Las confesiones de Marta y Jesús

Descubren cosas importantes para su relación y han de confesarlo a Enrique, marido de Marta.

Desde que el marido y el hijo mayor de Marta volvieran del viaje a Madrid, ella y su hijo Jesús volvían a comportarse como madre e hijo. Se maravillaba con la habilidad de su hijo para que nadie notara ningún signo de que se follaba a su madre. Es más, era ella la que tenía que pedirle algo de sexo cuando se encontraban solos aunque fuera cinco minutos, eso sí, cuando ella se lo pedía él respondía diligentemente a todas sus peticiones.

Habían pasado tres días desde que tuvieron aquella noche de sexo desenfrenado con la otra pareja. Marta aún seguía de vacaciones y su marido se marcho para trabajar por la tarde. Eduardo, el hijo mayor, quedó con unos amigos y jugar al fútbol en un polideportivo no muy lejos de casa. Le extraño que Jesús no quisiera ir con su hermano. Le gustaba mucho los deportes y Marta pensó, cómo él mismo dijo, que tendría alguna molestia y no se encontraba a gusto. Así que allí estaban los dos, madre e hijo, de nuevo solos. Ella se preparaba por si lo que tenía él era ganas de cogerla. Durante la primera hora en que estaban solos ella esperó y esperó, pero su hijo no salía de la habitación donde tenían los ordenadores. No pudo más, entró y directamente le preguntó si tenía alguna dolencia para que no saliera de allí.

  • No mamá, - le contestó él abrazándola por la cintura y besando su vientre - es que he encontrado un disco que papá tenía muy oculto y acabo de hacerle una copia.

  • ¿Y qué tiene ese disco para que esté tan oculto? - Ella estaba muy intrigada.

  • Espera, iré a guardar el original y ahora te lo enseño. - Corrió para ocultar el disco en el lugar que lo había encontrado.

Marta se sentó en la silla que antes ocupaba su hijo y esperó. No tardó mucho y entraba algo agitado por la carrera.

  • Levántate y déjame esa silla.

  • ¿Y yo dónde me siento?

  • ¡Encima de mí!

Así lo hizo. Él manipuló el ordenador para que empezara a funcionar el disco y abrazó a su madre dándole un beso en la mejilla. Ella le correspondió dándole un beso en los labios.

  • ¡Mira, mira, no te pierdas detalle! - Le dijo a su madre.

Se abrió un reproductor de vídeo del ordenador y abrió un archivo llamado mov180709. Aparecía una habitación con una cama de matrimonio. Parecía un hotel. Se oían voces de fondo aunque no se apreciaba bien lo que decían. Entonces apareció en escena su hijo Enrique, desnudo y se echó de costado en la cama, se cubrió un poco con la sábana mirando hacia un lado de la cámara.

  • ¡Ese es tu hermano! - Se sorprendió Marta. - ¿Qué hace desnudo ahí?

  • Tranquila mamá, sigue mirando.

Ahora se escuchó perfectamente como si llamaran a la puerta y eso perecía ser la señal de acción, era como si estuvieran rodando una película pornográfica, donde Enrique sería uno de los actores.

  • Sí. - dijo Enrique.

  • Para arreglar la habitación. - Se escuchó la voz de una mujer muy cerca de la cámara. Le resultaba familiar aquella voz.

  • ¡Adelante!

  • ¡Mira! - Dijo Marta muy sorprendida a su hijo. - ¡Es tu tía Pili, mi hermana! ¿Pero que están haciendo?

  • ¡Sigue mirando! Yo ya la he visto un poco. Creo que te va a gustar. - Marta tenía clavado los ojos en la pantalla y no se perdía detalle.

  • ¡Oh, esta usted aún acostado! ¡Vendré más tarde! - Dijo Pili que vestía como una camarera de hotel de película porno, con una bata ajustada al cuerpo de color celeste para marcar sus curvas, corta para mostrar sus largas piernas y con pocos botones abrochados para mostrar su escote. Estaba maquillada y peinada de forma muy sensual.

