Las cartas de Crimea (cap. 2)

Ruslan se dirige junto a Volkan y Tansu a una manifestación reivindicativa frente al Consulado ruso de Estambul, en la que conoce de forma casual a un joven de origen circasiano que tiene sus propios motivos para protestar contra Rusia. Ambos empiezan con mal pie su relación debido a un malentendido

Cuando llegaron delante de la sede del Consulado ruso se encontraron con que no eran los únicos convocantes de la protesta. Un numeroso grupo de la minoría étnica circasiana, con sus características banderas verdes desplegadas y alguno de ellos ataviado con su pintoresco traje nacional, ocupaba buena parte de la calle, cortada a tal efecto al paso de vehículos de todo tipo con motivo de la protesta autorizada. Ruslan no pudo por menos que fijarse en la extraordinaria estampa de un hermoso joven circasiano ataviado al estilo occidental, que gritaba consignas en turco y en un rudimentario ruso criticando la elección de Sochi, el solar patrio circasiano, como sede de los JJ.OO. de invierno. La queja poseía un sólido fundamento puesto que sus antepasados circasianos habían sido primero masacrados, y los supervivientes expulsados de su tierra natal, en pleno corazón del norte del Caúcaso, durante las guerras ruso-circasianas de mediados del siglo XIX, y la mayoría de exiliados, exhaustos y hambrientos habían encontrado refugio en zonas seguras del por entonces decadente Imperio Otomano, entre otras Jordania, Siria, Palestina y la actual Israel, y, por supuesto, la propia Turquía; la ciudad ribereña de Sochi había sido escenario, según todos los registros históricos, de una de las mayores matanzas de circasianos conocidas, y las organizaciones que representaban los intereses de esta nación sin estado habían estallado de indignación al conocer la noticia de su designación oficial para los Juegos.

Según fue aumentando de tono la convocatoria Ruslan, muy a pesar, empezó a perder interés en el acto en sí, y a centrar su atención en el guapo joven de rasgos nórdicos que se desgañitaba lanzando proclamas antirusas utilizando un megáfono para hacerse oir por encima de los gritos de la multitud. En un momento dado se colocó la bandera circasiana a modo de capa anudada al cuello y se encaramó a lo alto de la valla protectora que protegía la legación diplomática de miradas indiscretas; desde allí arriba, contando con la inestimable ayuda del megáfono siempre a mano, incitaba a sus correligionarios a seguir elevando el volumen de sus gritos, para que el eco de sus demandas llegase hasta la ventana del despacho del cónsul general ruso.

  • ¡Vamos a joderle la tarde a ese ruso caradeculo! - ese irrespetuoso calificativo lo utilizaba a menudo para referirse a los rusos, de hecho parecía un "leit motiv" elegido a propósito para destacar una supuesta fealdad congénita del pueblo ruso.

Ruslan se fijó en que casi todos los circasianos allí reunidos, hombres, mujeres, e incluso algún niño de corta edad, presentaban unas caracerísticas físicas que les hacía muy fáciles de reconocer en un país como Turquía, cuya población solía presentar rasgos típicos de los países mediterráneo-orientales. Ellos, sin embargo, destacaban por su tono piel muy pálido, los ojos claros, por lo general, y el pelo mas bien rubio e incluso con un tono rojizo en algunos casos concretos, como el del apuesto joven, fuerte y espigado, del megáfono.

Cuando terminó la protesta y se disponían a abandonar el lugar, a Ruslan le sorprendió que aquel joven tan reivindicativo, ahora algo mas calmado y liberado de su esforzado papel como agitador de masas, se dirigiera a él en tono displicente y con cara de pocos amigos:

  • ¡Eh, tu! ¡El de la bandera gay!

  • ¿Es a mí? - preguntó un sorprendido Ruslan dándose la vuelta para encarar a su interrogador.

