Las cosas no suceden por que sí

El amor germina en cualquier temporada sin importar las condiciones, decidir continuar con alguien o iniciar algo nuevo es una decición nada facil

En este tiempo los colores dejan de ser brillantes, comienzan a dormir.  Susana era una joven de 27 años, es chef, pero acaba de volver a la ciudad donde había estudiado su carrera porque tomaría un diplomado sobre organización de comida internacional para eventos ejecutivos. Había investigado sobre una casa donde se hospedaban dos mujeres mas, en esa casa estaba disponible una habitación, el dueño de la casa rentaba persona por cuarto. Nunca vió la casa previo a mudarse, solo hizo el depósito bancario y vía telefónica el dueño le dio instrucciones.  No le gustaba la idea de estar nuevamente en la metrópoli, con tanto ruido, sierenas de ambulancia a cada momento, correr al ritmo del reloj – Bueno, la calle no se ve tan mal – suspiró mientras en una esquina distinguió el nombre de Gabriela Mistral – Bien, esta es la calle –camino un poco para ubicar el sentido de la numeración, después de un par de cuadras donde poco llegaban los rallos del sol por las grandes nubes de hojas que se generaban a unos cuantos metros sobre ella, pensó que tal vez de noche no sería buena idea andar entre las penumbras que generarían esos enormes árboles.   Aunque eran calles amplias, banquetas nuevas y parecía un barrio tranquilo, las casas eran algo viejas, por fin encontró 264, se paro frente a la puerta, volteó hacia arriba, eran de dos pisos, con no mas de seis metros de frente, una fachada a la cual le hacia falta pintura nueva, ventanas algo desgastada la madera por el sol, las cortinas que se distinguían no combinaban la una con la otra – si, aquí debe ser – lo dedujo, no le agradaba la idea de compartir casa, pero su sueño era iniciar su propio restaurant de comida internacional y preparación de banquetes para eventos sociales en su pueblo, la puerta se abrió un poco y alguien asomó su cabeza sin decir palabra alguna, solo miró a Susana esperando a que ella fuese quien preguntara

Hola, disculpa, soy Susana, soy la persona que alquiló el cuarto que estaba disponible en esta casa -  le dijo a la chava mientras ponía en pie su maleta de ruedas que ya traía estirando desde mucho rato antes

Hola – sonrió – pasa – le dijo mientras la hacia pasar – ¡Ay! Disculpa que abrí la puerta como si escondiera algo, pero es que los domingos no me levanto temprano, no me gusta salir a la calle sin arreglarme, ah, por cierto, mi nombre es Rubí.

Le mostró la casa completa, le mostro el cuarto que le tocaría, era en la planta alta – El mío es este de al lado, si ocupas algo con confianza dime, en el cuarto aquel está Raquel, pero ella casi no asiste, de hecho solo utiliza como motel el cuarto – soltó una risa algo burlesca.

Rubí se independizo de sus padres para satisfacer la curiosidad de ser autosuficiente, aunque todos los días después del trabajo estaba con ellos, solo regresaba a dormir a la casa que rentaba. Ella era mas alta que Susana, no por mucho, era de tez blanca, pelo obscuro, mas delgada, con personalidad seria, ella había estudiado Administración de Empresas y trabajaba en el área de recursos humanos de una maquiladora de cartuchos sintéticos para impresoras de inyección de tinta, era mayor por 5 años que Susana.

Se había pasado la tarde muy rápido, Susana apenas acabo de poner orden el su habitación, era un caos, mucha limpieza requirió. Al salir del cuarto, todo estaba obscuro, pensó que su compañera de casa no estaba, bajó a inspeccionar el área de cocina, definitivamente estaba como imaginaba, pareciera que era un espacio de la casa que nunca se utiliza, comenzó a lavar algunos trastes y hacer algo de limpieza también, en eso escucho que el cuarto de Rubí se abrió, bajaron las escaleras, pero se escuchaban murmullos, no hizo mucho caso, al fin de cuentas no era de su incumbencia

-Susana te presento a mi novio Ricardo – se saludaron y Rubí salió a la calle para despedirlo.  Al volver, Susana le pidió que la acompañara a comprar algo de despensa y le mostrara algunos lugares estratégicos de la colonia, entre ellas había una sensación de curiosidad por saber mas la una de le otra, Rubí sabía que ya tendría compañera real en casa, Susana pensaba que no se verían mucho en casa, de hecho, creía que Rubí solo le hacia el favor de acompañarla, mostrarle el vecindario y dejarla a su suerte, se veía muy enamorada de su novio.

