Las casualidades, parte IV

Un fin de semana muy especial por tierras catalanas, y el principio de muchas cosas.

Esa semana fue bastante tranquila, a mi vuelta a mi casa, en el trabajo, incluso con Miriam.

Me gusto tener la sensación que aquel tema no se nos iba de madre, y que realmente los dos lo llevaramos como lo que era: un rollo de juegos sexuales y punto.

Para ser sincero, además, mejor así, os aseguro que Miriam es una mujer de la que cualquiera se podría encoñar hasta las trancas, y la verdad es que siento que estoy en una de las mejores etapas de mi vida...soltero, follando mucho (bueno, dejémoslo en bastante), y no hay nada que me haga ocambiar esa idea...ni nadie.

Era un viernes por la mañana, mediados de Octubre, aquel fin de semana, sin niños, había quedado en cenar el sábado con una amiga que tengo en Barcelona, Susana. (después os hablo de ella). Pasaria el fin de semana en su casa, y ha principios de semana me quedaria por la zona para visitar nuestros clientes catalanes.

Bajó a media mañana Miriam a mi despacho. Estaba caliente, se lo notaba. Y cuando se lo noto siempre tengo una erección. Su marido estaba en su despacho, asi que no teniamos margen de maniobra...al menos en mi despacho no.

-me estas poniendo cachondo Miriam -le dije sin tapujos.

-yo? joder, te estoy hablando de trabajo, y voy tapadita...no se de que me hablas -me contestó mientras ponía cara de tontita....y esa cara todavía me pone más.

Me aparté un poco de mi mesa, y le demostré que estaba empalmado, ya que marcaba un buen bulto debajo de mis vaqueros.

Justo en ese momento entró su marido, mi jefe. Menuda cortada de rollo. Se me bajó la empalmada en un segundo.

Hablámos un rato los tres, de mi fin de semana en Barcelona. Mi jefe le explicaba a Míriam que tenía una amiga allí , y que siempre volvía contento de las visitas por allí (en este punto, me sabe incluso mal, porqué veo que está tan lejos de saber que hago por allí que hasta me ofende que sea tan inocente).

Cuando se fueron, recibí un mensaje de Miriam, saltándose todos los protocolos de discreción que teníamos establecidos.

"quiero verte antes que te vayas" -me escribió.

"pues me voy a las dos, directo desde aquí".

"no me jodas, no me puedes dejar así".

"asi como'"

"cachonda perdida"

"pues propón...que yo me adapto" -le dije sin saber como salir del tema.

A las dos menos cinco del mediodia, cuando yo pensaba que se daba por vencida, bajó a mi despacho, con la blusa completamente abierta, y los vaqueros desabrochados.

-estamos solos -me dijo.

-a parte de estar loca, estas segura? -le contesté yo.

-si, y he cerrado la puerta por dentro. Si viniese alguien, diré que me he cerrado por dentro, porqué pensaba que estaba sola en la empresa.

No acabó de decir "SA" que yo tenía mi cabeza entre sus piernas, lamiendo aquel increible coño, que me vuelve loco. Lamí hasta que tuvo un orgasmo, entonces, sin quitarle los pantalones, la puse de espaldas, y lentamente la empecé a follar. Un poco por el coño, pero no pudé evitar la tentación de acabar follándole el culo.

Mi polla y su culo se entienden muy bien.

Cuando miré el reloj, eran las dos y cuarto, y salímos los dos juntos del trabajo. Bien serviditos.

Desde hace un tiempo, quizás un año largo, que siempre que voy a Barcelona, me instalo en un apartamento de AirB&B en el centro, en pleno Paseo de Grácia. Me gusta por su ubicación, aunque sea algo caro, incluye parking, y como decía está en el puñetero centro. Para pasear por las tardes es ideal. Y siendo un apartamento, puedo recibir visitas sin necesidad de ir a locales ni nada parecido. Y tiene un valor añadido: la chica que lo lleva: Marta, es una pasada. Rubía, alta, con un cuerpazo impresionante, preciosa de cara, y unos pechos que me hacen tartamudear. Debe tener treinta largos, y esta buena no lo siguiente, buenísima. Además de todo esto (que no es poco) ella lo sabe, y se siente poderosa. Me habla sabiendo que me la follaría en cada rincon de la casa. Y yo no puedo evitarlo, me quedo atontado. También tengo que decir que no he tenido ni la más mínima ocasión de tirarle los tejos. Porqué se los tiraría, aunque solo tuviese un 1% de posibilidades. Bueno, añadiré que está casada. Y tiene pinta además de estar forrada.

Pero en cualquier caso, me alegra la vista, con sus escotes, sus camisetas de andar por casa (cuando trae la bandeja del desayuno) y su naturalidad.

Llegué a las siete pasadas, con el clásico atasco de fin de semana. Me recibió su marido, un tipo alto, con la cabeza rapada, muy guapo y elegante. Tiene un acento raro, no sabría deciros si es francés, inglés o español. Muy agradable, me dio las llaves del piso, y me preguntó si necesitaba verlo.

-aunque creo que es usted un húesped habitual-me dijo mientras volvía a su despacho. Vi algo en él que me puso muy cachondo.

Me dirigí a mi piso, a ducharme y salir a cenar algo, solo. Susana no podía quedar hasta el sábado.

Aquella noche, puse un anuncio en pasion, pero no tuve el éxito que esperaba. Nada de lo que me entraba me ponía cachondo. Estuve tanteando la opción de un escort, negro, con una polla enorme, pero me pedía trescientos euros por venir al piso.

Busqué en Romeo, con mi perfil vestido de CD. Me entraron un par de tios distintos. Aquello ya tenía otra pinta. Gente que buscaba lo mismo que yo: follar, ni más ni menos. Sin dinero de por medio.

Quedé con un señor mayor, sesenta y algo. Delgado, completamente depilado, con el pelo blanco, y una buena polla. Era de origen alemán. Como estaba cerca, no tardó mucho en venir.

Como suelo hacer, lo recibí detrás de la puerta, casi a oscuras, con luz tenue. Le dí un par de besitos, y allí mismo me arrodillé para chupársela, un poco, sin que se corriese. Cuando estuvo bien dura, lo acompañé al lavabo, y lo ayudé a lavarse bien, sin dejar de sobarlo con mis manos y mi cuerpo. El no paraba de jadear, y estuvo empalmado todo el rato.

-me he tomado una pastillita, espero que no te moleste-me dijo mientras encendía el grifo. Eso me garantizaba mucho rato de sexo. Genial.