  • Sí, a ti. Me ha parecido que gritabas demasiado bien en ruso para ser de aquí...¿no serás un espía de esta gentuza o algo así, verdad?

Ruslan se echó a reir ante una provocación tan evidente como poco sutil, y miró a sus compañeros con una expresión de sarcasmo reflejada en el rostro antes de dignarse responder.

  • Pues sí, a lo mejor es porque soy de origen ruso...¿pasa algo?

  • No, nada, era simple curiosidad...

  • Pues ten cuidado con la forma en que expresas tu "curiosidad", porque hay gente que podría molestarse...

  • Aunque no ha sido tu caso, ¿verdad?

  • Bueno, dejémoslo ahí ¿vale?...mucha suerte con vuestra causa nacionalista, y adiós muy buenas.

La brusca despedida de Ruslan pareció pillar desprevenido al joven circasiano, que hizo señas a los suyos de que no le esperasen, y de que ya volvería por su cuenta.

  • Espera un momento, anda...dime, ¿como te llamas? - insistió el circasiano utilizando un inesperado tonillo conciliador.

Ruslan se dio la vuelta con un gesto hosco y de pocos amigos, y sin la menor intención de continuar con el juego.

  • Mira, tío, ¿porqué no te pierdes de una vez?... ¿para que coño quieres saber como se llama este jodido ruso "caradeculo"?

La puya pareció surtir efecto de modo inmediato, porque el chaval enrojeció como un tomate por momentos. Ruslan le echó una mirada general de forma disimulada, y su veredicto no pudo ser mas certero: pensó que aunque el chaval fuera un poco chulo, no dejaba de estar mas bueno que el pan, y absolutamente irresistible cuando adoptaba la falsa pose de niño vergonzoso.

  • Bueno, te pido disculpas si he estado un poco borde...

  • Borde no - intervino ahora Volkan defendiendo a su compañero de origen ruso - te has pasado tres pueblos, no me parece normal tu insistencia ¿le estás buscando las cosquillas o es que te pone mi amigo?

El joven giró la cabeza a un lado y a otro, mostrando un cierto desasosiego interno al hacerlo, como cerciorándose de que no había nadie conocido cerca que hubiera podido escucharles, y lanzó un suspiro de alivio al comprobar que todos sus amigos y familiares se encontraban ya a una prudente distancia.

  • ¡De eso se trata precisamente, joder, que no os enteráis de la movida…! - ahora se giró para mirar a Ruslan de manera abierta y retadora - Tu me gustas, y como he visto que llevabas la bandera gay, había pensado en entrarte de algún modo, pero por otra parte me daba miedo que fueras un agente ruso infiltrado y me pegarais una paliza si le lanzaba los trastos y me lo intentaba beneficiar...hoy en día no conviene fiarse de nadie en esta ciudad.

  • Vaya, se trataba de eso... - la mirada de alivio de Ruslan lo decía todo, la de Volkan y Tansu, en cambio, era un auténtico poema, nada acostumbrados como estaban a que dos personas del mismo sexo intimaran en plena calle en un país tan cerrado como Turquía a la libre expresión de sentimientos en público - sí, soy ruso y gay, y eso ya es bastante motivo para estar aquí protestando sin necesidad de convertirme en un espía al servicio de Putin y compañía.

  • Vale, tío, es una suerte que así sea...¿y que me dices a lo otro? - y le mostró la mas desarmante de sus sonrisas para demostrarle la sinceridad de su oferta.

  • Vosotros los circasianos vais un poco acelerados en general, ¿no crees? - ironizó Ruslan, provocando la risa de los presentes.

  • Bueno, la vida está diseñada para vivirla al límite, y si es con alguien como tu al lado, aunque sea medio ruso, mejor todavía. Por cierto, mi nombre es Murat.

  • Encantado, Murat. Yo me llamo Ruslan, y ellos son Volkan y Tansu - y le ofreció la mano abierta en señal de amistad y buen rollo.

