Las cosas de mi madre 6
Sigo descubriendo secretos de mi familia. Y que familia.
Las cosas de mi madre 6
Es conveniente leer antes los relatos 1 a 5 de esta serie.
Siento no haber podido subir antes este relato, espero tener tiempo para no tardar tanto en el futuro.
Viajando hacia Sevilla, con Tina, mi suegra, comentando como nos las apañamos, le explico cómo hemos montado la sala de chat y grabación de imágenes...sicalípticas y voluptuosas, todo ello manteniendo el anonimato. Tina se asusta un poco, pero detecto un interés morboso, una excitación y me imagino que antes o después acabara participando en las actividades del porno chat. Mi mente vuela hacia escenas entre mamá y ella... Buufff. Me estoy poniendo a cien...
Trato de calmarme pensando en otras cosas.
--Tina. ¿Por qué tu familia no quería a mi padre?
--Pues no lo tengo claro, a mi no me lo decían, pero una vez escuché una conversación entre mi padre y mi hermano mayor en la que le explicaba que tu abuelo tenia negocios “sucios”, relacionados con Marruecos, que tu familia había ganado mucho dinero al finalizar la guerra, colaborando con el régimen de Franco y algo relacionado con las armas. Pero no supe nada más, poco después, mis dos hermanos, le montaron una encerrona a tu padre y le dieron una paliza. Como consecuencia tu padre se marchó fuera del pueblo y cuando regresó venia casado y contigo de pañales. Yo también estaba casada con Ernesto...Después...Ya sabes lo que paso. Tu padre y yo seguimos con la relación y vino al mundo Katia, seguimos viéndonos durante años, hasta que ocurrió lo de tu padre con tu mujer...Su hija, sin él saberlo.
--Entonces...Quizás los negocios de mi abuelo pasaron a mi padre y de alguna forma, que desconocemos, ¡ha sido la razón de la muerte de papá! Pero ¿Que negocios? Yo sé que algunos de ellos estaban relacionados con Marruecos, pero ¿Lo sabremos algún día? Por favor Tina, no le digas a nadie, repito, a nadie lo que hemos encontrado, si han asesinado a mi padre por esto no quiero pensar lo que nos harían. Por ahora no dispondremos de nada y seguiremos con lo que estamos haciendo para sobrevivir. Puede que nos vigilen y si percibieran un cambio en nuestros gastos podría ser peligroso.
--Ya lo he pensado y tienes razón, Carlos. Eso me tiene asustada.
--Debemos estar alerta, pero sin levantar sospechas. Y si observas algo anormal, me lo dices enseguida. ¿Vale?
--De acuerdo Carlitos, me parece estar viviendo una película de espionaje. Jajaja.
Llegamos a casa, entramos y no hay nadie en la planta baja, oímos risas arriba. Le hago señas a Tina para que no haga ruido y me siga, al llegar a la sala abro la puerta despacio y la escena que se nos muestra es alucinante. Mamá está tendida en la alfombra del suelo, desnuda, con mi mujer sobre ella, en un sesenta y nueve, lamiéndose los sexos mutuamente y con mi hermana introduciendo sendos dildos en los anos de las dos.
Tina no da crédito a lo que ve. Con los ojos abiertos como platos, las manos en las sienes, puedo percibir, los latidos de su corazón desbocado. Mi hermana levanta los ojos y, al vernos, esboza una pícara sonrisa, invitándonos a participar. Y lo hacemos.
Desnudo a Tina, que se deja hacer, le facilito un antifaz, me desnudo yo y me coloco otro, nos acercamos al trió, mi hermana saca los instrumentos de los culitos y se separa. Se acerca, me besa con un piquito en los labios y besa a Tina.
Katia se asusta al ver a su madre acercarse y darle un beso, seguidamente Tina se inclina sobre mamá y, literalmente, le come la boca. Katia se separa y se dirige hacia mí, nos besamos tórridamente. Mientras, la calentona de mi hermana se arrodilla entre nosotros y se dedica a acariciar y lamer mi miembro, con una mano, mientras la otra se ocupa del coñito de mi mujercita...Todo esto se transmitía en directo a la web y se estaba grabando para posterior comercialización.