Comenzó la semana, Rubí se levantaba desde las 7 de la mañana a bañarse y arreglarse, salía a las 8 de casa, hacia casi una hora hasta su trabajo, siempre impecable como toda una ejecutiva fashion, aunque salía a las 6 de su trabajo, diario veía a su novio e iban a casa de los padres de ella.  Susana se levantaba mas tarde, ella tenia un horario de 11 de la mañana a 6 de la tarde, a excepción de los días en que la escuela ofrecía cubrir eventos a las empresas, que era muy común que sucediera mínimo dos veces a las semana.  Desayunaba en casa, comía fuera y cenaba nuevamente en casa, los primeros días poco coincidían y asi pasó la primer semana.

Susana había preparado el desayuno, se disponía a comer sola, pero optó por subir a invitar a su compañera quien gustosa aceptó.

-¡wow! Te quedo riquísimo el desayuno, el tiempo que estés aquí abusare de tu don para comer en casa los fines de semana, porque yo la verdad no cocino, me voy a casa de mis papás o si me da flojera ir compro en la calle cuando Ricardo trabaja el fin de semana y no nos vemos – le felicitó

-Claro, estaré cocinando distintos platillos, el proyecto final será un platillo creado por nosotros – le comentó esperando que Rubí le dijera que podría ayudarle, ya que ella se movía en un circulo social mas elevado que el de Susana en su pueblo.  Buscaba glamur para su platillo de trabajo final.

Despues de desayunar conversaron por largo tiempo, cuando menos acordaron ya era de tarde - ¡Cielos! Eso de vivir bajo el mismo techo y no conocernos, nos hizo perder la noción del tiempo, ya es hora de preparar la comida – afirmó Susana

-Me gustaría que me dejaras verte cocinar y ayudarte, y… ¿Qué te parece si después vemos una película? – a Rubí le gustaba mucho el cine, pero no el comercial, le gustaban películas que se basaran en historia –Ricardo y yo compramos una y no le hemos visto, me gustaría verla contigo, aunque tal vez no te guste mucho la temática, a él le aburre – terminó diciéndolo en tono burlesco.

Todo el día la pasaron juntas, sin salir de casa, Rubí no fue a su casa, y no faltaba ningún fin de semana, no le gustaba estar encerrada, siempre sentía la necesidad de salir.  Al finalizar la película en el cuarto de Rubí, hicieron sus propias críticas, Rubí se mostró interesada en Susana, porque a diferencia de su novio, pudo ir mas allá de solo ver una película, ambas formularon conclusiones y explicaron sus puntos de vista.

Por la mañana del domingo, Susana tenia preparado el desayuno para cuando Rubí bajó – ¡Que linda! Tenia desde que mudé aquí sin que alguien me preparara el desayuno y lo tuviera listo para mi – le agradeció Rubi con una sonrisa de emoción, su expresión era distinta al primer día, lo notó Susana, incluso hasta sentía conocerla de mucho tiempo antes y ya le había tomado cariño, tan solo con el día anterior de estar juntas – Tengo una idea, subamos a la azotea a desayunar, desde ahí se miran las torres del templo, no te he llevado ahí, pero tiene una buena historia -  le sugirió Rubí.   Aunque ella por ser mayor marcaba su lugar de llevar el mando en la casa, obvio también en su relación de compañerismo con Susana estaba abierta para tomar de manera divertida las ocurrencias de ella, ya que en realidad  no parecía ser chef, mas bien parecía seguir sus propias reglas y metodologías para la realización de platillos cuando realizaba las sugerencias que ella le hacía para sus comidas en casa, ya que con nueva compañera siendo chef, las posibilidades de que algún día cocinara en casa habían desaparecido.

