Las cosas de mi madre 2
Tras descubrir el secreto las cosas no terminan en tragedia, sino en la cama. Aparece un nuevo personaje...
-- Mamá, esto que hemos hecho creo que no está bien. ¿Tú qué piensas?
--Pues la verdad, tampoco lo veo bien. Creo que tu padre no se merece esto y me siento mal, además, por haberle ocultado lo que hacía antes de conocerlo. Nos hemos dejado arrastrar por las emociones, no he sabido oponerme como debiera. ¿Cómo te sientes?
--Ahora mal. Tienes razón. No he podido controlarme y debiera haberlo hecho. Pero verte así, con ese tío, me ha sacado de mis casillas. Por no hacer una barbaridad, dándole una paliza, he hecho otra, forzándote a hacer esto conmigo.
--Y que piensas ahora de mí. Como bien has dicho antes, he sido y soy una puta. ¿Crees que podrás perdonarme algún día?
--No sé qué pensar. Me siento muy extraño. Por una parte, saber que mi madre está a disposición de cualquiera que le pague, para follar, me duele mucho. Pienso en eso y me entran hasta ardores de estómago. Pero por otra pienso que no es tan malo, si lo haces voluntariamente, porque te gusta y además sacas dinero. ¿Quién soy yo para juzgarte? Además, lo que hemos hecho, mientras lo hacíamos, ha sido genial. La verdad es que he tenido algunos encuentros con chicas, pero con ninguna había llegado tan lejos…
--¡No me digas que eras virgen!
--Pues siii. No lo voy a negar. Algunos morreos con Katia, la amiga de Lina, una vez me la chupó y yo le lamí el tolete, pero nada de meter. Tú has sido la primera. Y te voy a contar un secreto, tenía pensado ir a una casa de citas para estrenarme. No quería que cuando tuviera una relación, con alguna chica, me pillara sin ninguna experiencia. Ahora me da vergüenza.
--No tiene porqué, mi vida. Quizá esté influida por mi vida pasada, pero siempre he pensado que el sexo es una asignatura más en la vida de las personas. Un mal aprendizaje, puede acarrear graves consecuencias en sus relaciones futuras. Secreto por secreto. Yo di los primeros pasos en el conocimiento del sexo, de la mano de mi padre.
--¡Joder, qué fuerte! ¿El abuelo y tú?
--Sí, Carlos. Él intentó guiarme a través de la enmarañada selva que oscurecía y dificultaba el ejercicio de algo tan bello como es el sexo, en sus variadas interpretaciones. Él era el maestro y yo su alumna. Mi padre se había educado en un ambiente enrarecido por la moral imperante en la época, la tradición cultural era muy rígida en ese aspecto. Según me contó, una serie de acontecimientos en su vida, le hicieron poner en cuestión todo el bagaje ético y moral que le habían impuesto y reaccionó. A partir de aquel momento se convirtió en un iconoclasta, rompedor de mitos y transgresor de tabúes.
--Entonces ¿Perdiste tu virginidad con él? ¿No decías que fue con tu primo Luisito?
--No, te dije que yo jugaba con mi primo y sus amigos. A lo que hacíamos, lo llamábamos follar, pero sin penetración. Nos pajeábamos, rozando mi sexo con sus pichitas, algunos tuvieron sus primeras eyaculaciones conmigo, me llevaron a mis primeros orgasmos y los recuerdo con mucho cariño. Cuando perdí la virginidad, yo tenía quince años y fue con un amigo del colegio, del que estuve enamorada y que poco después se marcho, con sus padres, a Barcelona. Se lo dije a mis padres. Tenía mucha confianza con ellos. A partir de aquel momento ya no me detuve, tu abuela me llevó al médico que me recetó anticonceptivos, para evitar embarazos indeseados y me dediqué a experimentar en las más variadas formas de la sexualidad. Pero donde más experiencias viví fue en mi periodo de escort.
--Me gustaría que fueses mi maestra. ¿Me enseñarás a satisfacer a una mujer? ¿Quién mejor que tú? ¿Lo harás?
--Es una gran responsabilidad. Y correríamos el riesgo de quedar atrapados en una relación sin salida. Esto ya me lo advirtió mi padre. Como con los estudios, has terminado el bachillerato, pasas página y vas a la Universidad. No puedes quedarte enganchado en el instituto, repitiendo año tras año. Si iniciamos este curso de sexo, en el momento que conozcas a una muchacha que te quiera y de la que te enamores, yo me apartaré para dejar que sigas tu camino.
