Las cosas de mi madre 3
La vida nos enfrenta a situaciones inesperadas, según cómo reaccionemos...Así nos irá en el futuro.
Mi hermana solo estuvo dos días con nosotros en Sevilla. Después de contarnos la aventura de papá con su amiga y el bebé que esperaba como consecuencia, mamá le contó lo que hacía cuando era joven, que recomenzó de nuevo al estar conmigo en Sevilla y que lo había dejado definitivamente. Pero, claro está, no le dijimos nada de lo ocurrido entre mi madre y yo. Mamá pensó, con buen criterio, que lo mejor era que nadie se enterara de nada.
Han pasado los días y he seguido un curso intensivo de sexualidad, impartido por mamá y exclusivamente dirigido a mí.
Además de prometerme no seguir con sus actividades. Llamó a la casa donde se “colocó” para decirles que lo dejaba. Yo escuchaba como intentaron que desistiera, le dijeron que los tres clientes habían quedado muy satisfechos con sus servicios y querían repetir.
Mamá, con amabilidad, pero con firmeza, les convenció de que sus propósitos de dejarlo eran firmes. Mientras hablaba con ellos, sus ex – celestinos, yo me dedicaba a acariciar sus pechos y mordisquear el lóbulo de la oreja que quedaba libre. Me excitaba sobremanera aquella situación. Cuando dejó el celular se giró hacia mí y empezó a hacerme cosquillas en las axilas, ella sabe muy bien que son mi punto débil y acabamos en el suelo de la cocina haciendo el amor, pero como si estuviéramos follando. Jejeje.
He aprendido mucho de mamá. Es una gran mujer, buena, cariñosa, generosa, pero cuando se pone dura…Buufff. No hay quien pueda con ella. A veces quiero sexo y me dice que no, que tengo que estudiar y no hay quien la baje del burro. Al final tengo que ceder y ponerme como un niño chico a hacer deberes. Pero lo peor es que me pide cuentas de lo que he hecho.
Estudió sociología, aunque no ha ejercido nunca, se casó y dejo su carrera para cuidar de nosotros. Y la “jodía” es buena en matemáticas. No puedo colarle ni una.
Acabamos de llegar a nuestra casa del pueblo, son pasadas las tres de la tarde. Papá no está, Lina nos dice que se fue muy temprano a trabajar y aún no ha vuelto, tiene la comida preparada y esperamos a que llegue para comer.
--Lina, ¿cómo van las cosas por aquí? ¿Cómo está Katia?
--Bien, dentro de lo que cabe, mamá. Al que veo muy abatido es a papá. Se pasa las horas, que está en casa, sentado delante de la tele sin verla. Anteayer lo sorprendí llorando, no me vio y yo me fui despacio a mi habitación sin decirle nada. ¿Qué le vas a decir tú, mamá?
--No voy a decirle nada, por ahora, supongo que lo estará pasando muy mal y no quiero aumentar sus problemas con una bronca, que por otra parte no llevaría a ninguna parte. Ya llegará el momento.
--Ya ves hermanita, mamá es más fuerte de lo que imaginas y tiene más cojones que papá.
--No digas esas cosas Carlos, papá ha sido el sostén de esta familia durante muchos años, ha cometido errores que ahora le pasan factura, pero no es malo y ahora está sufriendo mucho con todo esto.
--Ya salió el ojito derecho de papá en su defensa. ¿No estarás enamorada de él? ¿Tú qué piensas mamá?
--Pues que podría estarlo. Muchas chicas pasan por una etapa en la que se sienten atraídas por sus padres, eso no quiere decir que vayan a tener relaciones con ellos. Como digo es una etapa que pasa en cuanto se enamoran de algún chico de su edad.
--O de la edad de su papá ¿No?
--Pues sí. Quizás esa sea la razón de la atracción entre Katia y papá. Ha sustituido la imagen del padre por la del padre de su amiga. Vaya lio.