Ya en la cama, lo invité a tumbarse, y empecé a chupárle la polla de nuevo. Pasados unos instantes, dijo algo en alemán, al tiempo que me agarraba por la cabeza para mantener su polla en mi boca. Evidentemente no tuve más remedio que seguir chupándo hasta que se corrió.

Empiezo a encontrarle el tranquillo a los tios que se corren rápido. La segunda vez (generalmente cuando me follan) tardan mucho más y de esta forma obtengo mas gustito.

Continué chupándo durante un ratito. Su polla no dejó de estar morcillona.

Me arrodillé en la cama, y cogiéndome mi polla lo invité a que me la chupara.

-lo siento mucho...no es lo mio -me dijo el muy cabrito.

-bien, pues me la chuparé yo.

El no debió entenderlo, pero cuando vió que me ponía en el suelo, con el culo encima de la cama, y me doblaba completamente hasta tener mi polla entre mis labios, flipó.

Entre lametones, le pedí con una señal que jugara con mi culo. Se puso a mi lado, y empezó a masturbarme el ano con dos dedos, al tiempo que yo no dejaba de chupar.

-quiero follarte zorra -me dijo el hombre.

Sin dejar que me corriera, me puse a cuatro patas en la cama. Puso la punta de su polla en mi culo, y empezó a apretar. Parecía que iba a costar, pero entró sola. Cuando la tuvo dentro, me empezó a sobar la espalda, sin moverse, me medió incorpore, sin que su polla se saliese, y mientras me jadeaba cosas  a la oreja le susurré:

-fóllame duro tio.

Undí mi cabeza en la almohada mientras el se agarraba a mis caderas, entonces empezó a follarme fuerte durante un buen rato. Me moría de gusto.

Me tumbé en la cama, manteniendo una pierna levantada, mientras continuaba empujándome. Al rato me puse boca arriba, aguantando mis piernas con su ayuda, y masturbándome.

Se corrió en mi culo, y se quedó unos instantes quieto. Justo en ese momento me corrí sobre mi propia barriga.

-acércame la polla guapo -le dije.

Se acercó, de rodillas sobre la cama. Le quité el condón, que casi se le caia, y derramé su semen por mi estomago, mezclándolo con el mio.

-mira -le dije al tiempo que refregaba su polla por nuestras corridas.

Lo entendió en seguida. La refregó un poco más y me la acercó a la boca. Mientras se la chupaba, cogió todo el semen que pudo con la mano, y me lo acercó también a la boca.

Jugué con nuestras corridas y su polla, que de nuevo estaba dura.

-necesito un descanso, me dijo.

Nos tomamos una copa, en la cama. Su polla seguía mirándome, dura.

Sin dejar que se acabase la copa, me senté encima suyo, y con mucha facilidad su polla se perdió entre las paredes de mi culo. El tio se reía. Me deslizé por encima suyo, acompañando sus movimientos para que su polla entrara y saliese de mi ojete sin parar. Estaba muerto de gusto, y el igual.

Estuvímos asi, un montón de rato, hasta que de repente se corrió. Justo en ese momento noté un poco de su semen saliendo de mi ojete. Habíamos roto el preservativo.

Lejos de molestarme volví a chupársela un poco.

Una vez limpitos, me tumbé a su lado, pues empezaba a estar cansado.

El tipo cogió el teléfono, y de repente me dice:

-te apuntas a un trio?

-un trio?

-si, me ha escrito un colega, con el que nos enrollamos de vez en cuando, por si podemos vernos. Es un tio de mi edad, algo más versátil que yo. Esta casado y todo eso...

-tardaría mucho? Empiezo a estar cansado -le dije yo, sinceramente. La verdad la idea del trio me ponía cachondo, pero era verdad que estaba echo polvo.

-tardará cinco minutos. Íbamos a ir a un club que hay aquí cerca. Le paso ubicación?

En menos de cinco minutos llamaron al teléfono de mi acompañante. Le dimos el número de piso y abrimos el portal.

El colega era mayor también, calvito, con barba. Algo más gordete. Se besaron ante mi mirada durante unos segundos.

Fuimos a la cama, y entre los dos lo desnudamos. Se tumbó, y empecé a chuparle la polla. Más grande que la de su colega.

Mientras, el primero me metía dos dedos en el culo, yo chupaba aquella preciosa polla.

Me puse a cuatro patas en la cama, y me folló mientras chupaba la polla del primero. Me costaba asimilar tanta polla, pero me sentía lleno y super cachondo. Lo curioso del caso es que se corrió el primero otra vez, mientras el otro no dejaba de follárme.

-donde lo quieres? -me preguntaba entre jadeos.

-es una zorra, le gusta en la boca -le dijo su amigo.

De repente sacó su polla de mi culo, y me la metió en la boca. Tuve que chupársela durante un ratito hasta que me la llenó con su leche, caliente, y sabrosa.

Estuvímos charlando durante unos minutos, mientras se vestían. Yo me quité el conjunto y me puse unos calzoncillos, para acompañarlos a la puerta.

A la mañana siguiente, debían ser las nueve y media, cuando salía de la ducha, en calzoncillos. Escuché un ruido en la cocina, pero no le di importáncia, pues no estaba seguro si era en mi piso o el de al lado.

Entré y allí estaba Marta. Con una camiseta de tirantes, larga para ser una camiseta, muy corta para ser un vestido. El pelo mal recogido, y con cara de recién levantada. Preciosa, espectacular.

No me había dado cuenta que iba en calzoncillos, cuando se dió la vuelta.

-buenos dias, que tal? -me dijo tan risueña y simpática como siempre.

-muy bien, y tú? -contesté al tiempo que le chocaba el puño.

Se quedó callada unos instantes, mirándome.

-ostras, perdona, no caí en la cuenta que voy casi desnudo-me apresuré a recalcar.

-no importa, estas en tu casa-me contestó al tiempo que me acercaba una taza de café.

Se dió la vuelta, y provocándome como siempre, abrió un armario que quedaba alto, para coger no se qué, y sobretodo para enseñarme su perfecto culo. El hilo negro del tanga que llevaba hizo que mi polla se despertara sin pedir permiso.

Me puse rojo como un tomate, pero pensé que perdidos al rio. Al fin y al cabo era ella la que me había medio enseñado su culo. Me apoyé en el mármol de la cocina, taza de café en mano, y con los calzoncillos boxer a punto de reventar.

Ella hizo lo mismo, apoyarse en el marmol, y empezamos a hablar de la pandémia y tonterias parecidas.

Tardó unos segundos en darse cuenta. Pero cuando lo hizo, le costó trabajo dejar de mirarme el paquete. Su cara cambió por completo. Le pasaba como me pasa a mi con sus tetas.

