Las chicas de la clase de francés.

Pues déjame que te diga que hemos estado perdiendo el tiempo… siempre he creído que eras preciosa, pero ahora que te veo así, todavía más

Hola amigos!!! Vuelvo con otra historia... en principio sólo iba a ser una parte pero me ha quedado el final un poco abierto, así que si os gusta la sigo, pero se puede quedar así también, jejeje.

PErdón si hay alguna falta en el pequeño diálogo en francés, sé lo justo!! jajaja.

Los comentarios y las críticas constructivas serán bien recibidos! xDD. Gracias de antemano!


Raquel llevaba dos meses viviendo en una pequeña ciudad que no era la suya, se había mudado desde la gran ciudad porque le había surgido allí una oportunidad laboral que no había podido desperdiciar. Pudo alquilar un pequeño piso en una zona bastante céntrica y estaba en proceso de decorarselo a su gusto, pero todavía no le había podido ir a visitar ninguna amiga de su ciudad, así que todos los fines de semana volvía a su casa para poder ver a sus amigos y su familia. Ese fin de semana era el primero que se quedaba en su nuevo piso, ya que eran las fiestas de esa ciudad y montaban una feria y puestos de comida y atracciones; se quedaba porque Marian se lo había propuesto, ya que ese fin de semana iría, aprovechando las fiestas, y saldría con sus amigas de toda la vida, que también eran de allí.

Marian era el mismo caso que Raquel, pero al revés: había ido a la gran ciudad a estudiar  magisterio, procedente de esa pequeña ciudad en la que ahora vivía Raquel, y de vez en cuando iba para ver a su familia y en ocasiones especiales, como esta vez las fiestas.

FLASHBACK- de cómo se conocieron.

Las dos chicas se habían conocido en las clases de francés a las que iban por las tardes, después de la facultad (cada una la suya, Raquel estaba en el último curso de enfermería); siempre se sentaban juntas en las últimas filas, ya que una llegaba siempre la última y otra se iba un rato antes de que acabara la clase, y se sentaba ahí por no molestar a nadie cuando se fuera; las actividades por parejas las hacían siempre juntas, y cuando las acababan se ponían a hablar de como les había ido el día, anécdotas, preocupaciones... habían ido creando una relación más o menos de amistad, pero no salía de esas paredes. A pesar de eso, a Raquel le empezó a gustar Marian desde los primeros días de clase, pero sabía que había tenido relaciones duraderas con chicos, así que lo de tirarle los tejos lo veía lejos, simplemente prefería ser amiga suya y olvidarse de que le gustaba; ante todo Raquel era una chica muy respetuosa y no quería poner a Marian en ninguna situación comprometedora, ni que la relación de amistad que tenían se enfriara como consecuencia de declararsele. Un día Raquel le contó a Marian que era lesbiana pero que no tenía mucho éxito en general; Marian le contestó con un simple "tranquila mujer, que estas cosas llegan cuando menos te lo esperas". Raquel estaba harta de escuchar esa frase.

Con los meses, en la clase de francés se había ido creando muy buena relación entre todos, así que decidieron irse un fin de semana a la casa de uno de ellos, en un pueblo costero; las dos chicas decidieron ir, más que nada para cambiar un poco la rutina de cada fin de semana (salir con sus respectivos amigos y pasar las mañanas con resaca). En ese viaje se acentuó mucho la atracción que Raquel sentía por Marian, ya que no sólo descubrió que le gustaba su manera de pensar, de ver la vida, su madurez, su sensibilidad, su timidez... también fue la ocasión en que pudo verla en bikini... waoo!! El cuerpo de esta mujer realmente le encantaba... no era nada del otro mundo, no tenía cintura de avispa, ni un gran pecho, aunque eso sí de forma perfecta, pero su piel pálida y todos los lunares y pecas (su debilidad) que tenía por la espalda y la tripa la acabaron de conquistar.  Pero por dentro no paraba de repetirse "sólo amigas, es hetero, nunca se fijaría en tí".

Al acabar el curso se dieron los teléfonos y decidieron que seguirían en contacto por whatsapp y facebook.

FIN DEL FLASHBACK.

