Las chicas con las que hice tríos V

La última chica con la que hice tríos tenía unos gustos un tanto peculiares...

La sexta y por ahora ultima chica con la que he hecho tríos tiene, de todas ellas, la historia que considero más rocambolesca, aunque tampoco es nada del otro mundo comparado con otras cosas que se han escrito.

Después de romper con Susana volví a las andas. Uno de mis caladeros era Tinder, con el que ya había tenido una experiencia bastante irregular, con muchas decepciones y aquel gran acierto que fue Erika. Y aquí pesqué a la sexta chica que compartí, aunque no se si debería contarla como tal.

Se llamaba Sara y tenía 26 años. Media alrededor de 1.65 y en sus fotos parecía guapa. Cara bonita, rellenita sin llegar a gorda, tetona y orgullosa de su escote, piel blanca, pelo teñido de forma moderna… un pibonazo si te van las chicas con look alternativo. Desgraciadamente, la ley de Tinder se cumplió y en la vida real no era tan guapa como en las fotos. Y me estoy quedando muy corto. Era una experta en ángulos y filtros que tan solo tenía un parecido lejano con la de sus fotos. La cara era más fea, la barriga más grande… y los brazos, las caderas, los muslos y el cuerpo en general. Afortunadamente esto también se aplicaba a las tetas y el culo, que eran enormes. Por desgracia para mí, la cordura no es mi fuerte y las tetas son unos de mis vicios. Además de los culos, y el suyo era de los buenos, de los que quieres reventar nada más ver embutidos en leggins. Y si encima la tía era la mitad de guarra de lo que decía…

Eran aquellos tiempos mágicos, 2018, en que se podía salir de fiesta y estar en la calle a las cuatro de la mañana sin que hubiera toque de queda que lo impidiera. Los echo mucho de menos… Pues bien, la primera vez que quedamos es como suele ocurrir en estos casos, para un café. No salí corriendo por educación y por sus tetas. Y ocurrió lo que tiende a ocurrir, que fuimos a tomar luego otro café a mi casa y acabamos follando. Admito que repetimos unos cuantos días más.

Tiempo después era fin de semana y una chica con la que iba a quedar me dejó plantado. Y Sara me había hecho una invitación abierta, un pásate si te animas, a salir con ella de fiesta. No tenia nada mejor que hacer, cualquier otro plan con mis amistades ya se había cerrado hace días. Así que entre quedarme en mi casa con mi mano o salir de fiesta y mojar con una gorda tetona, mi polla venció la lid y le consulté a Sara si la invitación seguía en pie. Y así era.

Nos encontramos a las doce. La acompañaban un par de amigas solteras, una pareja y su amigo gay. Seguía siendo fea y gorda, pero de fiesta ganaba mucho. Sabia sacar partido a sus puntos fuertes y disimular los débiles, casi parecía la de las fotos. Y vaya escote que llevaba, evidente estrategia para desviar la atención de su cara.

La noche empezó tranquila, con unas cervezas y algún chupito en un antro. La charla era divertida, mejor que la habitual en internet, así que no me arrepentía de haber salido de casa, especialmente con ese escote ante mí. Una de las amigas se recogió a eso de las una, y era una lástima, porque era guapa pese a ser gorda. Y nosotros cambiamos de local.

El segundo sitio era más animado, con música de pachangueo, más cerveza, más chupitos, más oscuridad y más roce. Sara bailaba pegada a mí, su culo se restregaba con mi polla, mis manos recorrían su escote… La noche era buena y ya empezaba a robar besos.

Camino del tercer lugar nos topamos con unos conocidos míos, que me ofrecieron unirme a ellos. Si tuviera vergüenza me hubiera muerto ahí mismo de que me vieran pegado a una gorda como Sara, pero como no tengo pude sobrevivir el encuentro. Yo iba a mojar y ellos no, y eso era lo que importaba, ya nos reiríamos tomando unas cervezas y comentando la coincidencia. Cabe señalar que en dicha travesía nos abandonó la pareja de amigos de Sara, quedando tan solo ella, su amiga, su amigo gay y yo.