-me lanzo o no me lanzo? -me preguntaba yo dentro de mi.

Me pude fijar en sus tetas: sus pezones estaban duros y tiesos. La camiseta que llevaba no los disimulaba.

-ayer tuviste visita verdad? -me preguntó, de reptente.

-si, vinieron un par de amigos.

-te puedo hacer una pregunta personal? -me dijo.

Medio tartamudeando, y sin que mi polla se viese afectada por los nervios, le contesté que me podía preguntar lo que quisiera.

-eres gay verdad?

Vaya, la pregunta del millón. Me contó que se había cruzado con los dos hombres cuando volvía de cenar con su marido, y los había escuchado decir en el rellano "no veas el vicio que tiene el tio este". Asi que pudo deducir claramente que me lo había montado con ellos.

-no me considero gay, aunque si, me gusta enrollarme con hombres, pero con mujeres también.

-eso es genial -me interrumpió- soltero o casado? no llevas anillo.

-soltero, bueno, divorciado desde hace ya un tiempo.

Nos quedamos callados unos instantes. Ella me estudiaba, aunque su mirada enfocaba mi polla todo el rato.

Sin pensar mucho en lo que podía pasar, pasé mi mano por mi paquete, como para colocarla bien. Ella parpadeo durante unos segundos, lentamente, mientras se mordía el labio inferior. Incluso me pareció escuchar un pequeño gemido.

-estas bien armado amiguito...-me dijo en cachondeo para romper el hielo.

-si, es verdad...me lo dicen a menudo.

No se porqué razón, volví a poner una mano encima de mi paquete, y a tocármelo, ahora descaradamente.

-me la enseñas? -dijo casi susurrando.

Sin tiempo para que se rajara, me bajé el boxer, y dejé relucir mi señora polla. La cogí por la base, y empecé a masturbarme muy lentamente, para que se pusiera dura del todo.

-vaya telita chico -dijo ella.

-te gusta?

Ni contestó. Pero si que puso su mano entre su tanga, para tocárse el coño.

-mira como me has puesto -me dijo acercándome la mano a la boca, para que probara sus fluidos-estoy empapada.

-quieres que vayamos a la habitación? -pregunté sin dejar de tocarme la polla.

-no.

Se acercó más a mi, y me susurró al oído:

-estoy casada y lo sabes.

Se quedó pegada a mi cuerpo unos segundos, mirándome la polla. Podía notar sus tetas, pegadas a mi.

Sin tiempo para que se separara de mi, aumenté el ritmo de mis tocamientos, y ante su atenta mirada, me corrí. Como un puñetero eyaculador precoz.

Ella soltó una sonrisa de oreja a oreja, me dió un besito en la mejilla y se fué, dejándome a dos velas y con la polla goteando.

Menudo fracaso.

Aquella mañana, me vi con unos amigos de la facultad, ya que hasta la noche no había quedado con mi amiga Susana.

Sobre las cinco de la tarde, volví al piso para relajarme y arreglarme para salir a cenar.

Mientras esperaba el ascensor, entraron Marta y Carlos, su marido. No pude evitar ponerme rojo como un tomate.

Hablámos un rato en el ascensor, de la ciudad lo que estaba cambiando etc..

Al llegar al rellano, Carlos me invitó a pasar a su piso para tomar un café. Decliné la invitación (me había intentado follar a su mujer, y evidentemente no estaba cómodo), pero como Marta insitió mucho, al final entré.

Aquel piso era enorme, con la particularidad que el salón era un despacho.

-vivis aqui? -les pregunté con curiosidad.

-normalmente no -me contestó Marta- pero cuando tenemos inquilinos si nos quedamos a dormir aqui, asi estoy más cerca. Hace un par de meses nos dejó la chica que llevaba los alquileres, y hasta que encontremos otra me toca a mi.

Carlos nos sirvió unos cafes, y sacó una botella de licor de hierbas.

Después de un par de chupitos conseguí relajarme. Estaba sentado en el sofá, con Marta al lado, y Carlos sentado en una butaca, delante nuestro.

Ella se levantó un momento y se fué del salón. A los dos minutos se presentó allí de nuevo con un conjunto de lenceria negra, tanga sujetador ligueros y medias, todo incluido.

Me quedé atontado sin saber donde mirar, mientras Carlos, esbozaba una sonrisa de oreja a oreja.

Sin poder articular palabra, Marta se arrodilló a mi lado, en el sofá. Me paso una mano por la cara y empezó a comerme la boca. Tardé unos instantes en reaccionar, pero logicamente me dejé llevar. No sabía de que iban los dos, pero tampoco necesitaba mucho más.

Se desabrochó el sujetador, y por fin pude hundir mi cara entre sus impresionantes tetas. Deslicé mi mano izquierda entre sus piernas, apartando su tanga a un lado, y metiéndo dos dedos en su coño. Sus pezones estaban super duros, mientras yo los mordisqueaba. Me desabrochó el pantalón, y me los bajé hasta los tobillos, calzoncillos incluidos.

Marta me agarraba la polla con la mano y empezó a masturbarme. El tacto de su piel, de sus pechos, de todo, me hacía poner el vello de punta.

Con los ojos enturbiados, llevado por un gustazo enorme, pude notar como una lengua empezaba a deslizarse por mi polla. Carlos la tenía agarrada por la base, y se la llevo a la boca. Si ya estaba en el cielo, en aquel momento me sentí en el Nirvana.

Carlos sabía lo que se hacía, mientras Marta no dejaba de comerme la boca.

En un momento, Marta se sentó encima mio, y con la ayuda de su marido, se introdujo mi polla en su precioso y sediento coño. Empezó un movimiento diábolico que me hacía enloquecer. Carlos, se puso de pié en el sofá acercándonos su polla para que se la chupáramos entre los dos. Yo tenía a Marta agarrada por el culo, para que no se moviese tan rápido, pues quería follármela durante muchas horas.

Carlos se bajó del sofá y se puso detrás de su mujer. Ella se quedó quieta, pues sabía perfectamente lo que le tocaba, mientras yo le mantenía las nalgas abiertas. Noté una presión extra en mi polla, ya que su marido se la estaba metiendo por el culo. Nos quedamos quietos unos segundos. Solo se escuchaba gemir a Marta, que lo hacía muy alto. Entonces empezó a moverse. En pocos segundos tuvo otro orgasmo, mientras yo hacía esfuerzos para no correrme.

Fue Carlos el que se corrió primero. Entonces Marta me susurró al oido que me lo follara.

