Las cosas no son tan sencillas 3
Tendemos hacia las cosas sencillas, las interpretaciones sencillas, las soluciones sencillas, pero normalmente las cosas no son tan sencillas
A lo largo de la siguiente semana Carmen estuvo muy atenta y cariñosa. Yo llegaba bastante cansado del trabajo y cuando ella se ponía cariñosa en la cama yo la rechazaba cariñosamente con la escusa del cansancio. La deseaba pero, en un principio, quería que le quedara claro la gravedad de lo que había hecho, y que si bien yo quería continuar con mi matrimonio no era fácil para mi superar su infidelidad, lo que era verdad ya que no podía evitar que algunas veces volvieran a mi mente las escenas que presencie en las minivacaciones.
El sábado por la mañana, cuando me desperté, y estando ella dormida a mi lado. La estuve observando, estaba preciosa, y no pude evitar excitarme viéndola. Estuve a punto de acariciarla para que despertara excitada y follarla, pero dado la hora que era y que pronto despertarían las niñas, decidí que lo dejaríamos para la noche.
No quería hacerle el amor como hacíamos antes, lo que quería era follar con ella y dejarla bien follada, follarla como la follaba Cesar. Esto me ponía cachondo, así decidí levantarme, no quería que ella se despertara y pudiera notar que estaba excitado. Me levante y me fui al cuarto de baño, mientras me afeitaba, iba planeando la follara que le daría esa noche. Cuando termine de afeitarme, me mire en el espejo, tenia mi pene totalmente erecto, lo observe, parecía un poco mas grueso que el de Cesar y quizá algo mas largo. Complacido con estos pensamientos me mire al espejo, yo no tenia la musculatura ni la envergadura de Cesar, ademas me di cuenta que había perdido el tono muscular que tenia al principio de casados y ademas tenia una barriguita cervecera. Entonces me di cuenta, yo no podría ni manejar a mi esposa como lo hacia Cesar, ya que no tenia ni su musculatura, ni su fuerza, ni estaba preparado para estar dale que te pego durante mucho tiempo, ya que no estaba en forma, y seguramente no aguantaría la erección sin correrme tanto tiempo como el.
Vaya que si lo intentaba esta noche haría un ridículo espantoso, y en cierto modo justificaría la infidelidad de mi mujer, y esto no lo podía permitir. Puse el cerrojo a la puerta del cuarto de baño, no quería que mi mujer me viera, por un lado vería mi erección y por otro mi cuerpo desnudo con mi barriguita. Me metí en la ducha, tenia que prepararme para follarme a mi mujer, estaba claro que la musculatura y la fuerza de Cesar era imposible de lograr a corto plazo y no podría manejar a mi mujer como lo hacia Cesar, pero con una o dos semanitas de gimnasio, seguro que estaría para estar dale que te pego follándome a mi mujer tanto tiempo como Cesar, ademas tenia a mi favor que la tenia un poco mas grande que Cesar, y lo de mantener la erección, con un par de pastillas estaría arreglado, seguramente que Cesar se debía de haber tomado pastillas, ya que no creo que nadie pudiera aguantar tanto tiempo la erección y si alguien quiere poner unos cuernos no puede permitirse aguantar menos que el marido.
Lo tuve mas que claro, esperaríamos un par de semanas, conseguiría unas cuantas pastillitas y dado que el trabajo se preveía bajo durante las próximas semanas, aprovecharía para ir al gimnasio por la tarde, eso si, no podría ser el gimnasio que iba Cesar, así que iría al de una población vecina, y no diría nada a mi mujer.
Mientras me duchaba y pensaba esto, me estaba masturbando sin darme cuenta, así contento recordando la follada que le pego Cesar a mi mujer y pensando que era yo el que la follaba me corrí.
Salí de la ducha contento, con un plan que me pareció perfecto.
Pero las cosas no son tan sencillas.
El resto del día y el domingo lo pasamos bien, ella intento que tuvieramos sexo y yo la rechace cariñosamente, pero vi que se lo tomaba bien, supongo que lo que debía notar es que algo había cambiado, yo estaba de muy buen humor, y esto hacia que nuestra relación mejorara, como si volviéramos a como estábamos antes.