Marian llegó el sábado demasiado tarde, así que Raquel decidió que ya le enseñaría el piso al día siguiente, que ahora lo que tocaba era irse de fiesta. Quedaron en la plaza mayor y un rato después llegaron las amigas de Marian, todas del mismo estilo que ella, muy bien vestidas y arregladas. Hay que decir que a Raquel le gustaba arreglarse pero nunca llegaba al nivel de la mayoria de las chicas de su edad, era mucho más simple, no se maquillaba tanto, y no le importaba llevar de fiesta una camiseta mona pero que se podría poner entre semana para ir al trabajo.

Durante la cena Raquel estuvo muy callada, era muy tímida y en un círculo que no era el suyo todavía más. Así que dedicó el tiempo a observar como se comportaba Marian con sus amigas; tenía una actitud muy desinhibida, estaba lo que se dice en su salsa, hablaban de cualquier tema sin tapujos... una imagen muy distinta de la que tenía a través de las clases de francés, donde mostraba una personalidad más recatada e inocente. El vino hace milagros, así que al final de la cena Raquel había conseguido soltarse y parecer casi una más del grupo, consiguió llevarse muy bien con las amigas de Marian, a pesar de sus diferencias estilísticas no eran nada estiradas y se podía hablar de todo con ellas.

En la feria montaron en los coches de choque, en el sapo que da vueltas y en varias atracciones más... Marian siempre iba de pareja con Raquel para que no sintiera que pasaba de ella (y para "recordar viejos tiempos de la clase de francés", decían irónicamente), así que para agradecérselo le regaló el premio que consiguió en la caseta de tiro, un pequeño peluche de un francés bohemio. A lo largo de la noche tomaron alguna copa en las casetas donde tenían montada discoteca; ponían los temas comerciales más de moda y no faltaron los bailes… Raquel se imaginó que era por la alegría que proporciona el alcohol o simplemente por la diversión del momento, pero notó que en bastantes ocasiones Marian se arrimaba a ella más de lo normal, se marcaron más de un baile más provocativo de lo normal, siempre empezado por Marian. Hay que decir, a todo esto, que Raquel había conseguido medio olvidarse de la chica en estos meses, ya que algún día de fiesta se había enrollado con alguien y eso siempre ayuda a olvidarse de otras personas (“a rey muerto rey puesto” dicen, no?) .

Hacia las 4 decidieron que era hora de irse a casa, ya estaban cansadas y además estaban cerrando ya las casetas. A estas alturas, el estado etílico de Marian era tirando a alto, controlaba, no iba dando tumbos, pero iba lo que se dice MUY contenta… Raquel había preferido mantener la compostura delante de las amigas de Marian y después del vino de la cena no bebió mucho más… un par de copas poco cargadas. En el momento en que Raquel se iba a desviar para ir a su casa Marian la sorprendió:

M: Oye, y si me enseñas tu piso ahora?

R:¿Ahora?? Pero mira que hora es!! No estás muerta de sueño? Además, tal como vas, no te vas a enterar de nada… jajaja

M: Que siii! Que ahora me da el aire y se me pasa un poco, ya verás! Que sinó mañana ves a saber a que hora me levanto y luego ya tengo que hacer la maleta para irme a la ciudad y a lo mejor no me da tiempo….

Raquel vio los pucheros que le puso Marian y no se pudo resistir a su carita angelical.

R: Está bieeeen!! Tengo un sofá-cama, por si no te ves luego con fuerzas de llegar hasta tu casa, te puedes quedar a dormir si quieres –le dijo con toda la inocencia del mundo, ni se le pasaba por la cabeza intentar nada con ella, aunque tenía la ocasión perfecta, sin padres ni compañeros de piso que molestasen-

Al llegar al piso, Marian empezó a mirarlo todo, era muy curiosa y observadora y no se quería perder detalle. Mientras estaba enseñándole el comedor a Raquel le entró sed,

R: Ahora vengo, voy a por agua a la cocina, quieres algo?

M: ¿Tienes tequila?

R: ¿Perdón?

M: Sí, tequila, eso mejicano tan fuerte que se toma con limón y sal

R: Jajajaja, tengo una ligera idea de lo que es el tequila, pero… ¿ahora te vas a poner a beber tequila?

M: No, yo no, las dos! ¿Tienes o no?

R: Em… bueno, la casera se dejó una botella precintada… supongo que si la abro y compro otra en su lugar no pasará nada… pero sólo uno eh!?

M: Sí sí, uno! detrás de otro… (dijo esto último casi sin que se oyera)

R: ¿Cómo?