Llega papá, nos mira con algún recelo, pero al comprobar que lo recibimos con cariño, tanto yo como mamá, se tranquiliza. Nos cuenta un poco por encima como van las tierras, el negocio y el mucho trabajo que tiene. Nos sentamos a la mesa y al final de la comida.
--Fernando, Lina nos ha comentado lo de Katia y Enrique ¿Qué te parece?
A papá se le descuelga la cara, mira a Lina y luego a mí y a mamá.
--Pues que me va a parecer Ana, que son jóvenes y cometen errores. Y tú ¿Qué piensas?
--Pues que no es tan grave. Se casan y en paz ¿No?
--Eso digo yo. Bueno me tengo que ir, tengo que ver al capataz en la finca.
Al marcharse comentamos el susto que se ha llevado y la cara que ha puesto.
--Lina, ¿Katia está segura de que el bebé es de papá? A ver si ha habido otro y te ha contado un cuento.
--No, mamá. Katia me dio pelos y señales de lo que hizo, donde lo hizo y cuando. En esa época yo sabía que estaba con alguien pero, claro está, no podía decirme con quien. Era papá. De todos modos una forma de saberlo es preguntándoselo a ella. Esta tarde tengo que ir a la prueba del vestido de novia ¿Porqué no te vienes conmigo?
--Pues sí, voy a ir contigo. Hace tiempo que no veo a Tina…
--¡Mamá, por favor, no vayas a liarla!
--No te preocupes hija. No la voy a liar… Tranquilízate.
--Pues yo también voy. Quiero ver a Katia…
--¿Tú también Carlos? Pero que he hecho yo. No tenía que haberos dicho nada.
--Serénate hermanita, yo os espero en el bar y tomamos una cerveza cuando salgáis de la prueba ¿Vale?
Así lo hacemos, las acompaño y entro en la casa de Katia, saludo a Tina y a mi ex novia, que se sorprende mucho al verme.
--¿Carlos, que haces aquí?
--Vengo a verte Katia, a saludarte y desearte que seas muy feliz en tu matrimonio.
--¿No me guardas rencor?
--Nada de eso. Lo nuestro terminó y nuestras vidas han tomado rumbos distintos. Sigo considerándome tu amigo y estoy dispuesto a ayudarte en lo que necesites.
Katia se hecha en mis brazos llorando y me deja desconcertado.
--Lo siento Carlos, no quería hacerte daño.
--Tranquilízate chiquilla. No pasa nada. ¿Verdad Tina?
--Claro hija ¿Por qué lloras?
La chica no deja de llorar, se sienta en una silla con la cara entre las manos. Levanta la mirada y se dirige a Lina.
--Se lo has dicho ¿verdad?
Lina titubea…
--Si, Katia, lo que me dijiste era muy gordo para callármelo.
Nuevos lloros de Katia. La madre alarmada.
--¡¿Hija, qué pasa?! ¡¿Qué está pasando aquí?!
Nos miramos entre todos, Katia sin levantar los ojos del suelo.
--¡Que el niño es de Fernando, el padre de Lina! ¡Eso es lo que pasa!
Mirando a Katia no me doy cuenta de lo que ocurre a mi lado. Tina cae al suelo como fulminada. Voy a socorrerla, con la ayuda de mi madre y las chicas la levantamos y la llevamos al sofá.
--¡Mamá…mamá, ¿qué te pasa?!
Se repone un poco, le dan un poco de agua, está muy pálida, como si la sangre hubiera desaparecido de sus venas. Se incorpora.
--¡Hija mía! ¿Qué has hecho? ¡¡¡Fernando es tu padre!!!
Aquí la sorpresa nos la llevamos todos. Me mareo, tengo que sentarme, Lina, con la cara desencajada, los puños cerrados en las sienes, tirándose de los pelos, mamá sentada en una silla, muy seria, asintiendo con la cabeza…
--¡Lo sabía! ¡No quería aceptarlo, pero lo sabía! Lo he sospechado siempre. ¿Qué pasó Tina?
