Las charcas
Relato de spanking y disciplina doméstica pura y dura, donde la zapatilla de una tía hace estragos en el culo de su sobrino.
L A S C H A R C A S.__________________________________________
Pasé muchos veranos de mi infancia en el pueblo de mis padres, en la provincia de Zamora, pero en este que les voy a contar a continuación ocurrió algo que marcó el resto de mi vida.
Nos quedamos mi hermano pequeño y yo con mi tía y con mi abuela, mientras que mis padres se fueron con unos amigos por primera vez de vacaciones sin nosotros, y lo hicieron una semana a Portugal, mi madre nos advirtió a mi hermano y a mí que nos portáramos bien durante aquella semana, y le dijo a mi tía.
-Si se ponen tontos te quitas la zapatilla y les dan una buena paliza, y cuando yo venga les daré otra, estos dos no entienden otro idioma.
-Pero si van a ser muy buenos, verdad que si chicos?
- Si tía Aure
Mi tía Aure era una mujer de pueblo, robusta fuerte, con el pelo corto liso, muy cariñosa y buena, pero si se enfadaba había que temerla, aún tenía fresca en mi mente la azotaina que le dio a un primo mío el verano pasado por insultar a una vecina, le dio una tunda con la zapatilla que se la dejó marcada por todo el cuerpo, le bajó el bañador y veía como se iba marcando la suela de aquella maravillosa zapatilla en el culo de mi pobre primo, que al principio se negaba a pedir perdón a la vecina, pero a los pocos minutos lo pidió, vaya si lo pidió…fui testigo a escasos metros y sin saber aún la razón, aquella paliza produjo en mí una excitación descomunal, fue mi primera erección, y desde ese día caí rendido a las zapatillas de casa en general y a las de mi tía en particular.
Los primeros días pasaron sin nada que resaltar, fue al tercer día cuando estábamos en la piscina del pueblo, mi hermano con sus amigos, y yo con los míos, nosotros como veníamos de la capital nos hacíamos los chulitos, sobre todo yo.
Estaba contando una de mis aventuras con todos mis amigos escuchándome boquiabiertos, cuando mi tía me llamó a voz en grito, era la hora de comer, y parece que no era la primera vez que me llamaba, pero yo no la había oído.
-Ahora voy tía
-Ahora no, ya!!!
Aquel tono autoritario a mí no me gustó mucho , y le dije.
-He dicho que ahora voy, que se llegar sólo a casa.
A mi tía tampoco le gustó mi tono y visiblemente enfadada me dijo:
-Tú te vienes ahora mismo, y delante de mí, pero ya!!!
Yo ya estaba abochornado, mi tía me estaba tratando como a un crio, y todo mi crédito de chulito de ciudad estaba quedando por los suelos, pero lo peor estaba por venir.
-Tía, les estoy contando a mis amigos una historia, de verdad que en cuanto termine , me voy para casa- dije en plan conciliador.
-Me quito la chancla?-preguntó mi tía sacándosela casi toda del pie. Era la típica chancla de dedo, las que ahora llaman havaiana, en este caso era azul y con las tiras blancas, la suela era un poco más gruesa de las que tenía mi madre, y dolían mucho más cuando te azotaban con ellas en el culo como pronto tendría la oportunidad de comprobar.
Yo me levanté sin saber qué hacer, no sabía si mi tía sería capaz de zurrarme allí mismo delante de mis amigos, pero tampoco me atrevía a comprobarlo, por otra parte tampoco estaba dispuesto a ir como un corderito con ella y dejar mi “dignidad” por los suelos, así que lo que hice fue alejarme de mi tía y de mis amigos, y con una sonrisa nerviosa dije.
-Tía , de verdad, no tardo nada, en un minuto termino, lo juro.
-Manolito como no vengas aquí inmediatamente de rompo la chancla en el culo!!!!!
Mi tía ya se puso roja, y aquello no auguraba nada bueno para mí , así que decidí recular, y con el rabo entre las piernas, me despedí de mis amigos y fui como un corderito hacía mi tía, que me recibió, con un tirón de mi oreja izquierda, y tras echarme un rapapolvos me dio un par de azotazos a mano abierta en el culo, todo fue bastante humillante , y para rematar me dijo.
