Las calenturas de Antonia (4)
Me fué pedido que humillara mucho más al cornudo en este relato.Pues bien, aquí aparece humillado al límite. Observación. Contiene una parte final con un morbo antes no explotado en ningún relato que haya leído,y he leído bastantes (me encanta). Puede que sea muy fuerte, pero tengo en mente una seríe mucho más fuerte tras finalizar esta. Ya me direis que os parece.
Antonia disfrutaba plenamente su nueva vida. De ser una mujer más que vivía el sexo de forma anodina, había pasado a ser una devota sel sexo lujurioso y vicioso. Ya no era la Antonia que se abría de piernas para que su marido la follara. Tres, cuatro y hasta cinco veces por semana, lo cual no estaba nada mlas tras tantos años de matrimonio, lo cual invariablemente conducía al tedio y aburrimiento, con la consiguiente reducción de tiempo dedicado al sexo. Nó, Juan no era un mal amante. Mas bien al contrario. La regalaba con largas y frecuentes sexiones de sexo, buen sexo, amén de ser un hombre atractivo y musculoso que gustaba a las mujeres. Pero el caso es que ya andaba bien metido en la treintena, y Antonia se sentía irresistiblemente atraída por chicos mucho más jóvenes.
Por más atractivo que fuera un hombre a esa edad, ¿como compararse con la firmeza de músculos de quiien apenas ha salido de la adolescencia?¿Como comparar aquella elasticidad en la piel, y aquella mirada de quein tiene un munco por descubrir?Nó, para Antonia, un hombre iba perdiendo atractivo conforme se iba adentrando en la veintena. Al cumplir los 20, iniciaba una cuenta atrás imparable, y a partir de los 22 o 23, empezaba a decaer irremediablemente. Pasados los 25, las barrigas comenzaban a hincharse, lo que fueros firmes abdominales, a convertirse en blandos michelines. Los prietos culitos que la volvían loca, comenzaban a caer, y brazos y pectorales a perder su tono. Aún en los casos en que no era así, seguía habiendo un algo indefinible que irremediablemente se perdía con la edad.
Andrés era en cambio, era todo lo que podía pedir en un hombre. Joven, guapísimo, rubio, ojos claros. . . culito prieto que invitaba a tocarlo y morderlo, músculos perfectamente tonificados. . . y un vicio sin rival. Entraba de lleno en su protototipo de edad, (17/23 mas o menos), y en todos los demás. Andrés tenía novia. Una novía de pelo azabache guapísima, que la hería interiormente causándole un dolor que no conocía. Tales eran los celos que le inspiraba. Hubiera dado cualquier cosa por ser ella, la compañera "oficial"de su rubio Adonis. Pero calro, aquello hubiera tenido sus desventajas. Para Andrés, Alicia era su novia, con todas las letras. Añguien a quien reespetar, una santa con quien hacer el amor, no una guarra con quien satisfacer sus más lujuriosas fantasías. Antonia en cambio, sí era aquella guarra. Una mujer casada y con hijos, casi 20 años mayor que él, bella y de curvas rotundas, con un vicio fuera de toda medida. Una hembra a quien humillar y someter a las más depravadas experiencias que podía concebir. Jamás podría considerar su novia a alguien así. Antonia lo sabía y aceptaba con resignación.
Llego un momento en que lo que éstaba ocurriendo, empezaba a ser demasiado obvio para todos, excepto Juan. Este, seguía tan enamorado de Antonia como el primer día, y creía a pies juntillas lo que ella le contaba. Todo era envidia de la gente, que le envidiaba por mantenerse en tan buen estado, y tener una mujer bella que todos deseaban y envidiaban. Por dentro, Antonia se reía y disfrutaba mintiendo tan descaradamente a aquel imbécil al que ya no aguantaba. Simplemente seguía con él, para poder humillarlo más aún. Juan siempre había sido un buen hombre y esposo, nada le había faltado con él, que se desvivía por ella. Y eso la incitaba a ser más cruel aún con él!Como le exciitaba serlo¡
EL caso, es que lucía, la madre de Juan, no era una mujer tonta. Al contrario. Y tenía un peso específico muy a tener en cuenta en él. Adoraba a su hijo, y este la idolatraba. Lucía, se dió cuenta enseguida del cambio operado en Antonia. De ser la nuera ideal que había querido y respetado, parecía haber pasado a ser una golfa descarada que vestía como una puta y andaba contoneándose, tonteando con jovencitos guaperas. Por supuesto, no se le había pasado que algo ocurría entre ella y el rubiales que vivía con ellos ahora¿Había sido así siempre Antonia sin ella notarlo, o realmente había habido un cambio?Lucía no quería herir a su hijo, e intentaba que este se diera cuenta por sí solo de todo esto, sin tener que decírselo abiertamente. Pero Juan no habría los ojos, y se acercaba el momento en que ella intentaría abrirle definitivamente los ojos. Y si había alguien que quizá pudiera minar esa confianza ciega que Juan tenía en Antonia, esa era Lucía. No es que le importara mucho perder a su marido por lo sentimental. Simplemente, había aprendido a vivir comodamente, sin trabajar y mantenida por él, mientras a ella le quedaba todo el tiempo que quisiera para dar rienda suelta a sus ansias sexuales. Además, como ya quedó claro antes, Antonia adoraba el humillar a su estúpido cornudo.