--Éramos muy jóvenes, Ana, nos enamoramos y quisimos casarnos pero nuestras familias estaban enfrentadas, se opusieron. A Fernando lo amenazaron mis hermanos y se tuvo que marchar del pueblo. A mí me casaron con Ernesto. Cuando volvió estaba casado contigo y traíais a Carlos recién nacido, nos vimos y no pudimos detenernos, me quedé embarazada de Katia. Mi marido, Ernesto, al saberlo, me dio una paliza. Me dijo que no podía ser suyo, puesto que él era estéril, debido a unas fiebres que sufrió de niño. Por eso se marchó y algunos años después vino a que le firmara los papeles para el divorcio.
--¿Cómo has podido ocultarlo durante tantos años? ¿Cómo permitiste que fuera novia de Carlos, si eran hermanos?
--Intente impedirlo, pero tras la experiencia que viví en mi juventud, sabía que oponerse a algo así es inútil. Estaba a punto de revelarle a mi hija quien era su padre, cuando me dijo que Carlos y ella lo habían dejado, por eso no le dije nada. Yo creía que el peligro había pasado, pero ya veo que no. ¡Debía haberlo dicho antes!
De nuevo se derrumbó llorando.
--Y ahora ¿Qué hacemos?
--No lo sé, mamá. Pero no creo que casar a Katia con Enrique sea la solución. Resulta que papá es a la vez padre y abuelo de la criatura, que también es hermano y sobrino mío… Veo una posible solución a todo este embrollo.
--¿Qué solución hijo?
--Katia ¿Tú me quieres? ¿Te casarías conmigo?
--¡¡¿Quéee?!!! ¿Qué estás diciendo Carlos? ¡Hijo tú no estás bien de la cabeza! ¡Es tu hermana y va a tener un hijo de tu padre!
--¿Y qué, mamá? No me importa, a pesar de todo yo la quiero, el niño es de mi propia sangre. Como tampoco me importaría tener un hijo con Lina o contigo. ¡Todo queda en casa! Papá ha estado follando todos estos años con Tina y también con Katia, sin saber que era su hija y la ha dejado embarazada. ¡¿Y qué?!
La propuesta las coge por sorpresa y enmudecen. Mamá me mira y niega con la cabeza. Lina me sonríe. Katia se levanta y me abraza, me besa, rodea mi cara con sus manos.
--¿Lo harías? ¿Te casarías conmigo? ¡Por favor, no permitas que me casen con Enrique, no lo soportaría! Lo de tu padre fue una locura pasajera, cosas de cría. Lo pasé muy mal cuando me dejaste. Me vieron subirme a un coche, es verdad, era de tu padre, bueno…De nuestro padre. Pero no pasó nada y no hubiera pasado después, si tú no me lo hubieras echado en cara. Me enfadé contigo, por eso, al día siguiente, fui a tu casa, sabiendo que Lina estaba en el instituto, para ver a tu padre. Ahí empezó todo. Pero no he dejado de quererte.
--Estoy convencido, es la solución. Legalmente no hay problema, puesto que no consta en ningún sitio que seamos hermanos. El bebé, mi hermanito o hermanita, estará súper bien atendido. Yo puedo seguir estudiando, como hasta ahora, solo que se vendrán conmigo a Sevilla, mi madre y mi hermana-esposa, papá estará atendido por Tina y Lina.
--Hermanito…Estás loco. Pero, a pesar de tu locura, puedes contar conmigo. ¿Y tú, mamá, que te parece?
--No sé qué decir, por una parte creo que Katia no puede atarse a un hombre que no quiere y que la va a hacer desgraciada, pero por otra, pienso que Carlos va a asumir una responsabilidad que puede cambiar su futuro de forma drástica… Es muy generoso, pero, no estoy segura de que esta sea la solución…
--¿Que alternativa se te ocurre mamá?
--No se me ocurre ninguna, cariño. Ese es el problema. Tú tienes que tomar la decisión, pero sea la que sea, cuenta con mi apoyo incondicional. Sabes que me tendrás a tu lado.