A media semana llevaron a su clase a un evento, prepararían el refrigerio y bebidas novedosas según ingenios de los propios alumnos, cada evento entre dos compañeros dirigirían la preparación e ingredientes, cantidades y sabores, aun no era su turno.  Mientras estaba concentrada acatando órdenes se preguntaba qué tan bien o qué tan mal haría el banquete que le tocara para su práctica, esta ocasión quien contrato a la escuela de chef era muy exigente y pasaba regañando al profesor encargado, todo era un caos, el profesor exigía a los compañeros al mando y estos a su vez al resto de la clase. Por fin, a las 9 de la noche, terminaron de empacar los sobrantes

-Esto solo ha sido una prueba, todos se están apoyando, pero llegará el día en que le toque solo a uno de ustedes lidiar con meseros y ayudantes de cocina, y es donde se las verán duras, necesitan ser mejor – les dijo el profesor

Al volver a casa, como siempre, pensó que estaría sola, así que esperaba meterse a la vieja tina y tomar un baño caliente, ya se respiraba frio en las calles y se sentía el fresco del aire, ya el cielo lloraba menos, pero aun se mojaban las calles, se antojaba el baño caliente, Susana ya casi podía sentirlo al abrir la puerta de su casa

-Creí que llegarías temprano

Susana se espanto escuchar la voz proveniente del segundo piso

-Ah, cierto, mmm…. No pensé que estarías en casa, como siempre vas con tu novio a casa de tus papás – respondió, y se dio cuenta que su tono de voz fue bajo, aunque si la escucho Rubí - ¡Cielos! –pensó

-No me avisaste que llegarías tarde – continuaba diciendo Rubí mientras se sentaba en el sofá al lado de Susana - ¿tuviste una cita con algún compañero de clase? – pregunto mientras sonreía pero dejaba notar la espera de una respuesta negativa, lo descubrió Susana mientras se intimidaba, negó y explicó su día, así como de próximas actividades similares.

Ya estando acostada, lista para dormir, Rubí toco su puerta y entró, se recostó a su lado, esparciendo olor a flores en la cama de Susana, quien por un momento se concentro en identificar su perfume, no conocía de marcas y glamur, pero era exquisito, de hecho no creyó que fuera solo perfume lo que había invadido su espacio

-Vi estos zapatos – le enseño Rubí desde su celular – me gustaría saber tu opinión

Susana volvió de su pérdida momentánea en el jardín de flores al que se había trasladado, y estuvieron un largo rato viendo ropa y accesorios en internet desde el celular de Rubí.  Definitivamente Susana no era de mundo como lo era Rubí, pero era algo que iba con su personalidad, pareciese que el glamur hubiera surgido para ella  y de ella, no viceversa como muchas otras mujeres

-Me gustaría que mañana me acompañes a comprar un libro, Ricardo se enfada cuando vamos a las librerías, además he descubierto que me entiendes mas en ese sentido, me la paso muy bien contigo- le pidió Rubi mientras se levantaba y salía del cuarto

