Las chicas de la clase de francés (8)

No Raquel, no me has entendido, -le miró con una mirada cómplice y una sonrisilla pícara- pídele perdón… ya me entiendes.

Buenoooo feliz dia de Reyes para quien lo celebre!! Os vengo a regalar este capítulo lleno de emociones jejejeje, no me matéis por el final de el anterior por favor! hay que crear suspense de vez en cuando!! jejeje

Janis, sé que los momentos de "sexo orgásmico" como tu dices no abundan, pero hago lo que puedo, echo mano de la imaginación y si sale, sale!! Me cuesta bastante escribirlos a decir verdad... pero gracias por tus apreciaciones! Espero que con el tiempo y la práctica me cueste menos ;).

Al resto que me comentais y valorais, muchas gracias de nuevo, seguid haciendolo porfa! :) Disfrutad del capítulo!! Y tú, sí, ya sabes quien eres NENA, leelo todo!!! jajajajaja.


P: ¿Qué significa este momento?? –dijo con la voz lo suficientemente alzada como para despertarlas

Las dos chicas abrieron los ojos de repente y Marian puso cara de asustada. ¿Qué quería decir esa frase? ¿La familia de Raquel no era tan liberal? No entendía esa reacción…

R: -murmurando para sí misma- : mierda, mi hermana, pensaba que no vendría…

P: ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿Alguien me va a explicar lo que está pasando?

R: -se incorporó para quedarse sentada cubriéndose el cuerpo con el edredón- A ver hermanita, primero, baja la voz  ¿es resaca lo que siento? estoy perdiendo fuelle…, y segundo, ¿Cuándo se te va a quitar de la boca esa frasecita? Llevo un año escuchando el “qué significa este momento”.

P: Es que sirve para tantas cosas!!! Tu amiguita se ha asustado eh…!! – Marian se había colocado ya en la misma postura que Raquel y seguía con cara de poker- Chica, quita esa cara de susto que no te pega nada con ese cuerpo… estás realmente buena! Buena elección sister! ¿Cómo te llamas?

R: - girándose hacia Marian- Así es Patricia, directa y cotilla como ella sola. Marian, te presento a mi hermana Patri; Patri, esta es Marian, mi…eh… Marian. Me levantaría y haría las presentaciones un poco mejor pero, ejem, estoy sin ropa.

P: No si eso ya lo he visto… vaya tela, estaréis agotadas, la casa para vosotras solas toda la noche. ¿Marian? ¿De donde viene? No me digas que de Mari Ángeles porque me suena a nombre de madre!

R: Es verdad!! No te lo había preguntado nunca, ¿de qué es abreviatura Marian?

M: Mierda, sabía que tarde o temprano llegaría este momento Es que… me da un poco de cosa!

P: ¿Es peor que Mari Ángeles? Imposible…

R: Patri no chinches!

M: Sí, ojalá me llamara Mari Ángeles… Marian viene de… -bajó la voz y avergonzada desvió su mirada hacia algún punto del suelo - Maria Antonia.

R: ¿Perdona? ¿Hablas en serio? –las dos hermanas se miraban aguantándose la risa, no se atrevían a soltar la carcajada. Finalmente Patricia estalló-

P: Jajajajaj ¿Maria Antonia? Sí nena, realmente es peor… ¡¡es de abuela!!!

R: jajajaja pero, ¿en qué pensaban tus padres cuando te bautizaron?

M: Bueno ya está bien de cachondeo!! Mi familia es muy tradicional y quisieron ponerme el nombre de mi abuela porque además murió mientras mi madre estaba embarazada de mí, así que no me gusta mi nombre pero lo llevo con mucho orgullo. Raquel, ¿Dónde está el lavabo? Me quiero duchar.

P: Uooh… sister te has echado una novia con genio eh!

R: Eh… sí… -se le quedó retenida la palabra “novia”, ¿eran novias o qué? Realmente no habían hablado del grado de su relación- Es la primera vez que lo saca… Marian no te enfades –le dio un beso en el hombro- , es sólo que nos ha sorprendido el nombre, nada más.

