Las bragas de la señora Rosita (3)
La señora Rosita me descubre en mis travesuras y me "castiga" desvirgándome.
Soy un chico de diecisiete años y acabo de tener la experiencia mas maravillosa de toda mi vida. Vivo con mis padres en un edificio de cuatro plantas con cuatro pisos por rellano, en total dieciséis vecinos en la escalera. Esto no tiene ninguna relevancia salvo por el detalle de que en el 1º B vive la señora Rosita.
Es una mujer que me dobla la edad, vive justo debajo de nuestra familia con su marido, un niño de seis años y un bebé de meses. Siempre he visto en ella la imagen de mujer ideal, dulce, simpática, con un tipo fino y elegante, y desde que tuvo su segundo hijo, se le pusieron unas tetas gordas y repletas de leche que han despertado en mi muchas fantasías.
Con el recuerdo de su cuerpo y el sonido de su voz retumbando en mi cabeza, me he imaginado decenas de veces como sería estar con ella, que sentiría y que le haría…lo que me ha conducido a las mejores pajas de mi vida.
La señora Rosita viene a menudo a casa pues encuentra en mi mamá la ayuda y el conocimiento de alguien que podría ser su madre, lo que le ayuda a resolver problemas, aclarar dudas y aprender todo tipo de cosas necesarias para llevar una casa adelante.
A mi me ha tocado ayudar en cosas sencillas como ir a comprar algún encargo o cuidar del bebé en su ausencia. No tengo que decir que lo hago encantando pues así estoy cerca de la señora Rosita y me voy ganado su aprecio y reconocimiento. Cuando alguna vez se me ha acercado para agradecerme algún servicio prestado, y me ha dado un beso en la mejilla he sentido el roce de sus pechos con mi cuerpo y esto ha sido suficiente para coger un empalme de caballo.
Hace unos días tuve la oportunidad de quedarme solo en su casa, cuidando del bebe en su ausencia, lo que aproveché para rebuscar en sus cajones en búsqueda de sus prendas íntimas. Me deleité mirándolas, tocándolas y oliéndolas. Mi excitación llego al máximo cuando en el cesto de la ropa usada encontré sus braguitas y sostenes. Las cogí como si fueran “mi tesoro”, las disfrute mucho, me hice una paja soberana y le deje todo mi semen sobre la tela pensando que no se daría cuenta pues el paso natural de las prendas era ir a la lavadora.
Días mas tarde se presentó en nuestra con ganas de conversación con mi madre y de paso con la petición de que fuese al supermercado a comprar algo que había olvidado. Para animarme me dejo ver su entrepierna por lo que disfrute viendo su bonita blanca que lucía ese día. Por la noche, al acostarme tuve mi recompensa por se un chico tan servicial, debajo de la almohada encontré unas braguitas blancas impregnadas con todo su aroma.
Lo celebré haciéndome pajas hasta que tuve que dejarlo pues no sacaba ni una gota más y el capullo lo tenía en carne viva de tanto frotar. Había conseguido que la señora Rosita se fijara en mí y tuviera la deferencia de premiar mis servicios con lo que yo más apreciaba, su ropa interior sudada y perfumada.
De eso han pasado dos días, al llegar del instituto donde estudio mi mama me ha transmitido el encargo:
- Baja a casa de la señora Rosita a cuidar de su bebé, le ha salido un asunto que debe resolver sin falta esta tarde y no quiere sacarlo con el frio que está haciendo.
Yo, muy obediente he ido al piso 1ºB a cumplir con mi encargo. La señora rosita ha salido casi sin dar explicaciones. Mientras ha estado fuera he pretendido hacer una nueva investigación en el cesto de la ropa sucia pero hoy no me ha dejado ningún regalito.
Al regresar , tras comprobar que lo del bebé estaba todo correcto, doña Rosita se ha quitado los zapatos que decía le hacían daño. Me ha pedido que le haga un masaje en los pies dejándome ver sus braguitas. Yo, muy excitado, le he empezado a masajear el pie…lo se lo he besado y luego le he chupado uno a uno los deditos. Le ha gustado tanto que se ha empezado a tocar, primero por encima de la braga, después metiendo los dedos entre la tela y la piel, cuando no ha podido aguantar mas ha echado la braga a un lado para poder acariciarse con ganas sobre la raja y meter los dedos bien adentro.
