Las chicas con las que hice tríos II
Como lo hice con una pareja de conocidos
En la asociación había una mentalidad bien relajada en lo que a temas sexuales concernía. O lo que es lo mismo, era un putiferio de cojones y todos follaban con todos, nadie se escandalizaba porque las tías fueran unas guarras y a sus miembros le fuera cualquier perversión. Cualquier miembro que aguantara lo suficiente para desarrollar confianza con los veteranos se iba a hartar de follar.
En dicho ambiente la monogamia era poco menos que imposible, demasiadas tentaciones. Tanto Noelia como yo lo sabíamos, por lo que en vez de sufrir por celos decidimos disfrutar con la confianza que teníamos depositada en el otro. Ella follaba con otros y yo con otras, de forma ocasional y sin descuidar nuestra relación, dándonos prioridad sobre los demás. Teníamos de norma que debíamos mantenernos informados de las novedades que hubiera con terceros y pedir permiso antes de tener escarceos, aunque éramos flexibles con ello por la variedad de circunstancias que podían surgir, como un polvo que se presentaba totalmente de improviso con alguien a quien le tenias ganas o que pasara algo bajo los efectos del alcohol. No hubo ninguna discusión por aquella condición y gracias al buen de hacer de Noelia pudimos disfrutar de la compañía de aquellos cuatro afortunados con que la compartí, que ya habían pasado un reconocimiento previo con ella.
No éramos nosotros la única pareja de la asociación con una relación de aquella naturaleza. La de Blanca y Gonzalo era similar, pues él disfrutaba compartiendo a su pareja con otros y ella disfrutaba haciendo feliz a su novio. Esto se traducía en que ofrecieran su compañía a cualquier miembro con un poco de veteranía y disposición a aceptar, la cual intuyeron que yo tendría al llegarle rumores de como disfrutaba con mi novia. En principio me ofrecieron un cuarteto, pero Noelia no les encontraba atractivos y la compañía de mujeres no era de su gusto, pese a ello dándome el visto bueno para que quedara con ellos.
Con sus 24 años Blanca era alta, un poco menos que mi novia, alcanzando el metro setenta. Si mi novia era robusta, ella era rellenita, sin llegar a ser gorda. Su pecho era generoso, aunque no tanto como el de Noelia, a la que si superaba en culo. Y si el rostro de mi novia era tosco, el de Blanca era mediocre, incluso feo, con una sonrisa que arruinaban sus grandes dientes. Respecto a su piel, era de ese tono neutro que no es claro como el de mi primera y segunda novia, pero que tampoco puede calificarse como moreno; y sobre su pelo, era castaño oscuro, del que parece negro hasta que los rayos del sol revelan su verdadero tono.
De Gonzalo, que tenía 26 años, hay que decir que es alto, en torno al metro ochenta, además de algo regordete, con un poco de barriga. Viéndole junto a Blanca se adivina la vida sedentaria que llevan, sin andar en exceso, pero teniendo todas las semanas alguna comida fuera de casa. De cara tampoco es lo que se considera típicamente atractivo, con un nivel similar al de su novia. Sin embargo, su punto fuerte no es algo que se halle a la simple vista, a menos que se encuentre desprovisto de ropas y cachondo. El muchacho tiene un pollón, largo y gordo, que tranquilamente supera los veinte centímetros. Viéndolo puedes estar seguro de que su morbo de compartir a la novia no es nacido de la inseguridad, como les ocurre a otros.
Fue interesante la experiencia que tuve con ellos, siendo no solo el primer trio que hacia con una tía que no fuera mi novia, sino también el primero que hacia con la novia de otro. Empezamos tomando un café en el piso que compartían, charlando un rato, con Blanca y yo en un sofá y Gonzalo en un sillón a nuestra vera. Hablamos un poco del puterio que había en la asociación, de las guarradas que habían hecho ellos, de las que había hecho yo con Noelia… Y poco a poco se me pegaba más Blanca.
Primero su mano me tocaba el muslo, luego se quedaba ahí, después iba más adentro… Y ella cada vez se acercaba más a mi cara cuando hablaba, hasta que unió sus labios a los míos, su boca se abrió y me lengua se metió hasta el fondo. Se acomodó encima mía para seguir besándome e hizo una pausa al poco para despojarse de camiseta y sujetador, ofreciéndome sus tetas, que con gusto me esmeré en besar, lamer y morder.