  • ¿Eso es un sí a mi propuesta para esta noche? - le desafió de nuevo mientras estrechaban manos en completa sintonía mental.

  • ¿De que propuesta hablas, tío? - Ruslan se hacía el duro por momentos, pero su credibilidad menguaba por momentos.

  • ¡Una fiesta tradicional circasiana en mi casa, esta noche a las 10!. No podéis faltar, es un carnaval benéfico anti-Sochi. Os advierto que no es cualquier cosa, es un auténtico fiestón.

-Bueno, yo no tengo un plan establecido para esta noche...¿y vosotros, chicos? - preguntó Ruslan girando levemente la cabeza en dirección a sus acompañantes, mientras les guiñaba el ojo de manera cómplice.

Ambos sonrieron al unísono, y se cogieron tiernamente de la mano para responder:

  • A nosotros nos parece un buen plan para una noche como esta...

Murat vivía muy cerca del estadio propiedad del Besiktas, además de ser también seguidor incondicional del equipo, lo que aumentó la predisposición a su favor de Volkan y Tansu, que se pusieron muy pesados durante el trayecto en coche hasta la casa de su nuevo contacto, insistiendo en que actuara de modo juicioso pero que no dejara perder la oportunidad de ligar con un tío tan enrrollado y majete como aparentaba ser Murat.

Cuando llegaron a la dirección facilitada por el joven circasiano descubrieron que se trataba de un chalet con piscina situado en una zona residencial, y que el amplio jardín de la residencia estaba ocupado con mesas dispuestas con entremeses y viandas de lo mas apetecibles que habían visto en mucho tiempo.

  • Vaya rollo, aquí solo hay Coca-Cola y patatas fritas...parece una fiesta de graduación americana - protestó en seguida Volkan ante el anfitrión de la fiesta. Tal vez lo decía porque los principios de su religión, de marcado carácter místico y poco normativa, no le impedían consumir alcohol, aunque tampoco se lo aconsejaran precisamente. En realidad su sentimiento religioso era muy laxo, y era uno de los escasos jóvenes turcos que Ruslan conociera que reconocía abiertamente mantener relaciones prematrimoniales con su novia Tansu, algo muy mal visto en la conservadora sociedad local.

  • Bueno, la barra libre la reservamos para la verdadera fiesta-fiesta, que es en el garaje, aquí fuera reservamos el espacio para los musulmanes practicantes que no desean beber alcohol y los menores de edad, que también tienen derecho a divertirse - le explicó un risueño Murat, que parecía brillar con luz propia ejerciendo de relaciones públicas en medio de gente tan diversa.

La convocatoria anti-Sochi había resultado un éxito y al menos dos centenares de personas se repartían el espacio comprendido por el amplio jardín, cubierto para la ocasión con pérgolas de flores y una procesión de velas aromáticas alrededor de la piscina, quizá para evitar que los niños pequeños sintieran la tentación de acercarse a ella, y las tres plantas del inmueble. En la parte exterior predominaban los invitados mas conservadores, ellas con la cabeza cubierta con el inevitable pañuelo, en este caso casi siempre blanco y de tejidos finos, y sus acompañantes masculinos con traje y corbata en la abrumadora mayoría de los casos. Un servicio de catering especialmente contratado para la ocasión por los padres de Murat se encargaba de reponer las bandejas de emparedados y las bebidas del buffet. Dentro, sin embargo, el ambiente era mucho mas relajado, y mas del gusto del campechano Volkan, quien siempre gustaba de expresarse a su libre albedrío, sin los permanentes obstáculos que una sociedad demasiado tradicional le ponía por el camino.