Lina, mi hermanita, se aparta para coger una cámara y tomar primeros planos de mamá y Tina, que se devoran como lobas en celo. En la pantalla principal, queda expuesto el sexo de Tina penetrado por la mano de mamá…Resulta impresionante, ver como el puño penetra su sexo y bombea como el pistón de un diesel. Siento erizarse con un escalofrío mi espalda y la nuca.
No aguanto más y me corro entre los muslos de mi mujer, que sin perder el tiempo se limpia con unas toallitas y se lanza sobre las otras. La orgia entre las cuatro, dos maduras y dos jovencitas, resulta terriblemente erótica. No quiero, no puedo, estar más tiempo aquí, estaría follándolas hasta la extenuación. Y quiero cuidar un poquito mi cuerpo, dos, tres, cuatro corridas diarias…Buufff
Las dejo y me voy a mi habitación para esconder el dinero y los documentos que encontramos en mi casa.
Al abrir una de las carpetas encuentro un folio, escrito a máquina… ¡Con mi nombre!
Querido Carlos.
Si estás leyendo esta carta es porque me ha ocurrido algo grave, probablemente estoy muerto.
Tengo algo que contarte. Si no lo he hecho antes ha sido por tu seguridad y después de leer esto debes tener cuidado, puedes estar en peligro, tu, tu madre y tu hermana.
La historia empieza en los años sesenta. Tu abuelo, mi padre, era cabo legionario, experto en radiocomunicaciones, destacado en el Sahara, entonces español. Cuando se licenció, se enroló en una empresa que buscaba minerales en el desierto, como radiotelegrafista y los acompañó durante dos o tres años. Trabajó en las minas de fosfatos de Bou Craa, en un camión de comunicaciones que acompañaba a los técnicos que mantenían la cinta transportadora, de cincuenta o cien kilómetros, que llevaba el mineral, de la mina, al puerto de El Aaiún, donde se embarcaba para su transporte.
Nunca me explicó como, pero entro en contacto con traficantes que vendían armas a los Saharauis. Ahí empezó todo.
Traficaba con armas, si, vendían armas a países africanos en guerra y ganaba mucho dinero. Se movía por varios países con conflictos bélicos en aquella época. Pasados unos años lo dejó. Al volver al pueblo, compró fincas y se dedicó a explotarlas. Eso ya lo sabes.
Me contó que un día se encontró, por casualidad con uno de los antiguos colegas de aventuras africanas y le propuso montar un sistema de ingeniería financiera, aprovechando el negocio agrícola, para lavar dinero procedente del tráfico, después supe que no era solo de armas, estupefacientes y “otras cosas”.
Cuando falleció tu abuelo me dejo esta herencia. Los mafiosos que trataban con él me obligaron a seguir con el negocio y acepté. Así ha sido hasta que supe que las otras cosas eran tráfico de personas, y me negué a seguir. Supongo que eso es lo que me llevará a la tumba.
Yo tuve una mala experiencia con una chica, del pueblo, de la que estaba enamorado y tuve que dejarla por diferencias con su familia. A tu abuelo no le interesaba que mis problemas fastidiaran su negocio, y me envió a estudiar a Sevilla para apartarme de ella.
Por cierto, a tu madre la conocí gracias a uno de los amigos, de tu abuelo, que fue cliente de ella que trabajaba como call-girl en Sevilla. Me la presentó como amiga suya, supongo que ella desconoce que yo sé a lo que se dedicaba. Si ella era puta, yo era peor. Y nos casamos, no me importaba lo que hubiera hecho antes de conocernos.
Lo cierto es que además del dinero en efectivo que habrás encontrado en la caja de seguridad, existe una cuenta en Suiza, tienes los números de cuenta y los accesos en la documentación que encontraras en la carpeta azul.
En Gibraltar hay una empresa nuestra, camuflada. Está a tu nombre y el de tu hermana. Su liquidación os reportará ingresos suficientes para que podáis vivir cómodamente. Habla con el abogado que conoce tu madre, es eficaz, discreto y está al tanto de todo.
Me gustaría que te encargaras de las gestiones tu solo y no le dijeras nada a nadie, ni siquiera a tu madre ni a tu hermana, cuanto menos sepan mejor.
Pero sobre todo toma todo tipo de precauciones. Si han acabado conmigo…Vosotros también estáis en peligro.
Siento no haberte dicho nunca nada. Os quiero.
Papa.
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La firma era de mi padre. El final de la carta me era casi imposible de leer porque las lágrimas enturbiaban las palabras. Guarde todo en el maletín y lo escondí hasta que lo pudiera llevar a una caja de seguridad en el banco.