Todos sabíamos lo que tocaba. Carlos se sentó en el sofá, y abrió sus piernas. Mientras Marta jugaba con su polla, me ayudó a meterle mi enorme polla en el culo de su marido. Lamentablemente no tardé mucho en correrme, aquel culo ya fue la gota que colmó el vaso, y llevaba mucho rato aguantando.

Nos quedamos un buen rato los tres, en el sofá. Me estuvieron explicando la vida sexual muy activa que llevan. Un matrimonio liberal, ni os imaginais hasta que punto.

La verdad, es que me daban una envidia muy grande, aunque envidia sana, ya que de alguna manera podía disfrutar de ellos dos. Pero el pensar en tener una relación como la que ellos tenían me hizo recapacitar mucho sobre el echo de mantenerme soltero. Con una mujer así, también me casaba yo otra vez. O con un hombre. Solo es cuestión de buscar.

Al final, con la tardecita que me llevé, apunto estuve de llegar tarde a mi cita con mi amiga Susana.

Susana es una antigua compañera de master, lo cursamos juntos en Barcelona, hace ya mucho. Mi ex no la soportaba, por la sencilla razón que está como quiere. Es morenita, bajita, con un tipin que echa para atrás. Buenos pechos, y muy muy risueña y simpática. Nunca habíamos tenido nada, no porqué yo no lo intentase, y siempre fuimos buenos amigos.

Fue de las primeras personas que contacté cuando me separé, y de las pocas que saben lo de mi bisexulaidad (aunque tengo que decir, que parece no tomarme en serio).

La última vez que nos habíamos visto, nos emborrachamos y apunto estuvimos de ir a un club de intercambio de parejas. Fue divertido, lástima que al final nos rajamos. Pero nos reimos un montón.

Llegué primero al restaurante, que me queda al lado del piso. Esperé cinco minutos tomando un Margarita. Susana apareció risueña como siempre. Su sonrisa es cautivadora, incluso con la mascarilla.

Nos dimos dos besos, y nos sentamos a ponernos al dia rapidamente.

Me habló mucho de trabajo, le va muy bien, y avanzando la cena, y abusando del vino, salió el tema del ultimo pedo que nos pillamos.

-oye, pero no se porqué no fuimos, es una idea genial. Es facil hacernos pasar por matrimonio, no crees? -le decía yo, insistente.

-me dá mucho corte tio...no se que nos encontraremos...tu te tirarias una mula, pero yo soy más delicada para estas cosas.

Pensé que quizás no habíamos bebido suficiente, asi que continuamos hablando de otras cosas.

Eran pasadas las doce, y me quiso llevar a un club a tomar una copa. A pesar de la pandémia, había mucho ambiente en el centro.

Pasámos por delante del piso, y le enseñé donde era. Le gustaba la zona, y me pidió verlo.

-seria un sueño vivir en un sitio asi-me decía mientras cruzábamos el portal.

Una vez en el rellano, Susana parecía una niña pequeña observando todos los detalles del edificio.

Justo al sacar la llave para abrir, se abrio la puerta del piso de Marta, del que vimos salir un chico negro, muy alto. Nos dió las buenas noches en un claro acento suramericano.

Vi a Marta asomar la cabeza entre la puerta, y con una sonrisa nos dió las buenas noches.

Me puse caliente a más no poder, con todas las ideas que se me ocurrian. Susana y yo entramos en el piso. Mientras ella lo chafardeaba, preparé un par de copas. Siempre hay una botella de McAllan y alguna otra disponible en el pequeño mueblebar que tienen en el comedor.

Nos sentamos los dos en el sofá, y continuamos con nuestras historias. Por unos segundos me olvidé de mis pensamientos calientes. Hasta que Susana sacó el tema de nuestros "casi rollos" durante la Uni.

Cayeron un par de vasos de wiskey por parte de Susana, y unos cuantos más por la mia. Salí a fumar al balconcito, con un vaso pequeño a modo de cenicero, mientras Susana iba al baño.

Al entrar de nuevo, me llevé, la que sería sin duda la sorpresa de la noche: Marta de pié a la entrada del comedor, con una bata roja, bastante corta, y seguramente nada mas. Bueno, llevaba un cubo para hielo bajo el brazo.

-tu vecina viene a buscar hielo -me dijo Susana, claramente cortada por la visita.

-mi vecina y la propietaria del piso -le contesté yo, al tiempo que saludaba a Marta y me dirigía hacía la cocina.

Cuando salí con el cubo de hielo, el tamaño de mi paquete había aumentado ostensiblemente. Y las dos se dieron cuenta.

-porque no venis a tomar algo con nosotros? -nos dijo Marta con una media sonrisa, pícara como ella sola- si no os interrumpo, claro...

-para nada -contestó Susana a la que Marta le había caido bien-no molestas, somos buenos amigos, desde hace ya...muchos años.

-pués ahí tenéis mi oferta, ya sabéis la puerta -acabó Marta dándose la vuelta y desapareciendo por el pasillo del piso.

-te apetece? -le pregunté a Susana, intentado que no se me notara la emoción.

-no sé, se ve maja, aunque un poco ligerita...que tal es su marido?

-un guaperas de cojones -me salió del alma.

-guaperas, y con lo que tienen aquí, forrado.

-si, eso parece, toda la cuarta planta es suya. Los cuatro pisos. Y en el parking un pedazo deportivo que no veas...

-pués oye, igual es interesante conocerlos no? -contestó, al fin Susana.

En ese momento, cogímos lo que quedaba de Mcallan y nos fuimos a ver a los vecinos. Susana no tenía ni la más remota idea de lo que podía pasar en ese piso, y yo, solo de imaginarlo no conseguía moderar el tamaño de mi polla, que continuaba tiesa.

Nos abrió la puerta Marta, y nos acompaño hasta el salón. El mismo salón donde hacía unas horas había estado follando con aquel increible matrimonio.

Cuando nos sentamos, nos pusieron unas copas. Marta había preparado unos Gin's con mucha grácia. Nos sorprendimos un poco cuando Carlos sacó una pequeña bandeja, y nos ofreció unas rallas. Pensé en declinar, pero viendo a Susana tan dispuesta me animé rapidamente.

Ella y yo brindamos por los viejos tiempos.

Carlos, muy atento y educado, nos preguntó por nuestras profesiones y familias, etc, como para tener un tema de conversación. Marta por su parte, aguardaba calladita mirándonos a los tres, y procurando que su bata estuviese cada vez menos cerrada. Susana, desde su asiento podía verle el entrepierna, seguro. Y digo seguro porqué no le apartaba la mirada.