A eso de las once, tras departir por un buen rato con los amigos de Murat y otros invitados a la fiesta, bajaron los cuatro al garaje de la finca, acondicionado en esta ocasión de improvisada discoteca. Los organizadores del evento no se habían cortado un pelo a la hora de impresionar a sus invitados e incluso habían alquilado los servicios de un reputado maestro de ceremonias (DJ) local. Muy pronto los decibelios comenzaron a causar estragos entre el sector mas joven de la celebración, y la pista se llenó de jóvenes de ambos sexos deseosos de bailar los últimos éxitos internacionales de Pitbull & Kesha, Avicii, Pharrell Williams o Naughty Boy & Sam Smith.

En un momento determinado Murat consiguió desligarse por unos minutos de sus tareas como anfitrión de la fiesta y llamar la atención con una discreta señal a Ruslan, que se encontraba bailando en el centro de la pista junto a Volkan y Tansu. A un gesto de su nuevo amigo, Ruslan se deslizó como pude entre el resto de danzantes y acompañó a Murat a través de un sofisticado ascensor interno hasta la tercera planta, donde se encontraba su dormitorio. Pero aquel joven extrovertido y dicharachero no tenía en mente seducirle y llevarle al catre, como podría pensarse en un principio, sino que necesitaba un poco de intimidad para confesarle sus verdaderos sentimientos, y con el resto de la casa atestada de gente y ruidos de todo tipo, el único reducto de relativa tranquilidad que restaba era su propia habitación, que incluía un pequeño vestidor y una terraza privada.

Murat invitó a Ruslan a sentarse en una silla del exterior, desde donde se gozaba de una vista privilegiada del jardín y sus alrededores.

  • ¿Te han dicho alguna vez que te pareces un poco a Kivanc Tatlitug? - le espetó de repente Murat, quizás para romper el hielo entre ambos de manera pretendidamente galante.

A Ruslan le hizo gracia que le comparara nada menos que con un afamado galán de telenovelas local, muy reputado también en el mundo árabe y en los países del este europeo por sus papeles de héroe romántico. En muchos de esos países las series de televisión turcas obtenían índices de audiencia mas elevados que las producciones norteamericanas mas reputadas y vanguardistas; de hecho Ruslan ya seguía muchas series turcas, sobre todo policíacas, durante su vida anterior en Rusia.

  • Me lo tomaré como un cumplido, pero te aseguro que si me pareciera a él estaría rodando telenovelas a punta de pala y ganando un pastón en publicidades, en lugar de pasarme el día de un lado a otro, y soportando además los aplazamientos y cambios de humor de mis alumnos de inglés y ruso.

Murat no había acertado con el primer intento, pero no por eso pensaba dejar de intentarlo cuantas veces resultara necesario.

  • Yo creo que tienes un buen trabajo, conoces gente nueva y muy distinta y recorres Estambul, una de las ciudades mas bellas del mundo, de cabo a rabo todos los días de la semana.

  • Bueno, es una forma poética de ver el asunto. Y dime, Murat, tu, ¿a que te dedicas? ....y no me digas que a recolectar fondos para promocionar la causa de la devolución del solar patrio circasiano, porque aunque sea una causa muy noble me imagino que tendrás ambiciones mas personales en tu vida.

  • Por supuesto, hombre, soy una persona muy activa y gregaria, como habrás podido observar. Trabajo en el negocio familiar, somos fabricantes de moda islámica.

  • ¿Moda islámica? ¿y eso en que consiste exactamente?

  • Pues mas o menos el tipo de prendas que llevan las mujeres asistentes a esta fiesta, y en menor medida, sus maridos. Ropa holgada, buenos materiales, muchos pañuelos de seda para cubrirse el cabello y fulares para que no se les acuse de mostrar el cuello, zona erógena por excelencia, pero siempre buscando un diseño atractivo y moderno. Queremos que nuestras clientas se sientan sexys y a la moda, además de cumplir con sus preceptos religiosos de modestia y pulcritud. Y mi función principal consiste en viajar por países islámicos en busca de nuevas tendencias en el campo del diseño de moda islámica, y aplicar las ideas resultantes a los bocetos de la siguiente temporada.