Se ha humedecido toda y ha seguido frotando arriba y abajo, de un lado a otro, hasta que ha salido un chorro que me ha parecido que se le escapaba el pis y lo ha mojado todo. Se puesto de medio lado sobre la cadera encima del sofá y ha permanecido así varios minutos. Luego se ha levantado se ha quitado la braga que estaba chorreando y me la ha dado a mi para que la guarde o para que la chupe, no se muy bien para qué.
Después de recuperar el aliento, me ha mirado ha visto mi erección y se ha compadecido de mí. Al ver la expresión de mi cara no ha tardado en añadir:
- Bueno, bueno… no te impacientes…ahora te toca a ti…-
- Vamos chaval, que ahora ha llegado tu turno. Hoy te vas a estrenar - me ha dicho mientras se desabrocha la bata para dejar a la vista sus pechos todavía guardados por el sostén y el resto de su cuerpo.
- Lo estabas deseando, no? mi querido cabroncete… creías que no me daba cuenta cuando me espiabas para verme las bragas, o cuando venias a revolverme los cajones?
- Ha llegado el momento de hacerte mayor…y quién mejor que una amiga de la familia para desvirgarte. No le voy a decir nada a tu mamá, pero tú tampoco debes decir nada nadie… oyes bien? a n-a-d-i-eee…- me dice con todo el desparpajo del mundo.
- Déjame ver eso que tienes también guardado - me dice cogiéndome del cinturón y atrayéndome hacia ella como si fuera un fardo que puede manejar a su antojo.
Un instante después tengo los calzones y los pantalones alrededor de los tobillos con lo que toda mi verga luce tiesa como un palo señalando hacia arriba. Con mucha timidez observo su reacción, estoy hecho un mar de dudas…la encontrará demasiado chica, demasiado delgada… ufff que sufrimiento mas grande.
Hasta hoy me había sentido bien con mi polla, ahora estoy delante de una mujer experimentada que puede compararla con otras…mis nervios van en aumento. Sin embargo, todo lo que pueda venir a continuación no me lo quiero perder por nada del mundo.
- Déjamela ver… no está nada, nada mal la verga de mi joven vecinito ¬- al mismo tiempo que la coge haciendo un canuto con su mano para restregarla de arriba abajo varias veces.
- Está bien, muy bien…mas que bien. Vaya con el chaval que bien armado está – murmura Rosita mientras la mira y acaricia como si fuera algo muy delicado y frágil que conviene cuidar con especial cuidado.
Yo me la miro y casi no la reconozco, esta tan gorda y dura que parece que va a reventar. Me siento bien, orgullo de ser el dueño de lo que tiene entre las manos, eso que tan buenos ratos me proporciona.
- Perdone señora Rosita, es que no me puedo contener. Mire como me ha puesto – le digo al ver que un hilito de líquido de líquido pre seminal sale por la punta del capullo de forma casi continua sin que yo pueda hacer nada para evitarlo.
- No te apenes mi amor. Esto es un poco de lechecita que sobra porque estas a rebosar…Aunque no vamos a dejar que se desperdicie, verdad? – me la coge por el tronco y acerca su boca para recoger sobre su lengua las gotitas que salen.
A continuación tira del pellejo hacia abajo, deja el capullo completamente descubierto y lo chupa por un lado, luego cambia y lo chupa por el otro. Termina metiendo solo la punta en la boca. Siento como succiona para luego sentir como su lengua caracolea alrededor del capullo y me llena de la calidez de su saliva. Nadie me la había chupado antes, así que ya os podéis imaginar la sensación que experimenta todo mi cuerpo.
Pensando que más vale aprovechar el momento, y antes de que pueda suceder cualquier accidente inesperado, mi vecina decide ir un poco más allá. Se apoya sobre la mesa del comedor, se arremanga la bata y me presenta su culo bien hermoso. Entre los muslos puedo ver su raja flanqueada por dos abultados labios… ahí es donde la tengo que meter, pienso un tanto inquieto por que va a ser la primera vez que la meto en caliente.