Llevábamos un buen rato bebiendo y esnifando, cuando Marta se levantó y aflojó las luces del salón. A penas una lamparita al lado del sofá y la luz del televisor nos alumbraban. Volvió a sentarse en su sitio, y esta vez no cruzó las piernas. Como se había dado cuenta de que Susana no le quitaba ojo, separó un poco su bata, para enseñarle su sexo a mi amiga. Yo no podía verlo pues me tapaba el brazo de la butaca, pero estaba claro. Sobretodo viendo la cara de Susana.

-de que va esto? -me susurró Susana casi al oído.

-pues me parece que quiere enseñarte algo -le contesté yo.

-en serio?

-no lo sé, dímelo tu si lo hace en serio o no.

-joder, que corte.

Marta sonreía.

Carlos subió un pelín el volumen del televisor, y se puso en pié. Le dió una mano a su mujer para que se levantara, y se pusieron a bailar, lentamente, completamente pegados el uno al otro. Susana y yo, mirábamos como dos atontados.

En un momento, Carlos apoyó la espalda de Marta contra su pecho. Empezó a besarle el cuello, y a pasar sus manos por sus pechos. Las deslizó hasta su cintura y le desabrochó la batita. Entonces, con sus manos, se dedicó a sobarle todo el cuerpo. Pellizcando sus pezones, y deslizando su mano derecha hacía su entrepierna.

Marta separó un poquito las piernas y su marido empezó a masturbarle el clitoris.

Miré un segundo a Susana, y estaba mirándolos sin parpadear. Nos miramos unos instantes entre nosotros, le hice una sonrisa en señal de que me gustaba lo que estaba viendo. Ella no hizo ni una mueca, y continuó mirando al matrimonio.

Se dirigieron hacía nostros. Carlos se sentó entre Susana y yo, en el sofá, apenas teniamos espacio para los tres, pero le hicimos sitio. Marta dejó caer la bata al suelo, y se arrodilló delante de su marido. Le bajó los pantalones, y agarrándole la polla por la base le dió un lametón. Me miró, giñándome un ojo, y después se miró a Susana. Entonces se metió aquella preciosa polla entre sus labios y empezó a chupársela. Carlos se apoyó completamente en el sofá dejándose llevar.

Mientras me miraba a Susana esperando algún tipo de reacción, la mano izquierda de Marta empezó a sobarme el paquete. Como estaba muy caliente, me decidí a mirar hacía adelante y jugar con ellos dos, independientemente de lo que hiciera mi amiga. Me levanté, y me quedé completamente desnudo. Los ojos de Susana se pusieron como platos.

Me volví a sentar, y Marta me agarró la polla para empezar a masturbarme. Cambió de lado y empezó a chupármela. Carlos, cuando se dió cuenta empezó a comerme la boca. Yo me las ingenié para doblarme un poco y poder llevarme aquella rica polla a la boca. Fue entonces, cuando empezaba a notar el capullo de Carlos en mi garganta y mi polla absorbida por Marta, cuando a mi lado, a escasos centimetros de mi cara, apareció Susana.

-me dejas? -me susurró.

Ella la cogió por la base, y después de lamer sus huevos a conciéncia, se la metió en la boca. Me incorporé para disfrutar de la mamada de Marta, que seguía incansable. Al ir un poco puesto, me costaba bastante que se me pusiera completamente dura, pero podía disfrutar de sus labios y su lengua, que eran una locura.

Abrí un poquito los ojos, y vi a Susana desnudándose delante de Carlos. Sus ojos lascivos avisaban que estaba a tope. Me miró, me dedicó una pequeña sonrisa y volvió a la carga. Carlos la ayudaba con ligeros empujones, pero Susana se manejaba muy bien con la situación.

Marta se incorporo un momento, y Carlos, con su brazo rodeando mi cuello, me invitó a chupar junto con Susana. Se la chupamos a dos bocas, lamiéndola con nuestras lenguas.

Cuando me quise dar cuenta, los dos nos habíamos olvidado de la polla de Carlos y nos estábamos comiendo la boca. Supongo que era algo que los dos llevábamos guardado desde hacía años, por no haberlo hecho nunca.

Carlos se dió cuenta, y apuntó de nuevo su polla hacía nuestras bocas.

Después de chupar unos instantes, noté como Marta volvía a la carga conmigo. Me incorporé y ella hizo lo mismo. Me besó, mientras se sentaba encima mio. Separó un poco su cuerpo del mio, se incorporó un poco, y ayudada por su mano derecha se introdujo mi polla entre sus piernas. Me volvía loco, loco de gusto. Sus movimientos eran suaves y constantes.

Entonces se quedó quieta unos instantes. Se movía muy muy poquito. Podía notar los latidos de mi polla en el interior de aquel maravilloso coño. Marta se giró levemente, y me acercó la bandejita. Nos esnifamos una ralla cada uno, sin que ella dejara de moverse con mucha sutileza. La sensación en ese momento fue increible. A punto estuve de correrme. Me besó profundamente, mientras la agarraba por el culo, y la invitaba a moverse más rapidamente. La mezcla de sabores en mi boca era brutal, el amargor de la farlopa mezclado con el dulzor de la boca de Marta…

-tranquilo, tranquilo, quiero que tardes muuuucho rato en correrte...quiero que follemos toda la noche -me susurraba al oido.

En ese momento, empecé a escuchar los gemidos de Susana. A cuatro patas en el sofá, justo a mi lado, Carlos se la estaba follando desde su espalda. Agarrándola por los hombros le daba duro, muy duro.

Con mi mano izquierda le toque la cara, para que viese que no me olvidaba de ella. Me miro y no dedicamos una sonrisa.

Pasados unos instantes, escuché a Carlos decir en voz alta:

-cambiamos?

Marta se levantó de inmediato. Mi polla se quedó fria al ser abandonada por aquel precioso coño, apuntando al techo.

Carlos se arrodilló delante de mi. Me ayudó a levantar las piernas, aguantándomelas por los tobillos. Me comió un poco el culo, me metió dos dedos, y seguidamente presentó su polla en la entrada de mi culo. Sin dejar de mirarme a los ojos, me fue metiendo su polla, dura como una estaca, hasta el fondo. Entonces empezó a follarme de lo lindo.

Con los ojos turbios por el colocón y el placer, vi a Susana en una postura similar a la mia, mirándonos, mientras Marta tenía su cabeza metida entre sus piernas.

Marta se levantó y desapareció del salón. Carlos no dejaba de follarme y Susana se arrimó a mi. Empezamos de nuevo a comernos la boca como locos, mientras con su mano izuierda me masturbaba la polla.

Al cabo de unos instantes, apareció Marta, con un arnés en la cintura y un precioso vibrador de color negro.

