Las braguitas de Nyan
Unas braguitas olvidadas en mi cesta provocarán el comienzo de fetichistas juegos sexuales.
Abrí un ojo a tiempo para ver a Ángela, mi novia, salir del dormitorio para desayunar. Miré de reojo el despertador y decidí que ya era hora de levantarme. Aún somnoliento, me asomé a la ventana para ver cómo se presentaba el domingo. Era un día lluvioso y frío. Levanté la mirada y allí estaba otra vez. Nyan, la vecina de enfrente, paseándose por su casa en ropa interior como acostumbra a hacer. Una vista maravillosa.
Nyan es una estudiante de 24 años con un físico increíble y un acento andaluz muy simpático a la vez que erótico. No era la primera vez que la veía a través del cristal de cualquiera de mis ventanas que daba a su piso. Había podido observar afortunadamente unos pechos firmes de buen tamaño, no excesivamente grandes. Un rostro hermoso, un cabello moreno y sedoso. Unas piernas bonitas y brillantes. Y un culo… ¡Qué culo! Un cuerpo sevillano de 10, capaz de alegrar un día triste y gris como aquel. Además, más de una vez había coincidido con ella en la lavandería de la comunidad y la veía echar a lavar prendas íntimas de todo tipo y de lo más sensuales. Culottes, tangas, braguitas, picardías, sujetadores con transparencias, todo tipo de lencería fina… Mientras la observaba, Ángela me llamó desde el comedor y salí del dormitorio para desayunar.
Ese mismo día, antes de comer, bajé a la lavandería de la comunidad a recoger la ropa que había dejado lavando después del desayuno. Acababa de entrar cuando apareció también Nyan con la cesta de la ropa sucia. Hablé con ella de pasada mientras recogía mi ropa y ella metía la suya en otra lavadora. Una vez recogido todo me despedí y subía a casa. Por el camino me di cuenta de que encima del montón de ropa limpia había unas braguitas rosas muy sexys y aún sin lavar. Caí en la cuenta de que esas braguitas no eran de Ángela. Debían ser de Nyan, ya que acababa de coincidir con ella. ¿Se le habrían caído en mi cesta? ¿O las habrá puesto ahí a propósito? En cualquier caso, me las guardé en el bolsillo y subí a comer.
Por la tarde, en un momento que tuve, me metí al baño. Saqué las braguitas de Nyan y no pude evitar olerlas. Las había utilizado recientemente. Mi pene empezó a ponerse duro y en cuestión de segundos lo tenía en la mano. Imaginaba a mi vecina sevillana con esas braguitas al tiempo que las olía y no podía evitar masturbarme. Llevaría unos cuantos minutos así cuando Ángela irrumpió en el baño. Me dio un vuelco el corazón. Me quedé inmóvil, sin saber qué decir o hacer. Ángela se acercó a mí.
- Esas braguitas no son mías. – Yo seguía sin saber qué decir. - ¿Son de esa vecina a la que tanto miras?
Sólo pude asentir tímidamente con la cabeza. Ella se arrodilló delante de mí. Para mi sorpresa, acercó su nariz a las braguitas y las olió. Esa imagen hizo que se me pusiera aún más dura si cabía. Agarró mi polla y continuó ella mi paja mientras ambos olíamos y jugábamos con las braguitas de Nyan. Después Ángela cogió las braguitas rosas y me las metió en la boca, y se inclinó más hasta meterse mi miembro en la suya. La mamada de mi novia duró poco, pues estaba muy cachonda y quería follar. Sacó las bragas de mi boca y se las puso. Curiosamente le quedaban muy bien, ambas debían ser de la misma talla. Coqueteó un poco y fuimos a la cama. La puse a cuatro patas. Sabía perfectamente que cuando estaba así de salida quería ser una perra. Aparté las bragas de Nyan con una mano y penetré a mi novia. Me la follé con ganas por detrás mientras llevaba las bragas de mi vecina.
Al rato cambiamos de postura. Le quité las bragas y se las metí en la boca. Me tumbé boca arriba y Ángela se subió encima. Era su turno de follarme. Se movía sobre mi polla mientras veía sus tetas botar y las braguitas de Nyan en su boca.
Así estuvimos hasta que llegó el momento del clímax. Ángela lo notó y se sacó mi pene. Se sacó también las bragas de la boca y me pajeó con ellas. Segundos más tarde empecé a correrme intensamente sobre las manos de Ángela y las braguitas de Nyan. Cuando hube terminado, mi novia me limpió con las bragas y fue a ducharse. Y ahí me quedé yo, tirado en la cama, con las bragas de Nyan goteando semen y colgando de mi miembro aún erecto.