  • ¡Qué buena está la tita!

  • ¡Guarro!

  • ¡Ya, ya, y tú me lo dices! - Bromeo con su madre dándole y beso en el cuello. Ella le respondió con una inocente bofetada.

  • No te preocupes. ¡Por qué no vienes aquí y empiezas a limpiar esto! - Enrique se destapó y mostró su polla medio empalmada.

*¡Por favor! ¡Pero que está usted diciendo! - Pili se forzaba en interpretar aquel papel que le había tocado y la verdad es que no era muy convincente.

  • Si quieres ganar un dinerito extra, empieza por limpiarme a mí. - Enrique empezó a masturbarse delante de su tía y la polla empezó a ponérsele más tiesa y dura. - ¡Vamos tonta, te va a gustar!

  • La verdad es que necesito dinero, pero es que lo que me pide. - Continuaba Pili aquel diálogo cutre de película barata.

  • Toma, cincuenta euros si me la mamas un buen rato.

  • ¡Bueno, todo sea por el dinero!

Pili se arrodillo junto a la cama y agarró la polla de su sobrino. Marta lo estaba viendo y no pudo contener la expresión "¡Será puta mi hermana!". Pili abrió la boca y sacó su lengua para empezar a lamer aquella joven polla. Entonces la cámara se movió para acercarse al lugar de la acción.

  • ¡Dios, hay alguien que los está grabando! - Dijo Marta.

  • ¡Qué bien lo haces putita! - Decía el chaval a la vez que su tía se metía toda la polla dentro de la boca y daba estrepitosos chupetones que se podía oír perfectamente pues la cámara tomaba un primer plano de cómo se perdía en su húmedo interior. - ¡Chupa con ganas!

Varios minutos estuvo Pili lamiendo, mamando, chupando aquel endurecido pene. Él gimoteaba cada vez más por el placer. Acariciaba su cabeza de rizado cabello, morena. La cámara se movía alrededor de ellos, mostrando la escena desde distintos ángulos, acercándose y alejándose una y otras vez.

  • ¡Esto me está gustando! - Dijo Pili sacando la polla de su boca, mirando a los ojos de Enrique y sin dejar de masturbarlo con la mano. - ¿Por qué no me comes el coño mientras te la mano a la vez?

  • ¡Estupendo! Quítate esa ropa y ponme tu coño en la boca. - Le contestó él.

Pili se levantó y a poca distancia de la cama empezó a desabrocharse los botones de la bata, poco a poco, intentando ser sensual, de arriba abajo.

  • ¡Se nota que se a aumentado las tetas! - Dijo Jesús al ver como su tía se abría la bata y salían dos tetas bien puestas gracias a la cirugía, no llevaba sujetador. Una de las manos de Jesús empezó a acariciar el muslo de su madre que no dejaba de mirar la escena.

Pili se quedo vestida con un diminuto tanga negro y unas medias hasta medio muslo del mismo color. Se quitó los zapatos que llevaba y se subió en la cama colocándose sobre su sobrino. La cámara la seguía. Se colocaron para estar cómodos en el inminente sesenta y nueve que estaban dispuestos a hacer. La cámara giró para tomar un primer plano del culo de ella.

Se podía ver lo grande que era, pero no exageradamente grande, tenía un buen culo. Entre sus cachetes se perdía el hilo del tanga y en la parte superior tenía el triangulito que unía las tres tiras que lo formaban. Bajo este imponente culo, estaba la cabeza de su sobrino. Una de sus manos sacó el hilo de su lugar y lo puso a un lado, sobre un cachete, dejando su coño accesible al ataque que pensaba darle. Más se acercó la cámara y se podía apreciar los abultados labios de su coño que ahora aparecían en primer plano y que la acción de los dedos del chaval hizo que se abrieran mostrando su rosado interior, algo mojado por la excitación que tenía ante el inminente contacto de la lengua de él. Así fue, la cabeza de él se interpuso en la toma y la cámara se movió a un lado. No se veía la lengua del chaval trabajando en la raja de su tía, pero era evidente que lo hacía pues tenía toda la boca hundida en ella y su tía daba gemidos de placer al sentirlo.