Quedó un día con ella para ir a comprar. Lucía casi se da la vuelta al verla como venía vestida. Simplemente una vaporosa camisa blanca transparente sin nada debajo, dejando sus grandes tetas bien a la vista, y una larga falda comn la abotonadura frontal desabrochada hasta muy arriba. A las 10 de la mañana en un día luminoso, resultaba escandaloso. Lucía en cambio, seguía fiel a su estilo. Era una mujer cercana a la sesentena, muy parecida al tipo Concha Cuetos(vaya en homenaje a esta gran actriz. Me encanta y la encuentro muy particularmente atractiva), y dignamente atractiva teniendo encuenta su edad. No al estilo que pueda serlo Ana Obregón o Norma Duval(bellísimas), sino al de la misma Concha Cuetos o su tocaya Velasco. Pelo teñido de rubio recogido, y ojazos grises que el idiota de su hijo no había heredado. ninguno de los hermanos, que habían saldio más al mediocre de su padre. Vestía formalmente, blusa blanca y falda negra. Intachable y eelegante, como simpre había sido.
-Antonia. . . ¿Donde vas así vestida?
-Hola Lucía. -dos besos-En teoría a comprar, pero lo que qería realmente es hablar contigo. Vamos a tomar algo a una cafetería y te explico.
-Antonia, escúchame;no se que está ocurriendo contigo, pero no voy a ir a ningún sitio contigo así vestida.
-Al contrario. . . -responíó con una sonrisa descarada-, vas a venir y de bueb grado-Lucía miraba sorprendida, sin comprender.
-Tenemos mucho de que hablar. . . y lo haremos hoy. . . aunque tenga que seguirte hasta tu casa para discutirlo allí ante tu marido. Y eso no es lo que queremos¿verdad?No le co¡nvendría a mi suegro.
El padre de Juan, se recuperaba precariamente de un infarto, y necesitaba mucha tranquilidad. Una discusión familiar, máxime del tema que se adivinaba, era lo que menos le convenía. Lucía, permanecía ahora indignada. . . pero transigió pensando en su marido. Se acercaron esntonces hasta la terraza de una céntrica cafetería, sentándose a una mesa. Se acercó un jovencito camarero que con toda seguridad no llegaba a los 18 años. Era guapísmo, rubísimo, del tipo que atraía irresistiblemente a Antonia. Lo miró lujuriosamente mientras caminaba hacia donde ellas estaban, haciéndolo ruborizarse!Vaya", pensó;parecía ser que iba a tener una ayuda extra.
-Buenos días señoras¿que va a ser?
-Buenos días bombón. Para mí será un Jhonny Walker, y para mi suegra. . .
-Una cerveza. -añadió esta sin muchas ganas. EL jovencito se alejó.
-Tú dirás.
-Lucía, Lucía. . . ¿cuando aprenderás a relajarte?-sonreía Antonia-¿Cuanto hace que no mamas una buena polla?
Los ojos parecieron ir a estallar en las cuencas de aquella.
-Antonia. . . ¿que te ocurre?
-!Ja, ja, ja¡. . . Nada, solo te hacía una pregunta. Dime. . . ¿hace mucho?. algo en su tono, denotaba que la pregunta iba en serio.
-No creo que sea asunto de tu incumbencia.
Antonia encendió un cigarrillo sonriente.