P: Bueno, sorprender sorprender… no usaría yo esa palabra

Raquel le dedicó una mirada fulminante de “cállate ya” que ya conocía, así que se quedó muda.

M: No estoy enfadada, ¿me puedo duchar?

R: Bueno, me lo tendré que creer… Sí, claro que puedes, el lavabo está al fondo del pasillo. Las toallas están en una estantería, ya las verás, coge la que quieras.

Marian se quedó mirando a Patricia para que se fuera de la habitación y ella pudiera levantarse y tapar su cuerpo desnudo con al menos su ropa interior desperdigada por la habitación. La joven lo captó y se fue, y Marian se tapó sus partes íntimas con rapidez y sin decir nada se fue al lavabo.

R: -hablando sola- se ha enfadado, seguro.

Se vistió con una camiseta de dormir y unas braguitas y se fue al comedor; mientras recogía los platos de la cena su hermana cayó en la cuenta,

P: Oye, ¿tú no nos hablabas mucho de una chica de la clase de francés que se llamaba Marian?

R: Aha…

P: No me digas que…

R: Pues sí hermanita, la misma.

P: Vaya vaya con Raquel, si parecía tonta cuando la recogimos de la calle

R: Oye que te doy! Algún día tienes que dejar de ser tan graciosa, mira la que has liado con la tontería del nombre.

P: Oye que tú también has colaborado eh!

R: Ya, lo sé, qué mal… Creo que se ha enfadado, dice que no, pero seguro que sí.

P: Pues ya sabes, para salir de dudas, pídele perdón.

R: Sí, ahora cuando salga de la ducha hablaré con ella.

P: No Raquel, no me has entendido, -le miró con una mirada cómplice y una sonrisilla pícara- pídele perdón… ya me entiendes.

R: Aaaahhh!! ¿Te refieres a la clásica “reconciliación”?

P: Bieeeen, veo que ya lo pillas, cada vez eres más rápida eh! Anda tira antes de que acabe.

Raquel se dirigió rápidamente hacia el lavabo, la puerta no estaba cerrada del todo así que pudo entrar sin hacer ruido. Marian estaba de espaldas a la puerta y el agua caía sobre todo su cuerpo; estaba ensimismada en sus pensamientos así que no se dio cuenta de que Raquel entró. Realmente no estaba enfadada, sólo le había fastidiado ese despertar tan repentino, hubiera preferido algo con más calma, con más encanto, más íntimo… El agua caliente la estaba relajando, y se le estaba rebajando el arrebato que le había dado en la habitación. De repente notó algo en su espalda, en su cintura y en su trasero. Sintió una respiración en su nuca y eso le hizo sonreir de oreja a oreja.

R: Maria Antonia me parece el nombre más bonito del mundo porque pertenece a la mujer más bonita del mundo. –Le empezó a dar besos por la nuca y los hombros mientras con los brazos le rodeaba la cintura del todo y se pegaba más a ella-

M:-quiso hacerse la difícil- ¿crees que con cuatro palabras bonitas me vas a camelar?

R: -Que había medio visto la sonrisa de Marian y sabía que estaba haciendo teatro- Tienes razón, no puedo venir aquí y con cuatro palabras y cuatro besitos pretender que me perdones. Mejor me voy. –Estaba a punto ya de salir de la ducha

M: No te vayas por favor… -dijo sin girarse. No quería perder la oportunidad de estar con Raquel y menos ahora que había comenzado a sentir cosas en su entrepierna sólo a raíz de ese breve contacto.