Susana no decía nada, solo sonrió mientras acertaba con la cabeza, se le había ido el sueño, después de un día tan agitado ¿cómo era posible ya no tener sueño?, no fue la variedad de vestidos ni zapatos vistos en la web, ella solo había tenido un novio, a duras penas pudo sobre llevar la relación, se estaba dando cuenta que volvían a su mente sentimientos que creyó habían desaparecido después de la prepa al conocer a su ex, la esencia florar aun permanecía en el espacio vacío que dejó su compañera, colocó su mano en ese lugar, dudaba en hacerlo, cerro los ojos un momento y suspiro, levanto un poco su mano pero la volvió a poner donde mismo, agarró valor y la colocó en su nariz, su corazón aumento sus latidos, la mantuvo unos instantes ahí, mientras aspiraba con profundidad hasta la última partícula del delicioso aroma de Rubí, ¿Por qué vendría tan perfumada? ¿por qué tanto interés en saber mi retraso por la tarde? En esos momentos su única imagen en la mente era el cuello de Rubí  -¡Ay no, no puede ser eso! – pensaba.  Años atrás había sentido ciertas atracciones por una o dos compañeras, cada una en distintos niveles educativos, pero al final de cuentas era algo que la habían puesto a pensar, y ahora estaba volviendo a suceder ¿sería la amabilidad con la que la trataba? ¿sería su personalidad? Porque no había conocido a alguien similar antes, Rubí rompía paradigmas de las mujeres de su edad, por algo tenia novio, se adoraban, al menos eso parecía. Miró por la ventana, la luna era llena, vio la hora, era ya tarde, pero lo suficientemente temprano como para poder ir a caminar y sacarse esas ideas de la mente que estaban comenzando a manipular sus impulsos, nuevamente venia esa imagen a su mente, el cuello de Rubí, sus labios, el aroma, solo giraba su posición en la cama, recordó algo, Rubí tiene el sueño tan pesado, que bien puede sonar alarma contra incendios y ella seguir dormida.  Susana se sentó al pie de la cama, miró hacia su puerta

-No voy a hacerlo –se susurro

Rubí estaba dormida en posición fetal, su cuarto siempre era calientito, así que sus pijamas le lucían en cualquier etapa de su sueño.  Susana tocó a su puerta – Rubí – le habló en voz baja, no hubo respuesta, abrió la puerta, a simple vista estaba, tendida, soñando, parecía la bella durmiente, su cara recostada en una de sus manos volteaba hacia la puerta, Susana comprobó que estaba perdidamente dormida, se arrodillo frente a ella y con la palma de su mano izquierda, a una distancia de no mas de tres centímetros contorneaba su silueta, los relieves de su pijama que dibujaban las perfectas curvilíneas de su cuerpo, su respiración era mas profunda cada vez, pero aunque intentaba controlarla, eso le provocaba mayor presión en su pecho y eso a su vez desencadenaba la reacción de su corazón con sus pulsaciones mas fuertes, tan fuertes que en el silencio de la habitación era la única música que se escuchaba, tenia miedo de que sonara el celular y se despertara sorprendiéndola ahí, aunque conociendo a Susana, ésta podría inventar que escucho que la llamó.

Curiosamente Rubí aunque dormía profundamente, seguido escuchaba cómo si le contestara a alguien, creía que hablaba por celular de madrugada, hasta que una vez recargó su oído en la puerta mientras la escuchaba hablar sus incoherencias, dedujo que hablaba dormida.

Una vez recorrido su cuerpo, acercó su nariz un poco a su pecho, aun mantenía fuerte aroma a flores recién cortadas - ¿por qué me atraes tanto? Susurró, apenas salía un poco de voz mientras la intensidad de las flores iba aumentando y profundizando en la combinación de su cuerpo, su humor, su piel y feromonas propias, hasta que la guió en la unión de su cuello y parte baja de la oreja, se quedó congelada un rato, no respiraba, tenía sus ojos cerrados, como si hubiese quedado petrificada ante lo desconocido.

Por la mañana mientras Rubí se terminaba de arreglar en su recamara Susana le avisó que le había dejado lonche para que llevara a su trabajo, Rubí dejo de espolvorear sombra en sus ojos mientras asimilaba lo recién escuchado, no lo creía, siempre había sido muy independiente y nadie había tenido esas atenciones con ella – Gracias – gritó – no llegues tarde para ir al cine.

Para muchas personas los ciclos son aburridos,  pero lo son cuando no existe el cable que conecta a ambas personas y les de la chispa adecuada, la línea de las dos amigas había comenzado a escribirse en círculos, todas las noches Susana se embriagaba con flores y feromonas, todas las mañanas, había un desayuno para llevar de Rubí en la barra de la cocina.  Rubí compartía la hora de comida con su novio, una hora al salir de su trabajo y el resto era la cotidianidad novedosa con Susana.