--Como tú digas, mamá. Pero…
Oímos abrirse la puerta de la calle.
--¡Mamáaa! ¡Carlos! ¿Estáis en casa?
--¡Hostias, mamá, es Lina! ¿Qué hace aquí?
--¡Corre, vístete y baja. Yo voy al baño!
Me visto y bajo a recibir a mi hermana. Nos abrazamos efusivamente.
--Lina, ¿Y papá? ¿Has venido sola?
--Sí, hermanito, papá se ha quedado en el pueblo, había huelga en el insti y he aprovechado para venir a veros y salir de compras con mamá. Por cierto ¿Dónde está?
--Creo que está arreglándose para salir. A mí también me ha pillado la huelga por sorpresa y he tenido que volverme de la Facultad.
--Voy arriba a darle un beso a mami. ..Tengo que hablar contigo de un asunto serio…
-- No me asustes. ¿De qué asunto?
--Luego hablamos, cuando estemos a solas.
--Como quieras.
Sube la escalera, yo la sigo, entra en el baño, mamá está bajo la ducha, la tercera de hoy. Lina se vuelve y me mira inquisitiva.
--Carlos…Mamá está en la ducha…¿Dónde vas?
--¡Huy, perdón! No me había dado cuenta.
--Tú estás muy rarooo.
--No, noo. Que va. Ya me voy. Os espero abajo.
Me siento en el sofá del salón y enciendo la pantalla. Hay un programa de cocina, al que no presto la más mínima atención. Mi mente es un hervidero de pensamientos, imágenes, ideas raras…No he asimilado lo ocurrido entre mi madre y yo. Lo que podía habernos llevado a una tragedia, nos ha llevado a la cama y a mi primera experiencia sexual ¡Con mi madre!...Todo esto es muy fuerte y encima mi hermana casi nos pilla. Ni mi madre ni yo habíamos caído en echar el pestillo de la puerta para que nadie pudiera entrar. Un fallo que podía habernos pasado factura. Bueno, a mi madre se la ha pasado, la pillé in-fraganti. Pero si Lina llega un rato antes, nos coge en plena función…Por cierto, ya viene.
--Dime Lina, ¿de qué me quieres hablar?
--Cuando estemos solos. No quiero que mamá se entere.
--Buenooo. ¿Algún secreto? ¿No estarás embarazada?
--No, tonto. Calla… Aquí viene.
Entra mamá en el salón, se ha puesto una bata de baño y una toalla en la cabeza, como un turbante.
--Vaya sorpresa Lina, no te esperábamos. ¿Cómo está papá?
--Bien, con sus negocios, ya sabes.
--Si hija, tu padre solo sabe trabajar. ¿Tienes pensado hacer algo hoy?
--Si, quería ir de compras, se casa Katia y voy a ser su dama de honor.
--¡¿Cómo dices?! ¡Pero si solo tiene dieciocho años! ¡Está preñada, seguro!
--Si, mamá, lo está. De tres meses. Y su novio se enteró la semana pasada, porque su futuro suegro fue a buscarlo a casa de los padres y no veas la que se lió. Pero al final se calmaron las cosas y ya te digo, en dos semanas se casan.
--En fin, no será la primera ni la última. ¿Qué te parece Carlos?
Me mira sonriendo con sorna. La verdad es que en una época pasada, creí estar enamorado de la amiga de Lina, salimos juntos y tuvimos algunos escarceos, facilitados por mi hermana. Después la cosa se enfrió, yo me vine a Sevilla y no seguimos. Lo que no sabía era que tuviera novio.
--Lina ¿Quién es el novio?
--Enrique, el de la verdulería.
--¡No me digas! Pero si es medio tonto.
--Pues sí, pero ya ves como son las cosas. Ayer estuvo conmigo en casa y se hartó de llorar. Dice que no lo quiere pero que ya no tiene remedio. Se casa.
--Bueno, niños. Voy a arreglarme y nos vamos los tres de compras al centro.
Sube a la planta superior. Lina se me acerca y me susurra al oído.
--El niño no es de Enrique. Te lo tengo que contar porque no puedo con esto sola. Ayer, llorando como una Magdalena, me dijo que el padre era….
--¿Quién, Lina? ¿No te diría que he sido yo? Porqué eso no es verdad.
--No Carlos, es peor.
Se cubre la cara con las manos y se pone a llorar.
--¡Es papá!