Raquel volvió a abrazarle por la cintura y siguió con los besos en el cuello. Poco a poco fue bajando por la espalda y pasó sus manos de la cintura a las caderas, y le fue recorriendo la espalda de peca en peca hacia abajo a base de besos suaves, parándose unos segundos en cada beso como si quisiera dejárselos marcados; al llegar al culo le robó un pequeño mordisco en una nalga, con lo que Marian soltó un gemido casi inaudible. Raquel volvió a subir por la espalda, esta vez paseando su lengua por la columna. Al volver a ponerse de pie alcanzó la esponja y el gel y la empezó a enjabonar con mucha suavidad por la nuca y la parte superior de la espalda, y siguió por el hombro y el brazo; Marian tenía los ojos cerrados y no hacía más que suspirar. No aguantó más tiempo girada, sin poder tocar ni besar a Raquel así que se dio la vuelta y quedaron a escasos centímetros, mirándose fijamente con mucha ternura y sin hacer nada más que estar abrazadas por la cintura.

R: Te quiero

M: Y yo a ti

R: Sé que igual no es el momento, o a lo mejor ya lo dabas por asumido pero… ¿quieres ser mi…novia?

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Marian y le provocó una sonrisa inmensa; a ella le daba miedo dar este paso; aceptar de una vez por todas la realidad que estaba viviendo, aunque la más bella de todo su recuerdo, seguía sin acabárselo de creer, toda una vida de heterosexualidad y ahora sintiendo lo que sentía por una chica. Pero ya estaba bien de reprimirse, había estado un año intentándose engañar a sí misma. Con el corazón latiendo más fuerte que nunca, por la sensualidad del momento y la proposición que le acababan de hacer, Marian aceptó,

M: Sí, claro que quiero.

Lentamente acortaron esa escasa distancia que las separaba y unieron sus labios en un beso lento y suave. Ahí no hubo cabida para la pasión, sólo para la ternura y el amor. El agua seguía cayendo sobre ellas, y sus manos danzaban libres acariciándose sus brazos, espaldas y cuerpos. Poco a poco Marian fue parando el beso, cogió la esponja que había quedado en el suelo de la bañera y empezó a enjabonar a Raquel por su pecho, pasando entre sus dos senos y yendo primero a enjabonar uno de ellos, y después el otro, haciendo especial énfasis en los pezones, que estaban duros como piedras. Con esto Raquel tampoco pudo evitar algún que otro suspiro y Marian siguió enjabonando el abdomen, el bajovientre y cuando estuvo suficientemente agachada se colocó de rodillas para estar más cómoda. Le fue dando pequeños besos por la zona del bajovientre y siguió por los muslos, acercándose cada vez más a las ingles, pero no más lejos. Acabó de enjabonarle las dos piernas, con mucha suavidad, desde los pies hasta las rodillas, y desde ahí hasta llegar otra vez a las ingles. Subió la mirada y vió que su ahora novia debería estar en el séptimo cielo porque estaba apoyada con una mano a la pared presionando con los dedos y con los ojos cerrados y mordiéndose el labio inferior. Quiso aprovechar para regalarle lo más cercano a un orgasmo que pudiera y agarró la esponja de manera que le quedaran dos dedos libres, y se la pasó por toda su entrepierna, empezando por el orificio anal y yendo hacia adelante, para acabar en el clítoris, que sintió grande e hinchado. En vez de acabar con la esponja remató la faena rozándoselo como si fuera sin querer con esos dos dedos que había dejado libres, a lo que Raquel presionó todavía más su mano contra la pared y gimió fuertemente. Marian sonrió triunfal y con cuidado se colocó detrás de Raquel para seguir enjabonándola esta vez las nalgas y la espalda, hasta quedar otra vez de pie. La respiración de Raquel se fue normalizando y esta vez fue ella la que no pudo aguantar sin besar a su novia, así que se dio la vuelta y empezaron un roce de labios que poco fueron sellando para que sus lenguas pudieran encontrarse tímidamente, como si fuera el primer beso entre dos adolescentes, con la misma suavidad y ternura que estaba reinando el momento. Pasado un rato en la ducha decidieron salir y empezar a secarse. Se secaban la una a la otra con la misma toalla, en silencio, con miradas cómplices y besos robados cada poco tiempo, en la boca, en el cuello, en el abdomen, en los pechos, en todas las partes de su cuerpo. Cuando Raquel estaba subiéndole la toalla por la pierna a Marian con mucha suavidad y lentitud, se abrió la puerta.

