Las confesiones de niño al cura 2

Segunda parte, por fin llega el día que estaba esperando Fernandito, podrá disfrutar de la polla de don Cesar, el cura?

llego el lunes día de catequesis, tenía ganas que llegara este día, salí del cole y me dirigí a la iglesia, por el camino ya me encontré a los compañeros que también iban a catequesis, estaba especialmente contento, entramos y ya nos estaba esperando Sor Clementina, se hizo bastante pesado, había momentos que la monja creía que se iba a caer de la silla, se estaba durmiendo, me estuve fijando en su cara, tenía barba, tenía pelos largos en la barbilla, y mientras hablaba se le caía por la comisuras de los labios baba, no me gustó fijarme en estas cosas ya que luego tendria pesadillas, se termino la clase y nos pusimos a jugar un rato todos los de la clase, hasta que la monja me llamo para que fuera a ver a Don Cesar, hice el camino de siempre por la iglesia oscura y solo con las luces de las velas, entre la entrada De la Iglesia y el despacho tenía una sensación extraña algo se despertaba en mi entrepierna, un cosquilleo intenso, varias veces tuve que pellizcarme mi picha para calmarla, estaba impaciente, parecía una cobra que quería subir para salir por encima del pantalón, excitado y mojado me sentía y todavía no había entrado por la puerta del despacho de Don Cesar, no me acordé de llamar y entre sin avisar

-Buenas tardes, Don Cesar

Estaba en el armario de la ropa cogiendo algo del estante de arriba, solo tenía puesta una camisa blanca, como estaba con las manos hacia arriba la camisa la tenía bastante arriba, no tenía ropa interior  y dejaba ver un culo grande blanco, me quede parado sin decir nada, solo dije

  • lo siento, yo...no....
  • Hola Fernando pasa, estaba arreglando un poco este armario

Cuando se dio la vuelta al bajar las manos la camisa se le bajó hasta por debajo de sus partes, por lo que no dio tiempo a ver ese pollon que tenía ganas de ver, se fue detrás de la mesa y volvió a coger del estante el mismo libro del otro día y se sentó en su sillón.

  • Fernando me has traído los calzoncillos que te traje el otro día
  • Perdón no me he acordado, yo creía que....
  • Pues a ver cómo lo hacemos, mañana vienen a recoger la ropa y no tenemos esos calzoncillos
  • Puedo ir corriendo a por ellos
  • Perderíamos demasiado tiempo, lo que podemos hacer es que me des los que llevas puestos y te quedas los del otro día

Me quede sin saber qué hacer, bloqueado.

  • venga que no tenemos todo el día

Me desabroche los pantalones tejanos que llevaba, tenía las bambas puestas, pisando los talones me las saqué con facilidad, me baje los pantalones y me los quité dejándolos encima de la silla,no me lo pensé dos veces , cogí del elástico de los calzoncillos y me los quité también, hay estaba con una camiseta que no me tapaba nada, unos calcetines blancos y en la mano mis calzoncillos que no sabia que hacer con ellos, Don Cesar sentado en su butaca me miraba fijamente, incluso lo vi sacar la lengua y pasársela por los labios para humedecerlos, menos mal que se me había pasado la excitacion de antes y mi picha estaba en reposo más que nunca pegada a mis huevos, supongo que de la pequeña calentura que tuve hace un rato, los calzoncillos tenían la típica  mancha mojada como la moneda de un euro, incluso mis huevos tenían una película brillante del mismo líquido que por cierto es pegajoso,y siempre que quiero ir ha hacer pipí tengo que tirar del pellejo de mi picha hacia arriba para poder despegarla de los huevos.