  • ¡Veo que te está gustando lo que ves! - Le dijo Jesús a su madre. - Has abierto las piernas para que te toque tu chichi mojado. ¡Te gusta ver follar a tus hijos! ¿No?

  • ¡Y que me folle uno en concreto! - Le contestó ella dándole un gran beso con lengua que duró algunos segundos... muchos segundos.

La cámara mostraba ahora como Pili lamía toda la longitud de la joven polla que mostraba un glande gordo y tenso. Con una mano tocaba los huevos y la otra agarraba la base del pene para dirigirlo hacia su ansiosa boca que deseaba tragarlo por completo. Y eso hizo. Toda, hasta el fondo. Y después la sacó dando una gran succión que arrancó a Enrique un gemido de placer. La cámara se separa de la escena y se deleita en mostrar como los dos amantes se dan placer con sus bocas. Pili subiendo y bajando su cabeza sobre la polla de su sobrino, de forma rítmica, degustando cada milímetro. Enrique perdido entre los imponentes muslos de su tía; sólo los gemidos de ella dan fe de que la joven lengua de él le dan placer.

  • ¡Cómo me están poniendo tu hermano y la Pili! - Dijo Marta sin querer ni poder apartar los ojos de la pantalla.

  • ¡Ya lo noto mamá! - Jesús tenía su mano entre las piernas de su madre y la masturbaba metiendo sus dedos en su necesitado sexo. Disfrutaba viendo a su madre tan excitada y caliente y siguió masturbándola para conseguir que se corriera.

Pili gemía en el monitor. Había soltado la polla y levantado la cabeza con sus ojos cerrados. Clavando las uñas en la suave sábana de la cama sintió como su sexo se vaciaba de flujos sobre la boca de su sobrino.

  • ¡Señor, que bien lo chupáis!

Se tensaba y gruñía, se agitaba y se desplomaba súbitamente para después volverse a erguir al sentir que de nuevo le daba más placer la lengua de su amante. Y finalmente abrió la boca, cayó sobre la cama y lanzó un gran gemido de placer al tener el orgasmo que deseaba.

  • ¡Fólleme, por favor! ¡No me haga sufrir más con su boca y meta su polla en mi coño!

  • ¡Dios, qué caliente me está poniendo mi hermana! ¡Ah, ah, sigue cariño! ¡Sigue masturbándome con tus expertos dedos! - Besó a su hijo y metió su lengua totalmente en su boca.

Jesús sintió como su mano se mojaba por completo cuando su madre alcanzó el orgasmo. Ella se giro encima de él y apoyó su espalda en el pecho de su hijo, con las piernas abiertas y la falda subida. Las manos de él habían apartado las bragas a un lado y, mientras una mano separaba los labios de su coño, la otra acariciaba su clítoris para provocarle aquel orgasmo.

Mientras Marta tenía los últimos espasmos de placer en los brazos de su hijo, de los altavoces salían los fuertes alaridos de Pili mientras era follada por su sobrino. Madre e hijo no le prestaban atención. Jesús se deleitaba en la belleza que emanaba de su madre tras tener un orgasmo como aquel.

  • ¡Hijo, por favor, no me enseñes más cosas de estas!

  • ¡Con lo que me gusta ver tu cara en el orgasmo! ¡Estaría todo el día poniéndotelas! - Jesús hizo una pausa para besar cariñosamente a su madre. - Pero aún no has visto lo mejor.

  • ¡Hijo, otro orgasmo como este y me muero! - Dijo ella recobrando aún el aliento.

  • ¡Fíjate bien cuando te diga! - Jesús fue adelantando rápido la película hasta llegar a un punto y paró. - ¡Mira bien a partir de ahora y verás! - Le volvió a dar al play.