--¿Qué es esto Carlos? ¿Qué estabas leyendo?
De pronto veo a mamá a mi espalda, intento guardar los documentos, pero…
--Nada mamá, no tiene importancia…
--No me mientas, hijo. Sabes que no puedes mentirme. Dame el papel, por favor.
Muevo la cabeza, pero le entrego la carta. Aún sin terminar de leer, se sienta en una silla a mi lado. Sigue leyendo, su cara refleja una profunda tristeza, desnuda, sentada en la fría silla, tiembla…
Katia nos llama para comer. Mamá, con voz grave…
--Luego hablamos más tranquilos, Carlos, ahora bajemos y no comentes nada de esto. ¿Vale? ¿Lo sabe Lina?
--Sí, mamá. Ella vino conmigo a casa y encontramos los papeles juntos y además…
Abro el maletín y le muestro el dinero. Abre los ojos desmesuradamente y lleva las manos a la boca.
--¿Cuánto dinero hay?
--Medio millón de euros, mamá. Pero no podemos gastar nada, por ahora.
En el comedor nos sentamos a la mesa. Seguimos todos desnudos, nos gastamos bromas, pellizcos.
Estoy sentado entre mi suegra y mi esposa. Me encanta pasar el dedo medio por la rajita de Lina, siempre húmeda. O la de Katia…O la de mamá, Tina. ¡Por dios, que maravilla de mujeres! ¡Siempre hay alguna dispuesta a follar!
--Carlos, tienes que cuidarte. Te veo desmejorado. ¿Te encuentras bien?
--Si mamá, estoy bien. Es que mi suegra me ha tenido la noche en vela. Jajaja.
--¡Mamá! ¿Te follas a mi marido? ¡Eres una golfa!
--¡Niña! ¿Así le hablas a tu madre? Pues sí, tu marido me da mucho gusto ¿Pasa algo, putita? ¿Y los lotes de follar que te das tú con tu hermana y tu suegra?
--Tienes razón, mamá. Lo pasamos de miedo con las cámaras. No sé si la gente que nos ve lo creerá, pero hay días que me corro cuatro y cinco veces. Jajaja
--¡Qué barbaridad! A ver si vas a enfermar, dándole el pecho a la niña y follando tanto.
Entre bromas y chanzas terminamos el condumio y volvemos a nuestras obligaciones.
La verdad es que son todo un espectáculo, me excita mucho ver como Lina mama de los pechos de Katia, las dos están excitadas, sus ojos brillan, Lina deja la teta para beber los labios, mientras se acarician el sexo mutuamente.
Ante otra cámara esta Tina en cuatro, presentando el pompis, mamá le palmea el culo con una fusta, mientras ella se pajea el clítoris. No entiendo cómo puede gustarle que le azoten el trasero, pero a ella le encanta y se corre una y otra vez. Su cuerpo se estremece con los palmetazos y los estertores de los orgasmos que se suceden sin cesar.
Katia se va a ver como esta nuestra niña, Lola.
Lina se acerca y me besa los labios, me abraza y me mira de una forma rara.
--¿Qué te pasa hermanita?
--Carlos, quiero hacerlo.
--¿Qué quieres hacer qué?
--Quiero que tú seas el primero… Y quizás, el único hombre que me haga el amor.
--¿Estás segura, cariño?
--Sí, estoy segura. Pero hay más.
--¿Qué más?
--Quiero tener un hijo contigo.
Esta conversación transcurre en un rincón apartado de las cámaras y sin que se enteren mamá y Tina. Al oír la última petición de Lina, un escalofrió recorre mi espalda.
--Pero ¿Tú sabes lo que dices? ¡Soy tu hermano!
--¡Sí! Por eso quiero que seas tú quien me haga mujer y madre. ¿Acaso no eres tú el padre oficial de la hija de tu padre y tu hermana? No me negarás que nuestra familia es atípica.
--Si Lina, pero ellos no lo sabían. ¿Estás segura de lo que quieres?
--Lo estoy, Carlos. Me repele imaginar el contacto de otro hombre, que no seas tú. A ti te quiero y aunque no me atraes sexualmente, eres el único por el que me dejaría follar. Se lo he comentado a mamá y a Katia y ellas no lo ven bien, pero no se oponen, la decisión es nuestra, tuya y mía. Piénsalo, no es necesario que me contestes ahora.