-Vamos, dímelo. . . una buena polla. . . no la de tu marido. -el rostro de Lucía escandalizado. -Una polla joven, dura. . . resistente. . . que te haga sebtir la explosión de su prgasmo contra tu paladar y llene tu boca de yeta. . .
En ese momento llegó el camarero con las bebidas, a tiempo de escuchar las últimas palabras. Lucía no sabía donde esconderse, mientras Antonia simplemente sonreía. El chaval sirvió e intentó retirarse por detrás de Antonia.
-Espera cariño-le detuvo esta tomando suavemente una de sus manos. El chaval se giró cortado, quedando a sus espaldas a la espectativa. Tomando ambas manos, las llevó a sus tetas. Lucía dió un salto para largarse indignada.
-!Quieta¡-ordenó Antonia. Su voz era imperativa, imposible de desobedecer. -Mira esto. Añadió enseñándole la pantalla de su móvil. En ella, aparecía una fotografía del momento, con las manos del chico en sus tetas.
-En estos momentos, mi chulo-le encantaba llamarlo así-está en tu casa con tu mardido. Es la ventaja de ser casi uno más de la familia-añadió con un guiño-Si no te sientas inmediatamente de nuevo, le mandaré esta foto a su móvil, y el se la enseñara a tu maridito. . . ¿quieres eso?-terminó con cinismo. Lentamente, Lucía se dejó caer de nuevo en la silla.
-Así está mejor-aceptó Antonia, mientras comenzaba a guiar las manos del chaval en un masaje sensual. ¿te gusta cariño?
-C-claro. . . !me encanta¡
Abtonia se abandonó entonces al masaje, entrecerrando sus ojos y gimiendo suavemente. Desde la posición de Lucía, podía ver sus melos juntarse y amontanerse, sus pezones apuntando directamente hacia ella. Por un momento, se sintió algo excitada. Sus hormonas no podían sucumbir a la hipocresía autoimpuesta, y reaccionaban ante una escena indudablemente sensual. Pero fué solo por un momento. medio girando su cabeza, Antonia la colocó contra la entrepierna del chico, y comenzó a desabrochar los botones de su bragueta con cu boca, recreandse en cada uno de ellos, lamiendolos. . . Pronto, quedó su polla fuera. Una polla flácida y olorosa. Aquello no podía haberlo previsto el muchacho, y esa mañana no la había lavado. Aquel olor, era algo tremendamente afrodisíaco para Antonia, que no dudó en introducir el capullo en su boca para limpiarlo con su lengua. El espectáculo, no pasó desapercibido. La gente que había sentada en la terraza reaccionó, sonriendo y animando. Casi todos eran gente joven y sana sexualmente hablando. Allí solo había una sana, valga la redundancia, mamada, y no era cuestión de poner el grito en el cielo por ello. Pronto salió el encargado del local y otros camareros. En rpincipio alarmados, viendo que la clientela no se escandalizaba, simplemente se colocaron a espaldas de ellso, para impedir que se les viera desde el resto de la calle. La mujer era un bellezón, y no era de recibo cortar al chaval en una experiencia que cualquiera de ellos hubiera deseado. Lucía por su parte, quería que la tierra la tragase. En cualquier caso, no duró mucho. Terriblemente cachondo por el vicio y belleza de aquella hembra, y sus dotes mamatorias, no tardó en descargar abundantemente en su boca. Antonia sacó entonces de ella la polla, pero solo unos escasos 5 ctms, sacando a la vez la lengua, para recibir entera su descarga y ofrecer la escena perfectamete a la vista de Lucía.
Fué una corrida abundante y disfrutada por Antonia, que la saboreo con glotonoería. Un coro de aplausos premió la faena. a la vez que se oía un "estan invitadas a las copas por la casa".
-¿Has visto?-preguntó una vez quedaron solas de nuevo-La vida es para disfrutarla, y el sexo es la salsa de la vida. Mírate, casi 60 años y toda una vida desperdiciada con un hombre que seguro que no te ha hecho gozar de verdad. -Lucía intentó protestar, pero Antonia no la dejó. -pero eso tiene arreglo. Hoy vas a gozar, y me lo agradecerás-Lucía no comprendía-Vas a venir conmigo y hacer lo que te diga. De lo contrario, ya sabes. . . el corazón de tu marido no lo resistirá!No me mires así¿Yo me he liberado de toda hipocresía¿Que me tiene que importar a mí tu hombre o su salud?A mí solo me importan los hombres en la medida en que me interesen sus pollas. Si sale de esta o muere por el sms que le mande, es algo que me trae sin cuidado. Es a tí a quien le importa eso. Así pues, si quieres mantenerlo vivito y colenado, harás lo que te diga.