Pili montaba sobre su sobrino y los dos gemían a grito pelado, las manos de él agarraban las caderas y los cachetes del culo de Pili rebotaban con cada embestida que se daban para hundir el sexo de él en el de ella. La cámara mostraba un primer plano de como toda la longitud de la polla entraba en aquella dilatada vagina hasta que los huevos rebotaban por la violencia de las embestidas y volvían a caer.

  • ¡Qué bueno, qué bueno! ¡Me voy a correr! ¡No puedo más! - Decía el chaval enterrando su polla en su tía.

  • ¡Vamos hazlo! - Le animaba Pili. - ¡Lléname con tu leche!

La cámara corrió hacia atrás y se notó que la colocaban en algún lado, seguramente un trípode, y apareció un hombre desnudo corriendo hacia los dos amantes que empezaban a tener sus orgasmos, llenando Enrique a su tía con su esperma. Marta se quedó de piedra; su marido corría desnudo, con la polla dura hacia donde estaban los otros, se colocó de pie delante de Pili y le ofreció su polla. Ella, mientras el sobrino no había acabado de correrse dentro, chupó la polla del padre. Entonces el padre se empezó a correr dentro de la boca. Pili intentaba tragar todo el semen, pero con los movimientos de su sobrino y el propio placer, algo salía por las comisuras de su boca. Los tres habían alcanzado lo que tanto deseaban y ahora estaban parados. Enrique hijo bajo su tía y entre sus piernas, con la polla menguando dentro de su coño. Ella agarrada a los muslos de su cuñado, lamiendo su glande para comer todo su semen. Y el último en entrar en escena estaba de pie disfrutando de aquel orgasmo que le había dado la boca de Pili. Bajó de la cama y anduvo hasta llegar a la cámara y apagarla.

  • ¿Qué te parece mamá? - Le preguntó Jesús.

  • ¡Así que esto es lo que hacían los dos con tantas saliditas! - Marta no sabía bien que pensar. - ¡Lo que no me esperaba es que mi hermana Pili fuera tan puta!

  • ¡Mamá! ¿Puta por qué? ¡Por follarse a uno de tus hijos!

  • ¡Por ejemplo! - Dijo Marta sin saber por donde salir.

  • ¿Y tú que? - Le aseveró su hijo. - Acaso no te estas tirando tú a uno de tus hijos.

  • ¡Sí! Pero... pero...

  • ¡Pero qué!

  • ¡Lo nuestro es diferente!

  • Mamá, creo que lo mejor que puedes hacer es contarle a papá todo lo que pasa. Ya has visto que él tampoco es santo y puedes aprovecharlo para hablar y llegar a algún acuerdo en que todos podamos disfrutar.

  • Cariño, no sé lo que pasará pero he de hablar con él esta misma noche. - Marta estaba algo preocupada por tener que abordar el tema con su marido, cuando iba a salir por la puerta se volvió. - ¡Ah, Jesús! Gracias por el placer que me has dado antes.

  • Yo te daré todo lo que me pidas. - Se había levantado y se abrazó a ella para mostrarle cariño.

Marta estuvo toda la tarde nerviosa por tener que hablar con su marido, pero era necesario que lo hablaran. Ella se follaba a su hijo menor; el padre hacía películas con el mayor y juntos follaban con su hermana Pili. Por otro lado María con el libinidoso de Eduardo, que según le contaba ella, parecía más un perro en celo que un hombre. Esto parecía que iba a acabar en tragedia y sería mejor que la tensión de saberse todo se soltara poco a poco y no todo de sopetón. Así cuando entró en el dormitorio con su marido dispuesta a hablar, los nervios hacían que le temblaran las piernas. Se sentó en la cama mientras él se iba desnudando.

  • Enrique, me puedes explicar que es esto. - Marta sostenía el disco original de la grabación. Jesús le dijo donde estaba escondido y lo utilizaría para presionarlo un poco.

  • Eso es un CD. - Dijo él sin darse cuenta de cual era.

  • ¿Y por qué estaba escondido allí detrás? - Señaló al lugar donde su hijo lo había encontrado.

