuelta y la puse a cuatro patas, y seguí taladrándola, cada vez más fuerte sabía que mo corrida, no tardaría mucho en llegar, ella seguía gritando como una auténtica mujer:

-siiiiiiii, quiero que me hagas esto siempre, aaaaaaah, me gusta mucho.

Cuando iba a correrme, le volvía dar la vuelta, no quería correrme dentro, quería que me viera, y acto seguido toda la leche que salí de mi polla comenzó a caer sobre su pecho y algo en su cara. Nunca me había corrido tanto antes, esto para ella fue una sorpresa, pero nada desagradable, le dije que me limpiara mi polla con su boquita y no rechistó, es más le encantó el sabor de la leche.

Cuando descansamos un rato, bajamos a ver un rato la tele:

Silvia, te ha gustado?

Si mucho, pero ahora me duele un poco, cuando se me quite el dolor, me lo volverás hacer.

Joder, creo que ha nacido una chica insaciable, y por supuesto no la iba a dejar escapar.