Una noche, terminando de ver una película en la habitación de Rubi las cosas estaban algo tensas con Susana

-No te preocupes, te irá bien, lo sé, eres muy creativa y original en tu trabajo, verás que hasta mi jefe que es ideático quedará complacido con tu banquete – le daba ánimos mientras volvia a recostarse a su lado después de apagar la televisión.

-Es que mira, no a todas las personas les gusta lo que haga un solo chef, lo sé, pero me dijeron que tu jefe es muy delicado, creo que tuve mala suerte que me tocara el evento de tu empresa – respondió muy triste e insegura

Rubí la abrazó recostada a su lado, así era de espontanea últimamente que le había tomado confianza, el abrazo era cálido y reconfortante, Susana le respondió abrazándola también, pero sucedió algo, de repente se torno de otra manera esa sensación, las manos de Susana en su cintura eran imanes – o oh, esta volviéndome a suceder – pensó Susana, el silencio las envolvió, pero se escuchaba algo, Rubí lo detectó, era un tamborcito acelerado, le sonrió para que no se sintiera incómoda por haberle ocasionado semejante reacción mientras le sugirió cómo dirigirse al su jefe, Susana solo la miraba, tal vez puso escucho lo que le dijo, solo le observaba hablar, la hipnotizaban sus labios, por un momento  se miraron como si fuesen desconocidas, una pensando qué la hacía estar sacada de ese planeta y la otra solo quería ponerle sus manos en las mejillas para darle un beso.

El salón del evento era enorme, muy elegante y asistían empresarios de distintas estados del país, incluso había extranjeros, los bocadillos antes de pasar a los invitados a las mesas donde se serviría la cena eran exquisitos, el profesor presentó al dueño de la empresa los dos alumnos encargados del banquete

Estoy satisfecho con el refrigerio, las bebidas son adecuadas para la ocasión – les comento de manera algo arrogante, Susana y su compañero estaban serios, agradecieron casi con reverencia, era un hombre muy prepotente y exigente – No había visto bebidas de colores así de brillantes, las he probado casi todas y me agradaron, ahora quiero que pasemos a la cena – les pidió, en eso se acercó Rubí a Susana, mientras entre caminata hacia la cocina le felicitaba

-Mi jefe esta satisfecho con lo que has hecho hasta ahora – le dijo muy entusiasmada, realmente estaba asombrada de la creatividad de Susana

-Gracias, pero falta la prueba de fuego – le respondió no muy feliz, aun faltaba el plato principal, aunque había preparado algo fuera de lo común y que fuera de acuerdo al evento, le resultó muy difícil combinar gustos visual con gusto papilar – por cierto, no sabía que vendrías – le dijo extrañada

-Me tocó entregar el material y los gafet en la entrada, me dijo que me quedara a la cena porque me diría a quien entregar paquetes promocionales

Rubí esa noche lucía un vestido ajustado a su cuerpo, aunque era corto, era muy apropiado para el momento, se caracterizaba por cuidar su imagen para cada momento.  Entre platos, ollas calientes, meseros, órdenes y decoración de platillos, lo que eran largas horas para muchos, a Susana le parecieron minutos, por fin habían terminado

-Ya se han ido todos- dijo uno de sus compañeros

-¿En serio? ¿Nadie quedó de la empresa? ¿Quién nos evaluará? – preguntó Susana muy preocupada, porque el dueño de la empresa no había tomado la molestia de ir a agradecer o dar mas instrucciones

-Dijo el profesor que mañana no dará la puntuación

Al salir del salón, quiso ver la hora en su celular, estaba apagado, se había descargado, en ese momento recordó que ni siquiera Rubí se había despedido de ella, miró hacia ambos lados, estaba desierta la calle bajo la única lámpara que iluminaba todo a su alrededor, por su ubicación, calculaba que ya pasaba de la media noche, al dar unos pasos vio la silueta de una persona sentada bajo un árbol cruzando la calle, se quedó de pie por un momento, en eso se puso de pie aquella figura mientras le señalaba con la mano su presencia ahí, Susana no se movió, no creía lo que suponía era, así que pensó que si cerraba los ojos por un momento y los abría, no estaría Rubí ahí. Se acercó

-¿Qué no vino tu novio por ti?