  • ven dámelos

Me acerque hacia el, rodeando la mesa y estirando el brazo y la mano ofreciéndole los calzoncillos, los cogió  y los puso encima de la mesa bien doblados, le mire la entrepierna pero no se veía nada ya que la camisa le tapaba, pero sabía que no llevaba nada, me ofreció su pierna desnuda para sentarme como la anterior vez, pero la diferencia es que llevaba bragas y el la sotana, y ahora yo me iba a sentar en su pierna desnuda y mi culo encima, lo hice, con su mano derecha me cogio de la cintura y tiro hacia el  para acomodarme mejor, la sensación era rara, apenas tenía pelos en la pierna y era regordeta por lo que estaba cómodo, empecé a leer la Biblia donde me ponía el dedo para no perderme

– “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento...”

De vez en cuando de reojo miraba a Don cesar la entrepierna aunque apenas podía verla ya que la panza era prominente, y no dejaba mucho espacio entre la mesa y su barriga, solo podía intuir dónde estaba, empezó a hacer con la mano derecha a rozarme mis partes y tocarme bien, esta vez no había nada en medio que pudiera entorpecer el sobeteo con los dedos hacia a mi picha, no había ninguna braguita de por medio,

Decidí bajar una mano hacia bajo del escritorio, casi no me cabe el brazo entre la barriga y la mesa, con dificultad legué hasta el borde de la camisa, no veía nada por lo que todo lo hice por instinto, ya que seguía leyendo, mis dedos toparon con un bosque de pelo, introduje los dedos más abajo hasta que encontré algo, el tronco del árbol, duro, impenetrable, quise abarcar con mi mano aquel tronco y era imposible, no me llegaban los dedos al otro lado, palpitaba, como si tuviera el corazón hay dentro, Subí por aquel tronco, que no tenía fin, era un monstruo, llegue a la cabeza de aquella mole libre de cualquier capuchón de piel como la mía, subía hasta la punta y volvía a bajar saltando una muralla enorme que separaba el glande del tronco del pollon, hay si que había piel, apreté con fuerza para poder bajarla y subirla como me explicó mi primo como se tenía que hacer, mientras él me tocaba la mia, hacía lo mismo que yo a él pero sólo utilizaba dos dedos y a veces se le escapaba pero me cogía del pellejo para volver a empezar la maniobra con los dos dedos, la respiración de Don Cesar cada vez era más rápida, jadeaba como un perro, yo seguía masturbandole y aceleraba cada vez más,en eso que se abre la puerta del despacho y entra la monja, mi instinto fue corriendo intentar bajar de encima de Don César y taparme con las manos la entrepierna, Don Cesar me cogió con más fuerza, solo pude taparme con las manos mi picha, aunque luego me di cuenta que la monja en la posición que estaba no podía ver que los dos estábamos desnudos de cintura para abajo, por lo que retire mis manos, estuvo hablando la monja con el cura de no sé qué de unos feligreses que no podían venir a la cita acordada, Don Cesar le comento algo, que yo de los nervios, ni escuchaba, en ese momento sentí a Don Cesar resoplar y sintiendo como caía en mis piernas, mi picha y mis manos,un líquido caliente, espeso y que me recorría el muslo y me chorreaba hasta los calcetines, recuerdo este líquido lo que era como el de mi primo pero diez veces más la cantidad derramada, y la monja allí de pie sin ver que pasaba debajo de aquella mesa.

La monja se despidió de Don Cesar, pero la monja bajo la mirada y vio mis pantalones encima de la silla, antes de darse la vuelta me miro fijamente y me sonrió, salió por la puerta y la cerró

Suspire de alivio, se me había ido toda la calentura , incluso mi picha apenas se veía, estaba tan flácida y mojada por el líquido que solto Don cesar que parecia que estaba pidiendo ayuda para no ahogarse en medio de aquel charco blanco.  Volvió a sacar el pañuelo del otro día de un cajón de la mesa y empezó a limpiarme el semen derramado, lo más gordo, salvando a mi picha de un ahogamiento casi seguro, tenia chorretones desde mi ombligo hasta los calcetines,

  • vete ya que tengo cosas que hacer,acuérdate la semana que viene de venir, tenemos que seguir con las clases, vas muy bien y mejorando en todos los aspectos

Me puse los pantalones y salí del despacho