--¿Por qué este afán tuyo de ser madre?
--Porque siento una envidia sana por Katia, que se folló a mi padre y encima tiene una hija suya. Quiero tener un bebé contigo. Lo cuidaremos entre todas.
Me abraza, como ella sabe, quiero a esta chiquilla y no puedo negarle nada. ¿Chiquilla? Ya tiene casi diecinueve años.
--De acuerdo hermanita. ¿Cuándo lo hacemos? ¿Lo has pensado ya?
--¡Siii! ¡Gracias, gracias, Carlos! ¡Lo prepararemos todo para mañana! Estoy en los días fértiles de mi periodo menstrual.
El grito de Lina alerta a las chicas que vienen a ver qué pasa. Les cuenta lo que hemos hablado. Mamá sonríe, con un atisbo de tristeza en el semblante.
--Vaya, os habéis empeñado en hacerme abuela, además, por partida doble. Jajaja.
--No te preocupes, te sentará bien…Consuegra. Jajaja
--Pero que zorra eres Tina. Espera que te pille con la fusta, te voy a dejar el culo que no te vas a poder sentar en una semana. Ven Carlos, quiero hablar contigo.
Mamá coge mi mano y me lleva a mi despacho. Entramos y cierra la puerta. Se sienta en la silla y me indica que me siente a su lado.
--Ahora, cuéntamelo todo con detalle, no te olvides de nada. ¿Qué ha pasado en el pueblo?
--Pues, Lina me dijo algo que me hizo recordar que papá tenía una caja de seguridad en su despacho. Fuimos y encontramos todo esto, pero eso no es todo. ¡Papá no se suicidó!
--Ya lo suponía. Conocía muy bien su carácter y no era de los que se acobardan por un desastre económico. Pero ¿Cómo lo has sabido?
--Pensé en el largo del cañón de su escopeta, era, prácticamente imposible, que se pudiera disparar con las manos, y los zapatos los tenía puestos, luego tampoco con el dedo pulgar del pié en el gatillo. Se lo comente al comandante del puesto de la Guardia Civil, hicimos un simulacro y, tal y como supuse, fue materialmente imposible.
--Entonces. ¿La Guardia Civil ya lo sabe?
--Sí, claro, después de encontrar el dinero y los documentos, la cosa estaba clara. Ahora será la policía quien debe investigar.
--Y…Puede que se descubra todo…Todo. Las actividades de tu abuelo, continuadas por tu padre…Esto puede afectarnos Carlos.
--Pero mamá, nosotros no sabíamos nada. Ahora creemos saber algo, pero la trama puede ser muy grande. No creo que nos afecte. Por otro lado… ¿Qué podrían buscar los que asesinaron a papá?
--Eso es lo que temo. Que no lo hayan encontrado y sigan buscando. Y puede que esté aquí, entre estos documentos. ¿Qué son?
--Pues va a ser que sí. He visto por encima que hay claves de acceso a cuentas en paraísos fiscales. ¡Ah! Y hay un par de DVD. No sé aún que contienen. Vamos a verlos en el ordenador.
Introduzco los discos en el ordenador y busco el directorio. Hay varias películas con nombres “eróticos”. Pero me fijo sobre todo en dos de ellos “Ana 1” y “Ana 2”. Selecciono el primero y al empezar a reproducirse mamá se pone las manos a la cabeza.
--¡Cabrón! ¡Tenía mis películas! Y no me dijo nunca nada.
--¿Qué películas mamá?
--Cuando trabajaba como escort, conocí a un hombre que me propuso hacer una película porno. No me importaba demasiado, se lo comenté a mi padre y se echo a reír, me dijo que si me apetecía que por él no había problema, pero que no se enterara mi madre, que era más rígida. Y lo hice. Fueron dos películas, imagino que las dos con el título Ana. Me aseguraron que se comercializarían en América y así no tendría problemas. Lo que no sé es como las consiguió tu padre.
--Espera mamá. Hay más cartas de papá explicando cosas. En una de ellas habla de las películas. Al parecer el tipo que te propuso hacerlas es el mismo que os presentó.
--¡Es verdad! Fue el cabrón de Mario. ¡Era amigo de tu padre!