--Gracias mamá. Sabía que podía contar contigo. ¿Y tú Tina, que piensas? ¿Estás de acuerdo con convertirte en mi suegra?
--Dios mío, Carlos, esta situación me desborda, pero si tú estás dispuesto a casarte con mi hija… Cuenta conmigo para lo que sea.
Katia sigue con su cabeza apoyada en mi hombro, silenciosa, levanta su rostro y clava sus ojos en los míos.
--¿Aun me quieres, Carlos? ¿Podrás perdonarme algún día?
--Nunca he dejado de quererte Katia. Te dejé porque pensaba que estabas enamorada de otro y no quería inmiscuirme en tu relación. Y no tengo nada que perdonarte, todos cometemos errores.
Lina nos mira con curiosidad.
--Pues bien, ahora solo queda comunicarle a papá la buena nueva.
--No seas guasona, Lina, esto es serio. Una cosa más, creo que tu padre no debe saber que él es el padre de Katia. ¡No debe saberlo nunca! Lo conozco muy bien, eso podría destrozarlo y cualquiera sabe qué barbaridad podría hacer. ¡Tenemos que estar de acuerdo, todos nosotros, en este punto. ¡Jamás lo sabrá! ¿Lo entendéis? Por menos de esto he sabido de hombres que se han suicidado.
--Lo sé mamá, estoy tratando de quitarle dramatismo a la cosa. Yo me encargo de preparar a papá para la noticia… De la boda…Ya estará en casa, me adelantaré para que no lo coja de improviso y le dé un infarto. Ya sabía que el bebé era suyo, pero que quien se va a casar con Katia es su hijo… Es para asustarse.
--De acuerdo hermanita. Tómate el tiempo que necesites, después iremos nosotros…
--Yo voy contigo, Lina. Tengo que aclarar algunas cosas con tu padre, si me voy a casar con Carlos, tendrá que deshacer el acuerdo con los padres de Enrique ¿No? Y es él quien habló con ellos.
Lina y Katia se marchan. Nos quedamos mamá Tina y yo.
La verdad es que, después de lanzar la propuesta de casarme, me dio un escalofrío. Sentí miedo, al fracaso, al profundo cambio que se produciría en mi vida, a no saber cómo se lo tomaría mi padre. ¿Estaría enamorado de Katia? ¿Trataría de seguir con la relación? ¿Y ella, como se lo tomaría? ¿Seguirían viéndose a mis espaldas? ¿Qué ocurriría con mi reciente relación con mamá?... Demasiadas preguntas sin respuesta. Veré como se desarrollan los acontecimientos.
Tina se levanta y se dirige a la cocina.
--¿Queréis tomar algo? ¿Café o té?
--Mejor tila, Tina. Evitemos los estimulantes.
--Tienes razón, Ana, voy a calentar agua para las infusiones.
Tina se dirige a la cocina, mamá se coloca a mi lado, me besa los labios.
--¿Estás seguro hijo?
--Sí mamá. Ver a Katia en esta situación, me ha removido algo por dentro que no puedo explicar, no lo sabía, pero creo que he estado enamorado de ella siempre. Desde pequeño, cuando nos encerrábamos en la habitación de Lina a jugar los tres.
--Carlos, también quiero pedirte algo.
--Tú dirás mamá.
--Que nadie debe saber lo nuestro. Eso debe quedar para nosotros dos. ¿No crees?
--Si tú lo quieres así, por mí no hay problema. ¿Y tú qué piensas hacer?
--Pronto lo sabrás, mi vida.
Entra Tina con una bandeja, la coloca en la mesita centro. Trae tres tazas y una tetera con agua caliente, azúcar y sobrecitos de infusiones.
--Podéis echaros lo que queráis.
En silencio nos preparamos las tazas, pero está el agua muy caliente.
--Tina, ¿Cuánto tiempo has estado liada con Fernando?