--¿Cómo? ¿Qué es papá? … ¡¡¿El padre es papá?!!...
Me deja anonadado. ¿Papá liado con Katia? ¡Joder que fuerte! ¡Así no le prestaba atención a mamá! Se estaba follando a la amiga de Lina. Y encima le cargan el mochuelo al pobre de Enrique. Pero, lo que va a tener Katia será nuestro hermano o hermana. ¡Hosti, qué lio!
--Carlos, por lo que más quieras, mamá no debe saberlo. Ya me estoy arrepintiendo de habértelo dicho, me hizo prometer que no te contaría nada, pero yo no podía con esto sola. Papá no sabe que lo sé, así que tú chitón.
--No te apures, no diré nada. ¿Pero, te dijo desde cuando estaban liados?
--Pues casi un año. Según me dijo, un día llegó a casa a buscarme, yo había salido con Lorena a pasear, se encontró con papá y…Ella, después de romper contigo, me comentó algunas veces que quien la ponía era papá. Me decía… ¡Qué bueno está tu padre! ¡Mmmm, me lo comería!... Yo pensé que eran tonterías de adolescente, a mí también me gustan algunos cuarentones y no le presté mucha atención, pero, ya ves. Vamos a tener un hermanito o hermanita.
Al aparecer mamá, ya arreglada para salir, se cortó nuestra conversación. El resto del día lo dedicamos a realizar compras por el centro.
Al volver a casa, mientras mamá se cambiaba, hable con mi hermana.
--Lina, creo que debemos decirle a mamá que el bebé que espera Katia es de papá. Antes o después se enterará y le sentará mal que nosotros lo supiéramos y no le dijésemos nada.
--¡Jopee, Carlos! ¡Es muy fuerte! ¿Cómo se lo vamos a decir a mamá? ¿Tú sabes la que se puede liar? No tenía que habértelo dicho.
--Tranquila, hermanita. Yo se lo diré. Trataré de ser lo más diplomático posible.
Mamá aparece por la puerta del salón, donde estábamos y se sienta junto a Lina.
--Mamá, tenemos algo que decirte, pero es muy fuerte.
Nos mira alternativamente a los dos.
--No me asustéis. ¿Le ha pasado algo a papá? ¿Está bien? ¿Qué ocurre? ¡Decidme lo que sea, por Dios!
--No te preocupes, papá está bien, es por lo de Katia. Verás, Katia le confesó a Lina que el bebé que espera es de… papá…
--¡¡¿Quée?!!
La expresión de la cara de mamá era indescriptible. Se llevó las manos a la cabeza, a la cara.
--¡Me lo temía! Mira que yo sospechaba que andaba liado con Tina, la madre de Katia. Eran novios, él la dejó y nunca me dijo porqué. Después empezamos a salir y acabamos casándonos, pero yo notaba algo raro. Cuando nos veíamos en el baile o en los bares, observaba miradas furtivas entre ellos, pero jamás pude imaginar que se iba a tirar a Katia. Pero si tiene un año menos que Carlos. ¡Si es una cría! ¡Por Diosss!
--Tranquilízate, mamá. Ya no tiene remedio. Katia me dijo que papá había arreglado lo de Enrique, para que se casaran. Le dijo que se acostara con él chico y que luego dijera que la había preñado. Que no debía enterarse nadie, pero mi amiga no pudo evitar decírmelo.
--¡Dios mío, qué disgusto! ¿Y ahora qué hacemos? ¿Con qué cara vamos a ir a la boda? ¡Señor…Señor!
--Mamá, no pasa nada. La vida sigue, afrontaremos esto como…Otras cosas…A veces el pasado nos gasta bromas pesadas. ¿No es así, Lina?
--Supongo que sí. La verdad es que al principio me dio mucha rabia, me enfadé con Katia y casi le pego, pero me contuve. Después lo pensé y… ¡Hasta me hizo ilusión! Ya me veía con el bebé en brazos, ayudando a mi amiga a criarlo. Claro que disimulando, porqué papá no sabe que Katia me lo ha confesado todo. Nadie, en el pueblo sabe nada, excepto ella y nosotros.
O sea, papá le hace una barriga a Katia, ella le dice que está preñada y él la convence para que se acueste con el pobre Enrique y así poder cargarle el mochuelo, pero que no se entere nadie, ni su madre, pero Katia no puede sobrellevar la carga y se lo cuenta a su amiga, hija del que la ha dejado embarazada y además quiere que sea su dama de honor… ¡Esto es una comedia demencial!