-en serio? -preguntó Susana.

-quieres verdad? -le contestó Marta.

Sin contestar, Susana se puso a cuatro patas en el sofá, de nuevo. Entonces Marta empezó a follársela. Ver para creer.

Me cambié de postura, pues con las piernas en alto estaba super incómodo, y me puse pegado a Susana, y a cuatro patas igual que ella. Y así estuvímos durante un buen rato, nuestras bocas rozándose, besándonos, lamiéndonos, intercambiando besos y gemidos. Ellos se cambiaron también, no sabría deciros cuantas veces. Nos follaron los dos durante un buen rato.

Cuando Carlos iba a correrse, su mujer abandono mi culo, para ofrecerle su boca. Susana y yo nos sentamos para verlo. Marta se metió al polla de su marido entre los labios, y no se la sacó hasta que lo había dejado completamente seco.

Una vez se lo había tragado todo todito, me levanté y le pedí a Susana, polla en mano, que me la chupara. Pensé por un instante que me diría que nanai, pero nada de eso. Me la chupó de lo lindo, mientras Marta, pegada a mi, no dejaba de sobarme con sus manos y sus tetas. Entonces se agachó, se puso al lado suyo y me la chuparon entre las dos. Yo creo que no aguanté más de dos minutos viendo y notando como aquellos dos pivones me la chupaban entera. Me corrí entre ellas, y entonces, una sensación de flaqueza inundó mi cuerpo. Llevado por los orgasmos, el cansancio, el colocón...todo junto. Faena tuve para no caerme al suelo.

Nos quedamos los cuatro desnudos sentados, en silencio. Eran las cinco de la madrugada.

Pasado un buen rato, nos vestimos, nos despedimos y nos fuimos.

Le dije a Susana que se quedara a dormir, pero declinó mi invitación, así que la acompañé a la calle para que cogiera un Taxi. Pensé que estaba rallada por lo que había pasado, pero al despedirnos, me dio un piquito, y un sincero "grácias", asi que entendí que enfadada no estaba. Unos cuantos whatsapps me sirvieron para confirmar que estaba encantada con lo que acababa de hacer.

Cuando subí, Marta me esperaba en la puerta de su piso.

-una última copa guapo? -me dijo, enseñándome una botella de Ginebra- mi marido ha caido, esta roque, completamente dormido.

Yo estaba muerto, pero acepté, con semejante mujer delante, como para no hacerlo. Entramos los dos en mi piso, y nos fuimos hacía la cocina.

-espero que no te hayamos cortado el rollo con tu amiga, me sabría fatal -me dijo mientras preparaba un Gin.

-para nada, nunca habíamos tenido nada hasta hoy, pero siempre lo habíamos deseado. Al menos yo, pero incluso viendo lo de hoy, te diría que ella igual.

-a esa chica le gustas, te lo aseguro -me dijo ella, con voz de experta- se lo he visto en la mirada, como te miraba cuando te tocaba yo, y sobretodo como te besaba.

-pues no se...ya te contaré, conforme pasen los dias. Se lo que quiero, y me gusta, pero no renunciaré más a una vida como la que quiero llevar.

-al fin y al cabo, se trata de ser uno mismo -me decía ella- es la única manera de que una relación funcione.

-exacto.

Nos sentamos en el sofá, un buen rato. Me estuvo explicando como se conocieron ellos dos, y como se abrió un nuevo mundo para ella. Tienen una confianza al cien por cien, y sexualmente eran completamente abiertos. Sexo en pareja, en grupo, orgías etc...resumiendo, lo que yo siempre he soñado...

Estaba cómodo hablando con ella. Llevábamos un buen rato hablando, cuando me levanté, y le ofrecí mi mano para que se levantara. Entonces apareció su sonrisa pícara.

La llevé de la mano hasta la habitación.

-espera un momento, quiero enseñarte una cosa -le dije en voz baja, intentando ser lo más sensual que podía.

Me desnudé y me tumbé en la cama. Mirándola a los ojos empecé a masturbarme delante suyo.

-esto es lo que hago, cada vez que me tumbo en esta cama. Siempre es imaginándote de pié ahí donde estás ahora mismo.

-y yo solo miro? -me dijo ella.

-bueno, en mi imaginación no, pero ahora ya depende de ti.

Para mi suerte, dejó caer su bata al suelo, y se puso a mi lado. Nos besámos durante un rato, y bajando por mi cuerpo, enloqueciéndome con el tacto de sus tetas llego hasta mi polla. Ahora si estaba completamente dura. Me la chupó un rato, y volvió hacía arriba. Me beso, y poniéndose de rodillas en la cama, se puso en mi cara, con mi cabeza entre sus piernas. Me folló la boca con aquel coño mojado, y sediento a la vez. Sus movimentos me hacían volver loco, y ella no dejaba de gemir como una leona. Se dió la vuelta, y acabámos en un placentero y morboso sesentaynueve. Se corrió en mi boca, mientras yo hacía esfuerzos para no hacer lo mismo en la suya.

Me la quité de encima mio, como buenamente pude, pues estaba agarrada a mi polla con manos y boca. Le pedí que se tumbara en la cama, boca abajo. El color de su piel, sus curvas, su culo, sus gemidos, casi me corro sin tocarla. Empecé a darle besitos por todas partes. Mi polla enloqueció al notar sus nalgas. Las abrí un poquito para masturbar mi polla entre ellas.

Decidí dedicarle un rato a su ano, que se contría cuando notaba mi lengua y mis dedos. Le metí uno que entró con facilidad. Después dos. Con un poco de salíba lo lubricaba. Me puse de nuevo encima suyo, como mi polla seguía dura como un palo, separando sus nalgas de nuevo con mis manos apunte hacía su culo. Metí la punta con cierta facilidad. Ella permanecía inmóbil, esperando que se la metiera entera. Me incorporé un poco, levantándola a ella por las caderas, para que se pusiera a cuatro patas. Primero se incorporó, con la punta de mi polla dentró. La bese en la nuca, mientras la agarraba por las tetas y le pellizcaba los pezones. Entonces se dejó caer. Como yo iba despacito, ella empezó a hacer fuerza con su culo hacía mi polla aumentando la velocidad de mi primera envestida. Yo quería ser cuidadoso, pues se el tamaño de polla que tengo, pero ella la queria toda dentro. Y así fue. Me quedé un rato quieto, mientras disfrutaba de su cuerpo y sus gemidos. Entonces la agarré por los hombros, para empujarla contra mi, y empecé a follarla. Aumente el ritmo rapidamente, para follarla duro. Marta gemia como una posesa, pidiéndome que no parara. Y no paré, al menos no hasta correrme dentro de su precioso culo.