En la sigueite bebida, sin darse cuenta Lucía, arrojó en su vaso media pastilla de extasis machacada. En muchas mujeres, tenía por efecto ponerlas cachondas, incluída Antonia, que previamente había probado las de este cuño. Si hubiera suerte. . .
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Antonia llevó a Lucia a una casa de contactos masculinos. Era un apartamente lujosamente decorado, en la que guapísimos jóvenes atendían a hombres y mujeres, aunque principalmente a los primeros. Las féminas, eran menos dadas a pagar por los servicios de un macho, seguramente por algú estúpido sentido del orgullo. Antonia podía entender aquello de que un hombre que folla con muchas mujeres es un macho, mientras que una mujer que hace lo propio con muchos hombres, es una guarra. Entendía que era un simple equilibrio. . Si bien los hombres tenían carta blanca para tener muchas relaciones sin ser víctimas de repulsa social, lo tenían mucho más difícil que las mujeres para ligar por lo cual no follarían todas las veces que lo deseasen(salvo pagando, sino simplemente las que pudieran y se presentase la oportunidad. Las mujeres en cambio, lo tenían mucho más fácil. Siendo realistas¿cuantas veces se le diría nó a una mujer medianamente atractiva que se insinuase a un macho?Muy pocas. En cambio, la presión social le impedía desahogarse todas las veces que hubiera deseado, so pena de colgarse el sanbenito de guarra facilona. A fin de cuentas, unos porque pueden pero les cuesta, y otras porque lo tienen fácil pero con un precio negativo a cambio, ambos al final no habrán follado todas las veces que desearan, sino solo las que pudieran por uno u otro motivo. De no existir ese equilibrio y si las mujeres fuesen aplaudidas por sus infideliades como los machos, sumado a la facilidad que la naturaleza dos íó, queridos amigos, solo serías ganadería cornuda invariablemente, sin posibilidad de resarciros. A Antonia le parecía una idea francamente excitante, pero objetivamente injusta.
En cambio, en el tema de la prostitución estaba más fácil todo. Solo había que llegar, pagar y elegir, sin que nadie se enterase y condenase. Quizá fuera un palo para el orgullo femenino del que nos preciamos, por eso mismo de que no necesitamos pagar al tenerlo más fácil, pero es que a Antonia le encantaba humillarse ante los machos, y pagar la excitaba terriblemente.
Ya parecía haber estado antes allí, de forma que seleccionó rapidamente a los dos mejore, un rubio y un negro, ambos alrededir de los 18 años, pegó y salieron. El rubio vestía camisa blanca cuyos botones parecía que iban a estallar bajo la presión de sus pectorales, y vaqueros ajustados, marcando un culito digno de veneración. tenía unos carnosos labios que era una invitación a ser besados. El negro en cambio, portaba una camisa igualmente ajustada, pero negra y transparente, mascando un torso escultural, y shorts vaqueros que dejaban ver unas piernas perfectamente torneadas, que culminaban en un culo que con toda seguridad, iba a ser besado y reverenciado por Antonia esa tarde. En su rostro, dos ojos negros brillaban cual centellas con lujuria, en una promesa de placeres inenarrrables. Algo parecía ocurrir en el interuior de Lucía. Nunca se había fijado en otros hombrs que no fueran su marido, y mucho menos en jovencitos que pudieran ser sus hijos. En cambio, algo había dentro de ella ahora distinto, que la incitaba a mirarlos con otros ojos, luchando interiormente por evitarlo. Auún así, no podía evitar que su mirada se fuera al torso del negro con lascivia controlada, y al rostro bellísimo del rubito.
Se dirigieron a un apartamento del que Lucía desconocía su existencia. Estaba decorado en rojo y ambientado obviamente como picadero femenino. Esculturas de hombrs desnudos, posters de chucos musculosos. . . y presidiéndolo todo, uno de Leonardo Dicaprio en Titanic(!sci¡Es mi ídolo. Siempre he dicho, que de haber ido yo en el Titanic, Di caprio no hubiera muerto congelado ;). Séame disculpado este apunte personal, no podía evitarlo. Simplemente, adoro a Leo). Pusieron música ambiental y Antonia se sentó en un sofá con el rubio, mientras ordenaba a Lucía hacer lo propio con el negro.
