Las braguitas

¿Te doy diez euros por tus braguitas?

Fue un miércoles a última hora de la tarde. Dirigí mi coche a las afueras de la ciudad donde se encuentran las putas callejeras. Aquí, son casi todas drogadictas, por lo que no son demasiado aconsejables. Me gustaba pasar y mirarlas, soy un voyeur. Pero ese día estaba mas caliente de lo normal. Parecía que hoy no había ninguna, a veces ocurre. Pero, al fin vi a una de ellas. ME parecía la más guapa, de las que allí se solían colocar. Era morena, media melena, delgadita, pero no con demasiada pinta drogadicta. Me quede mirándola, y al pasar me grito pidiéndome que diera la vuelta. Continúe hacia delante, pero en la siguiente rotonda decidí girar. Fui despacio y allí, me detuve, junto a ella. Baje mi ventanilla:

  • Hola guapo, un polvete
  • ¿Qué me ofreces? – respondí
  • Por diez euros te hago una mamadita, y por 20 echamos un polvete. ¿Te apetece?
  • Sube y lo hablamos.

Yo ya no pensaba con la cabeza solo con mi polla. Era ella la que había pedido a esa chica que entrase en mi coche, a mi cabeza le parecía arriesgado pero no era ella quien mandaba.

  • ¿Entonces te animas, guapetón? – insistía.
  • Te doy diez euros por dejarme tocarte, y otros diez porque me regales tus braguitas
  • Llevo tanga
  • No me importa. Lo quiero para mí.
  • Por diez más te doy el sujetador también
  • Me quedo el tanga, gracias – le conteste

Conduje el coche hasta un lugar apartado, allí le baje los pantalones, y mis dedos juguetearon con su tanga, con los bordes de su tanga, con sus labios, con su coñito. Ella se dejaba hacer. No voy a decir que gozaba porque creo que ella no pensaba nada, de vez en cuando algún gemido como quien se acuerda donde está. Quería humedecer su coñito para llevarme su aroma en el recuerdo que iba a llevarme. Le hice chupar mis dedos para que saborease su sabor. Baje mi bragueta, saque mi polla, me puse el preservativo y le pedí que me la chupara. Ella encantada accedió. Lo hacía bien, le ponía ganas y mi polla lo agradecía. Ella seguía chupando mientras manos buscaban sus tetas. No eran demasiado grandes, no importaba, todas son maravillosas. Lo pasamos muy bien durante unos minutos, y acabamos pajeandonos el uno al otro. Lo que pensé que iba a ser una tontería, acabo como un gran momento.

A continuación, le pedí que bajara del coche y se quitase el tanga para mí. Ella se bajo, se quito los pantalones, se bajo el tanga, lo besó, y me lo entrego. Después, se puso de nuevo los pantalones, y me dijo:

  • Llévame a casa, guapetón

La lleve donde la recogí, y me pidió que esperaba volver a verme pronto. Me aleje y volví a mirar mi recuerdo de aquel día, lo olí, y sonreí. Esa era la primera prenda de lo que esperaba se convierta en una gran colección. Espero seguir obteniendo más, ¿quieres regalarme las tuyas? Quedamos y te las quitas para mí. Un beso. albsp5@gmail.com