Así estuvimos un rato, hasta que ella se arrodilló para comerme la polla, contando con la colaboración de Gonzalo para apartar la mesa en que teníamos las tazas del café. Gonzalo, en este tiempo, se había entretenido disfrutando del espectáculo y pajeándose sentado en su sillón, lo que continuó haciendo tras retirar la mesa.
Admito quedarme impresionado por la polla de Gonzalo, de la cual había oído rumores que se quedaban cortos. Nos contempló un rato, levantándose finalmente. Se acerco a nosotros, cogió a Blanca del pelo y tiró hacia atrás, besando luego su boca, de forma lenta y profunda, con amor. Luego le metió la polla en la boca y ella chupo, apartando de mí una mano para manejarla y pajeándome lentamente con la otra.
Me puso en pie para facilitarle la tarea y, después de movernos un poco, así teníamos a Blanca, arrodillada frente a nosotros, con una polla en cada mano. Un rato chupaba a una y otro a otra, a veces unía los capullos y se metía la punta en la boca… se le notaba la práctica.
Hubo una pausa en que nos despojamos de la ropa y Blanca se tumbó contra el respaldo del sofá, ofreciéndome su coño. Y empecé a darle, rápido y fuerte, como me sugirió Gonzalo, que nos miraba y se pajeaba. Cuando me iba correr, Blanca tiró de mi cabeza y empezó a morrearme, a lo que respondí metiendo mi lengua hasta el fondo de su boca y descargando en el fondo de su coño. Reposé unos segundos al terminar, apartándome al ser consciente del sonido de la masturbación de Gonzalo, quien tomó mi puesto al instante.
Su polla entró del tirón, estando el coño de Blanca abierto por mis esfuerzos y lubricado por mi semen. También él fue rápido y fuerte, terminando al par de minutos y siendo acompañado su clímax por el de Blanca. Permanecieron así unos minutos, besándose y diciendo cuanto se amaban. Una autentica escena de amor que dejaba claros sus sentimientos.
Aún le quedaba tiempo a la tarde y todavía hubo tiempo de otros dos polvos, que ya fueron en el dormitorio. El primero fue en la cama, con ella a cuatro, chupando a Gonzalo mientras yo le daba. Y el segundo en el suelo, con Gonzalo tumbado mientras su novia le cabalgaba y me chupaba a mí, que estaba en pie. Cuando terminé el primero, Gonzalo repitió la jugada del sofá y se corrió en su coño después de mí, mientras que en el segundo él terminó primero y yo en la boca de ella, que lego se inclinó para besarle.
Habrá a quien estas prácticas que tenían les parezcan raras, pero es porque este morbo no es el suyo o porque no lo ha probado. He de confesar que yo también he hecho, y ya había hecho antes de estar con ellos, cosas similares. Deslizarse en un coño recién llenado siempre es un placer y besar los labios de tu amada novia tras haber devorado una polla delante tuya es otro, no solo por la acción en sí, sino también por el morbo que entraña. Lo recomiendo sin reservas.
Esa fue la primera vez con ellos, pero no la última. Y mientras tanto seguía compartiendo a mi querida Noelia con el colombiano y me la cataron aquellos cuatro compañeros de la asociación, que también disfrutaron de la compañía de Blanca y Gonzalo. Y no fueron los únicos, hubo alguna que otra docena más de afortunados.
Fue una buena época, pero estas tienen la desgracia de terminar. Noelia terminó con éxito los estudios que había venido a cursar a mi ciudad y, por desgracia, los que ambicionaba se impartían en otra, lejana de la mía. Por ello decidimos poner fin a nuestra relación amorosa tras dos de los mejores años de mi vida. Nos mantuvimos en contacto, contándonos nuestras correrías. Oyó de mis aventuras con varias compañeras de asociación y desconocidas, mientras que ella me daba noticia de como seguía siendo la puta de la que me enamoré, follando un día con uno y otro con otro. Entre sus andanzas figuraban el encamarse con una transexual (de hombre a mujer, con una polla bastante decente) y montárselo, cuando tuvo ya 27 años, con dos negros de 18 y 19 años que conoció por Tinder y la dejaron agotada con su energía, vitalidad y pollas. Incluso nos visitamos alguna vez, aprovechando la estancia donde ella para que me presentara a su nuevo mejor amigo y le diéramos polla entre los dos. Fue agridulce, era casi como volver a estar con ella, pero sin tener posibilidad de poder volver a estar con ella.