--Por favor Ana, yoo…Hemos estado enamorados desde críos. Cuando mis hermanos lo amenazaron, fui yo quien le obligó a marcharse, le engañé, le dije que no le quería y por eso me casaba con Ernesto, pero no pude olvidarlo nunca. Regresó casado contigo, con vuestro hijo, yo me quería morir pero no le dije nada, hasta el día de la romería. Tú estabas al cuidado de Carlos y no querías, o no podías, ir. Mis hermanos no estaban en el pueblo, ya vivian en Madrid y Ernesto estaba de viaje. Nos encontramos, o le encontré… Estaba tan guapo… Nos apartamos de los grupos de romeros y en un pinar cercano… Fue la primera vez, pero no la última, seguimos viéndonos a escondidas. Me quedé embarazada, me asusté, yo sabía que de mi marido no era, porque con él, prácticamente, no tenía relaciones. Cuando le dije a Ernesto que estaba encinta me respondió a golpes, estuve a punto de abortar, me llevaron a Sevilla y estuve en el hospital un tiempo, no volví a ver a Ernesto, se marchó sin decir nada a nadie, solo desapareció. Al volver al pueblo vino Fernando a mi casa y, a partir de entonces, nos veíamos cuando podíamos. En el parto me dijeron que me no podría tener más hijos. Casi todas las semanas venia a verme dos o tres veces…
--¡Pero qué mala zorra eres! ¡Yo pensando que no me metía mano porque estaba cansado de trabajar y el muy cabrón estaba cansado, pero de follar!
--¡Ana…lo…lo siento, yoo noo…!
--¿Tu no qué? ¡Ahora mismo te arañaría la cara!
Llorando..
--¡Pégame, hazme lo que quieras…Me lo merezco!
--Sí te voy a hacer. ¡Desnúdate! ¡Carlos, ve a cerrar la puerta con llave para que no nos sorprendan!
--Voy mamá, pero ¿Qué vas a hacer?
--¡Obedece!
Sin dudar corro a cerrar el pestillo de seguridad, de la puerta de la calle. Al regresar encuentro a Tina de pie, desnuda, con mamá sopesándole las tetas, pellizcándoselas. Están algo caídas pero son hermosas, tiene las aureolas oscuras, como galletas redondas, los pezones rugosos y duros. El bajo vientre está cubierto por una mata de vello negro que casi le llega al ombligo. Un cuerpo llenito, apetecible, de curvas rotundas, que me recuerdan a las de algunas actrices, italianas, de décadas pasadas.
--Pon las manos en la nuca. Así me gustas más, tienes las tetas más erguidas. ¿No es así Carlos?
--Si, mamá. Pero ¿Qué pretendes con esto?
--Pues algo muy simple. Seguir con tu adiestramiento en las ciencias amatorias. ¿Vas a colaborar Tina?
--Si… Si, Ana… Lo que tú digas. Hacedme lo que queráis. Pero no me peguéis muy fuerte, no me dejéis marcas.
--¿Lo ves Carlos? Tina es, en el fondo, una sumisa, pídele lo que quieras y te lo dará. ¿Te gustaría follar con la amante de tu padre?
--Siii. Me encantará. Sobre todo sabiendo que mi papáaa, se ha follado a mi novia. Será como un intercambio de parejas, pero con más morbo, voy a follarte suegra, me gustas, estas muy buena. Tiéndete boca abajo sobre la mesa grande y deja las piernas colgando.
Tina obedece sin rechistar, se coloca de bruces sobre la mesa y me ofrece el culo y el chocho para mi deleite. Mamá me ayuda a desnudarme, se acerca a su rival y le pellizca las nalgas, Tina se queja un poco, las golpea con la palma de la mano una y otra vez hasta ponérselas coloradas. La detengo cogiendo sus manos, me dirijo a Tina y abro los cachetes del culo, su vulva, roja por dentro y bordeada por los pétalos negros de sus labios, aparece mojada.
--¡La muy puta esta cachonda, Carlos! ¿Lo ves? Le va el morbo masoquista.
--Sí, mamá. Lo veo, pero tengo que hacer algo porqué… mira como estoy.