-Si, pero le dije que te esperaría, así que como se levanta temprano para ir a trabajar se fue

-Pero tu también te levantarás temprano

-No te preocupes, nada que una copita de tu preparado purpura no pueda compensar -  lo dijo mientras sacaba de su bolsa una botella con bebida que había preparado Susana para el evento

-¡Wow! ¿Cómo hiciste para obtener eso?

-Me las ingenié, estaba muy rico- Le respondió mientras le daba un trago, luego se la paso a Susana, y asi fueron caminando hasta que tomaron taxi.

Ya en casa, mientras Rubí se quitó las zapatillas en la sala, Susana se tomaba lo que quedaba de la botella

-Creo que tomé mas que tu – Le reclamó Susana mientras se reía

-Pero tu estas acostumbrada a tomar, yo con lo que tome es como si tu te hubieses tomado lo que requieres para ponerte ebria.

Cada una se fue a su respectivo cuarto, Susana al recostarse sentía que el mundo le daba vueltas –¡ay Dios! Creo que se me subió el púrpura- se dijó a ella misma, se sentó un momento y volvió a recostarse, hizo  lo mismo por un par de veces más – ¿ya se habrá dormido? – se preguntó, no quería perder la costumbre de visitarla mientras dormía, y como todas las noches, al entrar en su cuarto, se incó en el lado lateral de la cama de manera que quedaba frente a su cara que yacía sobre uno sus manos, recostada de lado, acercó su nariz al cuello de Rubí, olía distinto, aún quedaba restos de partículas de perfume comercial, sin embargo, otro perfume había emanado de su piel -  ¿por qué me atraes tanto? – preguntaba lo mismo cada noche - ¿por qué te gusto? Le susurró Rubí mientras volteaba a verla, quedando sus labios junto a los de Susana, se quedó parapléjica, se levantó de un solo movimiento rápido, Rubí le tomó de la mano para evitar que saliera de la habitación, Susana se detuvo mirando hacia la puerta,

Rubí no la soltaba mientras se sentaba, Susana se volvió hacia ella, esperaba un reclamo, pero  no había respuesta, se acertó e inclinó para darle un simple beso, lo respondió, no despegaron sus labios y Susana intensifico los besos, había acumulado esa adrenalina cuando cada noche impregnaba su cuerpo interno con el perfume de Rubí, siempre quiso probar sus labios, alucinaba tocar su cuerpo, se mojaba imaginando verla disfrutar cuando sabía que tenia sexo con su novio, esa noche ella no dominaba su cuerpo, sus impulsos eran de un lujurioso espíritu que se había creado dentro de ella y ahora estaba naciendo, se recostó sobre Rubí mientras recorría sus piernas con las manos, en ese trayecto no había elemento que estorbara, bajo la pijama estilo blusón deslizaba hasta los muslos de Rubí, parecía su respiración vapor saliendo de olla de presión, había fiesta dentro de sus cuerpos, ambas instrumentos tocaban la misma música a la misma frecuencia, dando profundidad los ruidos que generaban las caricias sobre sus cuerpos, la ropa comenzó a estorbar, pero ambos labios costaba trabajo separar, los ruidos de las ropas cuando se desprendían del cuerpo mezclado con las respiraciones agitadas de cada una guiaban la situación, sus labios por fin probaron el sabor de su cuello, su lengua identificaba cada sabor que su cuerpo generaba y le hizo por noches perder la razón, sus pechos eran mas dulces y suaves que la mezcla de mantequilla con azúcar que había utilizado para adornar los bocadillos, no solo deleitaban en ese momento su paladar, sino que su aroma la envolvía, su calidez le hacía perder la cordura, no era suficiente lo que había probado de ella, aún faltaba el plato fuerte, faltaba probar la esencia del cuerpo mas exquisito que para ella había existido, con temor, mientras detenía sus labios en un pezón de Rubí, acercó suavemente la palma de su mano al lugar custodiado por dos hermosas torres contorneadas que generan la mejor arquitectura que ni un palacio árabe, dos magníficos pilares que le estaban abriendo las puertas a su mano para conocer los grandes secretos de semejante monumento, su manantial había comenzado a emanar agua, era imposible resistirse a bajar para probarlo, pero así como se cocina cualquier platillo, se prepara con cuidado, con calma, sin prisas, así que solo palpaba con las yemas de sus dedos, la humedad de aquella fuentecita que a cuenta gotas hacia imaginar el sabor mas adictivo que jamás hubiese probado, no había ingredientes sobre la tierra que pudieran combinarse para crear el mismo sabor y textura que su cuerpo le regalaba, después de llenar su boca con su humedad Rubí la hizo levantar su cabeza para seguirle besando, después de mezclar labios, humedades y calor, descargas eléctricas recorrieron su cuerpo, iniciando donde sus manos lograron provocar lo que ni su novio había sido capaz de hacerla sentir y finalizando con un grito detenido los labios de la otra.