-Ahora Lucía, simplemente déjate llevar. -Diccho esto, comenzó a morrearse con el rubio, que enseguida se lanzó sobre sus tetas, devorándolas, sobándolas. . . El negro por su parte, comenzó a besar el cuello de Lucía, acariciando sus tetas. . . Pero aquella permanecía tensa. Cuando el chico intentó llevar sus dedos a su entrepierna, cerró sus muslos.
-Lucía, no voy a estar toda la mañana explicándotelo. Vas a gozar, a follarte a estos dos chicos. Y no solo eso, sino que vas a intentar satisfacerlos a tu vez. Vas a ser una zorra, verás que no es tan difícil. No te lo repetiré otra vez. la proxima. . . -tomó el movil mostrándoselo. La imagen era surrealista, con su nuera abrazada a un chico no mucho mas mayor que su nieto, su camisa desabrochada y sus tetas fuera, gozando en su crueldad. Lucía no pudo por menos que obedecer, abriendo las piernas. Los dedos del negro llegaron entonces sin problemas a vagina, apartando las bragas y entrando en ella, invadiendo la intimidad que durante tantos años había sido solo de su esposo.
Por otro lado, el chantaje de Antonia fue una liberación. Algo había cambiado en la química del cuerpo de Lucía(éxasis)y se hallaba extrañamente embriagada. Deseaba abandonarse al placer aunque se lo negara así misma, y la presión de Antonia le sirvió la excusa en bandeja¿Que podía hacer'Al fin y al cabo era una pobre víctima¿no?
Las expertas manos del negro no quedaron quietas por un momento. En unos minutos, Lucía tenía sus tetas al aire, unas tetas grandes y caídas por la edad, pero indudablemente hermosas a sus años, y la falda subida, as la vez que suspiraba invadida por el placer. El rubio dejó sus maquinaciones con Antonia, para, subiéndose al sofá, poner su polla en la cara Lucía.
-Mam. . . -"mmama Lucía" iba a ordenar Antonia. Pero no hizo falta. Abriendo su boca, su suegra dejó que aquel rabo invadiera su boca, comenzando a chupar ansiosamente. Habían sido muchos años de continencia sin saber conscientemente que lo era. tal era la censura auroimpuesta. Pero ahora se había acabado aquello. Lucía mamaba y sobaba con el amnsia que solo puede dar una vida de deseo vefado. Tumbándola en el suelo, se colocaron uno a cada lado, sus pollas en su boca. mientras ella las mamaba alternativamente. Llegado el momento, se vaciuaron al unísono sobre su cara y tetas. Lucía tragó todo lo que pudo, recogiendo el resto avidamente con sus dedos, lamiéndolo, provocando la risa de los chicos y Antonia. "Vaya con la abuela"
Puesta a cuatro patas a continuación, recibió la polla del rubio, la más grande, mientras volvía a mamar la del negro. El rubiales a su vez, agarraba sus tetas que hasta entonces se balanceaban como las de una vaca. Lucía no podía contar los orgasmos. Mas bien, acababa de descubrir que no es que fuera multiorgásmica, sino que gozaba de un orgasmo continuo. Ni siquiera protestó cuando, a una señal de Antonia, cambiando de posición, el negro le taladró el culo. Solo un gesto de dolor, y después mas gémidos de placer, ahogados de golpe por una polla en la boca. Ambos se corrieron final y apoteosicamente de nuevo sobre su cara, su boca abierta hasta lo imposible para recirbir en ella tan deseada descarga. Los chicos quedron exaustos. Descansaron una media hora los 3. Se ducharon y se dispusieron a irse.
-Me ha encantado chicos. recordadme, volveré para contratar vuestros servicios de nuevo. Pero esta vez quiero que me hagais un servico a mí. -Sonrisa pícara, un par de besos con lengua y cuatro manos sobando sus tetas. Antonia saca sendos billetes de 20 euros y los introduce en sus pantalones. -Mis tetas agradecen esas caricias. . . lamento que sta vez solo pueda ser con 20 euros.
Cuando Antonia volvía dentro, Lucía salía de la ducha, totalmente despejada yá. Era lo que esperaba Antonia. Quería culminar su chantaje cuando estuviera bien atemnta.