Lina se ha ido a dormir y me paso por la habitación de mi madre. Está despierta, me tiendo a su lado.
--Mamá ¿Cómo estás?
--Bien hijo, dentro de lo que cabe… Vaya sorpresas te da la vida ¿No?
--Vaya que sí. Hoy ha sido demasiado. Primero lo tuyo, después lo nuestro y ahora lo de papá. Pero ¿Quieres que te diga una cosa?
--Claro.
--En el fondo me alegro. Me sentía mal por ponerle los cuernos a mi padre y por tu engaño. Ahora la cosa está más compensada. Él también follaba fuera de casa y a ti te tenía abandonada. Ahora seré yo el encargado de satisfacerte. Y con mucho gusto. ¿Puedo acariciarte?
--No, Carlos. Lina puede oírnos y eso sí sería una tragedia.
--Anda mami, dejamee…
No espero su permiso, paso la mano debajo del camisón, acariciando los muslos, no me detengo en el pubis, sigo hasta palpar las tetas. Los pezones reaccionan al contacto. Me encanta sentir su rugosidad. Beso su cuello y mordisqueo los lóbulos de las orejas, su piel se enerva. Acaricio el muslo que se le ha puesto como la “carne de gallina”.
Su mano se introduce, bajo la cinturilla del pantalón corto de mi pijama, hasta llegar al miembro que parece cobrar vida propia, se mueve al margen de mi voluntad…Me masturba hasta que no puedo más y descargo en su mano.
--¿Estás más tranquilo? Ahora vete a tu cama. Lina puede sorprendernos y eso sería desastroso.
Beso amorosamente sus labios y me marcho a mi habitación, pasando antes por la de Lina para asegurarme de que está dormida.
Ya en mi cama dejo vagar mi mente, recuerdo que apenas hace un año que yo salía con Katia. Lo dejamos por una chiquillada, al menos eso creía yo. Pero parece que van encajando las piezas del puzle. Sería la época en que se lió con mi padre. Quizás fuera él quien la obligo a provocar la ruptura conmigo. Sí, Manuel, un amigo común, me dijo que una noche, un par de semanas antes, la había visto subir a un coche y marcharse con alguien a quien no pudo ver. Estaba oscuro y no pudo saber con quién se marchaba.
En cuanto vi a Katia le dije que la habían visto y le pregunté con quien se había ido en un coche, adonde, qué había hecho…Ella se puso muy nerviosa y me dijo que no me importaba. Que si yo era su niñera, que no pensaba tolerar que la controlara. Yo le dije que quien no estaba dispuesto a consentir aquello era yo y que lo nuestro se acabó, esperando una disculpa, pero ella dijo –muy bien, adiós- y se marchó.
Me quede de piedra. No esperaba aquella reacción. En los días siguientes, intente hablar con ella para hacerla volver pero ella no quiso saber nada de mí. Pregunte a mi hermana que le pasaba y ella tampoco me pudo aclarar nada, me decía que –últimamente Katia está muy rara, ya no salimos juntas-. Pensé que estaría liada con algún chico de fuera y traté de no comerme el coco. La verdad es que no estaba muy enamorado de ella y tampoco habíamos llegado a nada serio y lo deje pasar. Ahora lo comprendía todo. Se había liado con mi padre… ¡Joder con papá, me levantó la chica! Con estas elucubraciones me deje llevar por el sueño.
La mañana me sorprendió con una erección monstruosa. Me dolía el nabo, me levanté corriendo para ir al baño…Y estaba ocupado… Aporreé la puerta.
--¿Quién es?
--¡Soy yo, mamá, es urgente!
Me abre la puerta y entro como un ciclón, con la verga en la mano.
--¡Vaya como vienes! ¡Qué barbaridad! ¡Anda niño, haz pipí!
Directo al WC… Larga y cálida meada…
--Hola hermanito… ¡Vaya como estás por la mañana! ¿Eso te dura mucho?
--¡Déjate de tonterías, Lina! ¿Qué miras?
--Vaya maravilla de la naturaleza…Jajaja. Mamá ¿Has visto como está?
--Si hija, aquí viene bien aquella canción que cantaba tu padre, en sus años mozos.
--¿Qué canción? Cántanosla, anda.