--Pues como amigo dejaba mucho de desear. En la carta dice que papá le compró las películas, para que no se publicaran y le pagó un buen dinero por ti. ¡Te compro! Sin que tú supieras nada.
--El muy…Canalla. Bueno, por otra parte me alegro, si me compró fue porque me quería para él solo ¿No?
La película seguía reproduciéndose. En el monitor aparecía mi madre con un joven moreno, musculoso, debajo, penetrándole el coño, otro por detrás dentro de su culo y un tercero en la boca. Estaba siendo follada por los tres agujeros a la vez. ¡Inaudito!
--Mami, esto me está poniendo muy…Muy caliente.
Mi verga enhiesta, parecía un mástil de bandera. Mamá acerco su mano y la acarició. Me recosté hacia atrás en la silla, ella se levantó, abrió las piernas y se colocó sobre mi polla, bajando lentamente hasta empalarse. Se movía, arriba y abajo, con movimientos cadenciosos, muy lento. Mi instrumento se perdía en su vientre, el mismo que me albergó durante nueve meses. Mis manos acariciaban los senos que me amamantaron, su boca secuestró mis labios. En la pantalla seguía viendo, a retazos, como se follaban a mamá los tres tipos.
La locura se apoderó de ambos, los movimientos desacompasados nos obligaban a buscar el equilibrio, para no caer de la silla.
Dos alaridos, al unísono, marcaron los orgasmos simultáneos. Mamá se dejó caer sobre mi pecho y la abrace. Sentía una inmensa sensación de felicidad, amaba con verdadera pasión a aquella mujer, que me daba tanto placer, que me dio la vida.
Oímos las carcajadas de las chicas en el estudio, habrían escuchado lo nuestro y se reían imaginando lo que habíamos hecho.
Nos acercamos a ver qué hacían. Bailaban. Se habían ataviado con gasas y tules que mostraban, más que tapaban, sus intimidades. La música con un ritmo endiablado y las tres danzando como locas, saltando y mostrando impúdicamente sus sexos, abriéndoselos con ambas manos. Mostrando sus traseros y separando las nalgas para que las cámaras pudieran captar mejor sus delicadas cavidades. Todo esto al ritmo de la música. Un espectáculo digno de las orgias de las bacantes. De las danzas de las brujas en la noche de Walpurgis.
Agotadas se dejaron caer en la colchoneta que cubría el suelo de la sala. Brillantes los cuerpos sudorosos, se revolcaban pasando unas sobre otras. Mamá se sumó a la orgia. Lina, acarició su vulva, llenando su mano con el semen que le escurría por los muslos.
--Que buen polvo habéis echado, mamá.
Lleva su mano a la boca, saboreando el fluido que emanaba el coño de su madre.
--Que guarrilla eres hija. ¿Te gusta?
--Me gusta mucho mamá. Pero solo el suyo, el vuestro, porque también sabe a ti.
Tina acaricia mi polla y la chupa.
--Es verdad. El semen de Carlos sabe bien. A mí me gusta mucho. ¿No dices nada Katia?
--Que voy a decir. Si me estáis dejando seco a mi maridito. Aún no me la ha metido a mí, desde que ha vuelto.
--Pues no te preocupes amor, a falta de marido yo ocuparé su puesto.
Mi hermana Lina se coloca un arnés en la cintura, monta a Katia y hunde el dildo hasta el fondo en el coñito de mi mujercita. Bombea durante unos minutos. Se levanta y dándose la vuelta le planta el aparato en la boca, al tiempo que ella entierra su cara en el coño de Katia…
Mi madre y mi suegra, me empujan a la colchoneta, caen sobre mí.
--Ahora eres nuestro, bribón. Te vamos a dejar como un espárrago.
--¡Aaah, no! ¡Ahora me toca a mí! Es mi marido y tiene que cumplir.
Se ríen de la salida de Katia. Yo tendido de espalda, se coloca sobre mí en un sesenta y nueve y engulle mi verga, aprieta y restriega su coño por mi cara, obligándome a lamerlo. Mis fosas nasales se inundan con el aroma de su intimidad.
--Coño Katia, tienes el chocho ardiendo. Qué calor desprende. Que delicia de almeja.
--Vaya, hombre. Por fin te das cuenta que estoy aquí. Anda, métemela…Porfi.
Soy yo quien toma las riendas, que ella me deja, para colocarla en la posición más socorrida, el misionero, invadiendo su vientre hasta hacerla llegar a un delicioso orgasmo…Yo no culmino. La follada con mamá ha sido insuperable. Pero de esto no debo hablar.