- Ya puedes salir Andrés. -desde detrás de unas cortinas, este apareció. -Como ves, no estaba con tu marido, era mentira. Pero mira. . . -Andrés mostraba una cámara-Ahora tenemos un vídeo de tus "hazañas". Sé que no se te ocurrirá decir nada a nadie. . . de lo contrario, tu marido, hijos, vecinos y todo el mundo, sabrán lo puta que puedes ser.
Lucía mostraba una expresión neutra, que tenía desconcertada por primera vez a Antonia. De repente, se dirigió a ella lentamente. Antonia dudo¿Que iba a hacer?¿Agredirla?
Pero no la agredió. En lugar de ello, acercó su cara para besarla en los labiosLos alejó algo y se miraron a los ojos, de cerca. Nuevamente la besó y esta vez Antonia abrió la boca, recibiendo su lengua que se trabó con la de ella en un lascivo nudo.
-Guárdate la cinta cariño. Como recuerdo. Y haz una copia para mí, por favor. -Antonia miraba incrédula-tengo que darte las gracias. me has abierto los ojos, De no ser por tí, hubiera entrado en los sesenta sin saber lo que es la felicidad y, con el tiempo, me hubiera ido de este mundo sin haberla conocido. Ahora se lo que me he perdido toda mi vida. . . pero no oucrrirá más. Ahora entiendo tu cambio. Mi hijo es un idiota como su padre, y tú una mujer caliente como yo misma!Folla con quien quieras hija¡!Humíllalo¡¿Como voy a poder criticarte por ello, viendo este magnífico macho(Andrés)que tienes por amante!Perdón¡-Añadió ante una mueca de Antonia. -Creo que te gusta llamarlo tu chulo. -Su nuera sonrió. -Folla todo lo que quieras cariñop-repitió besándola de nuevo-, que en mí no tienes que ver ningún peligro ni una enemiga. Será tu compañera de aventuras, cómplice y encubridora. . . si aceptas a esta vieja, claro.
Antonia se acercó a ella, tomando sus tetas en sus manos. otro beso en los labios, fué respuesta suficiente.
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El corazón de Braulio no resistió mucho más. Su mujer, a la que tanto amó siempre, parecía haber operado un cambio en su personalidad. Ya no era la esposa devota que cuidaba de él en su enfermedad. cada vez, parecía más indolente hacia él. No quiso aceptar que todo indicaba que tenía un amante, hasta que un día los sorprendió besándose en el pasillo!Había sido tan dramático¡Braulio no podía crérselo. Allí, en su propia casa, en sus narices, su adorada esposa se estaba besando con el chico de la rtienda de periódicos, un chaval de 16 años. Quedaba claro que era un beso de despedida. El sobaba sus tetas, y ella le susurraba cosas al oído. Ella extrajo 100 euros de su bolso, y se los entregó. !¿Que había ocurrido?¿Era posible que se hubieran follado a su mumjer en su misma cama?¿Erá aquella la misma Lucía con que había compartico 43 años de amtrimonio, la misma que ahora pagaba a aquel chico por sus servicios?Un grito y Braulio cayó al suelo. Lucía lo oyó justo tras cerrar la puerta de la calle. Entró corriendo. La mirada inquisitiva de Braulio, que no podía hablar, se clavaba en ella"¿porqué", decían sus ojos. Lucía suspiró aliviada.
-Ya era hora viejo!Creí que no ibas a reventar nunca-se agachó junto a él. Sí, ese chico es mi amante. !No veas como folla¡!Que polla tiene¡me encanta beber su leche¿Recuerdas?Nunca lo hice contigo. Me cobra por ello, sí, pero pago muy a gusto. Llevo dos meses pagando. Es la única forma en que una mujer de mi edad y no especialemnte cuidada puede follar con jovencitos. -Sonrió-Antonia me abrió los ojos. Tu hijo es un cornudomy tú también. Tú nieta mama la yeta de su chulo de sus tetas, donde se corre. Desea quedar embarazada, y no de tu hijo, sino de su chulo, un hombre como ni tú ni el estúpido de quien me preñaste seris nunca. Lo mejor que ha hecho nunca, ha sido casarse con Antonia y traerla mi vida. Su dinero sirve para pagar las diversiones de ella y el chico, y servirá para criar a su hijo. Como el tuyo servirá para que yo me busque un chulo tambié, joven, guapo y potente. Y ahora, haz el favor de morirte yá, y todo será más fácil.