El tercer lugar era un pintoresco antro de música latina, con salsa, reguetón y demás canciones provenientes de la otra orilla del Atlántico. Pronto se hizo patente que no era la primera vez que mis acompañantes visitaban aquel establecimiento. A los cinco minutos de estar ya teníamos a un variado grupo de habituales enzarzando conversación con nosotros, especialmente con las féminas. Y a los diez ya se estaba liando la amiga de Sara con uno, que bailaba con ella y le metía mano de un modo que hacían parecer a mis atrevimientos en el anterior lugar propios de unos críajos de primaria.

Viendo el panorama no me achanté y decidí imitar a los locales. A Sara le agradó y se dejó sobar con gusto, empleando tan solo besos para protestar. Pero la mala fortuna me golpeó. Se acabaron las bebidas y era mi obligación ir a por más, así que me despedí con un largo y profundo beso y me dirigí a la barra. En mi ausencia se acercaron los buitres y desde la distancia pude observar cómo atacaban. Uno de ellos empezó a bailar con ella, pegándose cada más. Y la cola era larga e iba lenta. Y el buitre pasaba del baile a meterle lengua y mano, más específicamente una por el posterior del pantalón y otra por el escote, para disfrutar del tacto de sus tetas.

Y ahí seguían cuando me sirvieron las copas, morreándose mano y con el buitre metiendo mano sin pudor. Tenía tres opciones: podía huir, armar un numerito o echarle morro. Nadie me conocía allí, no tenía vergüenza y había salido aquella noche para follarme a esa gorda. Así que se impuso la tercera. Volví con ellos, deje las copas a salvo y me acerque al buitre y su presa, que seguía saboreando la carne. Le di una palmadita en la espalda a Sara, le hice saber que las copas ya estaban allí y le aconsejé que tomara la suya antes de que se calentara. También le dije con jolgorio que vaya bailecito había echada y que esperaba que el que me iba a dar a continuación estuviera al mismo nivel.

Así conseguí arrebatarle al buitre su carroña, con unas carcajadas por parte de Sara, que hizo justo lo que le sugerí. Tras beber me reto a demostrarle si estaba a la altura del baile anterior. Y lo estuve. La acabé poniendo contra la pared, metiéndole la lengua hasta el fondo, una mano en el escote y otra en el pantalón para reclamar lo que era mío. Le encantó, se puso a mil. El buitre llevó a cabo una segunda intentona sin éxito, pues la atención de Sara era solo para mí, retirándose de la escena definitivamente ante el escarnio de sus compañeros.

Llegada la hora del cierre nos dirigimos a la salida y tomamos un par de taxis. El primero era para la amiga de Sara y un afortunado ecuatoriano que aquella noche le iba a dar polla a aquella fea gorda. En el otro se producía una escena similar, subiendo ella, su amigo gay y yo. El amigo gay se había peleado con quien iba a ser su cita, así que nos acompañó a la casa que compartía con Sara, para pasar la noche. Para mí era un pequeño incordio, pero nada que no pudiera soportar a aquellas alturas.

A estas alturas creo necesario comentar que el amigo gay de Sara se llamaba Javi, tenía 25 años, media 1.75, era delgado, moreno, con ojos verdes, un poco de pluma y una polla bastante decente, por si el lector tiene curiosidad por dicho detalle. También he de comentar que cuando llegamos, fuimos al baño. Primero ella, luego su amigo y después yo.

Cuando salí, Javi se encontraba en el salón y Sara en su cuarto, cambiándose de ropa, y en un momento se incorporaría a nosotros. Y a los pocos minutos lo hizo, tan solo con unas bragas y una camiseta de tamaño extragrande, sin sujetador por debajo. Se sentó junta a mí y tardé poco en lanzarme a por ella. Me correspondió con besos y dejándose tocar todo, pero se negó a ir a su habitación todavía. Y me siguió calentando.

Su mano se metió en mi pantalón y me sobaba la polla. Me preguntó si quería que me la comiera y le respondí que sí. Me dijo que si lo quería tendría que ser ahí, en ese sofá, y me volvía a formular otra pregunta, que era si de verdad estaba seguro. Le hice saber que lo estaba y cumplió lo prometido. Me sacó la polla y se puso a comérsela, sin más dilación. Y su amigo miraba y se sobaba el bulto de la entrepierna.

