Las chicas de la clase de francés (2)

Que corra el airee!!!

Buenooooooooooo muchas gracias por la acogida del relato!!! Vuestros comentarios me han convencido y me han ayudado para seguir escribiendo, espero no defraudar!! :). Allá va la segunda!!


Raquel se estiró al lado de Marian, estaban cara a cara y se abrazaron, quedando muy pegadas. No tardaron ni un minuto en dormirse, había sido una noche muy completa…


Raquel se despertó después de sentir un cosquilleo en su espalda. Un dedo le subía lentamente por la columna. Marian estaba muy pegada a Raquel y tenía pasada su pierna izquierda por encima de las piernas de Raquel, y su mano izquierda posada sobre el costado mientras que con la mano derecha le recorría la espalda arriba y abajo En seguida se acordó de lo sucedido anoche, y no se lo podía creer. Después de haber estado tantos meses soñando con su cuerpo e intentándose borrar esas fantasías de la mente para no hacerse ilusiones, lo había conseguido tal y como le había dicho Marian, “cuando menos te lo esperas”. Esa noche había sido una de las mejores en años, pero no estaba segura de lo que sentiría Marian al respecto... estuvo diez minutos pensando, analizándolo todo, en los que Marian no dejó de recorrerle la espalda y los hombros con las yemas de sus dedos… era domingo y el final del fin de semana se acercaba, y eso quería decir que Marian se tendría que ir a la gran ciudad para toda la semana, cosa que le entristecía… así que estuvo unos minutos mirando a la nada y sintiendo las caricias de Marian, quería disfrutar del momento.

Después de un rato se giró de golpe, quedando frente a frente con Marian; ésta se asustó, ni se imaginaba que estuviera despierta.

M: Capulla!! Me has asustado!!

R: jajajajajaja Y volvería a hacerlo sólo para volver a ver la cara que acabas de poner.

M: Ni gracia me hace… -poniendo unos pucheros poco creíbles- ¿Qué hora es?

R: Mm.. ¿de verdad quieres saberlo?

M: Bueno, en realidad no, en realidad me gustaría quedarme aquí contigo todo el día, toda la semana, toda la vida! Pero desgraciadamente hay una vida más allá de estas paredes, y unos padres viviendo a cinco minutos de aquí que ni me han visto desde que llegué.

R: Aha… son las 11 de la mañana. –Dijo con toda la naturalidad del mundo imaginándose la reacción posterior de Marian

M: ¿Quéeeeeee?

R: jajajajaja me encanta cuando te sorprendes, la cara que pones.

M: Que esto no es broma Raquel! ¿Ya son las once??

R: Sí, muy tarde?

M: Tardísimo!! ¿Y ahora que les digo yo a mis padres?

R: Qué tal… ¿la verdad?

M: Ni de coña… mis padres no son tan liberales como los tuyos, “hola papá, llego ahora porque hace media hora que me he despertado después de estar toda la noche bailando y teniendo sexo con una amiga de la clase de francés a la cual hacía cuatro meses que no veía”. Es capaz de mandarme a un convento...

R: Bueno, no te estoy diciendo que les digas TODA la verdad, ocultar cosas no es mentir, y si dices que te quedaste a dormir a casa de una amiga no estás diciendo ninguna mentira, ¿verdad?

M: Hombre dicho así… joé que crack, ¿siempre piensas así de rápido??

R: Sí, pero es adquirido… la excusa es todo un arte que hay que aprender!! Anda, vamos a vestirnos... te diría que nos ducháramos pero conociéndome se nos haría la hora de comer!! jajaja –A Marian se le iluminó la cara al oir eso de la ducha, pero fue realista-

M: Tienes razón… pero me quedo con lo de la ducha… ¿Donde está mi ropa??

R: Mm… pues….-mientras buscaba con la mirada por toda la habitación- creo que detrás de ti estoy viendo tu falda y… -dijo mientras se giraba- aquí está la camisa. El resto pues debe estar por tu lado porque aquí no hay nada más.

Raquel se puso ropa cómoda, se aseó y se fue a hacer algo para desayunar rápido, mientras que Marian acababa de vestirse. Cinco minutos más tarde apareció por la cocina sin hacer ruido, se acercó a Raquel, le rodeó la cintura con sus brazos, apoyó la barbilla sobre su hombro y tomó aire profundamente.

M: Mmmm… qué bien huele!!

R: Pero si estoy haciendo tostadas con mermelada, eso no huele!

M: No digo el desayuno, digo tú pelo.

R: Acabáaaramos, luego te digo el secreto –coge una tostada, se gira y se la pone en la boca a Marian- Toma, tu desayuno –sonriendo y guiñándole un ojo.