-Cuando lleguemos a casa prepárate!!!
-Pero tía…
-Prepárate de he dicho!!!! A ti te enseño yo a obedecerme!!!
El camino hacia casa fue tenso, mi hermano no decía nada, y mi tía no paraba de hablar entre dientes, hasta que yo le dije.
-Tía tampoco ha sido para tanto.
Aquello fue el detonante, yo no esperaba su furibunda reacción, pero lo que hizo fue darse la vuelta, y darme un par de bofetones y empezó con una reprimenda tremenda, menos mal que estábamos ya casi en casa, entonces me arrastró hasta la puerta de la casa entre azotes en el culo con la mano, tirones de oreja y algún que otro capón, pero cuando llegamos a casa lo primero que hizo fue quitarse aquella chancla azul.
Intentó quitársela con la típica patadita para que saliera disparada, pero bien por el sudor del pie o bien por su estado de nervios, la chancla no salía, y tuvo que hacer varios intentos, no fue hasta la tercera patadita hasta que la chancleta no salió, la recogió con rabia y empezó a zurrarme la badana en la entrada de la casa, me daba por todo el cuerpo, me fue llevando a chancletazo limpio hasta el comedor, allí se sentó en el sofá, y sin soltarme, me bajó el bañador y me tumbó sobre su regazo y allí empezó una sinfonía tremenda, como picaba aquella chancla, el brazo de mi tía era un molinillo, no sé cuántos azotes cayeron, PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS… pero fueron muchísimos, yo intentaba escaparme, pero era imposible, al revés, cada intento mío por escapar de aquel infierno era contestado por una salva de aun más duros chanclazos, picaban, escocían, dolían, yo lloraba, aullaba, pero la chancla no paraba, de vez en cuando visitaba mis muslos, pero lo peor era el culo, sentía mil agujas, y mi tía no paraba de abroncarme, por fin, dejó caer la chancla al suelo y después caí yo, y fue entonces cuando me dijo seguramente por enésima vez.
- …y que sea la última vez que me desobedeces a mi delante de nadie, me oyes, la última vez!!!!
Ahora lo entendía todo, si a mi tía- igual que a mi madre- algo le sentaba mal era que no le hiciéramos caso en público, eso era una afrenta que no podía soportar, y claro quienes lo pagaban eran mis posaderas.
Esa fue mi primera gran azotaina con chancla de goma, yo en mi infinita ignorancia despreciaba la chancla porque pensaba que no hacía daño, que era inocua, que era más ruido que nueces, pero mi tía me devolvió a la realidad, y puedo asegurar que una azotaina con una de sus chanclas y dada por ella era tan dura como la peor de las zapatillas… o casi.
Pasé un par de días un poco avergonzado, pero pronto recuperé el trato con mis amigos, al fin y al cabo todos cobraban más o menos a menudo y la mayoría mucho más que yo, así que a nadie le pilló por sorpresa los hechos acaecidos con mi tía.
Juanjo, el muchacho más intrépido de la pandilla, propuso ir a “las charcas”, las charcas eran unos pozos naturales abandonados que estaban a las afueras del pueblo, con las lluvias se llenaban de agua, y formaban un paisaje espectacular, sólo había un problema, eran muy peligrosas, y más para unos chicos, todos los adultos nos tenían terminantemente prohibido, sobre todo desde que años atrás un chaval del pueblo se cayó a uno de aquellos pozos, su muerte fue impactante para todos, y a partir de aquello los chavales tenían absolutamente prohibido no solo ir, sino incluso merodear por la zona.
Pero ya se sabe lo que pasa con las cosas prohibidas para los valientes chicos preadolescentes que éramos, era todo un incentivo, era una prueba indudable de valentía, casi un rito de paso para los chavales de aquel pueblo, así que tres de nosotros decidimos ir al día siguiente, saldríamos desde la piscina del pueblo, e iríamos en bici, dos de los chavales dijeron que no podían ir poniendo diferentes excusas que fueron recibidas por nosotros con algo de sorna, sólo seriamos tres los elegidos para la gloria.