M: Sí sí, sólo uno! sonriendo de oreja a oreja como una inocente niña pequeña

Raquel sacó unos vasos de chupitos que le habían regalado unas amigas y los puso sobre la encimera. Mientras servía el tequila con una mano, la otra la tenía apoyada en la encimera, y notó algo muy leve en ella, pensó que era algo parecido a un roce provocado por otra persona, pero pensó que eran imaginaciones suyas, que Marian no haría eso, y que probablemente se habría posado una mosca por un momento o algo así. Cuando levantó la cabeza y se fue a dirigir a la nevera, vió que Marian estaba demasiado cerca suyo, invadiéndole lo que se llama el espacio vital, pero siguió pensando que eran cosas de la borrachera, que no se controlan tanto las distancias y esas cosas. Mientras preparaba las rodajas de limón (ella había dicho sólo uno pero sabía que caerían más) prestó más atención a su alrededor y notó que Marian se acercaba más a ella poco a poco, hasta que ahora sí vió como la mano de ella se depositaba sobre la suya con más firmeza; Raquel se giró para mirarla y Marian la estaba mirando fijamente a los ojos, muy seria; con la otra mano le colocó un mechón de pelo detrás de la oreja; Raquel estaba paralizada, y Marian se le fue acercando. Raquel se estaba poniendo muy nerviosa, evidentemente, ya que una situación así era muy difícil de rechazar, pero puso mente fría de por medio.

R: Marian, vas borracha… qué pretendes? –en voz muy baja casi susurrando-

M: Voy borracha pero sé muy bien lo que hago, y creo que está muy claro lo que pretendo…

R: ¿Segura?

M: Ssss… -asintiendo lentamente con la cabeza y sonriendo muy segura de sí misma-

De repente Marian acortó la distancia de unos centímetros que las separaban y le rozó los labios a Raquel con los suyos. Se volvió a separar unos instantes, en los que Raquel le sonrió por primera vez en todo ese rato como señal de correspondencia y volvieron a iniciar un beso suave y lento, sólo con los labios. Raquel rodeó la cintura de Marian con sus brazos, y ésta pasó los suyos alrededor del cuello de Raquel, y así empezaron a intensificar el beso, y con él la respiración de ambas también se hacía más profunda. Marian se volvió a separar y le dijo a la oreja:

M: Todavía no me has enseñado todo el piso…

R: ¿ Qué quieres, que te haga todo el tour ahora? Que cortarollos…

M: Con que me enseñes lo que hay de camino a tu habitación me conformo.

R: Eso me gusta más…

Raquel le dio la mano a Marian, se la notó temblando. De camino a la habitación sólo había el lavabo, al que Marian apenas prestó atención, y al fondo estaba la habitación, decorada con algunos cuadros y posters al gusto de Raquel y y con dos paredes amarillo suave y las otras dos naranjas, todo muy cálido.

M: Ohhh tu habitación es très jolie!!! Me encanta ese cuadro de París!

R: Quelque jour j’irai avec ma couple.

M: Oh… ça c’est très romantic!

R: Je suis très romantique!!!

M: Tu est parfaite…

Marian se volvió a acercar peligrosamente a Raquel y le pasó la mano por la mejilla, por el cuello y se le acercó para darle otro beso en los labios. Esta vez las dos ya estaban algo más excitadas y enseguida empezaron a jugar con sus lenguas también. Mientras se besaban, Raquel hizo fuerza y elevó a Marian del suelo, la cual rodeó la cintura de Raquel con sus piernas; la condujo hasta la cama y la sentó, y con suavidad la empujó por los hombros para que quedara completamente estirada boca arriba, pero en seguida desobedeció y se incorporó.

M: No no no… si tu me vas a quitar la ropa a mi, yo te la quito a ti.

R: Cuantas exigencias, no?

M: Soy la invitada, recuerdas? Estás a mi merced!

R: Vaya, por ahí me has pillado, tienes razón… y la idea de que me desvistas no me desagrada del todo… -dijo mordiéndose el labio y con mirada pícara-.

Raquel volvió al ataque dándole pequeños picos por todas las partes de la cara y el cuello mientras desabotonaba la camisa entallada que llevaba Raquel para descubrir ese torso que había visto meses atrás en la playa, salpicado de las pecas que tanto le gustaban; siguió con el cuello, intercalando los picos con pequeños lametones, con los que Marian soltó un leve gemido; toda la seguridad que había mostrado antes se estaba escapando y ahora ya estaba mucho más sensible, se estaba dejando hacer por la experta… Raquel quiso seguir desvistiendo a Marian, pero no encontraba la cremallera de la falda, cosa de la que ésta se dio cuenta y empezó a reir.