  • ¿En dónde? - Preguntó él para ganar un poco de tiempo ante la sospecha de que el disco era el del fin de semana.

  • ¡Justo allí! ¡En ese lugar tan inaccesible!

  • ¡Perdona Marta! - Él se rindió ante la evidencia. - No sabía que hacer y eso fue lo único que se me ocurrió.

  • ¿Y qué es eso que te ocurre? - Le preguntó ella sin saber si era verdad o mentira la actitud que había tomado su marido.

  • Cariño, yo te quiero. Pero desde hace un año más o menos tengo que pensar que otro te folla para estimularme.

  • ¡Cómo! - Dijo Marta sorprendida por la respuesta de su marido. Si le hubiera dicho que le gustaba su cuñada y se la follaba, no le hubiera extrañado tanto, pero aquella respuesta le sorprendió.

  • Sí, como lo oyes. Cada vez que lo hago contigo miro para el espejo del ropero, así te veo moverte e imagino que el que está debajo es otro hombre... así consigo tener orgasmos.

  • ¡Pero entonces a que viene eso de tu hijo y mi hermana! - Ella estaba aún más confusa.

  • El otro día vine temprano del trabajo porque me sentía mal. Entré y no hice mucho ruido. Cuando abrí la puerta y miré en dirección al salón, la puerta estaba un poco entreabierta y pude ver algo de movimiento allí. Empujé un poco y pude espiar a tu hijo y su tía. Estaban de espaldas a mí. Ella a cuatro patas en el sillón mientras el la follaba por detrás a toda pastilla haciéndola correrse.

  • ¡Vaya como está la familia! - Dijo Marta sin pensar en lo que decía. Enrique lo miró con rareza pero siguió contando su historia.

  • Llegué justo cuando los dos se corrían y verlos allí liados me excitó. Así que los dejé acabar y después entre en la habitación haciendo como que estaba muy cabreado. Después de un rato, y con algo de chantaje, quedamos en hacer algún día lo que has visto en el video. ¡Perdóname!

  • ¡Cariño! Y eso por qué no me lo has contado a mí. - Dijo ella con un tono cariñoso.

  • ¡Sí, eso! Voy y te digo "¡Quiero que folles con otro para correrme!"

  • No, me hubieras contado tu problema y yo hubiera buscado una solución.

  • Y qué haces, te abres de piernas en la calle y el primero que te quiera follar lo metes dentro y lo haces delante de mí.

  • ¡Y por qué ha de ser de la calle! - A Enrique se le quedó una cara de tonto al escuchar a su mujer pues su mente no daba crédito a lo que había escuchado. "Por qué ha de ser de la calle". Tal vez se referiría a su hijo Enrique.

  • ¿Y tú crees que Enrique va a querer follarte? - Preguntó el iluso.

  • ¡Anda cariño, siéntate que he de contarte unas cuantas cosas!

Los dos se sentaron y durante dos horas Marta le contó todo. Lo de su cuñada y hermana de él, María que follaba con su hijo. Lo de ella con Eduardo y después con Jesús, y cuando el creyó que se iba a correr fue cuando le contó la noche del sábado anterior.

  • Entonces no te enfadas con lo que te he contado. - Dijo ella.

  • Para nada, todo lo contrario, ahora estoy súper excitado.

  • ¿Entonces ahora quieres follar conmigo?

  • No, preferiría que Jesús te follara y yo veros.

  • Pero hoy no. Otro día lo organizamos todo para que puedas disfrutar.

Así los dos se cambiaron de ropas y se acostaron para dormir.

Enrique estaba teniendo un sueño muy raro, todo se movía, era una sensación como de caer... Entonces abrió los ojos, estaba aún dormido y notó que su cama se movía, más bien que se movían a su lado en la cama.

  • No hables fuerte cariño y mira que sorpresa te tengo. - Era la voz de Marta.

  • Hola papá. - La voz de su hijo Jesús le saludó muy bajito.

  • ¿Qué estáis haciendo? - Preguntó aturdido por el sueño.