Esa noche no salimos a jugar por el pueblo como solíamos, llovía bastante y el final del verano en aquel pueblo era bastante fresco por lo que mi tía nos dijo a mi hermano y a mi que no podíamos salir esa noche, que estaríamos en casa jugando al parchís.
La verdad es que no tenía muchas ganas de salir , se me había puesto mal cuerpo, yo creo que por la excursión prevista a las charcas, yo siempre oía a mi madre , a mi tía e incluso a mi abuela, contar historias terribles sobre las charcas, desde la guerra civil hasta la muerte de aquel pobre chaval años atrás, tan sólo una vez me dijeron que no se me pasara por la cabeza ir allí sin adultos, con la promesa de darme la más grande de las palizas, mi madre se ponía histérica sólo de pensarlo. La cosa no mejoró mucho cuando mi tía empezó a hablar de Juanjo y sus travesuras.
-No me gusta que vayas con él, Manolito, no hace una limpia, y mira que su madre lo lleva recto, pero nada, no puede ser.
-Su madre no le pasa una.-terció mi abuela.
-Ya lo sé, el otro día le pego un palizón con la goma de butano, que daba cada salto que parecía un gamo, pero nada, no escarmienta.
-Su madre le pega con la goma de butano tía?!!-Dije sorprendido.
-Con la goma de butano, con la correa, con la zapatilla… le da con lo que pilla, pero ya te digo que el nene es buena pieza.
-Una buena goma de butano te tendrías que agenciar tú para estos y para sus primos.-dijo mi abuela a mi tía.
Yo me quedé pasmado, mi abuela siempre había sido de armas tomar, aunque la verdad sólo con sus hijas, ahora también lo era con sus nietos, yo solo de pensarlo me echaba a temblar y más cuando vi a mi tía sacarse la zapatilla y decir, mirándome.
-Yo tengo a ésta , la ves Manolito?
Yo me quedé mirando la zapatilla y de pronto me entró de nuevo la excitación del verano pasado, era la misma zapatilla con la que había breado a mi primo por insultar a una vecina, era una zapatilla de paño azul marino, y suela de goma negra, tenía una suela dura y flexible a la vez, y mi tía aunque en pleno verano solía llevar chanclas, cuando refrescaba un poquito o después de darse una ducha por la noche se las solía poner, se le veían dos o tres dedos por delante y era totalmente destalonada por detrás e incluso por la parte lateral trasera, no se porqué, pero desde entonces adoro ese tipo de zapatilla de verano, además como están destalonadas al andar con ellas hacen un ruido maravilloso, yo siempre lo interpreto como la previa a una sonora azotaina.
-Eh? Si si tía.
-Pues como yo me entere que haces alguna trastada con Juanjo, te la rompo en el culo, no dirás que no estás advertido.
-Si tía, que no hago nada…
-Pues ya lo sabes, venga, ahora a jugar al parchís.
Yo durante aquella partida no pude quitar la vista de aquellas zapatillas, mi tía que parecía saberlo, no dejaba de juguetear con ellas, se las sacaba y se las metía, y me miraba de reojo, mientras mi excitación no paraba de crecer, al final la partida la ganó mi abuela.
Y llegó el gran día, yo estaba deseando que pasara cualquier cosa para poner una excusa y no ir a las malditas charcas, pero ocurrió todo lo contrario, uno de los chicos que en principio no iba a venir, si que vino , y entonces todos empezaron a acusar al otro de cobardica , el caso es que llegó la hora y salimos los 4 con nuestras bicicletas, con pensamientos de vplver antes de comer a la piscina, darnos un último baño y para casa como si nada hubiera ocurrido.
Pero la ley de Murphy existe, estábamos merodeando por todas las charcas, y cuando más alejados estábamos del pueblo, uno de los chicos se cayó de la bici con la mala suerte de que se abrió la cabeza con una piedra y se quedó inconsciente, todos nos asustamos mucho, ninguno sabíamos lo que hacer, hasta que decidimos que dos volvieran al pueblo a pedir ayuda.
-Si mi madre se entera que he venido a las charcas me mata. Dijo Juanjo
-Joder , y la mía…
-Sí, pero la tuya no te pega con la goma del butano…
-Pero me pega con la zapatilla y después mi padre con la correa, te crees que la correa después de los zapatillazos de mi madre no duele?