- Vamos mi amor que hoy te vamos a estrenar -
No sé cómo pero reúno el valor necesario, no puedo aguantar más, me voy hacia ella pegándole mi erección en el culo y agarrándole las tetas desde atrás.
Entonces ella me dice:
- Con cuidado mi niño, despacio…despacio, que nos podemos hacer daño -
Le restriego mi enorme erección por su culo, arriba y abajo. Su respiración, se hace más profunda. Pienso que le está gustando, y por temor a que esto termine no me atrevo a soltar una de sus tetas.
Meto mi polla en el hueco que hay entre los dos muslos con su coño, sin encontrar bien el sitio para penetrarla. A pesar de todo noto su coño caliente, y comienzo un lento vaivén. Su respiración, ya es muy agitada y jadea un poco. En un gesto de impaciencia por mi falta de continuidad, echa su mano hacia atrás, me coge la polla, abre bien sus piernas, la dirige bien a la entrada de su coño y me dice:
- Ahora… empuja despacio, corazón mío -
Comienzo a empujar, y mi polla se va perdiendo dentro de su coño, mientras ella gime de placer. Cualquiera diría que lo estoy haciendo bastante bien y que el pedazo de carne que le estoy metiendo cumple con los estándares. Me siento como un rey, orgulloso y contento por lo que estoy consiguiendo.
- Ahora muévete más de prisa, y un poco más fuerte – me dice culeando un poco para ayudarme con los movimientos para que estos resulten cada vez más intensos.
- Uhmmm que rico…. que ricooooo... dame más…más fuerte - me grita haciendo que yo enloquezca y le dé con todas mis ganas hasta hacer crujir su culo ante mis empujones.
- Ay mi niño… que buena verga te gastas. Tu… sigue… sigueeee, no te pares ahora…sigueee…fuerteeee… más rápido - me dice guiándome para que sepa lo que tengo que hacer.
- Tu tranquilo… cógeme de la cintura bien fuerte y continúa…que lo haces muy bien -
Mi polla parece que va a explotar, con la erección tan enorme y me empiezan a doler las bolas como nunca. Por una parte están a rebosar de leche y por otra, a cada empujón que le doy, las aplasto entre sus nalgas y mis piernas.
Esto no debe ser así, algo se me escapa, no puede ser que cuando más gusto debo sentir más me cueste darle bien fuerte. A pesar de todo, yo voy con todo y no dejo de bombear ni un momento. Estoy como loco y sus quejidos me ponen a cien.
En medio de unos gemidos intensos que me hacen poner el vello de punta, se pone a culear fuerte y mover las caderas como tratando forzar el roce de mi polla con todos los rincones de su coño.
- Así, asiiiii …mi amor…siiii – me grita en medio de lo que yo creo que es su orgasmo.
Oír esos jadeos y comentarios desata toda mi lujuria y me dejo ir. Me entra un temor irracional, y si se queda embarazada…menudo problema. La saco rápidamente y mi leche sale a borbotones para depositarse sobre sus nalgas.
- Uy, amor que bien me hace sentir tu primera lechecita sobre mi culo – es delicioso.
Se da la vuelta, se pone de rodillas y se mete mi polla en su boca. No creía que nada pudiera sentirse mejor que su coño.
Su boca y su lengua me están haciendo llegar de nuevo. Ella me la chupa y lame, y con una mano me estruja los huevos. Mientras me miraba a la cara. Yo le digo
- Señora Rosita …me está viniendo otra vez -
Ella no deja de chupar, quizás lo hace con más fuerza aun.
No puedo aguantar más, y le suelto otro buen chorro de semen dentro de su boca. Se lo traga todo. Al sacar mi polla de su boca, lame mi capullo dejándomelo bien limpio, mientras dice con una medio sonrisa:
- No podemos dejar ni una prueba -
Luego nos vestimos, y me echo de su casa diciéndome:
- Apresúrate, tu madre te debe estar echando en falta.
- Mañana también necesitaré que vengas a cuidar de mi bebé, ya hablare con tu madre para que te mande venir. Así que vete preparando para una nueva lección. Te voy a convertir en un campeón-
Este relato lo he escrito a petición de un amable lector, del que he tomado prestadas alguna de sus ideas. Espero que esta continuación le guste y a vosotros también. Gracias por seguirme.
Deverano.