Se volvió a tumbar, mientras me deleitaba con mi propio semen derramándose por su entrepierna. Cuando se dió la vuelta, nos besamos.

Nos quedamos unos minutos en la cama. Eran las ocho de la mañana.

-no hace falta que me traigas el desayuno -le dije en cachondeo.

-lo sé, te acabas de tomar la leche rico -me dijo siguiéndome la broma.

Me dió un piquito, se puso la bata y se fue.

Después de una buena ducha, quedé dormido en la cama en un instante. La noche había sido larga y dura.

Me desperté a eso de las dos del mediodia, y me fui directo a la ducha, para ver si espavilaba. Justo al salir, escuché el timbre. Miré por la mirilla, ya que se escuchaban voces en el rellano.

Abrí la puerta, y estaba Susana, entró directa, sin decir ni media. Me dió la primera impresión de que estaba enfadada. Nada más lejos de la realidad.

Espero a que cerrara la puerta, me abrazó, y me dió un profundo morreo. Sin decir nada, me cogió por la mano, y me llevó a la habitación. Se desnudó sin dejar de besarme, y se tumbó en la cama. En ese instante, me puse encima suyo, no hizo falta mucha previa. Le metí mi polla hasta dentro, mientras ella me arañaba la espalda llevada por el placer. Follamos durante un buen rato, sin hablar, solo mirándonos y besándonos. Después de un buen rato, y varios orgasmos me corrí en su interior.

Aún continuamos besándonos durante un buen rato.

Quizás era verdad que estábamos esperando ese momento desde siempre. Yo, por mi parte, me sentía muy muy feliz, y ella, por su mirada y por sus palabras, también.

Nos quedamos los dos en la cama hasta media tarde. Ni siquiera comimos.

Debían ser las siete, cuando bajamos al paseo para picar alguna cosa. Después de un par de pinchos y unas cañas, Susana se fue a su casa, ya que aquella noche tenía que cojer el puente aereo hacía Madrid, por asuntos de trabajo.

Debían ser las diez de la noche, estaba trabajando en el piso, preparando las dos visitas del dia siguiente. Me gusta estar la menos cantidad de tiempo fuera, y mas esa semana que me tocaban los niños. Procuro no tener que pedir favores a mi ex, los que esteis divorciados seguro que sabéis de que hablo.

Llamaron a la puerta, como supuse que era Marta ni siquiera miré por la mirilla. Me sorprendió que fuese Carlos.

-he imaginado que estabas solo, y he pensado que quizás te apetecia tomarte algo con nosotros -me dijo amablemente.

Logicamente acepté la invitación. Un trio con aquella pareja de guapos era la mejor manera de acabar el fin de semana.

Cuando entré en el piso de Carlos me sorprendí, no era Marta quien estaba con él, era su amigo suramericano, Pablo.

Como no sabía de que iba el tema, me senté y me tomé mi gin. Pasado un rato, no mucho, Carlos se levantó, y se fue de la sala. A los cinco minutos apareció vestido de nena. Impresionante, en lenceria, con una peluca rubia, y unos pechos que quitaban el sentido.

Me quedé unos segundos callado, y les pedí unos segundos. Fui rapidamente a mi piso, yo también llevaba conmigo un super conjunto.

Cuando volví al piso, Carlos tenia la polla del cubano entre las manos. Los dos pusieron los ojos como platos, al verme vestido de nena a mi también.

-a mi también me pone el rollo crosdresser amigos -les dije viendo que se quedaban atontados.

  • genial, me follaré dos nenas-dijo el mulato.

Se puso en pié, y Carlos le bajó los pantalones y los calzoncillos, todo a la vez. El mulato tiene una polla descomunal. No he visto muchas en directo mas grandes que la mia. Seguramente no es mas larga, pero si más gruesa. Sus venas y sus pliegues te aseguran mucho mucho placer.

Carlos y yo nos arrodillamos en frente suyo, y entre los dos, empezámos a comérsela. Dura impresionaba más aún. Carlos y yo entre lametón y lametón nos comiamos la boca, y el cubano polla en mano la ponia entre las dos bocas para que no lo abandonáramos.

Me puse en pié, y Carlos me invitó a ponerme a cuatro patas en el sofá. Pablo se sentó en frente mio, para que continurara comiéndole la polla, mientras Carlos se me puso detrás.

Con su mano apartó el hilo del tanga, y separándome las nalgas empezó a comerme el culo. El tio domina la comida de culo mucho, me volvía loco, mi ano palpitaba esperando polla.

Separándome las nalgas se frotaba la polla entre ellas. Entonces noté algo frio, lubricante, y dos dedos que entraban con facilidad. Unos golpecitos en mi ano con su polla, y para dentro. La metió de un intento, hasta el fondo. Se quedó quieto, igual que yo, pasando sus manos por mi espalda, hasta llegar a mis caderas. Las agarró y empezó a follarme. Rapido, duro. Me moría de gusto, sin dejar de chupar la polla del mulato, que parecía seguir aumentando de tamaño.

Levanté un poco la cabeza, para cojer aire. Pablo aprovechó para comerme la boca. Después de varios lenguetazos exclamó:

-mi turno.

Carlos lo escuchó y simplemente se canviaron la posición mientras yo me ponía más lubricante en el ojete, consciente de la que se me venia encima.

Noté algo duro y gordo detrás mio, abriéndo mi ano todo lo que podía dar de si. El mulato no aflojaba nada. Menos mal que Carlos me había dilatado bien con sus envestidas, de lo contrario me habría reventado el culo.

No soy capaz de explicar la sensación de estar lleno de polla. Parece que vas a reventar. Y para más inri, Carlos me agarraba la cabeza obligándome a comer su polla hasta mi garganta. Y en mi garganta fue donde me soltó su corrida. Cerre mis labios y continué chupándo y tragando.

Entonces me pude centrar en las envestidas que recibía desde mi trasero.

Carlos, me invitó a ponerme boca arriba. El mulato rapidamente me levantó las piernas para continuar follándome. Yo no quería que parara nunca. Carlos me agarró la polla, completamente flácida y se la metió en la boca. No necesito mucho esfuerzo para que se pusiera dura como un palo.

-mira Pablo, este es de los tuyos-le dijo haciendo reférencia al tamaño de mi polla.

Continuaron los dos, un buen rato. Pablo, después de darme varios orgasmos, se corrió entre la boca y la cara de su amigo Carlos, y a los pocos segundos lo hicé yo, obligando a Carlos a tragarse mi leche. El cabrón la retuvo en la boca junto con la de su amigo, para invitarme a comérnosla juntos. Y asi lo hicimos.