-Chicos yo conozco a alguien que vive hacia el otro lado del pueblo, puedo ir a su casa a pedirle ayuda y así no se enteraría nadie. Terció el chico que se había venido a última hora.
Todos celebramos aquella idea de nuestro amigo, yo me fui con él por acompañarlo, pero cuando llevábamos media hora en bici, con cara angustiada me confesó que se había perdido.
-¿Cómo que te has perdido?, pero no sabías donde vivía ese hombre.
-Eso pensaba, pero ya tendríamos que estar en su casa.
-Joder tío pareces tonto. Le dije al pobre chaval al borde de las lágrimas.
-Yo sólo quería ayudar, te crees que mi madre no me a pegar? Me va a matar.
-Pues anda que mi tía.
-Bueno vamos a volver y vamos al pueblo a pedir ayuda.
-Venga vamos.
Pero el día estaba torcido y nos perdimos, no dábamos con el camino de vuelta, ya era casi la hora de comer, y nos pusimos histéricos, no sabíamos ni volver a donde estaban nuestros amigos, para colmo el cielo se nubló por completo y empezó a llover, fue un tormentón de verano que duró más de una hora.
Mi amigo y yo llorábamos, primero por la azotaina que nos esperaba en casa, y ya después porque incluso temimos por nuestras vidas ( no era para tanto, pero en los niños el miedo es libre), el caso es que sobre las tres de la tarde, encontramos a nuestro amigos , con una alegría inmensa por nuestra parte, no tanto por la de ellos que se enfadaron al ver que veníamos tan tarde y encima sin ayuda.
Al menos el chaval de la caída había recuperado la consciencia, y estábamos preparando la vuelta al pueblos los cuatro juntos cuando vimos un Land Rover de la Guardia Civil, nunca me alegré tanto de ver a la policía, llegaron hasta nosotros y tras preguntarnos cómo estábamos avisaron por radio de que todo estaba bien.
Subimos las bicis al coche como pudimos y nosotros nos subimos dos delante con los guardias y los otros atrás con las bicis.
-Menuda la habéis liado, a quien se le ocurre venir a las charcas y encima vosotros solos… dijo el guardia civil que conducía.
El otro guardia dijo algo sobre que las madres estaban muy preocupadas, que no había derecho a hacer lo que hicimos nosotros, y que esperaba que nos dieran nuestro merecido.
Cuando estábamos llegando al cuartel, vimos a unas 25 personas esperándonos, yo pronto vi a mi tía, que estaba abrazando a la madre de Juanjo que estaba llorando muy nerviosa.
Nos bajamos del coche y fuimos a abrazar a nuestros seres queridos que estaban esperándonos, me sorprendió mucho la reacción de la madre de Juanjo, se tiró hacia él llorando y lo abrazó con mucho ímpetu, y si parar de llorar le decía:
-Me vas a matar a disgustos, pero antes te mato yo a palos PLASSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSS, de dio dos bofetones tremendos, y después lo abrazaba y lo besaba, le volvía a decir que lo iba a matar y otro guantazo PLASSSSSSSSSSSSSS, era una escena de histerismo absoluto, la pobre mujer estaba rota por los nervios, todo el mundo temió lo peor, afortunadamente no pasó nada, pero esto no iba a quedar así, lo íbamos a pagar y bien pagado.
Mi tía al verme me preguntó:
-¿Cómo estás?
-Bien tía lo siento mucho
PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS ( el bofetón me tiro al suelo) y me dijo
-Coge la bicicleta que ahora hablaremos tú y yo…
Ella salió andando hacia casa, vi que llevaba aquellas zapatillas azules de la noche anterior y con las que pegó aquel memorable palizón a mi primo el verano pasado, llevaba una chaqueta azul marino a juego con las zapatillas, una falda gris por las rodillas y una camisa blanca.
Iba andando realmente rápida el ruido que hacían sus zapatillas al rebotar con sus pies era realmente maravilloso (al menos para mí) lap lap lap lap lap lap lap lap lap lap lap lap lap, en menos de un minuto llegamos a casa, abrió la puerta con llave y me dijo.