Se suceden las entregas de tokens realizadas por los admiradores que nos ven desde sus ordenadores, nos solicitan privados y nos van indicando que hacer…La charla con los clientes hacen reir a las chicas.
Oigo el portero electrónico y me voy a contestar. Es Luis quien está en la puerta. Le abro.
--¡Sube Luis, estamos aquí arriba!
Se lleva una sorpresa al ver a mamá, las chicas y mi suegra haciendo “cochinaditas” ante las cámaras.
--No te asustes hombre. ¿Te gustaría participar?
--¿Quién yo? Tú estás loco.
--Si hombre, anímate, de todos modos con mi madre ya has follado. Seguro que a mi querida suegra le gustaría echar un polvo contigo. ¿No es así suegri?
--Pues no me importaría, el mozo está de buen ver…
Mi amigo no se lo piensa dos veces. Se desnuda, se planta uno de los antifaces y se lanza sobre las chicas que lo reciben con alborozo. Lina se aparta del grupo y viene a mi lado, sentados vemos el espectáculo.
Luis, de pié, se deja mamar por las tres que se disputan su verga, mientas se acarician, unas a otras, las almejitas.
--Ya ves, Carlos, me calienta ver a Katia follar con tíos, pero no me atraen, me excita ella. La cara de viciosa que pone cuando se acerca el orgasmo, como se retuerce cuando se corre. Me excito con su placer…
--A mí también me gusta verlas follar. Si alguien hace un tiempo me hubiera dicho lo que estoy viendo ahora lo hubiera destrozado. Pero desde que vi a mamá con su “cliente”, follandola, haciéndole perrerías, mi mente cambió. Nuestras vidas han dado un vuelco brutal. No sé aún donde parará esto.
--Carlos ¿Vamos a tu habitación? ¿Lo hacemos ahora, mientras están entretenidas? Quiero que sea algo íntimo, solos tu y yo, sin espectadores. ¿Vamos?
--Como tú quieras cariño. No puedo negarte nada, haré lo que me pidas.
Silenciosamente, abandonamos la sala de video y nos dirigimos a mi cuarto. Me tiendo en mi cama y Lina se tiende a mi lado.
--¿Nerviosa?
--Un poco. Pero también preparada. Mira como tengo la rajita.
Paso mis dedos por donde ella me indica y la encuentro muy mojada, me deslizo hasta alcanzar su chochito con mi lengua. Es muy sensible, su cuerpo se contrae al contactar la punta de la lengua con su clítoris. Acaricia mi cabeza, mesando los cabellos, empujándome hacia ella.
Al poco tira de mis pelos para que suba, desnuda, tendida, con sus pechitos moviéndose al ritmo de su respiración, las piernas abiertas, ofreciéndome su tesoro…
Siento como el líquido preseminal lubrica el glande y facilita la penetración.
Y esta se produce. Percibo, como un leve crujido, como si algo se rasgara. En ella observo una contracción, un gemido, no sé si de dolor o de placer…Me detengo.
--¿Estas bien, vida mía?
--Si mi amor, ha sido un pequeño escozor, no te preocupes, sigue, me gusta…
Y sigo, embargado por un inmenso sentimiento de amor hacia ella, me muevo despacio, entro, salgo, vuelvo a entrar…De pronto Lina, con un fuerte golpe de caderas, inicia una loca serie de movimientos espasmódicos. Apoyado en los codos y las rodillas, facilito espacio para que sea ella, quien se mueva, bajo mi cuerpo.
En uno de los movimientos, me empuja de lado hasta quedar ella sobre mí, cabalgándome, moviendo su cuerpo adelante y atrás, para incrementar la penetración y tras un rugido, ronco, gutural, clavando sus uñas en mis hombros, alcanza el orgasmo, desplomándose sobre mi pecho.
Mis brazos acogen su cuerpo, acaricio sus mejillas, el pelo, aspiro su aroma a vainilla, a hembra en celo. Seguimos quietos, mi miembro duro en su vientre. Y sucede algo extraño, al menos para mí. Me corro, me vierto en su interior, la sensación es fabulosa. Sin movernos, solo por estar dentro de ella…Y me cubre de besos, me siento más unida a ella que jamás, antes, a ninguna otra mujer.