R: No te rias!! Es que si no llevaras esta ropa tan complicada!!

M: Jajajaja ¿ahora resulta que la ropa puede ser fácil y complicada?

R: No te hagas la graciosa y dime como se quita esta falda!- Dijo con una risa entre nerviosa e impaciente.

Se estaba empezando a impacientar porque realmente estaba muy excitada, tenía muchas ganas de hacer el amor con Marian y sacarle la ropa lo antes posible; Marian le cogió las manos, hizo que le rodeara la cintura con sus brazos y se las llevó justo encima del culo, donde termina la espalda, y ahí Raquel ya notó el cierre. Se lo bajó lentamente mirándole a los ojos a su pareja, y Marian acabó de quitársela ella sola. Por último, en la posición en que había quedado Marian después de quitarse la falda, le permitió a Raquel quitarle los zapatos de tacón y las medias; lo hizo muy lentamente y con mucho cuidado para no hacerle ninguna carrera, y arrastrando los dedos por sus muslos y sus gemelos; tenía unas piernas perfectas, algo de celulitis quizás pero, ¿qué mujer no tiene celulitis? Marian con ese camino a través de sus piernas que hizo la otra chica se estremeció y decidió que ya había esperado mucho para desvestir a Raquel. En un abrir y cerrar de ojos le quitó la camiseta que llevaba y le desabotonó la falda; con algo de dificultad le sacó las botas y finalmente las medias. Ahora que ya estaban de igual a igual, las dos de rodillas sobre la cama, se fundieron en un beso muy caliente, y se abrazaron de tal manera que sus torsos quedaron completamente juntos, piel con piel, las dos acariciaban la espalda, los hombros, los brazos, el vientre de la otra…

M: No sabes el tiempo que llevo queriendo estar contigo.

R: Qué dices, pero si tú… a ti te gustan los…

M: Yo qué! Raquel, a mi me gustas desde que te ví en la primera clase de francés, y eso es lo que cuenta.

R: No me digas eso…

M: Te lo estoy diciendo, pero no tenía el valor suficiente para lanzarme… si mira, he tenido que emborracharme para conseguirlo…

R: Y cuando fuimos a la playa?

M: Bueno, tú ahí me habías dicho que estabas medio liada con una de tu uni y quise respetarte.

R: Sí, porque tu no parabas de decirme que últimamente salías mucho y tenías bastante éxito con los chicos… quería que pensaras que a mí también me iba bien…

M: El caso es que me gustas muchísimo… y llevo mucho tiempo esperando esto…

Raquel quitó el sujetador a Marian y la recostó sobre la cama; como había supuesto, tenía los pechos firmes, de un tamaño perfecto, ni muy grandes ni muy pequeños, y con un lunar en pleno canalillo, al que fue a besar directamente nada más verlo. Se fue acercando peligrosamente a base de besos a uno de los pezones de Marian y empezó a lamerlo y a succionarlo con suavidad. Se le habían puesto bien erectos –de hecho ya hacía rato que estaba excitada, pero con eso se le acabaron de poner duros-. Raquel empezó a oir los gemidos de Marian, la miró a la cara y estaba con los ojos cerrados y mordiéndose el labio inferior. Subió a su oreja para decirle con susurros:

R: Pues déjame que te diga que hemos estado perdiendo el tiempo… siempre he creído que eras preciosa, pero ahora que te veo así, todavía más…