-Pasa PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS, me dio otro guantazo que hizo que la bicicleta se me cayera en el jardín, con otro bofetón me pasó para dentro de casa donde esperaban mi abuela y mi hermano, yo caí de bruces dentro de casa, y mi tía me pegó una patada para “ayudarme” a entrar a casa, tras esa ayuda lo primero que hizo mi tía fue dar una patadita desde el portal para que saliera su zapatilla, esta vez sí que salió a la primera, por lo que se puede decir que entro su zapatilla antes que ella, para que no hubiera ninguna duda de lo que iba a ocurrir allí.
La paliza que se avecinaba iba a ser antológica, pero mi abuela no quería dejar nada a la improvisación y dijo:
-Zúmbale bien a este golfo, que menudo día llevamos, ahora que sufra él.
-Tranquila mamá, que éste se va a enterar de lo que vale un peine ZASSSSSSSSSSSSSSSS…vamos a mi habitación
El zapatillazo que me dio mi tía mientras que me levantaba del suelo, me levantó literalmente en peso, fue tremendo, salí disparado hacia su habitación, ella entró detrás de mí y cerró la puerta, fue algo que no se bien porque hizo, seguramente no quería que hubiera testigos del palizón que pensaba pegarme, pero a mí no sé porque extraña razón me gustó.
-Desnúdate!!!!
-…
-Te desnudas tú o te desnudo yo?
Nunca me he desnudado más rápido en toda mi vida, la cara de enfado que tenía mi tía Aure era absolutamente terrible, sin embargo mantenía cierta calma. Se sentó en su cama con la zapatilla en la mano, y me dijo
-Ven aquí Manuel!!!!
Yo me acerqué a ella y me tumbé sobre su falda sin que ella me lo dijera, pero sabía que era lo que tenía que hacer, no había nada de halagüeño en que me llamara Manuel y no Manolito.
Aún hoy tengo la impresión de que aquel primer zapatillazo que recibí sobre el regazo de mi tía fue el más duro que he recibido en mi vida, era tal la rabia contenida, y tal el miedo y la angustia que había pasado durante todo el día que se desfogó con mi pobre trasero, madre mía que palizón me dio aquella mujer…
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Aquellos zapatillazos sonaban contra mi culo como auténticos cañonazos, y¡¡¡¡ como dolían!!!!
No os podeis imaginar lo que mi cuerpo luchó por escapar de aquel infierno, pero de la manera que me tenía agarrado tía Aure era imposible que escapar
BUAAAAAAAAAA BUAAAAAAAAAAAA BUAAAAAAAAAAAAA BUAAAAAAAAAAAAAA BUAAAAAAAAAAAAAAAA BUAAAAAAAAAAAAA BUAAAAAAAAAAAA BUAAAAAAAAAA BUAAAAAAAAAAAA BUAAAAAAAAAAAAAAAAA BUAAAAAAAAAAA BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAA AHHHHHHHHHHHHHHHHHH AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
-Qué te dije yo anoche Manuel????
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PLOMB PL0MB PLOMB PLOMB
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Te voy a matar a palos, golfo, sinvergüenza, te mato!!!!!
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Aquella zapatilla caía con rabia, que palizón estaba recibiendo.
-Te voy a dar una de zapatilla que vas a mudar la piel !!!!!!!!!!!!!!!!!, después de lo que te estuvimos hablando anoche, te maaaaaato.
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BUAAA AHHHHHHHHHHH AUUUUUUUUUUUUUU ARGHHHHHHHHHHH AAAHHHHH AUUUUUU POR FAVOR TIA PARE AHHHHHHHHHHHHHHHHH BUAAAAAAAAAA
Aquella fue una azotaina monumental, histórica, no pude sentarme bien en al menos tres días , y por lo que pude saber no fui el único, Juanjo probó la goma de butano de su madre a base de bien, Antonio, el chico que se abrió la cabeza, estuvo una semana a base de zapatilla, dos azotainas diarias, y Ángel el cuarto chaval, tuco que soportar además de la zapatilla de su madre la correa de su padre, una cosa era segura, el verano siguiente no íbamos a volver a las charcas… ¿o quizás si?
Para Kiel.