Las cosas que aprendí en una granja
Esta aventura se desarrolla en la granja de la tia, donde nuestra protagonista aprenderá, gracias a unos amigos granjeros, muchas cosas del trabajo en una granja y algo más.
Este pasaje de mi vida ocurrió cuando viví en la casa de una tía, a la cual me enviaron mis padres para que me enseñase el trabajo en una granja.
Mi padre siempre quiso tener un hijo hombre para poder enseñarle el trabajo que él hacía, pero el destino quiso que me tuvieran a mí y como hija única que era, ayudaba a mi madre en las tareas de la casa. Un buen día entre los dos me dijeron que deseaban enviarme donde mi tía Martha que vivía en otro pueblo, para que aprendiera las labores que se hacen en una granja.
A mis 18 años ya había desarrollado mi cuerpo completamente y me había convertido en una mujer atractiva. Fue así que tomé el tren que pasaba por mi pueblo y luego de 8 horas llegué a la estación, donde mi tía me estaba esperando.
Nos abrazamos apenas nos vimos, y en el camino charlábamos animadamente sobre mis padres y de la manera como había crecido. Ella era una mujer como de 40 años, blanca como mi madre y yo. Inmediatamente congeniamos y por el camino hacia su casa, podía ver las granjas vecinas y el ganado que ahí tenían.
Debido a que en una granja hay mucho que hacer apenas raya el sol, mi tía me iba indicando las labores que debía realizar, como por ejemplo ordeñar la vaca que tenia, darle de comer a las aves y a recolectar los huevos que las gallinas ponían. Me dijo que la mayoría de granjas de los alrededores se dedicaban a criar reses y ella era una de las pocas que tenia gallinas y era por eso que vendía los huevos a sus vecinos.
Ya que en la casa de mi tía solo vivíamos nosotras dos, me acostumbré a vestirme como lo hacia mi tía, me ponía un vestido delgado debido al calor que hacía y no usaba sujetador para sentirme mas libre, a pesar que mis senos eran grandes para mi edad. Esporádicamente mi tía recibía visitas de los granjeros vecinos y me llamaba la atención que por los alrededores no había gente joven como yo, y cuando organizaban una fiesta en el pueblo y mi tía me llevaba, solo asistían gente de la edad de ella. Cuando le pregunté sobre esto, me contó que algunos mandaban a sus hijos a la capital a estudiar.
Una tarde que me encontraba en la granja, llegó un vecino a la casa, estaba vestido con overol y tendría como 35 años y vi que mi tía lo hizo pasar mientras yo jugaba con el perro afuera. Luego de una hora, ellos seguían dentro de la casa y me dio ganas de entrar en ella, pero la puerta estaba cerrada por dentro y rodee la casa para acercarme por la ventana de la cocina, y decirle a mi tía que me abriese. Cuando llegué ahí pude verla parada en la cocina, mientras amasaba algo sobre la mesa. Vi entonces que el granjero se le acercaba por detrás y le levantaba el vestido, mirando las carnes blancas de mi tía. Ella se reía y le quitaba la mano de sus nalgas, pero el granjero le seguía agarrando las tetas y la punteaba poniéndose detrás de ella con su pene fuera del overol.
Vaya con la tía Martha, pensé. La visión del pene del granjero me había dejado intranquila y durante varios días estuve pensando que se sentiría al contacto, ya que lo tenía muy parado y daba la impresión que quería atravesarla. En otras ocasiones pude darme cuenta que diferentes granjeros visitaban la casa y como en anteriores ocasiones mi tía trancaba la puerta. O la actividad sexual era muy activa por esos lugares, o mi tía era la puta del pueblo pensé.
Un buen día salí con mi canasta de huevos por los alrededores, para realizar las ventas y por las granjas por donde pasaba, podía reconocer a los granjeros que visitaban la casa y me mandaban piropos propios de la zona, como por ejemplo me decían, Que hace paseando la ternerita tan sola? o Cuantos huevitos puedes sostener en tu mano? y cosas así que me hacían gracia.
Fue así como por la tarde, llegué a una granja que quedaba alejada de las demás y en la que vivían dos granjeros como de 35 años cada uno, y los vi que estaban con un toro que era el semental, y que estaban tratando de ayudarlo a montarse en una vaca, pero de cartón y me causó tal curiosidad, que les pregunté que hacían. Dejaron lo que estaban haciendo y me dijeron que la vaca de cartón era para engañar al toro y que éste tratara de montar a la vaca y cuando éste se subiera ponían un deposito especial para recibir el semen y luego poder fertilizar varias vacas a la vez. Pensé que me estaban bromeando y me dijeron que era una técnica que unos zootecnistas les habían enseñado y me preguntaron si quería aprender como se hacía, a lo que les respondí que sí.
