Las bellas durmientes (2)

Era demasiado tentador. Mi suegra y mi cuñada volverían a estar bajo las necesidades de mi cuerpo...

Con la excusa de que estaban demasiado cansadas, me ofrecí para hacerles la comida. Noté cómo mi cuñada, de vez en cuando, se tocaba el culo, como si sintiera alguna molestia (y seguro que la sentía). Mi suegra me lo agradeció y me dijo que no sabía qué le pasaba, pero que tenía mucho sueño y se culpaba por haberse ido a dormir tan tarde.

Mientras se hacía la comida, mi cuñada entró en el lavabo y mi suegra fue a vestirse a su habitación. Yo miré por la rendija que dejaba la puerta entornada y volví a ver el cuerpo que tan poco hacía había sido mío. Me encantó ver cómo, my coqueta, se miraba al espejo y se tocaba las tetas subiéndolas y girándose para verse desde diferentes ángulos (quizá pensara que no las tenía muy firmes...¡joder! ¡Con lo buena que está!). Después, se tocó el bajo vientre y volvió a girarse mientras observaba su imagen en el espejo. Mi mano buscó rauda el paquete, que ya estaba inflándose otra vez. Entonces, oí el sonido de la cisterna del lavabo y, rápidamente, corrí a la cocina. Mi cuñada salió y dijo:

-¡Um! ¡Qué bien huele!. ¿Falta mucho?

-¡No! Ya casi está. ¿Me ayudas a poner la mesa?

Ella se estiró para coger unos vasos del mueble y yo, disimulando, estiré mi mano, como para dejar el cucharón, y rocé sus tetas. Se me puso tiesa al oir un leve jadeo de su boca.

-¡Disculpa!

-¡Ah! No pasa nada -contestó ella,

Poco a poco, fue llevando cubiertos a la mesa. En un momento en el que ella estaba, nuevamente, estirada, me acerqué por su espalda para ayudarla y rocé mi paquete por su culo; duro y firme. No sé si fueron ilusiones mías o es que, realmente, meneó su culo, muy levemente, para facilitar me mi paquete quedara justo en su raja. Yo no sabía qué pensar. Sin embargo, decidí seguir con mi plan.

-¡Bueno! La comida ya está lista. Podéis sentaros a comer que yo llevo los platos.

Vi cómo mi suegra salía vestida de su habitación y se dirigía al comedor diciendo -¡Sí! Que tengo hambre-. Entonces, aproveché que estaba sólo en la cocina y puse una dosis de pastilla en cada uno de los platos. Acto seguido, se los llevé. Después, llevé el mío y comenzamos a comer.

Al cuarto de hora, yo había terminado y dije que me tenía que ir, que gracias por todo. Recogí mi plato y me despedí de ellas. Cuando estaba en el pasillo, cogí, sigilosamente, un juego de llaves de la casa. Salí y me fui al bar de abajo a tomarme un café.

Pasada media hora, volví a casa de mi suegra. Llamé a la puerta, y, al ver que no contestaban, supe que estaban dormidas. Entré en su casa , gracias a las llaves que había cogido. Me asomé y vi que, en efecto, estaban dormidas. Era el momento de divertirme.

Cerré la puerta con llave y me desnudé. Estaban las dos en el sofá. Saqué mi cámara y comencé a grabar.

Mi suegra vestía una falda de color verde que le llegaba por sobre las rodillas. Tenía puesta una blusa blanca que, a duras penas, ocultaba la sombra de un sujetador negro. Me coloqué sobre ella y la besé en la boca. Al igual que por la mañana, movía mi lengua en círculos a la suya. Bajé por su cuello, lentamente, mientras que, con mis manos, abría los botones de su blusa. Entonces, la abrí y quedó ante mi un sujetador negro precioso que juntaba sus preciosas tetas. Seguí bajando mi lengua hasta su canalillo, mientras le abría el enganche del sostén. Así, sus tetas quedaron libres a mi vista. Comencé a meneárselas con las manos mientras que, con mi boca, lamía uno de sus pezones.

Entonces, miré a mi cuñada. Llevaba puestos unos pantalones vaqueros de color azul y un jersey de lana verde botella. Le metí mis manos debajo de éste y le desabroche su sujetador. Así, le pude quitar las dos prendas y, de nuevo, estuvieron sus dos espléndidas tetas ante mí.

Se las chupé, se las sobé, se las acaricié, se las mordí y, a cada cosa que hacía con ellas, más gorda se me ponía la polla. Así, le desabroché a prisa el pantalón y, desenfrenado, se lo bajé. Anté mí, estaba mi cuñada; abierta de patas y con sólamente unas braguitas blancas puestas. Caundo iba a atacar, observé que mi suegra estaba, todavía, con la falda puesta. Así, se la levanté y, ¡sorpresa!, no se había puesto bragas. Mi acción, sin pensarlo en absoluto, fue meter mi boca en su coño, debajo de su falda, y comenzar a lamérselo. No tardó mucho en mojársele. Con mi mano derecha, fui retirando las bragas del coño de mi cuñada. Entonces, le metí dos dedos y le empecé un mete-saca que, a cada momento, iba más rápido. Yo no paraba de chupar l chocho de mi suegra que, ahora, ya estaba totalmente chorreando un sabroso flujo que corría por mi barbilla.