Braulio entre en coma en la UVI;y tres días después moría. En el entierro, fué un valle de lágrimas en la puerta de la iglesia. Todo el mundo parecía querer al difunto. Indudablemente, había sido un hombre bueno y amado. Antonia, vestía su luto de forma muy particular. Maquillada muy sexy, con camisa negra, eso sí, pero totalmente transparente y sin sujetador, sus tetas a la vista de todos, y minifalda negra cortísima, indecente. Su culo quedaba a la vista sin siquiera agacharse. Medias negras. Las miradas eran obvias y condenatorias. Pero Juan ya no tenía voluntad para oponerse a ella, su hermano estaba coaccionado tras haber compartido cama con ella, y su suegra era su cómplice, compañera y amiga¿Que le importaba pues que pudieran pensar?¿Su hijo?Un macho más a quien humillar¿¿Su hija?Un bebe que ella se encargaría de educar para que fuera una auténtica zorra como su madre.
De entre toda la mediocre multitud, solo alguien llamó la atención de Antonia. Se trataba de un sobrino nieto del difunto Braulio, primosegundo de su marido pues. Un jovencito de 15 años, pero aparentando quizá alguno más. Muy guapo. Rubio y por encima de la media claramente. El chaval, no podía apartar las vista de sus tetas. . . Antonia se sentía mojarse con ello. No podía quitarselo de su febril cerebro. !Que morboso estaba con aquella camisa negra de luto¡Indudablemente, iba a ser un joven guapísimo en unos pocos años. Si, indudablemente, pero. . porque esperar hasta entonces. Si para aquel sería un hombre guapísimo, no era menos cierto que ahora era un chico guapísimo. Miró sus ojazos azules, empañados por la tristeza"!Madre mía", pensó. "!Que ojazos"¡. Y lo deseó. Lo deseó ineludiblemente en ese momento. Se acercó hasta él.
-Hola cariño. Tu tío abuelo era un hombre muy bueno.
-Sí. -contestó tristemente.
-Llevaba dos años sin verte. te has convertido en un chico muy guapo-Añadió aquello con voz sensual, dejando claras sus intenciones.
-Ven conmigo-le pidió cuando empezó a entrar la gente en la iglesia-. llevaremos mejor la tristeza juntos.
Se sentaron en primera línea, ante el ataud abierto. A la izquierda de ella Juan, que se sentaba junto al pasillo central. A su derecha el chaval. Lucía al otro lado del pasillo, también en primera línea, junto a su otro hijo y su mujer. El cura comenzó a decir misa, lanzando miradas cargadas de reproches a Antonia por su indumentaria. Ella simplemente sonreía. El chico sentado tan cerca, no podía evitar mirar una y otra vez sus tetas. Antonia lo abrazó. había que consolarlo. Atrayéndolo hacia sí, apoyó su cabezá en sus tetas. Él primero se cortó, pero luego comenzó a mordisquear sus pezones sobre la tela. Antonia adoró aquellos mordisquitos, pero una mirada fulminante del cura ssustó al chaval que se sentó de nuevo correctamente. Antonia miró entonces a su vez al cura, su mirada cargada de odio¿Quien se creía que era aquel imbécil?Alargando su mano, la colocó sobre la bragueta del chaval, desabrochádola y sacando su polla, que comenzó a masturbar. El rubiales, sin poder más, hizo lo propio, para confirmar que no llevaba braga. y digo confirmar, porque era algo que ya todos habían podiod notar, dada la brevedad de su falda.
Pronto no habían recatos. Antonia masturbaba con decisión al pibito, mientras este le arrancaba leves gemidos de placer, sus dedos perdidos en su caverna, que derramaba líquidos mojando el banco de la iglesia. Juan no quería darse cuenta de lo que ocurría, pese a ocurrir a su lado. El resto igualmente lo notaba, pero no era cuestión de en pleno entierro armar un espectáculo. Antonia miró a su izquierda. Desde allí, Lucía le sonreía. El cura estaba a puinto de estallar, pero no podñia interrumpir la ceremonia, ni llamarle la atención. Habría mucha gente que no se había enterado que estaba ocurriendo, y en respeto al difunto, era mejor intentar que siguiera así. El chico por su parte, se había olvidado del escándalo que pudiera formarse después con su familia. En ese momento, la calentura hacía hervir su mente, y no podía pensar en nada más.