  • Suena muy interesante, sin duda, pero imagino que debe ser complicado diseñar moda sexy cuando tus clientas llevan tantas prendas encima y no muestran ni un centímetro de carne, ¿no crees?

  • Bueno, no te creas, hoy en día el concepto de moda islámica está ya en una fase muy dinámica y avanzada, en la que es común que las mujeres jóvenes opten por llevar pantalones y chaquetas a juego, combinadas, por ejemplo, con un pañuelo de seda y unas gafas de sol de diseño vanguardista, además de otros complementos como pulseras, pendientes, anillos, diademas, relojes, esclavas en los tobillos, etc. Las posibilidades son enormes, y hasta ahora existía un cierto vacío a la hora de diseñar prendas elegantes para este amplio sector de mujeres turcas.

  • Turcas, y no digamos ya en el mundo árabe en general.

  • Sí, realmente mis padres han construido su modesta fortuna gracias a las exportaciones a países como Arabia Saudí, los Emiratos Arabes Unidos o Qatar. Realmente tuvieron una idea afortunada en su día, quince años atrás.

  • Me alegra saber que eres un hombre de éxito, aunque eso resulta evidente nada mas entrar en tu casa.

  • Bueno, a mí en realidad me gustaría independizarme el día de mañana y crear mis propias líneas de moda, y ampliar las colecciones para incluir mas moda de caballero. En fin, todo se andará con el tiempo.

Apenas finalizada su declaración de principios, y antes de que Ruslan tuviera tiempo de responder, Murat hizo un leve gesto con la mano reclamando silencio, y pidió a su acompañante que escuchara con atención la letra de la canción cuyo eco llegaba debilitado hasta aquella privilegiada atalaya, desde las profundidades del garaje. El tema era bien conocido por Ruslan, y sus intérpretes no eran otros que el gran Calvin Harris y su musa ocasional Ellie Goulding, que, por cierto, derrochaban química a raudales en el original videoclip que servía de soporte visual a la pegadiza canción, titulada "I need yor love".

Tell me, do you feel the same?

Hold me in your arms again…

Murat se fue acercando lentamente hasta el rostro sereno de Ruslan, mientras entonaba con su grave voz de barítono el estribillo de la canción, superponiendo sus estrofas a las cantadas en la distancia por Ellie Goulding.

I need your love,

I need your time,

When everything's wrong

you make it right

I feel so high

I come alive

I need to be free

with you tonight

I need your love.

  • Corroboro cada palabra que he pronunciado. ¿Qué tal mi acento, profe?

  • El acento excelente, y la entonación perfecta - respondió Ruslan incorporándose de la silla para facilitar su acercamiento- ahora hace falta comprobar si la inspirada letra se corresponde con la realidad o es pura fantasía de discoteca.

Sus labios se rozaron de inmediato de manera tenue, como temerosos del primer contacto, para ir lentamente ganando terreno en el interior de sus bocas, y sus traviesas lenguas, jugueteando y luchando consigo mismas, competían con sus manos, rebeldes y obstinadas, que pugnaban por esconderse y desaparecer de la vista por debajo de la ropa, en una enfebrecida sinfonía de abrazos, caricias y besos repartidos sin demasiado criterio por la cara y el cuello de cada uno de los participantes en el juego.

  • Ahora por fin puedo decírtelo. Te quiero, Ruslan, me vuelves loco y quiero estar a tu lado siempre.

  • Yo no soy persona de grandes flechazos - reconoció este último cogiendo aire tras un beso de tornillo particularmente intenso - pero reconozco que contigo está siendo todo muy natural y orgánico, como pienso que debe ser entre dos personas. Me has deslumbrado por completo, chaval.

Ambos sonrieron a la vez y entrelazaron por primera vez sus manos en un gesto que repetirían a menudo a partir de entonces.

