Las chicas con las que hice tríos III
Como conocí a una buena amiga que también acabó por compartir mis gustos
También yo decidí probar mi suerte por Tinder y otras aplicaciones. Era mucho esfuerzo y poca recompensa, por lo que solo le dedicaba tiempo de vez en cuando, pero algo cayó. Cayeron unas cuantas feas, otras cuantas gordas… y entre ellas hubo una con la que empecé a congeniar y quedar cada vez más a menudo.
Se llamaba Erika y tenía 20 años. Acababa de cortar con su novio, con el que había estado durante dos años repletos de peleas y celos hacia ella. Y antes de él había estado otros cuatro años, también repletos de celos y peleas, con otro novio. Aparte de eso, antes de hacerse Tinder, solo había probado dos pollas más: la que le desvirgó e hizo inseguro a su primer novio y con la que le fue infiel e hizo inseguro al segundo. Aguantó con este último, pero su paciencia se colmó y decidió cortar por lo sano. Si su segundo novio le acusaba en cada pelea de ser una puta, pues lo iba a ser. Empezamos a hablar cuando su cuenta apenas tenía tres semanas y por su coño ya habían pasado ocho pollas nuevas, dos de ellas en el mismo día, con un par de horas de diferencia. Y pasaron otras tres semanas y seis pollas más antes de que se decidiera a quedar conmigo.
Como he dicho antes, las que conocí por Tinder eran feas y/o gordas. Erika no se libraba de ser una de ellas y, como suele ocurrir en Tinder, en persona era menos agraciada que en las fotos. Mediría 1.75, siendo un poco más alta que Blanca y un poco más baja que Noelia. A su vez, era también un poco más rellenita que Blanca, no siendo una gorda, pero si un poco gorda. Tenía unas tetas que en una chica más delgada hubieran sido decentes, pero que en ella parecían un poco escasas, no mucho, pero si un poco. Su punto fuerte era el culo, gordo y firme, al que acompañaban unos muslazos rollizos que me volvían loco. Y respecto a su cara, dejaba que desear: era tosco y regordeta, con unas facciones que ni siendo más delgada le harían guapa, como mucho normalucha, además de tener una melena castaña, rizada e indomable. Y con todo ello, estaba mucho mejor que la mayoría de las que conocí en Tinder.
La primera vez quedamos, tomamos un café y follamos. Ella quería ser una puta, para eso estaba en Tinder, y yo quería follar, por eso quedaba con ella. Así que no hubo mucho conflicto de intereses. El caso es que me lo pasé bien con ella. Aparte de guarra era ruda y basta, me eche unas buenas risas hablando con ella. Y por eso seguí hablando con ella.
Aunque Erika se había tirado a unos cuantos de Tinder, lo normal era que una vez que le daban polla le dejaran de hablar, o al menos eso hizo la mayoría. Por eso, y porque también se lo pasó bien charlando conmigo, volvió a mi quedar conmigo en cuanto se lo volví a proponer, sin poner ninguna pega. Y de mientras había catado otro par de pollas nuevas.
Empezábamos a quedar más a menudo, nos contábamos cosas de nuestra vida, de nuestro pasado… Por eso supe lo de sus exnovios, lo de lo puta que estaba siendo e intentaba ser, que cada semana intentaba follarse a uno nuevo al menos, que había otro más con el que quedaba de forma regular y que bajo ninguna condición quería volver a tener un novio serio. Como he dicho, me parecía más bien fea, a lo que se unía la diferencia de edad, teniendo ella 20 años y yo 26, por lo que también la descartaba como novia, no por ello dejando de disfrutar de su compañía y de tirármela.
Aparte de eso, también supe que le gustaban los porros y que vivía con su madre divorciada, la cual tenía un novio con el que pasaba los fines de semana, dejando a Erika sola en casa de viernes por la mañana a domingo por la noche. Y por ello, cuando ya llevábamos unas semanas quedando y otras cuantas pollas habían disfrutado de su coño, empezamos a ir a su casa, lo que también me dijo que hacía con el otro que la follaba de forma regular. Allí follábamos, fumábamos porros (ya que me los ofrecía…) y hablábamos, además de ver tele y jugar a la play.
Ya que ella me contó lo puta que fue, yo le conté lo cerdo que fui. Todo lo que he escrito se lo dije, y más cosas que no incluyo porque no afectan a la historia, como aquella vez que me folle a dos hermanas por separado, a espaldas de la otra, y una de ellas con novio; o como que cierta gorda que me tire hace años la encontré recientemente en una página de porno, al que ahora se dedicaba profesionalmente en América, tras haber dado el salto desde España. Me costó un poco reconocerla, porque todavía está más gorda, pero admito que le he dedicado unas buenas pajas a sus videos, especialmente a aquel con dos negros. La dejan fina.
Pues bien, uno de estos días que quedamos en su casa, resultó que el otro chico con el que quedaba de forma regular se había presentado un poco antes, con porros y la había convencido de fumarse uno rápido, antes que llegara yo. Y con ese porro seguía cuando llegué.