Sin embargo, la historia no queda ahí. Dos días más tarde Ángela salió de compras con sus amigas por la tarde y me quedé solo en casa. Diez minutos después de que saliera tocaron a la puerta y casi se me salen los ojos al abrir y encontrarme a Nyan en la puerta. Iba extremadamente sexy. En zapatillas de andar por casa y con un blusón de cuerpo entero estilo pijama que transparentaba lo suficiente para poder apreciar sus prendas íntimas de color negro.
- Hola. He perdido unas braguitas y como el otro día coincidimos en la lavandería he pensado que quizás te las habrías llevado por equivocación.
Pude percibir una ligera sonrisa pícara disimulada mientras hablaba. Eso y su forma de hablar me hicieron deducir que sabía perfectamente que las tenía yo. Probablemente sabía que la observaba desde mi ventana y me había dejado las bragas a modo de incitación. Incluso me había dejado dos días de cortesía para que hiciera lo que quisiera con ellas.
- Lo siento, yo no las tengo. – Mentí.
- ¿Puedes aunque sea echar un vistazo por si acaso?
Accedí y la invité a pasar. Me describió la prenda, que yo conocía perfectamente, y fui al dormitorio para fingir que buscaba en el cajón de la ropa interior de mi novia. En seguida noté la presencia de Nyan a mi lado.
- Que ropa interior más sexy que tiene tu chica. ¿Cómo crees que me quedarían a mí?
No supe que contestar a eso.
- Bien, supongo.
- Ese tanga negro se parece al mío. – Nyan dijo esto mientras se levantaba el blusón hasta el ombligo.
En ese momento me enrojecí totalmente. Me puse muy nervioso y sin decir nada me senté en la cama. Nyan se me puso delante sin dejar de enseñarme ese bonito tanga. Me preguntaba mi opinión mientras daba vueltas sobre sí misma. Me dejaba disfrutar de ese turgente y prieto culo apenas cubierto por esa poca tela que vestía.
- Es un conjunto muy sexy, ¿no crees?
Tras decir eso se levantó más el blusón hasta quitárselo completamente y quedarse en tanga y sujetador. Yo cada vez estaba más nervioso y excitado. Nyan posaba sensualmente frente a mí, mostrándome su cuerpo. Incluso se puso a bailar de una forma muy erótica.
Enseguida se percató del bulto en mi pantalón. Con una amplia sonrisa sacó una goma de su muñeca y se recogió el pelo en forma de coleta. Una vez hecho esto se arrodillo frente a mí y me besó suavemente. Pude notar sus manos bajándome la bragueta mientras su lengua nadaba por mi boca. En cuestión de segundos manoseaba mi polla sin dejar de besarme, y pocos segundos después su lengua abandonó mi boca para juguetear con mi glande. Lamía la punta de mi polla, los lados, los huevos… hasta que al fin se decidió a metérsela en la boca. El momento en el que mi polla entró casi por completo en la boca de mi vecina supuso un subidón de adrenalina y excitación para mí. Esa vecina de cuerpo perfecto que tanto había admirado a través de la ventana estaba arrodillada comiéndome la polla. Lo hacía increíblemente bien, mucho mejor que Ángela, cosa que es muy difícil. Jugaba perfectamente con los tiempos, el acompañamiento de las manos durante la mamada, no dejaba los huevos desatendidos y de vez en cuando me demostraba su habilidad metiéndose mi miembro entero en su boca. Esa sensación de tener toda mi polla en su boca mientras sus manos masajeaban mis testículos era espectacular, y no la había podido experimentar con mi novia. La saliva de Nyan resbalaba por mis huevos y también por su barbilla. Me habría gustado pasarme toda la tarde así, pero no iba a desperdiciar esa oportunidad de follarme a Nyan, y ella tampoco parecía dispuesta a perderse esa experiencia.
Dejó de chupármela para quitarme la camiseta, el pantalón y los boxers. Me empujó sobre la cama y se me acostó encima. Mientras nos volvíamos a besar aproveché para desabrocharle el sujetador y lanzarlo al suelo. Le di la vuelta poniéndome yo sobre ella y bajé lentamente besando su cuerpo. Besé sus labios. Besé su cuello. Besé sus tetas. Besé su ombligo. Besé sus ingles. Y mientras besaba cada centímetro de su piel le quitaba el tanga lentamente hasta lanzarlo junto al sujetador. Llevé mi boca a su vagina. Un coñito perfectamente depilado, suave y delicioso. Lo probé con mi lengua. Me encantaba. Nyan sea agarraba a las sábanas con las manos y se retorcía de placer. Mi lengua exploraba su coño con ansia, realizando todo tipo de movimientos y llegando hasta donde podía. Le metí primero un dedo y luego otro para acompañar la comida de coño. Nyan me cogió del pelo y empezó a mover la pelvis impulsada por el placer. No cesé en mi tarea hasta que un fuerte orgasmo recorrió todo el cuerpo de mi vecina. Me agarró con aún más fuerza mientras se corría hasta que acabó y me soltó de golpe. Toda le tensión de su cuerpo se fue instantáneamente, y se quedó relajada en la cama con una sonrisa en el rostro.