La despertó el timbre del celular, era Rubí, abrió bien los ojos, estaba en la cama de ella, estaba sorprendida

-¡Golosa! Hoy no me dejaste mi desayuno, pero te la pasaré porque por la noche me diste algo mejor que el mas exótico platillo que hayas preparado – le dijo bromeando, se le escuchaba contenta

-¡Cielos Rubi! Creí que había soñado – respondió todavía algo incrédula

-Tenemos que hablar, todo ha sido muy rápido – se puso algo seria – no comprendo como sucedió

-Disculpame- Decia Susana muy avergonzada

-No está mal – la interrumpió – es solo que de repente me llegan sentimientos encontrados – le explicaba – Bueno, mira, no te preocupes, y por cierto… - le cambió el tono de voz, nuevamente se entusiasmó – mi jefe me acaba de dar impresas tus felicitaciones para hacerlas llegar a tu escuela, incluso te esta ofreciendo que seas su chef para los futuros eventos –

-¡wow! Creo que día mas feliz que hoy no he tenido – Le respondió muy contenta.

Aunque ya se acercaba el fin de cursos que estaba tomando Susana, ningún día habían platicado bien lo sucedido, ni lo que seguía pasando entre ellas, cuando una no iba a la cama de la otra, ésta la buscaba para dormir juntas, aunque en ocasiones eran polos opuestos habían aprendido a tolerarse, parecía que las cosas entre ellas eran intensas y fuertes, Rubí y su novio pasaban menos tiempo juntos, el numero frecuente de su celular ahora era Susana, y esta a su vez le ofrecía la comprensión que su novio no le brindaba, tan diferentes en carácter las dos pero habían aprendido a tolerarse.

-¿Qué harás la próxima semana que terminen tus clases?

-Tomaré el trabajo que me ofreció tu jefe y aparte buscaré uno de planta en algún restaurante

Rubi se sentó en el sofá a un lado de Susana, tomó su mano

-Necesito decirte algo – le dijo mientras miraba como sus dedos se escondían en la mano de Susana, como si buscaran refugio – Ricardo me pidió matrimonio – en voz baja le dio la noticia

Susana no contestó, esperaba que ella terminara la conversación con la frase “no aceptaré” , pero no la escuchaba, todo era silencio por largos minutos

-¿Y tu quieres casarte? -  le preguntó firmemente

-No lo sé, no quiero que en mi casa me juzguen por lo que tu y yo hemos tenido, o somos, o lo que hacemos, no sé…

-¿Entonces solo he sido algo?- le interrumpió, en realidad había mas preguntas de la una a la otra, sol habían dejado que las cosas pasaran solas, sin planear sin resistirse, solo dejaban fluir.

-Es que mira, Ricardo y yo hemos sido novios por cuatro años, tiene trabajo estable, en mi casa no puedo salirles con que lo dejo por una chava….

-Ya no digas mas, esta bien, lo entiendo...