Me abrió fumada y me explicó la situación, diciendo que podíamos dejarlo para otro día o que podía pasar y unirme, y que de paso me presentaba al otro que se la tiraba. Obviamente elegí lo segundo, así que pasamos y allí estaba él, en el salón, jugando a la play con el porro al lado.
Se llamaba Salva, tenía 18 años y era boliviano, lo que su rostro claramente revelaba, teniendo facciones claramente indias. Era un poco más bajo que Erika, midiendo 1.70, además de delgado. Un poco más tarde vería su polla, casi tan larga como la de Gonzalo, aunque menos gorda que la mía.
Erika hizo las presentaciones y Salva se descojonó, con buen humor y bien fumado, haciéndome saber lo contento que estaba de conocer a su compañero de coño y dándome un abrazo. Me contagió de su buen humor y encendí uno de los porros que me ofrecía.
Los minutos siguientes pasaron entre partidas de la play, porros y chascarrillos. Alguien contaba algo, se hacía un chiste fácil y tonto y nos descojonábamos. El tema del sexo, con Erika delante, tardo poco en dominar la conversación. Y salió la cuestión de los tríos. De los que estábamos allí, tan solo Erika no los había probado. La experiencia de Salva era más limitada, consistiendo tan solo en aquel par de veces que un primo suyo compartió con él a una española que se tiraba, que estaba cabreada con su novio y se desahogaba poniéndole los cuernos. Lo contaba con mucha gracia, especialmente el momento en que les estaba comiendo la polla, el novio la llamó y se puso a pelear con ella. Y ahí estaba ella, con las tetas siendo manoseadas y aprovechando los momentos que el novio no le dejaba hablar para besarse con ellos y comer polla, contestando casi a gritos cuando él hacia una pausa, mientras pajeaba al par. Erika y yo nos descojonamos oyéndole imitarlos.
La conversación derivó en un debate sobre si Erika serviría para un trio. El argumentaba, con mucho cachondeo, que no; que era mucha mujer para maniobrar bien, que ahogaría al de abajo y que no podría con tanta polla. Yo le rebatía, desde mi experiencia y también con cachondeo, que Erika era perfecta para un trio: su cuerpo podría resistir las embestidas sin problemas, que con tanta mujer había de sobra para dos y para tres, que era joven y repleta de energía, y que podía perfectamente con las dos pollas que había presentes.
Erika escuchaba, reía y daba la razón a uno u otro. Y nos fuimos por la tangente del tamaño de las pollas, a ver cuál decía Erika que era la mayor en esa sala. Se escapaba diciendo que eran distintas, y que quería a las dos. Y para demostrarlo, las acariciaba por encima de los pantalones.
Acabé proponiendo que, ya que Erika era incapaz de elegir, deberíamos compararlas. Salva lo secundó, a su vez planteando que necesitábamos su asistencia para empalmarnos del todo y poder comparar nuestro máximo potencial. Erika no tuvo ninguno objeción a la propuesta, y así es como Salva y yo acabamos de pie, frente al sofá, con las pollas fueras y Erika mamando.
Tenia una polla en cada mano y a las dos las besaba, lamia y se metía el capullo en la boca. Tampoco descuidaba los huevos, a los que atendía con la lengua. Y mientras Erika comía, nosotros comentábamos, volviendo a nuestro viejo debate. Que si mira que bien lo hace, que si falla en esto… También lo de la española que Salva compartió con su primó volvió a salir, llegando el cachondeo a que Erika usara una de las pollas como teléfono, haciendo como que hablaba con su ex.
Y llegado el momento, propuse compararlas. Salva y yo nos pusimos frente a frente, chocaron nuestras pollas y nuestros huevos se encontraron. Las manos de mi compañero maniobraron nuestros objetos de debate para que se alinearan y nuestra jueza pudiera llevar a cabo s cometido. El resultado era que la suya era bien larga, pero la mía bien gorda, que no podía decidir porque ambas eran grandes, pero de diferente modo. Y yo le expuse una duda que tenía, si así le entrarían en la boca. Y lo intento, pero solo la punta de las dos le cabía. Le presionamos un poco la cabeza, haciendo como si le folláramos la boca. Cuando quedó libre se irguió entre carcajadas.
Salva me manifestó que solo había un modo de dirimir nuestra querella: un duelo de sables. Y con una mano empuñó su polla y atacó la mía. Yo, tan fumado que estaba, no podía permitir tal afrenta, por lo que también empuñe mi fiel mandoble para defender mi honor. Y ahí estábamos, dándonos pollazos e insultándonos como piratas mientras Erika agonizaba por las carcajadas.
Me dirigí a Salva y le exhorté a que pusiéramos fin a aquellas burlas que nos dirigía aquella muchacha. Coincidió con mi parecer y nos abalanzamos sobre ella, despojándole de ropas. Entre risas nos intentaba oponer resistencia, pero pronto acabo desnuda, tumbada en el sofá y con mi polla en su coño, mientras intentaba sofocar sus carcajadas para comerle la polla decentemente a Salva. Le costaba, pues nosotros seguíamos con nuestras tonterías. Chocábamos las manos, nos abrazábamos, soltábamos chascarrillos… y yo le follaba al coño a Erika como podía del mismo modo que ella chupaba como podía.