P: Tortolitas, yo me … uy, perdón

M: No pasa nada. Un placer conocerte Patricia, nos vemos pronto.

P: Lo mismo digo. Bueno Raquel, veo que has seguido mi consejo y ha funcionado, así que no molesto más y os dejo en vuestro momento de… amigas con derecho a roce.

R: De novias Patri, puedes decirlo, de novias.

P: ¿¿Ah síiiii??? –dijo ilusionada como una niña pequeña- Ay que ilusión me hace, mi hermana con novia!! Ya era horaaaa!!! Ale ale, a disfrutar, ciao bellas !! – Salió corriendo del baño y poco después se oyó la puerta de casa.

M: Jajaja, me cae genial tu hermana, es muy… como decirlo… espontanea.

R: Sí, podríamos decirlo así. A veces pienso que no sé como la aguanta su novio, pero debe ser por el amor que se tienen.

Acabaron de secarse y de vestirse, con todo ya era cerca de la hora de comer, así que se prepararon algo ligero y estuvieron comiendo, sólo con una mano puesto que la otra la tenían ocupada acariciando la de la otra.

M: Este viernes es el cumpleaños de mi amiga Tati, ¿te acuerdas de ella? Vino a las fiestas la semana pasada.

R: Sí sí, me acuerdo, tu mejor amiga, ¿verdad?

M: Sí, quiere que quedemos para cenar y luego salir de fiesta por algún local… me ha dicho que si quieres venir estás más que invitada.

R: Ah vale! Me parece estupendo! Me cayeron muy bien tus amigas.

Acabaron de cenar y pasaron la tarde en el sofá de Raquel viendo una película romanticona que pasaban por la tele, parecía programada apropósito para ese primer día de noviazgo oficial, en el que no paraban de regalarse besos, caricias y miradas cargadas de complicidad. Ya entrada la tarde-noche Raquel se tuvo que ir hacia su otro hogar en su otra ciudad, así que sintiéndolo mucho se tuvieron que separar.

Durante la semana se echaban de menos todo el tiempo, a cada rato que podían se escribían “wasap’s” y cada noche se telefoneaban. Llegó el viernes y con él el cumpleaños de Tati, que empezó como el peor de su vida. A las dos del mediodía Marian recibió una llamada.

M: Tatiiii!!! Felicidades!!! Te iba a llamar más tarde con más calma… ¿Tati? ¿Estás bien? ¿Porqué lloras?

T: Ay Marian… -hablaba entre sollozos- El cabrón de Alberto, todos son iguales tía, a este paso me meto a monja de clausura y me va mejor.

M: No seas exagerada. Dime, ¿qué ha pasado?

T: Maldito hijo de… he ido a su piso para darle una sorpresa ya que hoy me había pedido el día libre en el trabajo y… y… yo oía ruidos como de su habitación pero no podía creérmelo… y cuando abrí… se estaba tirando a su compañera de piso –arrancó en llanto de nuevo-.

M: Ufff… bueno, a ver, no hagas nada que te conozco y cuando te da el impulso luego te arrepientes de tus actos. ¿Quieres que quedemos esta tarde y hablamos con calma?

T: No no, ya lo he decidido, voy a mandarle a la mierda, estoy harta de los tios Marian, no quiero saber nada de nadie en mucho tiempo, de nadie!!! Ni aunque se me plante Brad Pitt aquí ahora mismo! Esta noche salimos, me emborracho a base de whisky y tequila y mañana será otra historia.

M: Jajaja, tú siempre tan drástica, deja a tu pobre hígado que no tiene la culpa de nada.

T: Jajaja, ay Marian, menos mal que te he llamado –ya había dejado de llorar y hablaba con más calma- Necesitaba contárselo a alguien o reventaba.

M: Claro que sí, eso es lo que tienes que hacer siempre que para eso estoy.

Fue pasando la tarde, las chicas se fueron preparando para la fiesta... Lo que ninguna se imaginaba era que durante la noche iban a encontrarse a alguien totalmente inesperado que haría cambiar los planes de Tati de no querer saber nada de nadie.