-No te pongas así, no quiero que te vayas, no quiero que esto termine contigo – le dijo mientras evitaba que Susana se levantara y se fuera

-Está bien, cásate si es lo que realmente quieres – le soltó la mano – cuando vuelvas de tu viaje quiero que me digas, sinceramente, lo que realmente quieres hacer – le sugirió Susana

Rubí se había ido unos días por parte de su trabajo a una capacitación fuera de la ciudad, su novio tenia vacaciones y la había acompañado

-Últimamente has estado muy extraña, ya no me besas como antes ni tienes tanto tiempo para mi

-He estado presionada por este curso

-No es solo eso, te conozco Rubí, ni cuando recortaron personal estabas así ¿acaso estas saliendo con otro hombre?

Pasaron la noche juntos, pero ella no podía dormir, se sentía intranquila, pero por otro lado sabía que ese era su lugar, que así sería para siempre, se casaría sabiendo que Ricardo sería un excelente esposo, por algo sus amigas estaban locas por el cuando comenzaron su relación. Al volver a casa, Rubí entró al cuarto de Susana, se sentaron en la cama, Rubí la miraba, Susana en esta ocasión no podía predecir o adivinar lo que sus ojos decían, ya tenia preparada su maleta para volver a su pueblo en caso de escuchar la respuesta que no quería…..

-          Rubí… creo que lo mejor es alejarme para no confundirte – musitaba mientras mantenía la mirada fija en sus ojos - estoy segura que él será un excelente esposo y yo debo buscar la vida que me pertenece.

De qué manera puedo pedirle que no me abandone o por lo menos me guarde un poco de cariño, pensaba Rubi, la confusión invadía no solo sus pensamientos, su ser se encontraba en el vilo de la desesperanza, por un lado las reglas de la sociedad eran el mástil dirigiendo desde niña su filosofía y un futuro donde el anhelado nieto era una consiga por parte de ambos padres. Era improcedente, al lado de Susana esa proclama jamás tomaría forma – ella es una mujer, cómo puedo siquiera contemplar por momentos la posibilidad de alejarme de Ricardo y una vida estable por ver hasta donde éstos sentimientos confusos le dieran forma a algo… eso… solo algo – esta frase acompañó el impulso de rozar por última vez  los labios de Susana, porque ese algo que parecía tan disímil al amor cotidiano, se había convertido en un fantasma vagando por donde su sombra se presentara. Sin embargo Susana con suave movimiento esquiva todo contacto.

Veo que en mi ausencia pensaste bien las cosas

No dejaste otra opción

Estoy confundida… comprende por Dios

Porque lo he comprendido, por eso me alejo

Pero así de sencillo

¿De qué forma lo habrías preferido… mirarme destrozada frente a ti, humillarme al escuchar que él es tu vida?

Supongo que te pediría demasiado si me dejas abrazarte

Supones bien Rubi… deseo que sean felices.

La simple acción de mirarla tomar su maleta y cruzar el umbral de la puerta devastó las pocas fuerzas que había almacenado durante su camino de regreso. Deseaba salir tras ella, abrazarla y no soltarla jamás, pero su cobardía comprimía en absurdos gemidos la poca valentía que poseía.

– Ricardo lo siento no me siento bien para sorpresas solo dilo y ya – estaba muerta por dentro, su mano temblaba mientras sostenía el celular – cómo puedes decidirlo así, ya mi familia lo sabe, habían medido sus tiempos, tu viaje puede esperar.

-          Rubí… olvidé entregarte las llaves, disculpa si interrumpo tu llamada – entró Susana a la sala.

-          Está bien Ricardo viaja a donde tengas qué viajar, tómate el tiempo que necesites.

Tomando la mano de Susana la mira fijamente, no sabía si era correcto lo que estaba a punto de hacer, el vigor del riesgo enorme de arrojarse al abismo de la necesidad de ella no le permitió pensarlo más

Te amo … ¿te gustaría preparar todas las mañanas a mi lado el café más rico que pueda

existir para dos chicas que se aman?

¿Así de sencillo?

No necesitamos más Susana, por mi parte esperar cada amanecer para admirar tu silueta a

mi lado y agradecer a Dios que olvidaras entregarme las llaves y así volvieras a mi.