--Pues más o menos dice:
Todas las mañanas
Cuando me levanto
Tengo la pilila más dura que un canto
Luego voy al váter
Hecho la meada
Y ya la pilila no sirve para nada
Nos reímos los tres a carcajadas. Estoy extrañado del comportamiento de mamá. Parece no haberle afectado la infidelidad de papá. Sentados en la mesa de la cocina, desayunando. Lina parece leer mi pensamiento.
--Mamá, no pareces estar enfadada por lo de papá ¿Por qué?
--Verás hija. Yo también tengo secretos guardados y como antes o después los vas a conocer, prefiero que lo sepas por mí. Tu hermano ya está enterado y tú tienes derecho a saberlo.
--¡Mamá! ¿Tú también engañabas a papá?
--Buenooo. Sí y no.
--¿Cómo que sí y no? ¡Habla claro, me tienes en ascuas!
--No ha engañado a papá, Lina. Al menos no mientras han estado casados. ¿No es así, mamá?
--Así es. Desde que empezamos a salir, vuestro padre y yo, no le he puesto los cuernos, hasta hace dos semanas.
--¿Con quién, mamá?
--Eso no importa, Lina. Antes de conocer a tu padre, ejercía como escort, o sea, chica de compañía. Cuando empecé a salir con él, lo dejé, hasta que, hace quince días, retomé el trabajo. He recibido a tres clientes en casa en estas dos semanas. Pero tu hermano me pilló infraganti, ya lo he dejado.
La carita de Lina era un poema, la boquita en forma de O, los ojos muy abiertos…
--¡No me lo puedo creer…! ¡Pero qué fuerteee! ¡Qué fuerte! Y yo que te creía una mojigata… ¡Tienes que contármelo todo! ¡Con detalles! Y tú, Carlos ¿Lo sabías y no me decías nada?
--No, cariño. Tu hermano se enteró ayer. Por la huelga vino a casa antes de tiempo y me sorprendió en plena faena con un cliente. Hablamos y llegamos al acuerdo de que no se lo diríamos a nadie, pero a la vista de lo que ha hecho tu padre ya no tengo porqué ocultároslo más. Lo que si os pido es que me guardéis el secreto. No se lo digáis a nadie…Por favor.
--Por mí no se va a enterar nadie, pero quiero que me lo cuentes todo. Ya notaba algo raro cuando llegué ayer. Y esta mañana me extrañó ver a Carlos, meando, sin esconderse de nosotras, con lo tímido que ha sido siempre. Yo no se la veía desde hace años. ¿Puedo confesaros algo?
--¿Qué, cielo?
--No sé nada de sexo, no había visto nunca un pene en erección, hasta hoy. Y me ha dado un vuelco el estómago, he sentido unas cosquillas, como cuando me hago un dedito y he mojado las braguitas. ¿Esto es normal, mamá?
--Si, mi vida. Eres una mujer, eres joven y las hormonas se te revuelven, es normal.
--Pero ¿Por ver a mi hermano? ¿Por sentir algo así por él? Eso no está bien, sería incesto ¿No?
--Sentirte atraída por tu hermano no creo que lo sea. Si tuvierais relaciones entre vosotros sí, sería incesto. Y eso está muy mal visto, no solo en la sociedad occidental, sino en la mayoría de sociedades, a lo largo de la historia de la humanidad. En muchas de ellas no solo está mal visto, sino que se ha castigado y aún se castiga muy duramente. Os pido que no caigáis en eso. Hay mucha gente joven con quienes satisfacer los deseos, sin tener que recurrir al llamado amor filial.
--Entonces, ¿no ves mal que tenga relaciones íntimas con chicos?
--¿Porqué lo tendría que ver mal? Vas a ser mayor de edad, si lo haces voluntariamente, con un chico que te guste, puede ser muy hermoso. Además de sano, lo que es malo es la represión. Wilhelm Reich, un psicólogo de la época de Freud, relacionaba la represión sexual con las neurosis y algunas ideologías extremistas, trataba de educar a los jóvenes en los distintos aspectos de la sexualidad y para ello creó las Sexpol, en la Alemania de entreguerras.
--¡Bien, mami, bien! Ya nos has soltado la parrafada psicológica.
--No te rías, Carlos. Estamos asistiendo a una involución social, que nos puede llevar a la peor época del siglo pasado. Al resurgimiento de ideologías que parecían muertas. Y corremos el peligro de volver a cometer los mismos errores que antaño.
La charla con mamá nos había calmado. Tomamos a chanza las cosas que decía, pero en el fondo, reconocíamos que tenía razón.