Le muestro la verga tiesa y dura como un palo. Mi madre no lo duda, la coge con una mano y la dirige al horno caliente, húmedo y suave de mi futura suegra…
Mientras bombeo beso,… no,… devoro los labios de mamá, que me frena y marca el ritmo para que no llegue demasiado pronto. Mientras sigue amasando y pellizcando las tetas de Tina.
Cuando se da cuenta que no puedo más, me pasa la mano por detrás, agarra, por entre mis muslos, los huevos y los aprieta, me sorprende y me duele, pero consigue su propósito. Retardar la corrida. La operación se repite varias veces.
De pronto un grito desgarrador de Tina, golpea la mesa con sus puños.
--¡¡Cabronazo, qué gustooo!! ¡¡Aaaggg!!
Momento que mamá aprovecha para acariciarme, besarme y llevarme a un orgasmo brutal. Me retiro lo suficiente como para que Tina se incorpore y se una a mamá y a mí en una locura de abrazos, besos, lamiéndonos la cara el cuello, la boca…
--Qué gustazo me habéis dado. Ana, gracias. No esperaba esto de vosotros, pero me alegro.
--Tina… ¿Fernando te follaba el culo?
--¡Uy no! Yo se lo insinué una vez y me dijo que eso era cosa de putas. Como es lógico no se lo repetí. ¿Por qué?
--Nada… nada. Cosas mías. ¿Te gustaría probar con Carlos?
--Bueno. ¿Tú quieres, Carlos? A mi hace años que no me lo hacen. Ernesto solo quería por ahí y le llegué a coger gusto.
--Pues prepárate. ¿Tienes algún lubricante en casa?
--Sí, Katia utilizaba uno… Bueno ella quería probar con un consolador y se lo compré en un viaje que hice a Sevilla.
--No tienes que disculparte, Tina. Yo llevo años utilizándolo para compensar el déficit amatorio.
--No seas cruel conmigo Ana, por favor. Ya sabes que haré lo que tú quieras. Voy por el lubricante.
Sus nalgas se mueven como flanes al alejarse camino de la escalera para subir a la planta de arriba, donde están los dormitorios. Al poco, baja con un tubo en la mano y se lo entrega a mamá.
--Tiéndete como antes. Carlos, úntale el esfínter con el dedo y se lo metes, despacio.
Tras varios minutos penetrándola con los dedos, mientras mamá masajea mi miembro, bajo su asesoramiento, paso a la segunda fase. Introduzco el pene en el pasadizo que me conduce al interior del vientre de Tina. Jadea, respira hondo, fuerte, se agarra con ambas manos a los bordes de la mesa.
Por el rabillo del ojo, veo a mamá con una mano entre las piernas masturbándose. Oigo el chapoteo que produce la paja de mi madre en su coño encharcado. Me come la boca…Me corroooo.
Un nuevo grito de Tina y un gemido, amortiguado con esfuerzo, de mamá… Nos hemos corrido casi simultáneamente, los tres.
Nos sentamos en el sofá. Tina no siente el más mínimo pudor por su desnudez.
--Gracias Ana. Ha sido una experiencia maravillosa. Fernando me decía que follabas muy bien, que el sexo contigo era muy bueno.
--Sí, ya… Por eso venia a buscarte a ti ¿No? Vamos a dejarlo. Pero quiero que sepas que Fernando no debe saber nada de esto. Y que estarás a nuestra disposición cuando nosotros queramos y la situación lo permita. ¡¿Está claro?!
--Sí,.. Sí, Ana, lo que tu digas. Haré lo que me digáis.
Estaba claro que, Tina, sería nuestra putita sumisa de ahora en adelante. Me gusta esta situación. He pasado, de ser virgen a disponer de un harén, en dos semanas. Y además contando con el asesoramiento de una maestra, mi madre. Un lujazo.
Una vez arreglados y compuestos nos dirigimos a mi casa, donde nos esperan Lina, Katia y papá. Estoy algo nervioso, espero que salga todo bien.