Hubo un momento en que Sara paró de chuparme para pedirme que dejara a su amigo acercarse a ver mejor y accedí, ansioso de que continuara. Javi se puso de rodillas, frente a mí, a unos centímetros, con la polla fuera y pajeándose. Y Sara continuó comiendo otro rato. Pero paró de nuevo, cuando me faltaba poco, y me pidió que si podía hacerle el favor y darle a su amigo, que aquella noche se había quedado pinchado. Me notó reacio y guio una de mis manos a su culo para seguidamente formularme una muy tentadora oferta: A cambio de darle polla a su amigo, ella me permitiría follarme su culo y correrme dentro.

Y me tentaba mucho aquella oferta. Tenía un culazo y podría reventarlo, vengarme de todos los jueguecitos de aquella noche. Tan solo tenía que aceptar otro más. Y es que era un culazo de los buenos, grande y gordo, aunque con consistencia. Y mi mano se deslizaba por él, acariciando sus cachetes y rozando su raja. No soy una persona cuerda, como he demostrado a lo largo de la noche, pero si consistente. Así que decidí actuar en consonancia y se lo hice saber. Acepté su oferta.

Javi se adelantó y se metió la polla en la boca. Se le notaba la práctica. Y Sara alternaba entre morrearme y ponerme las tetas en la cara. Mi polla era besada, lamida, succionada y pajeada, disfrutando también mis huevos de las atenciones de Javi. Debo admitir que se le daba muy bien. Cuando Sara percibió vio que me iba a correr le empujó la cabeza a su amigo, para que se metiera hasta el fondo mi polla. Y así terminé. Se lo trago todo, sin ningún problema.

Sara cumplió lo prometido. Aquella noche me dejó reventarle el culo, con un poco de lubricante para ayudar. Suelo preferir los coños, pero aquel culo era uno de esos que ves y deseas follar. Grande, carnoso, suave, pero firme… un culo de gorda que solo unas pocas gordas tienen el privilegio de disfrutar. La ponías a cuatro, echabas un poco de lubricante y al ataque. Le di fuerte y lo aguantó como una campeona. Dos veces aquella noche.

A partir de aquella noche cambió la naturaleza de nuestra relación. Era ella quien me buscaba y me decía de quedar. Y cuando aceptaba, allí estaba su amigo. Igual quedábamos para ver una peli y a la mitad se ponía a pajearme y luego era relevada por Javi, mientras la boca de Sara se ocupaba de la mía. He de admitir que disfrutaba besando mientras me comían la polla.

La cosa no terminó ahí. A las pocas de veces de repetir, Sara innovó. En lugar de dejar a Javi solo ante el peligro se le unió. Y así tenía dos bocas comiéndome la polla y los huevos. Y vaya que si lo disfrutaba… a lo que se añadía de que gracias a esta pequeña perversión tenia acceso al culazo de Sara. Por muchos otros culos ni me lo plantearía, pero por el de ella lo hacía con gusto. Una chupadita rápida y a pasar el resto del día dándole a ese culazo sin la más mínima queja.

Hablando se entiende la gente y te enteras de muchas cosas. Entre ellas está que el motivo de Sara para estar en Tinder era encontrar a alguien que les diera polla a los dos. A Javi le gustaba comer polla y el morbo de Sara era ver como un tío se la comía a otro. Se complementaban a la perfección.

Yo no era el primero con el que hacían eso, sino el cuarto. Y a ellos había que añadir los demás que habían declinado la oferta y por ello perdido el contacto con Sara. Ahora que me tenia a mi para satisfacer su morbo, ya no necesitaba Tinder. Ello no quiere decir que no siguiera quedando con otros, que lo hacía de vez en cuando, aunque a ellos no les ofrecía el culo. Por mi parte, yo también seguí conociendo a otras, pues, aunque me gustaba esa gorda, quería un poco de variedad.

De esto modo pasé los últimos meses de 2018 y los primeros de 2019. Luego, como siempre que las cosas van bien, llegaron los problemas; Y empezó la cuarentena. Se nos hizo imposible quedar y la cosa se fue enfriando, especialmente a raíz de que Javi tuviera que irse a otra ciudad, con su familia, y Sara perdiera el aliciente del espectáculo. Pero bueno, mejor haber vivido y haber perdido que no haber disfrutado ese culazo que tenía Sara.

Y esta ha sido la última de las chicas que he compartido con otro, por ahora…