Desnudé a mi cuñada del todo y se lo comí, ahora, a ella. Pese a que tenían sabores diferentes, tengo que admitir que no sabría cuál de ellos era mejor. Ahora, mientras succionaba el clítoris de mi cuñada, con mi mano izquierda, acariciaba el clítoris de mi suegra. Entonces, desnudé a mi suegra (le quité su falda) y la tumbé en el sofá (su espalda estaba sobre las rodillas de su hija). Abrí sus piernas, me puse un condón y comencé a follármela por el coño. Ella respiraba entrecortadamente y dejaba ir, muy levemente, unos jadeos. Mientras tanto, sujetaba sus tetas y se las meneaba haciendo con ellas círculos. Entonces, fui a por la vaselina y mojé mi polla y su ojete. Junté sus piernas, las sostuve verticales en el aire y, poco a poco, se la fui metiendo por el culo. Al estar hasta el fondo, volví a sacársela y a metérsela. Así, repetidas veces, pero, cada vez, más rápidamente. Al cabo de unos 10 minutos de estar follando su ojete, se la saqué, me quité el condón y me corrí en su cara. Metí mi picha en su boca para limpiarme lo que me quedaba. Entonces, volví a dejar sentada a mi suegra y metí mi mano en el coño de mi cuñada mientras que yo, sentado a su izquierda, besaba su boca metiéndole la lengua en ella. Tras unos minutos (su coño ya estaba chorreando) mi pola estaba, de nuevo, como una piedra. Así, cogí otro condón y, tras ponérmelo, clavé el rabo en el coño de mi cuñada. Sentí cómo ella dejaba ir un jadeo más fuerte de lo normal. Así, seguí follándomela con más fuerza.

Tras un buen rato de follármela, se la saqué, la levanté y la puse en la mesa con el culo bien levantado. Se lo preparé con vaselina, me quité el condón, me la mojé, también, y se la metí por el culo. Ahora, costaba menos que esta mañana. Sin embargo, aún me costaba. Entonces, volví a huntar mi polla en vaselina y se la clavé otra vez. Entró con mucha facilidad. Así, le follé a mi cuñada el ojete durante varios minutos. Entonces, me giré y vi a mi suegra abierta de patas; no me pude resistir. Comencé a follármela por el coño mientras le acariciaba las tetas y chupaba sus pezones. Cuando no pude más, me corrí dentro de su coño; lo cuál me dio un gustazo extra (¡qué caliente lo tenía!).

Cuando terminé, paré la cámara de video y, entonces, recordé el comportamiento de mi cuñada en la cocina (sus jadeos). Así, me dirigí a su habitación y comencé a usmear por sus cosas privadas. Después de buscar un largo rato, encontré lo que buscaba: una foto mía metida en una cajita en la que se hallaba un consolador. Esto me encantó. Al fijarme bien, vi que la foto estaba algo estropada Como si le hubiera caído ácido por la parte de abajo. Óbviamente, comprendí que se había pasado esa zona de la foto por su mojado chocho.

Después, fui a la habitación de mi suegra y estuve buscando cualquier cosa. Vi que, debajo de la cama, en un rincón, tenía una caja de zapatos muy sospechosa. La saqué y vi un montón de vibradores de todo tipo y tamaño. Me puso muy cachondo el hecho de saber que mi suegra era una zorra calentorra.

Volví al comedor y, sin hacer nada más, se la clavé por su coño hasta el fondo. Así, me la fui follando mientras, desde atrás le agarraba las tetas. Entonces, se la saqué y pensé que me la volvería a follar, pero , en esa ocasión, ella estaría consciente. Así, me dirijí a mi suegra y se la metí, otra vez en su coño. A cada empuje que daba, salía disparado el semen que le había metido antes. Como ya estaba frío, la giré, le puse el culo en pompa y, tras huntar en vaselina ojete y polla, me la volví a follar por su pequeño agujerito. Así, hasta que ya no pude más y llené su ojete con mi leche caliente.

Las volví a vestir, recogí mis cosas (condones, la cámara(apagada), ...), las coloqué en el sofá, dejé las llaves donde estaban y me fui. Sin embargo, sabía que la semana próxima, mi cuñada estaría sola y, en ese caso, nos lo pasaríamos muy bien...Y quién sabe, tendría que averiguar la forma de hacerlo con mi suegra del mismo modo...

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