Quedamos los tres, medio en pelotas, con la lenceria mal puesta o tirada por el salón, durante un buen rato.

Me levanté, y con problemas para caminar, me fui para el piso para intentar dormir, ya que a la mañana siguiente tenía que madrugar.

"Mañana salgo a las siete, no hace falta que me traigáis desayuno" le puse a Marta por Whatsapp.

Por la mañana, a las seis, sonó el despertador. Parecía una inocentada. Me puse en pié, aún me dolía el culo. Al ir al baño, me di cuenta que me sangraba un pelín. Normal, dos buenas pollas, una de ellas xxl, lógico. Me di una buena ducha, y me vestí. Eran las seis y media cuando estaba preparado para irme. Con tansolo un café en el cuerpo, cogí mi portátil y me preparé para irme.

Justo en ese momento, picaron a la puerta, a la vez que la abrieron. Era Marta, super bien vestida, fina y sexy a la vez. Pero con una cara de recién levantada que no podía con ella.

-he venido a despedirte.

Me dió un beso en la mejilla y le corresondí con otro.

-no me voy hasta mañana por la mañana.

-y hasta cuando?

-si es por el trabajo, será hasta mediados de Noviembre...pero si es por placer, espero venir antes.

-puedes venir cuando quieras. Siempre eres bienvenido...y ultimamente más.

Esta chica sabe que puede hacer conmigo lo que quiera.

Se agachó, haciendo una sentadilla, me desabroché el pantalón y lo bajé un poco. Se metió mi polla en la boca, y agarrándose a mis piernas empezó a mover la cabeza. La acompañaba con ligeros movimientos, follándole la boca. Tuve que apoyar mis brazos contra la pared para no caerme.

-no quieres que te folle?-le pregunté entre gemidos.

Sin contestarme, me la chupó sin parar, hasta que me corrí en su boca. Aún se quedó quieta unos instantes, tragando y saboreando todas las gotitas que salían de mi rabo.

-pues nos vemos a tu vuelta. Yo me voy a Milan ahora-me dijo mientras se ponía bien la ropa.

-tu si que sabes hacer una despedida como es debido.

Subímos juntos al ascensor, y nos despedimos de una forma más cordial.

A las siete de la tarde, estaba de nuevo en el piso, por última noche. Recibí un whatsapp de Susana, diciendo que ya estaba de vuelta en la ciudad, y que si me apetecía cenaramos juntos.

Le propuse cenar en el piso, para estar más tranquilos, pues tenía la sensación que teniamos varios temas por aclarar.

Llegó puntual, vestida muy sexy, más de lo que en ella es habitual. Pedi por glovo comida japonesa, y abrí una botella de vino blanco que había en la nevera del piso. Susana fue directa al grano, confesando que cuando le hablaba de mi bisexualidad no me tomaba en serio, y le había puesto muy cachonda verme jugando con otros hombres.

Ella se consideraba muy abierta, pero no hasta ese punto, pero lo bueno es que tampoco le asustaban mis gustos.

Hablámos incluso de tener una relación más formal. A pesar del handicap de vivir lejos, ya que a mi me es imposible mudarme a Barcelona, me insistia en probarlo. Por mi parte estaba encantado, aunque quise dejar claro que soy una persona muy liberal sexualmente hablando, y no pretendía dejar mi "nueva vida".

Llegamos a la conclusión que siendo sinceros el uno con el otro no tendríamos problema, y que pasariamos más tiempo juntos, alternando Novelda y Barcelona.

Yo envidiaba la relación que tenian Marta y Carlos, y queria probar si a mi me funcionaba, y Susana, sin duda era la persona ideal para intentarlo, ya que era liberal como yo, nos gustábamos mucho, y estaba dispuesta a todo al igual que yo.

Debían ser las once de la noche, y aun estábamos sentados en la mesa charlando. Ya nos habíamos dado algún piquito y algún mimo, pero continuábamos haciendo planes.

Llamaron al timbre, y los dos nos estrañamos.

Sabía que Marta estaba fuera, y me sorprendió. Miré por la mirilla, y era Carlos.

Al abrirle, entró sin pedir permiso.

-pasa pasa, total es tu casa -le dije sarcasticamente.

-estas solo?

-no.

-molesto?

-no -contestó Susana apareciendo en el recibidor.

Lo cogió de la mano, y lo llevó al comedor. Lo acompaño hasta el sofá y lo invitó a sentarse. Sin decir ni media, se arrodilló delante suyo y le desabrochó los pantalones. Se los bajó hasta los tobillos, y cogiéndo su polla por la base se la llevo a la boca. Le dió un par de lametones, y se la metió en la boca.

-soys unos fantásticos anfitriones -dijo Carlos poniendo sus manos detrás de su cabeza, y disfrutando de la mamada que le hacia mi novia.

Me senté a su lado, y se la chupamos entre los dos.

-esta es para mi -me dijo Susana giñándome un ojo.

Chupamos un poquito los dos juntos, y me levanté. Me despeloté, y me senté al lado de Carlos. Ahora Susana alternaba mi polla y la de Carlos. Las dos duras como una estaca.

Susana se puso en pié y se desnudó completamente, se tocó un poco el clitoris. Con un poquito de salíba se lo humedecio y abriendo bien sus piernas se sentó encima de Carlos, que permanecía inmóbil. Su polla desapareció en el interior de su coño.

Yo me puse detrás de ella, y con un dedo empecé a masturbarle el ano.

-me la vas a meter verdad? -me preguntó entre gemidos y sin dejar de cabalgar a nuestro amigo.

Ni le contesté. Apunté mi polla en la entrada de su culo y fui apretando hasta meterla entera. Susana empezó a gemir como una posesa moviéndose lentamente. A pesar de estar muy incómodo disfute de su culo una burrada.

-quiero correrme en tu boca bonita -le dijo Carlos entre jadeos.

Susana se puso a cuatro patas en el suelo, con la polla de nuestro amigo entre los labios. Carlos hacía movimientos follándole la boca. Yo por mi parte continué follándole el culo, que me apretaba la polla una barbaridad.

Al tiempo que Carlos se corría en la boca de mi nueva pareja, yo lo hacía en el interior de su culo.

Susana se levantó, y pasándose la mano por su entrepierna, se la llevo a la boca, para probar también mi semen.

Nuestro anfitrión cogió su ropa, nos dio las grácias por la compañia y se fue a su piso.

Susana y yo, nos fuimos directos a la ducha. En ese momento, empezamos a tener nuestros momentos íntimos, los dos juntos. Me siento bien con ella.