Antonia no podía más. Agachandose, se lanzó a mamar aquella polla, y no descansó hasta que la sintió estallar dentro de su boca.
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Salieron de la iglesia juntos. El chico evitó a su padre y demás, seguro del follón que tendría, para montar en el coche junto a Antonia, Lucía, Andrés(que gozaba viendo a Antonia tan puta)que conducía el coche, y la novia de este, totalmente escandalizada. "Que poca verguenza", había dicho. "Que asco de mujer. No soportaría que me tocara!pobre Juan, tan buena persona", contestó cinicamente él. Se trataba de ganarse su confianza, pues no en vano vivía bajo el mismo techo que ella.
Una vez en el cementerio, el chico no se hico esperar. A sus 15 años, había madirados 4 o 5 sexualmente en la últimamedia hora. Al pasar ante un panteón abierto, empujó a Antonia dentro de él, sorprendiéndola agradablemente. Sin hablar siquiera, la puso de espaldas, apoyada en unas lápidas y, subiéndole la falda(poco, no hacía falta más), se la metió de un golpe en el culo hasta el fondo. Desabrochando su camisa, saco sus tetas fuera, sobándolas en un masaje circular. Antonia no se racató, y comenzó a gritar de placer. Pronto, apareció allí un chico algo mayor, de unos veintipocos años, que había pasado desapercibido durante la ceremonia, también bastante guapo, aunque menos que el rubiales. Unas gafas oscuras le daban un toque morbosísimo, mientras que su camisa negra desabrochada en cierta medida, dejaban ver un canalillo obscenamente provocatico. Unos vaqueros negros, terminaban de darle un toque de "chulo".
-¿Se puede saber que estás haciendo con esta guarra?-su mirada estaba cargada de odio, y eso puso a Antonia aún mas cachonda-Sal ahora mismo o te rompo la cara.
Se trataba del hermano mayor del chico. Un militar a quien Antonia no había tenido el gusto de conocer. Antonia se asustó ligeramente, aunque ello contribuía a excitarla aún más. Viendo tanto desprecio en aquella mirada, estaba segura de que en cualquier momento la emprendería agolpes con ella.
Pero en ese momento entró tras él. Lucía. Lucia que, sin tener el cuerpo de Antonia, no podía vestir como ella, pero sí todo lo sexy que pudiera permitirse. Una camisa como la que llevaba Antonia el día en que le abrión los ojos, transparentaba unas tetas irresistiblemente realzadas por un "Wonderbrá", a la vez que una falda bastante mini para su edad y estado físico, dejaba ver los resultados que había podido obtener en apenas dos meses de gimnasio.
-Calma cielo
El joven se volvió subitamente. La primera mirada fué a los ojos, pero inmediatamente cayeromn estupidamente a sus tetas.
-¿Te gustan?-levantó la mirada de nuevo, confundido. -!Vamos, tócalas¡Están para eso, y estoy loca porque lo hagas. -Su sonrisa le dba un encanto especial a su edad. El chico no sabía que hacer, por lo que ella misma tomo sus manos y las llevó hasta sus tetas
-No hay que montar ningún espectáculo. El muerto al hoyo y el vivo al bollo¿no crees?Mira a mi nuera. Él la miró. Ahora de frente a él. recibía las embestidas de su hermano, que sobaba sus tetas obsesivamente, mientras ella jadeaba de nuevo.
-¿No te parece bella?¿Te parezco yo morbosa aunque sea?-Se desabrochó la camisa y liberó del sujetador. El tomó las tetas en sus manos, sobándolas también. Arrodillándose, se colocó frente a su paquete. Desabrochando la bragueta(lo siento, me encantan braguetas de botones, odio las cremalleras. me gusta jugar a desabrocharlos con la boca. Por eso insisto tanto en estas braguetas. La verdad es que los botones en sí me encantan en cualquier prenda, ya explicaré porqué en otro momento), liberó la polla de su interior y comenzó a mamarla.
-Déjate llevar y gozarás de ambas¿Crees que vale la pena perderse eso por un estúpido viejo muerto?
El chico creyó que nó. Todos los congreghados pudieron escuchar claramente los gritos de placer de aquellos cuatro pervertidos y, cuando abandonaron el cementerio ya anocheciendo, quedaron allí sin enterarse siquiera que todos se habían ido, para continuar gozando del sexo depravado y morboso.