Las chicas con las que hice tríos I

Como descubrí mi gusto por los tríos con una novia y los continué haciendo con otra

Todo el mundo tiene algo que le da morbo sobre todo lo demás, que le pone especialmente. Para mí son los tríos de dos tíos con una tía. No es nada especialmente complejo o elaborado, pero que le voy a hacer, es lo que me va.

En todo este tiempo he tenido la suerte de estar con unas cuantas tías y la fortuna de poder realizar tríos con algunas de ellas. Han sido seis en total, tres que eran novias mías y tres que no.

La primera fue Irene. Era bajita, de apenas metro y medio, y además estaba delgada. Y aún así se las apañaba para tener un culazo respingón y unas buenas tetas, que parecían todavía más grandes por lo bajita y delgada que era. A ello había que añadir una piel blanca, un pelo negro y una cara de niña buena. Era una muñequita, con cara de inocente, que no esperarías que hiciera estas cosas.

El primer trio fue llevando apenas unos tres meses, o quizás ni siquiera eso. Ella tenia 18 años y yo 19. Nos encontrábamos en casa de un amigo, después de un botellón, todos los demás se habían recogido, solo quedando él, ella y yo. Los tres estábamos un tanto alcoholizados en el salón cuando él nos abandonó para ir al baño, dejándonos en el sofá en que nos estábamos liando. El alcohol y lo cachondos que estábamos nos llevó a que Irene pasara de sobarme la polla a sacármela y chupar, aprovechando la ausencia de nuestro acompañante, con vistos a que ella cesara en cuanto hubiera indicios de que se acercaba el tercero en discordia.

Pero el plan no salió bien y él nos pilló a lo nuestro, con mi polla en la boca de Irene. Entró con sigilo y no se dejó hacer notar hasta estar junto a nosotros, momento en que se descojonó. El alcohol nos hizo actuar de una forma poco razonable, pues sus carcajadas no pusieron un punto final a nuestra actividad, sino tan solo una pausa. Yo me uní a sus carcajadas e Irene separo sus labios de mi polla para ver la escena y dejarse invadir por ella, riendo también, todavía con una mano en mi erección.

Él hizo unos cuantos comentarios jocosos proponiendo dejarnos e Irene y yo hicimos otros animándole a primero disfrutar el espectáculo y luego a unirse. Cosas del alcohol. Y por esas cosas el acabo con la polla fuera e Irene atareada en chuparnos a los dos. Y del chupeteo se pasó a más, con Irene desnuda y una polla en boca y otra en coño. Fue un polvo torpe e improvisado, pero que disfrutamos. Nos gustó tanto que después de tomar otro par de copas lo repetimos. Y volvimos a repetir al par de semanas. Y seguimos repitiendo una buena temporada, los tres años que dure con Irene.

Tengo la certeza de que mi morbo por los tríos viene de aquel entonces, de ver a la que fue mi primera novia seria manejando dos pollas cuando apenas llevábamos unos meses juntos. De contemplar como esa inocente muñequita se portaba como una puta y de como nadie lo sospecharía.

Llevando casi dos años estábamos otra vez de fiesta y nos encontrábamos en compañía de amigos de amigos. Entre ellos había un colombiano de nuestra edad que nos resultó bastante simpático. Y entre su simpatía y el alcohol, también acabé compartiendo a mi muñequita con él. Cuando la gente se recogía pasábamos del cachondeo a ponerla a cuatro patas en el asiento posterior de mi coche, con el colombiano disfrutando su coño y yo de una chupada y el espectáculo. Ese amigo de amigo nos dio su número y paso a ser folloamigo.

En el resto del tiempo que estuve con Irene fuimos quedando en ocasiones con uno y en ocasiones con otro. Con los dos lo pasábamos bien. Pero, como todas las cosas buenas, tuvo final lo nuestro. Se encoñó de un compañero de clase suyo y me dejó por él. Más adelante, años después, retomamos el contacto de forma esporádica, aunque no me fue posible volver a compartirla.

Estuve un tiempo soltero, de tonteo con una y otra. Noelia era una de ellas. Nos conocimos en una asociación universitaria, en la misma universidad en que estudiábamos, siendo ella de otra ciudad y viniendo a la mía por sus estudios. Desde el principio me quedó claro que era un poco puta. Antes de liarse conmigo ya la había visto con otros dos compañeros de la asociación, nada serio, simplemente liarse y follar, como luego me contó.

Con 21 años se caracterizaba físicamente por ser alta, superando el metro ochenta, teniendo una robustez que no era gordura, aunque si se hubiera descuidado lo hubiera sido, lo que afortunadamente no hizo. Su potencial, pero frustrada gordura se traducía en que tuviera unos pechos generosos, una amplia cadera, un culazo y unos muslos que todavía echo de menos. También era de pelo negro y de piel blanca, aunque he de admitir que mi primera novia le superaba en ese apartado, pues el rostro de Noelia era un tanto tosco, sin llegar a ser feo. No era lo que se considera un pibón, pero si tenia aquella forma que te despertaba la lujuria y el deseo de reventarla a pollazos.

Pues nos empezamos a liar y congeniamos. Nos llevábamos bien de personalidad y los dos sabíamos que lo nuestro no iba en serio, ella quedaba y follaba con otros y yo hacía lo propio con otras, todo sin celos. Pero cada vez pasábamos más tiempo juntos y disfrutábamos más de la compañía del otro. Así que decidimos empezar a salir juntos, a ser novios.

Teníamos confianza, así que cuando salió el tema de nuestras experiencias pasadas ella no tuvo reparo en confesarme lo puta que había sido, habiendo catado 14 pollas con apenas 21 años, incluyendo la de un negro que cumplía los estereotipos. Yo, por mi parte, le conté los tríos con mi ex. Ella, pese a lo puta que había sido, no había tenido la dicha de disfrutar tal experiencia, por lo que me hizo saber que tenia curiosidad en ella. Yo, siendo el buen novio que era, decidí darle el placer.

De los dos acompañantes que tenia con mi ex, el primero no estaba disponible al tener una relación seria y escrúpulos. El segundo tenia lo primero, pero no lo segundo. Y de este modo, gracias a la cooperación de mi apreciado colombiano, Noelia pudo probar su primer trio, resultando incluso más viciosa que Irene. Mi primera novia tenia ciertos prejuicios contra el sexo oral que la segunda no compartía, por lo que pudo disfrutar del tener una polla en el coño y otra en el culo.

Disfrutó de la experiencia y quiso más, compartiendo yo dicho parecer. Siendo tan puta como he mencionado que era, también quiso un poco más de variedad, lo que no me supuso ningún problema. En aquellos dos años que estuvimos juntos hubo otros cuatro afortunados más con los que compartí a Noelia, todos ellos miembros de la asociación en que nos conocimos.