Marian no pudo hacer otra cosa que abrir los ojos y sonreírle a Raquel, le rodeó con sus brazos para buscar el broche de su sujetador y se lo quitó. Sus pechos eran algo más grande y caídos, pero no por ello dejaban de ser hermosos. Se fundieron en un beso que empezó muy suave pero poco a poco se fue intensificando. Marian rodeó a Raquel por la cintura con sus piernas dejándola atrapada contra ella, así que ésta entrelazó sus manos con las de Marian. La pelvis de Raquel estaba contra la de Marian, que estaba provocando un lento y sensual movimiento de vaivén. Ese momento estaba cargado de erotismo, sus cuerpos emanaban calor y cada vez se oía la respiración de ambas más fuerte, les iba faltando el aire. El espejo del armario se estaba empezando a empañar. Raquel, sin soltar las manos de Marian, fue bajando con la punta de su lengua por su mentón hasta llegar a la barbilla, donde le dio un pequeño mordisco, y siguió bajando por el cuello hasta llegar al pecho, siguió con la lengua entre los dos pechos, y al llegar a ese peculiar lunar, declarado desde ese momento como su favorito, volvió al pecho que antes había descuidado y empezó un ritual similar al de antes, pero más largo, besó alrededor de su pezón, lo estuvo estimulando –todavía más de lo que lo estaba- a base de pequeñas succiones como si fuera un biberón. Marian soltó algunos gemidos, cada vez más fuertes, y después de un tiempo se le bloqueó el cuerpo y se le escapó un grito no muy fuerte, pero claramente un orgasmo.

Raquel se estaba excitando mucho también, de ver que esa chica tan hermosa con apariencia francesa estuviera ahora a su merced sintiendo lo que veía que estaba sintiendo. Decidió que ya era hora de hacerla gozar del todo, así que siguió bajando por el vientre, entreteniéndose en todas sus pecas… Marian ya se conocía el recorrido, no era la primera vez que alguien lo seguía, sabía que las pecas eran su punto fuerte, pero esta vez estaba siendo distinto, estaba disfrutando mucho más que con cualquier relación anterior, Raquel la trataba de manera distinta que los chicos con los que había estado, con más delicadez, más sensibilidad, más tacto…la miraba de otra manera, más pura.

Cuando llegó al borde de la braguita se la empezó a sacar con la boca ayudada de las manos por los costados, y mientras se las quitaba del todo volvió a rozarle con los dedos todo el recorrido de la pierna, como había hecho con las medias. Al sacárselas le cogió con suavidad una pierna y le fue dando pequeños besos desde el pie hasta la ingle, y vió que tenía los labios y el clítoris totalmente hinchados. Le pasó la nariz por toda la raja, aspirando su aroma y rozándola levemente con la propia nariz, y Marian soltó un fuerte gemido que si no lo oyeron los vecinos poco faltó. Después de este estímulo, Raquel saltó al ataque, le dio las dos manos a Marian y empezó a lamerle el clítoris con mucha suavidad; Marian empezó a hacer fuerza con sus manos, a lo que Raquel intensificó las lamidas al clítoris. Los gemidos de Marian empezaron a ser banda sonora del momento, así que Raquel aprovechó para cambiar y pasar a estimularle un poco los labios, que los tenía cubiertos de flujo. Le metió un poco la lengua e hizo un poco de juego de mete-saca; Marian apretaba las manos todavía con más fuerza después de esto; cuando Raquel empezó a notar las contracciones en la vagina de la otra chica, y que notaba que faltaba poco para el orgasmo, la soltó de las manos y la agarró de las caderas con fuerza para concentrarse en el clítoris. Siguió lamiendo, ahora con mucha más pasión, Marian empezó a levantar la espalda de la cama; mientras, Raquel no quitaba la mirada de la cara de su amante, que estaba totalmente en éxtasis, con las manos agarrando las sábanas. Siguió con su tarea en el clítoris, y el orgasmo tardó pocos segundos en llegar. Después de esto, Marian cayó rendida en la cama, Raquel le dio la vuelta para que quedara boca abajo y comenzó a jugar con toda la parte posterior, empezando por el culo, dándole pequeños besos a esos cachetes tan hermosos que tenía. Siguió con los besos subiendo por la columna y mientras le acariciaba los costados de la chica, hasta que llegó a la nuca, donde le pasó la lengua hasta la oreja haciendo que se estremeciera y le susurró.

R: Te has portado muy bien, para ser la primera vez.

M: Me has dejado muerta, no sé si podré compensarte.

R: No te preocupes, mañana tenemos toda la mañana, ahora vamos a dormir que es tarde.

M: Pues creo que dentro de poco sale el sol… ¿Quieres ver como sale?

R: Ouufff… Je suis très romantique, pero esta vez me gana el sueño… lo dejamos para otro día?

M: Como tú quieras guapa.

Raquel se estiró al lado de Marian, estaban cara a cara y se abrazaron, quedando muy pegadas. No tardaron ni un minuto en dormirse, había sido una noche muy completa…