El lunes, la cosa empezó a malograrse. Me fui a apuntar al gimnasio y decidí empezar ha hacer gimnasia el mismo lunes. Fue un desastre, enseguida quede hecho polvo. Sabia que no estaba en forma, coño, pero no tanto. Con dos semanas de gimnasio, seguramente no habría bastante. Pero no quise caer en el desanimo, ya veríamos como iba la cosa al final de la semana.
El martes la cosa empeoro o no, según se mire, en la empresa entraron nuevos pedidos. Eran muy buenos económicamente, pero urgentes. Esto quería decir, que lo de ir cada día al gimnasio iba a ser que no. Así que al final solo pude ir el viernes al gimnasio, y lógicamente mis progresos eran inapreciables. Lo que si logre, es una caja de pastillitas, algo es algo. Pero las perspectivas de poder ir al gimnasio las próximas semanas eran bajas, así que opte por dos contra medidas, ascensores no, escaleras si y controlar mi alimentación.
Pasadas cuatro semanas, si bien algo había mejorado, aun estaba muy lejos de estar en una forma aceptable. Mi estado de animo había decaído y también el de mi esposa. Supongo que ella por un lado notaba mi estado de animo y por el otro notaba mi continuo rechazo y, supongo, que ya no se creía mis escusas. Yo intentaba animarla contándole la mejora de la empresa, que volvía a ir viento en popa, pero me daba cuenta que esto no era suficiente.
Los días iban pasando, iban pasando las semanas, hasta que llego nuestra onomástica, ella la preparo con mucho esmero, dejaríamos los niños con sus abuelos e iríamos primero a cenar y luego a bailar. Yo no me sentía preparado, no sabia que hacer, pero tuve una idea, si la emborrachaba a ella y yo también simulaba estar borracho me la podría follar y a la mañana siguiente, con una buena resaca nuestra ebriedad justificaría una follada mediocre. Ella se preparo a consciencia estaba espectacular, se me puso dura con solo verla, ella se dio cuenta, al ver su alegría no quise disimularlo, la abrace y la bese, acariciando su culo y apretándola contra mi para que notara mi erección. Le dije lo preciosa y deseable que estaba, tenia unas ganas locas de desnudarla y follarla, notaba que ella también estaba cachonda, pero me controle, o nos controlamos. Ella estaba súper feliz seguramente ella esperaba que esta noche terminaríamos follando salvajemente y esto cerraría totalmente el episodio de su infidelidad.
La cena fue maravillosa, comimos y bebimos, y nos pusimos a tono. Mi plan estaba funcionando bien, cuando iríamos a bailar, chupito va, chupito viene la emborracharía, entre baile y baile.
El problema es que cuando llegamos a la discoteca, ella no quiso tomar chupitos, me dijo que ya estaba demasiado entonada y que no quería terminar la noche vomitando la cena. Se me dispararon todas las alarmas, mi plan se iba al garete. Lo único que se ocurrió es emborracharme yo y terminar vomitando. Empece a beber, ella intentaba detenerme y yo intentaba hacer que ella cambiara de opinión. Sabia que no podía emborracharme, si la intentaba follar borracho el ridículo seria espantoso, así que empece simular que estaba borracho perdido. Su cara era un poema. Volvimos a casa, hice que ella y el taxista me ayudaran a entrar en casa, mientras ella despedía el taxista, yo entre en el lavabo y me provoque el vomito. Ella me ayudo a acostarme, fingí quedarme dormido y ella se fue al comedor dejando la puerta del dormitorio abierta. Desde la cama la oí como lloraba, lo que tenia que ser una maravillosa noche se había convertido en un desastre. Me sentía como un inútil, ahora ya no la podía culparla por lo que paso en las minivacaciones. Si en aquel momento se hubiera marchado a follar con Cesar o con cualquiera de los muchos hombres que la habían mirado con deseo durante la noche no la podría culpar, yo no podía estar a la altura.
Las siguientes semanas la cosa fue peor, yo me sentía desmoralizado, sobre todo cuando la veía a ella hundida, ya ni siquiera intentaba ponerse cariñosa conmigo en la cama y yo tampoco podía, no quería darle esperanzas, ya que no me sentía minimamente en forma. Poco a poco me empece a hacer a la idea de que al final ella me pediría la separación o el divorcio, y yo no me opondría aceptaría sus condiciones y nuestro matrimonio se habría acabado. Pero las cosas no son tan sencillas.
Continuara