Para entonces mi polla ya estaba como una piedra. Nyan la rechupeteó un poco para lubricar y luego me metí entre sus piernas. Coloqué la punta en la entrada de su coño y la fui metiendo lentamente hasta que hubo entrado toda en el cuerpo de mi vecina guarrilla. Nyan se mordía los labios y emitía ligeros gemidos de excitación. Cada vez me la follaba más rápido, y sus gemidos aumentaban en consecuencia. Cada vez que se la metía hasta el fondo ella apretaba las manos con fuerza, clavándome las uñas en la espalda. Me mordía el cuello con ganas mientras yo entraba y salía de su interior.
- A cuatro patas… Fóllame a cuatro patas… - Me susurró al oído entre gemidos.
Me arrodillé en la cama y Nyan se colocó en dicha posición, de cara al cabecero de la cama. Le agarré de la cintura y se la metí otra vez. Esta vez con menos contemplaciones. Comencé las embestidas contra mi vecina sevillana. Los choques de mi cuerpo contra sus nalgas sonaban fuertemente, y ahora sus gemidos se habían convertido en gritos.
- Azótame Juan. – Y yo hice caso, pero tímidamente, pues con mi novia no acostumbraba a hacerlo. - ¡Más fuerte!
Me animé y la azoté con fuerza, mientras con la otra mano le tiraba del pelo. Después solté su pelo para dirigir esa mano también a su culo. Con la derecha la azotaba de vez en cuando, y empecé a meter un dedo de la izquierda en su culo. Al notar el dedo en su ano, el cuerpo de Nyan se tensó, pero conforme lo fui introduciendo con cuidado se fue relajando y no tardó en disfrutar de ello. Para entonces las manos de Nyan estaban apoyadas en la pared de la cabecera de la cama, y yo me la follaba a lo perrito con un dedo en su culo. Me animé y le metí un segundo dedo. Por los gemidos de Nyan estaba disfrutando mucho y parecía a punto de correrse otra vez.
- ¡No pares Juan! ¡Me corro otra vez! – Esas palabras hicieron que pusiera más empeño en mis movimientos.
Le flojearon las piernas a Nyan y se derrumbó en la cama, pero yo seguía follándola igual que antes. Seguí un poco más así hasta Nyan se corrió por segunda vez.
- ¡Sí! ¡Sí! – Gritaba.
Al notar que se corría introduje mi polla entera dentro de su coño, y los dos dedos dentro de su culo, dejando caer mi cuerpo sobre el suyo. Nyan tembló unos segundos hasta que su orgasmo acabó.
Debió notar que yo ya empezaba a fatigarme porque decidió moverse ella. Se sentó encima de mi polla mientras yo estaba acostado boca arriba, e hizo movimientos circulares con la cintura. Me miraba con lujuria. Los movimientos circulares dieron paso a saltitos, cada vez con más intensidad. Nyan me follaba más fuerte por momentos, y yo disfrutaba viendo sus bonitas tetas moverse arriba y abajo. No duré mucho en esta posición después de todo lo acontecido antes. Nyan hizo gala de una gran habilidad cabalgándome hasta que no pude aguantar más.
- Me voy a correr Nyan… - Farfullé.
Acto seguido ella se bajó de mi polla y volvió a meterse mi polla en la boca. La chupó con ganas 20 segundos más mientras acompañaba el movimiento con una mano y me masajeaba los huevos con la otra, y llegó mi momento. Empecé a correrme abundantemente en la boca de Nyan y ella seguía chupando mientras me miraba fijamente a los ojos. Notaba los chorros saliendo de mi polla y su húmeda lengua recogiéndolos. Cuando paré de correrme succionó para recoger toda la leche. Se sacó mi polla de la boca y una gotita de semen asomó por la comisura de sus labios, mientras ella sonreía. Volvió a meterse esa gota en la boca con un dedo para luego tragar todo mi semen. Entonces se tumbó a mi lado.
- No suelo tragar… Pero con esos dos orgasmos que me has dado te lo habías ganado.
Tras unos minutos de descanso ambos nos vestimos. Acompañé a Nyan a la puerta rezando para que Ángela no llegara en ese momento. Una vez en la puerta nos despedimos. Nyan ya se iba pero se volvió a girar hacia mí. En el mismo pasillo se quitó las bragas y me las colgó en la cabeza.
- Otro regalito, para que te acuerdes de mí. – Dijo sensualmente – Ah, y a partir de ahora saluda cuando me mires por la ventana.
JUAN
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