M: Jajaja, gracias, no me gusta nada la mermelada, pero por ser tú me la comeré, seguro que está hasta buena.

Estuvieron desayunando entre bromas y piropos y fueron dando un paseo hacia la casa de los padres de Marian, le costó un poco pero al final Raquel sacó el tema.

R: Oye, esto es como raro, no?

M: ¿El qué?

R: Bueno, con la tontería hace más de un año que nos conocemos, hemos hablado de asuntos personales, y ahora de repente, casi cuatro meses después de vernos por última vez, nos vemos y nos acostamos…

M: Ya, bueno, ya te dije que a mi me gustabas desde el principio…

R: Pero entonces? Porqué has esperado hasta ahora para decirmelo? Mira que tuvimos tiempo cuando nos veíamos cada semana.

M: Bueno, alguna vez ya me ha pasado que me he encaprichado de alguien y luego conociéndole mejor se me pasaba, seguía la amistad por supuesto, pero no sé, era como algo temporal que se me pasaba en semanas… pensaba que después del verano y ahora después de venirte aquí, me olvidaría de ti, pero no, no te puedo quitar de mi cabeza, y mira que lo intento, salgo de fiesta a ver si me lío con alguien, pero siempre hay algo que me frena, no hay manera…

R: Waooo pero a ver, mucha teoría de que “todos somos bisexuales” pero yo eso no me lo acabo de creer, y más no sé, viniendo de una chica como tú, siempre con relaciones heteros… se me hace superraro, no sé… tú a mi me gustas mucho te voy a ser sincera, pero ahora nos separan 100 km cinco días a la semana, y yo ya he sufrido mucho por amor, ¿estás segura que no es un capricho?

M: -dejó de caminar y se puso frente a Raquel- HA! ¿Un capricho? Mira, tú sabes lo tímida que soy, ya te he contado que en mis anteriores relaciones siempre me ligaban, no ligaba yo, nunca tenía el valor de dar el paso… me he tenido que emborrachar esta vez para atreverme a darlo, pero lo he dado porque de verdad quería, me encanta estar contigo, tu carácter, tu personalidad, tu sentido del humor, tienes una belleza atípica que según tú no gusta pero a mí me encanta, tus miradas dicen mucho más que mil palabras, y hay mucho feeling entre nosotras… y no te miento si te digo que esta noche he sentido más que nunca.

A Raquel se le fue acelerando el corazón a medida que Marian hablaba, nunca se le habían declarado de esta manera –nunca se le habían declarado-, eso la hizo sentir muy especial y se dejó llevar por la emoción. Se acercó a Marian poco a poco, pasó la mano por su cuello y la atrajo hacia ella, se detuvo un segundo que parecieron minutos y la besó con mucha suavidad que rápidamente se convirtió en pasión. Marian la atrajo por la cintura y estaban tan pegadas y ajenas a su alrededor que ni hicieron caso a varios comentarios del estilo “Que corra el aire!!!” y demás que soltó algún transeúnte. Pararon porque se les estaba acabando el aire, entrelazaron sus manos y siguieron caminando. Ahora ya no hablaban, sólo caminaban cogidas de la mano y se giraban de vez en cuando para mirarse con ojos y sonrisa tímida.

M: Es aquí. No me quiero ir…

R: Ni yo quiero que te vayas, pero cinco días pasan volando, ya lo verás, el viernes por la tarde cuando llegue quedamos, ¿vale?

M: Uff… no sé si podré esperar tanto… hablaremos cada día vale? Au revoir, mon amour!

R: Au revoir…

Raquel se fue a dar un paseo por su relativamente nueva ciudad; realmente no se la conocía mucho porque entre semana, cuando no estaba en el trabajo se quedaba en casa o comprando cosas para su piso, pero a pasear con calma todavía no había salido.  Así que aprovechó la luz del día de ese domingo para conocer rincones de la ciudad. Estaba pletórica, su cara lucía una sonrisa imborrable e iba caminando casi dando brincos.

Llegó a casa a la hora de comer, se hizo algo rápido y se tumbó en el sofá a ver que le ofrecía la programación televisiva. Hacia la media tarde sonó el timbre de su casa, extrañada se levantó y al abrir la puerta se le pusieron los ojos como platos …

R: ¿Qué haces aquí???

M: Ya te estaba echando de menos… ¿puedo? –hizo un gesto con la mirada pidiendo entrar-

R: Por supuesto… -dandole la mano y atrayéndola hacia dentro del piso y cerrando la puerta con un golpe. No le soltó de la mano sino que la empujó contra la puerta y se la empezó a comer a besos por la cara y el cuello mientras le acariciaba el pelo y la cara- Yo también te echaba de menos…