Las bragas de Lisa
Primera parte del relato las bragas de Lisa. Encuentros casuales, sexo y pasión. Lisa es una chica joven y deseable que adora hacer el amor en sitios públicos, estés casado o no. Puedes seguirme en twitter: @MLilyMiller
La desaté de la cama sin mediar palabra. Buscó sus bragas entre las sábanas y no tardó en encontrarlas. Eran de encaje azul, y mi inicial impaciencia les había ocasionado un gran desgarro a la altura de la nalga derecha. Se acercó a mí con lentitud, acariciándose los pechos desnudos.
- Prefiero cuando lo hacemos en algún sitio público. - admitió mientras me rodeaba con los brazos - Aunque tu semen me gusta en todas partes.
Mis manos bajaron hasta su trasero y forzaron el agujero de sus bragas. El ruido de la tela al ceder y caer al suelo la hizo sonreír.
- Puedes elegir tú misma el sitio, la próxima vez - sugerí mientras introducía los dedos en su sexo, poco a poco. Seguía húmedo y caliente, después de toda una noche penetrándola.
Pensativa, comenzó a moverse contra mi mano, buscándola.
- ¿Qué te parece la estación de autobuses? - Preguntó, dejando escapar un primer gemido.
Asentí con la cabeza.
Segundos después ella ya comenzaba a aumentar el ritmo, empujando con más fuerza. Apenas tenía que mover los dedos. Con la mano izquierda en su sexo, usé la derecha para agarrar su cabello corto y tirar hacia atrás levemente, como sabía que le gustaba. Poco tiempo después, los dos dedos pasaron a ser tres y finalmente toda mi mano se encontraba ya dentro de ella, acariciando las blandas paredes de su cuerpo y haciéndola gemir, sin apenas tener que moverme.
- Te gusta follarte a mi mano - Susurré.
Acercó su cara a mi pecho y se apoyó en él levemente. Pude notar la saliva escapando por la comisura de sus labios.
Me gusta follarte las manos.
Te gusta ser mi puta.
Me gusta ser tu puta.
¿Qué quieres?
Sentirme tu puta.
¿Acaso no lo eres ya?
Quiero follarme a tu boca.
Saqué mi mano de sus adentros y le acaricié una mejilla. El deseo empañaba su miraba. Con una mano en su pecho la fuí empujando hacia atrás. Notaba sus pezones duros contra las yemas de mis dedos. Cayó sobre la cama abriéndose de piernas, y mi boca la buscó con presteza. Sus fluídos tenían un sabor fuerte, pero agradable. Ella era fuerte y agradable, no podían saber de otra manera. Me deleité con su clítoris mientras se retorcía y susurraba palabras que yo no llegaba a entender.
- Muérdelo. Muérdelo un poco. - Acabó por gritar.
Me detuve y elevé la vista unos instantes.
¿Quién eres?
Soy tu puta. Muérdelo.
Durante las siguientes semanas no tuve noticia de ella. Todo transcurría con la misma monotonía de siempre, y los días se sucedían unos a otros sin el más mínimo cambio entre ellos. Por eso había entrado en aquella web de citas, por primera vez en toda mi vida. Y por eso cada noche buscaba desesperado su nombre entre los contactos conectados.
Aún recuerdo nuestra primera y única conversación. Empezó hablando ella. Se hacía llamar Lisa0085.
No me gustan los hombres que dicen en su alias que están casados. - Comenzó.
Ah, ¿No? ¿Y por qué?
No sé si lo dicen con orgullo o por culpabilidad, y no respeto ninguna de las dos opciones.
¿Y tú, te llamas Lisa realmente?
Qué va, ojalá. Es un tributo a Lisa Sparks.
¿Quién es Lisa Sparks?
¿En serio que no la conoces? ¿En qué mundo vives tú, amiguito? ¡Lisa Sparks! La famosa pornostar que se folló a nada menos que 919 tipos en un solo día.
¿Es tu ejemplo a seguir?
Algo así. ¿Cuál es el tuyo?
Nunca lo había pensado. Pero supongo que alguien con espíritu de superación, o muy trabajador.
¿Ser trabajador se considera un ejemplo a seguir? ¿Quieres ser un tío de oficina? ¿Un currito y nada más?
De algo hay que vivir, Lisa.
Pues ¿Sabes qué te digo? Que cuando uno trabaja tanto que no sabe si es martes o es jueves, y no puede recordar la última vez que le hicieron una buena mamada, es el momento de buscarse una fulana. Y hoy, amiguito, es tu día de suerte.
Nos citamos pocos días después.
Cuando volví a verla resultó ser un encuentro casual. Yo paseaba de la mano de mi mujer, por las calles del centro, y ella se fijó en uno de los escaparates. Entramos en la tienda y allí estaba Lisa, detrás del mostrador. Reparé en que aún no sabía su verdadero nombre. Las imágenes de mi noche con ella se superponían unas a otras y no me dejaban pensar con claridad. Aquel día llevaba un top blanco que dejaba ver el aro de su ombligo. Apenas me dirigió una mirada, pero pude sentir cómo me quemaba. Tuve una gran erección.
Cuando mi mujer entró al probador, con varias prendas de ropa, me acerqué a ella disimuladamente.
No me has llamado.
He estado ocupada - Sonrió.
Mentira.- respondí.
Volvió a sonreír.
- ¿Ésa es tu mujer?
Asentí.
Es guapa.
Pero no es quien me la ha puesto dura hace tan sólo un momento.
Se echó hacia delante y comprobó el bulto en mi pantalones. Parecía satisfecha.
Y dime - susurró - Aquí, con tu mujer tan cerca. ¿Qué te apetece hacerme?
Te llevaría al probador contiguo.
Y qué más.
Te bajaría los vaqueros.
¿Y?
Te daría la vuelta y te la metería por detrás. Bien fuerte. Sin contemplaciones.
¿Por detrás?
Sí, por ser mala. Por no llamarme.
Rodeó el mostrador y se colocó frente a mí. Con la mano derecha acarició mi pene por fuera de los pantalones. Estaba tan duro que me dolía. Ella ejerció más presión.
Di que soy tu puta.
Sabes que lo eres.
Pero quiero que lo digas.
Eres mi puta.
Di que tu mujer es una puta, pero que sólo yo soy tu puta.
Sin poder aguantar más, le di la vuelta, empujándola contra el mostrador y haciendo que se girara. Su voluptuoso trasero se marcaba en unos vaqueros muy apretados. Acerqué mi bragueta a él y presioné al igual que ella me había presionado con la mano. Me dejé caer levemente sobre su espalda y le susurré que tenía que llamarme. Respondió presionando un poco más su culo contra mí. Poco después mi mujer salió del probador y volvimos a casa.
Continuará.