Nos calmamos un poco y pude darle mejor. Cuando me quedaba poco le pregunté a Salva que qué prefería para terminar. Coño, me dijo, aunque no pudiera sentir las paredes de como se lo estaba reventando con mi ancho sable. Le pregunté si lo quería lleno o vacío y me dijo que lleno, a ver como se deslizaba. Cumplí su deseo y con un azote al culo de Erika me retiré.
Salva tomó mi posición y me dijo que prestara atención. Se la metió de un tirón, se deslizaba sin resistencia. Contemplé un par de minutos el espectáculo y reí con Salva, tras lo cual me senté en el suelo, junto al sofá y volví la cara de Erika hacia mí, para besarla. Y a la vez, una de mis manos pellizcaba sus pezones.
Mi lengua estaba en su boca cuando empecé a notar las convulsiones en su cuerpo. Salva también lo notó y se corrió a la vez que ella. Así fue el primer trio de Erika, pero no fue el último, y menos aquella tarde y aquella noche. Ni a Salva ni a mi nos esperaban en casa, así que había tiempo.
Aunque ese primer trio fue el momento más destacado de aquella jornada, hay otros que merece la pena contar más resumidamente. El primero de ellas es el de la hora de cenar, en que Erika se las apaño para comer media pizza mientras era follada en el sofá por Salva, todo por la coña Y luego, por seguir la coña se bebió un buen trago de Monster mezclado con mi corrida, terminando yo primero y luego llevándose la lata a los labios. Como he dicho antes, estábamos un poco muy fumados…
El otro momento destacable vino en torno a la madrugada, cuando su ex le habló por wasap. Habiendo contado antes Salva lo de la española que compartió con su primo, era imposible para nosotros no liarla. Le llevaba hablando un par de semanas a Erika y Erika lo dejaba en visto, pero aquella noche recibió toda la contestación que hubiera podido desear. Para ello empleaba las notas de voz, a las que tan aficionadas son las tías. Al principio éramos discretos y apenas se nos podía oír de fondo, pero la cosa se fue animando. Su ex recibió audios en que primero se intuía que algo pasaba, luego se oía un poco de chupeteo al principio y el final… y las risas que Salva y yo intentábamos contener eran cada vez más claras.
El ex se dio cuenta de que algo pasaba, y difícil era no hacerlo, y se enfadó. Lo que nos hacia todavía más gracia. Del chupeteo paso a recibir audios en que se oía claramente las embestidas que le dábamos a Erika, de hecho, nos esforzábamos para que se oyeran lo más posible, dándole fuerte. Y Erika le hablaba, dejando algún que otro silencio para que todavía se apreciaran mejor. Uno de los últimos audios fue de Erika corriéndose con mi polla, sin palabras, solo su orgasmo. Después le dedicó unos cuantos insultos más y se despidió de él, teníamos un par de partidas pendientes en la play.
Lo de Erika duró unos cuantos meses más después de aquella noche, más de medio año. Entre los polvos que le daba Salva, los que le daba yo y los que le dábamos juntos, poco tiempo tenía para zorrear con tíos de Tinder. Alguno más cayó, pero pocos, se pueden contar con los dedos de la mano.
Pese a que no quería más novios y a que quería estar soltera para zorrear, al final ocurrió lo que tenía que ocurrir. Conoció a un chico. Compartían clase, les toco hacer un trabajo juntos y congeniaron. Físicamente, él ni siquiera estaba a su nivel, y eso que ella no era guapa. Él era gordo, nada exagerado, pero gordo. Lo que le gustó a ella fue su personalidad, se pasaban horas hablando de videojuegos, streamers y cosas de esas. La seguimos follando en aquella temporada que se estaban conociendo, pero no eran pareja formal. Y un día vino y nos dijo que yo no podía quedar más porque estaba oficialmente con él.
Nos alegramos por ella, pero nos entristecimos por nosotros, íbamos a perder a una muy querida amiga. Hablamos y accedió a quedar un último día, pero solo para despedirnos y tomar un café, nada más. Y el café nos llevó a unos porros en su casa. Y ya que estábamos, los porros nos llevaron una última noche de folleteo, aprovechando que justamente ese fin de semana su novio tenía trabajo.
Fue una despedida muy emotiva. Nos pasamos toda la noche follándola, con besos, cariño y muchas corridas en su coño. Después de eso no ha vuelto acceder a quedar, aunque alguna vez nos la hemos cruzado en la calle y nos ha saludado con una sonrisa y un par de besos que nos han traído muy buenos recuerdos.
En cuanto a mi fiel compañero, Salva, y a mí, no rompimos el contacto. Me cae bastante bien el muchacho y de vez en cuanto nos hemos juntado para salir de fiesta, ir a sitios y fumar porros. También nos hemos presentado alguna que otra guarra y le puse en contacto con Blanca y Gonzalo, cuya compañía disfrutó, entre otra gente…