  • Será mejor que bajemos al garaje - propuso Murat - a estas alturas muchos invitados se habrán dado cuenta de mi ausencia, y es mejor no dar que hablar demasiado a la gente.

  • Sí, y yo tampoco me fío mucho de mi amigo Volkan cuando consume demasiado alcohol, como está ocurriendo ahora mismo; en esos casos suele liarla parda de una forma u otra - puntualizó Ruslan con aire de verdadera preocupación.

Sus temores no iban demasiado desencaminados, porque cuando entraron en el recinto acondicionado como pista de baile observaron atónitos a un Volkan completamente desatado subido a la barra prefabricada del improvisado bar mientras realizaba un espontáneo amago de "strip-tease". El achispado joven seguía los sensuales acordes del "Aski bulamam bem", la canción que lanzó al estrellato al carismático Murat Boz años atrás, y en cuyo celebrado video-clip se iba despojando de la ropa que vestía de manera progresiva, ante la atenta mirada de varias hembras en celo, en lo que simulaba ser un espectáculo de "peep-show" para mujeres. Pero mientras que el cantante turco sabía en que momento preciso debía parar de quitarse prendas para no escandalizar demasiado a la timorata sociedad turca, Volkan, jaleado por un grupo de féminas entusiasmadas con su apostura mediterránea, y ante la abierta desesperación de su novia que le imploraba a gritos que dejase de hacer el ridículo de aquella manera, se había quedado ya en calzoncillos y amenazaba con librarse cuanto antes de tan incómoda prenda y subastarla entre el corrillo de lobas fanáticas que le rodeaban en medio de un ensordecedor griterío.

Por desgracia para sus planes de desnudez, y por suerte para el anfitrión, entre Murat y Ruslan consiguieron hacerse de momento con el control de la situación y llevarse a un aparte a Volkan. Pero este último, borracho como una cuba, no paró de protestar y coquetear con cada chica que se cruzaba en su camino, y no contento con el espectáculo organizado, salió corriendo en dirección al jardín pidiendo a las chicas que le rodeaban que le siguieran, se quitó a la carrera los gayumbos al llegar al exterior y se tiró a la piscina de cabeza, seguido de un montón de jovencitas emocionadas que no dudaron en hacer lo mismo, vestidas, a medio vestir o incluso en ropa interior las mas lanzadas.

  • Lamento mucho lo ocurrido - comentó Ruslan a modo de disculpa cuando abandonaba la fiesta cargado con su amigo Volkan al hombro, y con su atractiva novia avergonzada y hecha un manojo de nervios unos pasos por delante de ellos- me temo que mi amigo te ha arruinado la noche...

  • ¿¡Qué dices, tío!? - le replicó con una sonrisa de oreja a oreja un incrédulo Murat - ¡Si ha sido el alma de la fiesta!. Yo diría mas bien que ha salvado la noche, evitando que cayera en la mediocridad y en lo de siempre. Todo el mundo me está pidiendo que le invite a partir de ahora a todas las celebraciones que organice, aquí y en las sesiones privadas en discotecas de moda que organizo de vez en cuando.

  • Tu sabrás lo que haces entonces, pero este pibe tiene un peligro impresionante cuando va tan cocido. Has tenido suerte de que tus clientes mas conservadores se hubieran retirado temprano, porque de lo contrario te quedabas sin donaciones de por vida para tu sagrada causa circasiana.

  • No será para tanto, hombre. Te lo repito, estáis los tres invitados a venir cuando gustéis - zanjó un conciliador Murat, muy metido en su papel de anfitrión comprensivo - Y a ti te llamo mañana al móvil, y quedamos para vernos, ¿vale?.

  • Muy bien, Murat, como quieras. Gracias por todo, lo hemos pasado genial, y algunos incluso mejor todavía - y le guiñó el ojo de forma cómplice antes de desaparecer por la puerta, con su compañero de piso a rastras.

(Continuará)