Ambos se miraron y luego se sonrieron. Procedieron a atarle las patas traseras al toro y me dijeron que mientras el animal trataba de montarse en la vaca de cartón, yo debía agarrarle el pene, dirigiéndolo al depósito. Efectivamente el toro levantó las patas delanteras y las puso sobre la vaca falsa y yo me incliné para hacer lo que me habían dicho. Debido a que corría viento, mi vestido se levantó dejando que los granjeros me vieran las braguitas. Me jalé el vestido tan rápido como pude y me puse colorada. Ellos hicieron como que no habían visto nada, pero se mostraban un poco nerviosos, así que debido a que el toro ya estaba montado, me incliné nuevamente para ver que sucedía.
El animal de pronto empezó a resoplar y ante mis ojos apareció la verga del toro, que parecía un tubo. Era colorada y terminaba en una punta afilada. Esto me dio asco, pero los granjeros que en ese momento sujetaban al toro, me decían que le agarre la verga. Extendí mi mano y moví la verga del animal hacia el depósito. Córresela me dijo uno de ellos y se la comencé a menear hasta que soltó un torrente blanco que llenó la vasija.
Yo estaba impresionada por lo que había presenciado y nunca me imaginé que esas cosas existieran. Mi mano estaba impregnada por la sustancia que había soltado el toro y les dije que quería lavarme las manos. Me dijeron que pasara a la casa para hacerlo y me dirigí hacia el interior. Estaba lavándome las manos cuando ambos granjeros entraron también a la casa y cerraron la puerta detrás de ellos. Tomé mi canasta y les pregunté inocentemente si deseaban comprar huevos.
En sus ojos se notaba una mirada lujuriosa y me veían de pies a cabeza sin pronunciar palabra. Uno de ellos me dijo que mi tía les había contado que yo había venido a vivir con ella para aprender las labores que se hacían en una granja, y yo les respondí que así era. Entonces ambos se soltaron los tirantes del overol y quedaron desnudos ante mi sorpresa. tenían sus vergas paradas y uno de ellos la tenia gorda, y en la punta se podía ver una cabeza colorada. El otro no se quedaba atrás, aunque a él ya se la había visto, cuando la restregó en el culo de mi tía.
Tenía una mezcla de miedo por lo que me podrían hacer, pero por otro lado me estaba sintiendo excitada de verlos ahí parados con sus vergas apuntando hacia mí. El que me había estado hablando, continuó diciéndome, nosotros vamos a completar tu educación sobre las labores que se hacen en una granja, y me dijo que me saqué el vestido. Sabía que no tenia escapatoria y no quería que me forzaran, así que no me quedó mas que obedecer todo lo que me dijeran, ya que aunque gritara nadie me escucharía, por lo alejado que estábamos de cualquier granja vecina.
Levanté mi vestido y me lo saqué por encima de la cabeza, quedándome solo en braguitas y mostrando mis tetas blancas y paradas. Sácate ahora la bombacha, me dijo el otro y avergonzada me la quité y quedé desnuda, mostrándoles también la mata de pelos que cubría mi pubis. Uno de ellos se me acercó y levantándome en vilo, me puso de espaldas sobre la mesa de madera que ahí se encontraba. Abrió mis piernas y comenzó a lamerme. Que extraña me sentía de que alguien pudiera verme la concha así, toda abierta. Mientras uno me chupaba el coño, el otro me empezó a besar en la boca y a la vez masajeaba mis tetas, jalándolas y apretándolas con fuerza.
El que me estaba chupando la concha, me jaló al filo de la mesa y metió su verga en mi chucha, bombeándome con fuerza mientras que el otro me ponía su verga en la boca para que se la chupe. Así me tuvieron un rato hasta que la verga que tenia en la boca soltó el mismo liquido que vi que salía del toro y llenó mi boca con él. De pronto sentí un liquido caliente en mi interior y el que me había estado culeando, se había vaciado también. Me levanté de la mesa y me dijeron que les limpie las vergas y me arrodillé y les chupé sus vergas hasta dejarlas limpias.
El que aún no me había metido la verga por la chucha, se sentó en una mecedora y me dijo que me siente sobre él y me abrazaba agarrando mis tetas con ambas manos. Al otro se le paró inmediatamente de solo ver como me culeaba su compañero, y se puso delante de mí para que le chupe la verga. Con una mano se la agarraba y la metía a mi boca, mientras sentía el grosor de la otra en mi coño.
Nuevamente se vaciaron y luego de que descansaron un rato, me llevaron a una habitación donde había un camastro y uno de ellos empezó a culearme, mientras el otro veía como me hacían gozar. Cuando terminó el que tenia encima, se paró y dejo su lugar al que estaba esperando y me hizo que me ponga en cuatro patas sobre la cama, poniéndose detrás de mí y me empezó a bombear nuevamente. Parecía una perra en esa posición, y toda la tarde me estuvieron metiendo sus vergas hasta que quedaron rendidos. No sé cuantos orgasmos tuve esa tarde, pero tuve la oportunidad que me enseñaran cosas que no conocía.
Cuando llegué a la casa de mi tía, me preguntó que donde había estado y le respondí que había estado viendo en una granja, como se cruzaban las reses.