  • Lo que a ti te gusta, cariño, follamos para que tú nos veas. - Los ojos de Enrique se abrieron de par en par cuando fue consciente de lo que había escuchado.

Él cogió el mando del televisor y lo encendió para que hubiera un poco de luz en la habitación. La puerta estaba cerrada y con el pestillo echado. Se retiró de la madre y el hijo y los contempló tocándose la polla. Marta montaba sobre su hijo. Los dos estaban desnudos y el niño mamaba una de las tetas de ella que gimoteaba sin echarle cuenta a su marido. Enrique se agachó para ver como la polla del hijo penetraba a su mujer. Entonces Marta se echó sobre el pecho de su amante y él pudo ver la gorda polla de su hijo penetrar el dilatado coño de su mujer. Estaba gozando con aquella visión.

Entonces Marta encendió la luz de la mesita y se levantó de su hijo. Se dio media vuelta para montarlo al revés. Abrió sus piernas, acercó el coño a la dura polla que la mano de Jesús sostenía para que ella se clavara. Y así lo hizo, sin dejar de mirar a su marido a los ojos. Él disfrutaba viendo como su mujer follaba con otro, que además era su hijo. En ese momento hubiera querido tener una hija de aquella edad para poder hacer una orgía entre padres e hijos. Estaba tan caliente que no podía aguantar. Se tocaba y paraba para intentar correrse a la vez que los dos amantes. Y Marta no dejaba de mirarlo, jadeando y sudando por el placer que su propio hijo le estaba haciendo sentir. Con la mano le pidió a su marido que se acercara y cuando estuvo a su lado agarró su polla para masturbarlo suavemente y le dijo al oído.

  • ¡Qué bien me folla tu hijo! ¡Mira como mis flujos salen de mi coño con esa enorme polla!

Enrique estaba a punto de correrse con aquellas palabras. Él sólo miraba y se dejaba tocar. Estaba demasiado excitado para pensar en nada que no fuera lo excitante, sensual y bella que estaba su mujer mientras se follaba a otro hombre.

  • ¡Ya me voy a correr cariño! - Marta se mordió los labios para no lanzar un gemido al sentir a Jesús que aceleraba sus penetraciones.

  • ¡Voy mamá! - Acertó a decir lo más bajo que pudo Jesús y dando una clavada tremenda la dejó totalmente dentro del coño de su madre y empezó a soltar chorros de semen.

Marta se convulsionaba al sentir el orgasmo y los chorros calientes de leche de su hijo en el interior. Movía las caderas para que su coño se frotara contra su hijo y darse más placer. Enrique al lado estaba a punto y sentía que se iba a correr en la mano de su mujer. Soltó un leve "ah" y Marta entendió lo que quería. Tiró de él y lo colocó delante de ella, entre sus piernas. Sacó la polla de su hijo que seguía botando por el placer y apuntó la de su marido para que se corriera dentro de ella. El primer chorro de leche de Enrique salió mientras el empujaba su polla para que entrara en el coño. El resto lo soltó en el interior y Marta volvió a sentir placer con los chorros del calido semen que ahora su marido le soltaba dentro.

Después de descansar un poco, Jesús se fue a su habitación a dormir y sus padres se abrazaron en la cama.

  • ¡Hoy he sentido un gran placer! - Dijo Enrique.

  • ¡Yo también cariño! Tu hijo Jesús sabe como hacérmelo para volverme loca con su maravilloso pene, y si además siento tu semen dentro de mí, más me gusta.

  • Pero cariño, ¿estarás tomando algo para no quedar preñada?

  • Dijo él preocupado.

  • Por supuesto amor. Desde antes que tuviera la primera relación con él estoy tomando las píldoras.

  • ¡Gracias por esta inolvidable noche, Marta!

Los dos se abrazaron y se quedaron dormidos hasta por la mañana. A partir de ahora ya no se preocuparían de nada más que de disfrutar del sexo entre ellos y como no, con su hijos y cualquiera de la familia que se uniera a ellos.